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domingo, marzo 24, 2024

Salvando al soldado Méndez

Segundo capítulo del reportaje “José Méndez.Héroe de Krasny Bor” realizado por Rafael Lema.

José Méndez Lema

Para acceder al primer capítulo este es el enlace

José Méndez fue herido el día 11 de febrero, trasladado a cuatro hospitales, hasta su alta el 30-4-1943, según los datos conseguidos por su nieto Esteban Tedín Méndez en el archivo militar de Ávila. En esta documentación se cita que en el primer parte en el hospital de campaña, el día 12, recibe el número 41. Tiene en su chapa el número 1057 Coruña. Se informa de su llegada al frente el 18-7-1941, que «fue herido el 11-2-43 en la primera batería con heridas m. cara interna muslo izquierdo región  lumbo-sacra, asistido en cirugía, intervenido por el doctor S. Sammer el día 12-2-43». El día 12 entra en el hospital de campaña (Sluzk), tras estar combatiendo herido toda la anterior jornada, en su puesto. Había hospitales de campaña o nidos, uno en la aldea de Ladoga, otro en Sluzk. 

Un hospital estaba en Mestelevo, pero fue atacado por tanques, que apisonaban a los heridos en las camillas, amontonadas, a la puerta de centro. Gracias a un héroe coruñés, el soldado Manuel Ponte Anido, que se lanzó contra un tanque, se evitó una mayor matanza en uno de los nidos o hospitales de campaña. Posiblemente por este ataque otros heridos fueron trasladados como se pudo (y tras muchas horas convaleciente pero activos en sus puestos) a otros puntos. 

En el caso de Méndez fue llevado en primera instancia a Sluzk (Pavlovsk), al norte de la posición, lugar de un célebre cementerio de divisionarios. En la cédula de herido aparece que el hospital de entrada fue el de Sluzk. En estos centros atendía una mujer heroica, la catalana Mercedes Milá, jefa de enfermeras españolas en esta guerra. Y pariente de la conocida saga de periodistas. El Cuerpo de Damas de Sanidad Militar fue fundado en 1941 por Mercedes Milá (prima del Conde de Montseny D. José María Milá, abuelo de los populares periodistas de TV Mercedes y Lorenzo Milá). El primer reglamento del cuerpo de Damas de Sanidad fue aprobado por orden de 31 de julio de 1941 (D.O. nº 172/5 de Agosto de 1941) Fueron las primeras mujeres que entraron en el Ejército, de forma totalmente altruista y generosa y con un gran espíritu de servicio. 

El mismo día es enviado al de Kramennogorsk, y posteriormente al centro sanitario de retaguardia de Riga, también el día 12. Finalmente, el 24 ingresa en el hospital de retaguardia de Koenisberg. La guerra había terminado para él, no volverá a Rusia. Esta nueva documentación demuestra que el soldado estuvo combatiendo hasta que pudo ser evacuado el día 12, pese a las graves heridas el día antes, en la primera batería, la última que disparó un tiro en la última gran batalla del ejército español hasta nuestros días. Del frente a Riga, sufriendo las acometidas que sabemos por las informaciones que, por otra parte, se aportan gracias a los testimonios de otros guripas. 

Además hemos podido reconstruir la secuencia del traslado de su grupo en plena batalla a la luz de los documentos de la familia Méndez, con la ayuda de la traductora ucraniana Liuda Stroynova. Su abuela había servido en este frente y luchado contra la División Azul en estas batallas. El azar quiso que el nieto de Méndez, Esteban Tedín, conociese a Liuda trabajando para una empresa española en Kiev y nos sirviera de contacto y apoyo en las investigaciones. Estos partes corroboran la dimensión de la batalla y la heroica retirada de los supervivientes, en cuanto pudieron, tras horas en medio del fuego, con escaso apoyo artillero, y valor encomiable. 

