El origen del Camino de Santiago III.Juan Gabriel Satti. Accede al capítulo anterior aquí.
Los Celtas fueron, sin saberlo, los que dieron nombre a Galicia; celtas gaeles, y que conocemos como galos. Éstos emprendieron expediciones a Iberia, Roma y Oriente entre los siglos V y II a.C. Tales viajes estaban dirigidas a lugares iniciáticos tradicionales: Galicia, Delfos y el Cáucaso, donde crearán la Galacia. Los puntos de confluencia entre los pueblos celtas están marcados por megálitos o dólmenes que son muy anteriores a ellos (a este efecto, muy recomendable es andar la Ruta dos Dolmenes en Vimianzo) y cuyos hombres fueron organizados y dirigidos para poblar regiones subhabitadas, como un apicultor distribuye nuevos enjambres en colmenas vacías. Lógicamente, estamos pensando que los sabios directores de esta monumental empresa fueron los druidas. Etimológicamente, la palabra druida deriva del galo dru-(u)id, que tenía el sentido de 'jefe de la ciencia’.
Pese a que estos no tenían libros sagrados y transmitían su doctrina y su sabiduría de forma oral para mantener el secreto, casi todo lo que conocemos sobre los cultos y las actividades druídicas se lo debemos a los historiadores griegos y, sobre todo, latinos. Una de las más importantes fuentes es el tratado “De la Guerra de las Galias”, de Julio César, quien afirmó que los druidas constituían una especie de casta de iniciados que debían acudir a recibir una formación esotérica, muy rigurosa y prolongada, en las Islas Británicas.
Expansión celta en el s.III
También señala César que los druidas se encargaban de presidir todos los sacrificios públicos y privados, las actividades religiosas y las grandes fiestas anuales, y que extendían sus funciones a los ámbitos político y judicial, ya que eran ellos los encargados de imponer sentencias y castigos judiciales, para lo que empleaban piedras oscilantes, cuyo movimiento servía para determinar la culpabilidad o la inocencia de los acusados de crímenes serios (en Gran Bretaña hay gran cantidad de Logan o Rocking stones, `piedras mecedoras´, que en celta bretón de Cornualles es Men Omborth , que significa `piedra equilibrada´.
En Escocia la legendaria Piedra de Scone, en gaélico escocés: Un Lia error, es conocida como «Piedra del Destino» o «Piedra de la Coronación», porque fue utilizada durante siglos en la coronación de los monarcas de Escocia, de Inglaterra y británicos. La última coronada con ella fue Isabel II en 1953. En Francia incluso forman parte del Inventario de Patrimonio Cultural Inmaterial como la Roche Tremblante, en Breton Roc'h a kren, o `piedra tambaleante´ de Huelgoat que se encuentra en ese municipio del departamento de Finistère , región de Bretaña: una mole de 137 toneladas que cualquiera puede mover con la mano al igual que ocurre con las Pedras Santas de nuestro Finisterre).
Logan Rock de Cornualles y druida practicando artes adivinatorias en la roca de Rishworth Moor (grabado 1775)
Un druida era un hombre considerado sabio, conocedor de los secretos de la astronomía, la geografía y la naturaleza, además del religioso, y que ostentaba un prestigio máximo dentro de su comunidad, lo que le permitía estar exento de pagar tributos y de hacer el servicio militar. Algunos de los datos aportados por César sobre el contenido de la religión druídica son especialmente interesantes; por ejemplo, cuando afirma que «los druidas enseñan la doctrina según la cual el alma no muere, sino que después de la muerte pasa de uno a otro mundo», por lo que utilizaban para sus enterramientos dólmenes en forma de pasillo con aberturas en