En la zona de combate de Méndez, en el 1º Grupo Artillero del Comandante Guillermo Reinlein Calzada, uno de cuyos capitanes, Andrés y Andrés resistirá al frente de la 1ª Batería, dentro del infierno de Krasny Bor, durante setenta y dos horas más. Trineos, carromatos y camiones transportaban centenares de heridos al hospital de campaña. Trenes sanitarios trasladan cargamentos de cuerpos sangrantes a los centros sanitarios de retaguardia (Riga, Vilna, Koenisberg, Hof y Berlín), mientras en el cementerio de Mestelevo o en Sluzk se dan sepultura a los cadáveres recuperados. Méndez ni siquiera pudo ir al hospital habilitado, ocupado por los rusos. El citado capitán Andrés, siguió trabando amistad con él, ya que era uno de los directivos de la asociación coruñesa de la División Azul, Spanische SS Die Blaue División. Lo seguirá visitando en su casa de Braño durante la posguerra.

Méndez había servido en el tercer grupo, regimiento de artillería 250, desde el 18-4-1942, licenciado el 19-7-1943.  Desde el 7-9-42 pertenecía al XVIII ejército de Lindemann. Nicolás Ríos Guisande firma su repatriación, con el número 2.592-a. El 31-8-1943 el coronel Antonio García Navarro, en Rusia, firma un parte de servicio enviando la documentación que acredita las heridas y acciones del artillero y pide para él «opción a la medalla de sufrimientos por la patria». 

Navarro es nada menos que el nuevo jefe de los divisionarios en Rusia, convertidos ahora en la Legión Azul. Esta correspondencia tardará en llegar a su casa por un rocambolesco viaje. Se enviara a Carantoña de Pontedeume, el alcalde local informa que no existe un vecino de tal nombre en este lugar y se reenvía a Vimianzo, en donde el alcalde comunica al capitán representante de la Legión Azul Andrés Peñuela Márquez el día 31-3-1944 que había sido entregada a su receptor, tras aviso del teniente coronel jefe, Manuel Morato de Tapia. Sin embargo, en su casa perdieron una medalla del soldado y los documentos de esta propuesta, al parecer porque la llevó un pariente.

Dos meses pasó el soldado recuperándose de graves heridas. Las crónicas sobre el estado de los hospitales no es muy favorable a los médicos y al servicio. Muchos de éstos fueron acusados de abandono de sus obligaciones. Su jefe, tras haber pasado un mes en el frente, sólo apareció dos veces por el hospital de la División; el subjefe optó por quedarse en un hospital alemán de retaguardia, en detrimento del servicio de cirugía, fundamental en la atención de los heridos. 

La desorganización debió ser tan escandalosa al punto de que fue necesario el internamiento en cinco hospitales distintos, en un periplo que sólo duro un mes y medio, para que un soldado, herido de metralla en un brazo y la región escapular, fuera declarado inútil. Y como vemos el caso de Méndez corrobora estos testimonios, ya que en un solo día pisó tres centros y terminó en Koenisberg diez días después. En el caso de las evacuaciones, se llegó al caos: hubo heridos que perdieron el tren que los había de transportar a retaguardia. 

Los informes de Méndez confirman estos datos, a veces discutidos en diversas páginas. Los alemanes lograron paliar tan lamentable situación, por medio de la generalización de la llamada «Cédula de acompañamiento de heridas», pequeña cartulina donde constaban los datos médicos más significativos, de la que poseemos la del soldado gallego. O su traslado a hospitales de Alemania, donde los divisionarios fueron asistidos por médicos, enfermeras y monjas extraordinariamente capacitados. La documentación de José Méndez nos sirve para testimoniar estos hechos y adquiere así un gran valor histórico en el último gran episodio bélico de nuestras armas. Además el soldado dispone de documentos originales.

Siguiendo otros testimonios podemos darnos cuenta de la situación de la retirada de los heridos desde los puestos de combate a los hospitales de campaña. El terreno había sido horadado por el bombardeo, rotos los cables telefónicos, y voladas las centrales de radio. Las unidades divisionarias luchan desesperadamente por mantenerse en sus puestos, pero los tanques y la infantería enemiga rebasan las trincheras y envuelven a los defensores por la espalda. Los soviéticos, enloquecidos de sangre y embriagados de coñac (habían asaltado varios depósitos de víveres), disparan a quemarropa. Los oficiales españoles alientan a la tropa, batiéndose a pistoletazos, lanzando granadas de mano, y cuando carecen ya de municiones, luchando a punta de bayoneta. 

El general Emilio Esteban-Infantes, que ha establecido su puesto de mando en Raikelevo, reclama del Coronel General Georg Lindemann el apoyo de la Luftwaffe. Pero los «Stukas» y «Messerchmitt», no aparecerían hasta cuatro horas después. Ni siquiera llegan soldados de apoyo hasta pasado el fragor del combate, de la gran ofensiva inicial. Dos batallones de soldados lituanos, algunos grupos alemanes. La superioridad de los atacantes es manifiesta: Infantería y otros combatientes: 9 a 1. Artillería: 15 a 1. los único carros de combate y aviones son rusos. La propaganda rusa tratará de minimizar los hechos y darle la vuelta a la tortilla vendido por éxito una estrepitosa derrota, pero los modernos investigadores confirman lo que estas páginas indican y revalorizan la acción de la DEV.

Poco antes de las siete de la mañana del día 10 de febrero, el Mando soviético desencadenó la ofensiva mediante una muy intensa preparación artillera que habría de durar unas dos horas aproximadamente. Cuando la Artillería alargó el fuego y su Infantería se lanzó al asalto, todas las posiciones de primera línea habían sido fuertemente diezmadas en sus efectivos. Sin embargo, los soldados españoles rechazaron varias oleadas de asalto, una y otra vez, causando un gran número de bajas entre las unidades atacantes. 

La misión que la División 250 debía cumplir, en la parte que recibía el ataque enemigo, era imperativa: impedir cualquier intento de penetración en fuerza por parte del enemigo y cerrarle la posibilidad de progresar sobre los ejes que marcaban la carretera y el ferrocarril de Leningrado a Moscú. Durante toda la jornada del día 10 de febrero, los asaltantes soviéticos tropezaron con resistencias heroicas en toda su zona de acción. Los soldados españoles morían sobre sus propias posiciones, pero no retrocedían. Los capitanes Ulzurrum, Iglesias y Ruiz de Huidobro murieron al frente de sus soldados, sin abandonar la posición. Este último fue condecorado posteriormente, con la Cruz Laureada de San Fernando. 

Los capitanes Aubá y Oroquieta fueron heridos y no abandonaron su puesto de combate. Los jefes de los dos Batallones más directamente inmersos en el ataque soviético murieron cuando mandaban personalmente eficaces contraataques. Sobresale igualmente el III/Art. 250 bajo las órdenes del capitán Lasarte defendiendo su posición, a toda costa, bajo fuego de aviación y obuses, ataques de infantería, y durante todo el combate sin retroceder, en la «fábrica de papel», a orillas del río Ishora. Aquí combate Méndez y es herido, firme en su puesto, sin retirarse hasta el cese del fuego. El capitán Castro, con sus hombres y algunos infantes, logró que su observatorio fuera la única posición española al Este del Ishora en la que los soviéticos no pusieran su pie. El sector más septentrional de las posiciones españolas en el Ishora se mantuvo fuerte, para sorpresa de los atacantes soviéticos en la batalla de Krasny Bor, y asombro de los alemanes. 

Es el lugar de la acción de Méndez y sus compañeros en el combate, el 250 de Lasarte, la defensa del Ishora apoyando al grupo de Oroquieta.

Así fue la cruel batalla:

A las 6:40 de la madrugada del 10 de febrero de 1943, 800 cañones de 187, baterías rusas con piezas de 203 y 124 mm, 2 batallones de morteros y Katyusha de 156 mm bombardeaban las líneas divisionarias destrozándolo todo, incluidos los puestos de mando y las líneas de retaguardia. Son disparados sobre las posiciones españolas decenas de miles de proyectiles de artillería (con una cadencia aproximada de un disparo cada 10 segundos por cada pieza). El fuego de artillería duró más de dos horas, en las que cayeron la mitad de las bajas del día. Al cesar la artillería, comenzaron las pasadas de la aviación enemiga.

Tras la preparación artillera para el ataque, cuatro divisiones soviéticas de infantería, las 43ª, 45ª, 63ª y 72ª, con un total de 44.000 hombres, apoyadas por el 31º y 46º Regimientos acorazados que comprendían casi 100 carros de combate entre KV-1 y T-34, dos batallones de cañones anticarro con piezas ZIS de 76 mm, la 35ª Brigada Motorizada y las 34ª y 250ª Brigadas de Esquiadores se lanzan, escalonadamente, contra las ya maltrechas líneas españolas que defendían un total de 5.900 soldados (4.500 divisionarios más tropas de la División SS Volkspolizei y la Wehrmacht), castigadas por la intensa y densa barrera artillera.la consigna rusa es spanski kaput. 

El grupo de artillería de Méndez con cañones  de 10.5 cm. fue uno de los cuerpos masacrados por la feroz lluvia artillera. Hasta su muerte padeció por sus heridas y en su cuerpo era palpable el efecto de la metralla rusa de los «órganos de Stalin». Los artilleros eran los más odiados por los rusos por el pasado hostigamiento en el cerco a Leningrado y no solían hacer prisioneros con ellos, los mataban inmediatamente. El 250 Rgto. de Artillería del capitán Lasarte comprendía tres grupos ligeros, cada uno con tres baterías de 105 mm y un grupo de cañones pesados de 150 mm, con un alcance esos de 2,9 millas. 

En la batalla el 250 englobaba junto a dos de sus baterías, la 7ª de Muñoz Aceras y la 8ª de Castro, a una batería pesada, la 12ª. «Morir en Rusia» de Carlos Caballero Jurado nos aporta una versión veraz y documentada de esta acción y sus circunstancias fuera de la propaganda de unos y otros.

Son numerosas las acciones heroicas. Hasta la destrozada chabola que ocupa el Coronel Sagrado, Jefe del 262º Rgto. y al mando del subsector de Krasny Bor, llegan partes como este: «Resistimos…¡Arriba España!…Capitán Palacios». El jefe de la 5ª Cía. del 2º/262 se bate con sus hombres a la desesperada. Antes de las 09:00 h. de la mañana, la 3ª Cía. del 1º/262 había quedado ya diezmada y reducidos sus efectivos a tan sólo 40 hombres y su Capitán Ruiz de Huidobro aun mandó la defensa, pistola en mano, hasta caer abatido por la marea rusa…»¡Soldados, si hemos de morir, moriremos como españoles, ¡Arriba España!»…(Cruz Laureada de S.Fernando a título póstumo). El Cap. De la Iglesia, de la 6ª Cía. del 2º/262 agrupa a sus hombres en un trincherón. 

En el resto de la línea otro tanto de lo mismo…Todos se defienden a la desesperada…Los soldados del Cap. Campos de la 7ª Cía. del 2º/262 a 500 mts. de la 8ª de Ametralladoras del Cap. Arozarena se baten como jabatos…Las máquinas de la 4ª de Ametralladoras están al rojo vivo…Las Cías 2ª y 3ª de «La Tía Bernarda», batallon de reserva, mandadas por Diaz de Ulzurrum y Oroquieta se estremecen, diezmadas bajo los impactos de los pesados carros rusos KV-1…las balas blindadas rebotan en la coraza y la 3ª es castigada hasta quedar con tan sólo 60 hombres útiles. En una carretera atestada de heridos, un tanque ruso T-34 dispara contra los carros que los llevan y ambulancias. 

El cabo gallego Ponte Anido con una mina se lanza contra el carro estallando con el. Le conceden la laureada póstuma.Los soviéticos, convencidos de que el brutal bombardeo artillero había destruido cualquier posición o intento de resistencia, avanzan de frente sobre el sector del cerco defendido por los divisionarios españoles. Pese a que el avance terrestre del Ejército Rojo se produjo por cuatro líneas de penetración con una división en cada una -44.000 hombres en total-, se toparon con serias dificultades. El calor de la artillería había dejado el acceso a las nevadas posiciones como un completo barrizal por donde los carros de combate KV-1 y T-34 quedaron atascados y los esquiadores, empantanados.

Los españoles, abrumados por la superioridad soviética, salen de sus agujeros, e intentan reagrupar los restos de las unidades supervivientes, montan sus ametralladoras MG34, toman posiciones en los cráteres que han producido los obuses soviéticos y hacen frente al enemigo con desesperada determinación. Los españoles habían visto en pocas ocasiones que los rusos tomasen prisioneros y preferían morir en combate antes que caer en las manos de las tropas soviéticas. 

A media mañana, los rusos habían perforado el frente por tres sitios, pero los capitanes Campos, Oroquieta, Aramburu y Palacios resistían a duras penas con seis compañías muy debilitadas. La Luftwaffe no hacía acto de presencia, y la División SS Volkspolizei, situada en la media distancia, no podía auxiliar, pues debía aguantar para hacer frente a una previsible embestida rusa. Los divisionarios luchan hasta el final, los españoles sienten los estragos hechos por los francotiradores soviéticos que se cobran la vida de mas de 121 divisionarios. 

Según relatos de los supervivientes se producen cruentos asaltos a la bayoneta y se lucha cuerpo a cuerpo una vez agotadas las municiones; en estos combates cuerpo a cuerpo se producen la mitad de las bajas españolas. Las unidades que son copadas en el asalto, no se rinden, siguen combatiendo en todas direcciones y sin tregua, con sus escasos efectivos, iniciando contraataques en vez de sostener posiciones a la defensiva. Hasta el crepúsculo, después de muchas horas de combate desesperado, los rusos no consiguieron hacer prisioneros a los supervivientes de las Compañías de los capitanes Oroquieta y Palacios que no habían retrocedido ni un metro en toda la sangrienta jornada. 

Las tres Compañías restantes que constituían las posiciones más avanzadas de la División, con las que ya se han señalado, después de una heroica resistencia consiguieron replegarse para continuar la defensa, con el resto de las unidades en una segunda línea.  Durante algunas horas se observó un importante estruendo bélico hacia el SW, hacia el Ishora. En efecto, los españoles estaban contraatacando desde el Ishora en dirección a las antiguas líneas del Batallón de Reserva 250.

La primera línea española se había sacrificado. Pero había frenado a los soviéticos lo suficiente como para que, de manera improvisada, se formara en Krasny Bor una segunda línea de contención, totalmente inesperada por los soviéticos, que iba a acabar de frustrar sus planes para adueñarse con rapidez de tan vital enclave. Esta reorganización en medio del infierno y la nueva defensa numantina fue la clave de la acción. Se producen 2.252 bajas españolas (1.125 muertos, 91 desaparecidos y 1.036 heridos) en un solo día. 

Otras 1.000 se sumaron en los días posteriores, pero se consigue detener el avance haciendo fracasar la ofensiva soviética y produciendo más del triple de bajas al Ejército Rojo.

Los rusos siguieron atacando los posiciones españolas en el verano de 1943. El 18 de julio mientras se preparaba una fiesta lírico musical en el cuartel español con invitados alemanes, los rusos atacan con saña, regalando una lluvia de proyectiles, y los invitados tienen que huir a la carrera. Después del fracasado asalto soviético a Krasny Bor, el frente sólo retrocede 3 km en algún sector, pero el cerco no se rompe. 

El ejército soviético no vuelve a enfrentarse directamente a las tropas españolas, limitándose a bombardeos aéreos o artilleros. El mando soviético ordenó a sus fuerzas pasar a la defensiva. El frente queda estabilizado por un año. Fue pues una victoria táctica de los soldados españoles integrados en el ejército alemán. La batalla de Krasny Bor, con una encomiable resistencia de la División Azul, hizo fracasar la Operación Estrella Polar, una gran ofensiva planificado para romper el sitio de Leningrado. Se consiguieron tres de las ocho laureadas de la División Azul en la URSS.

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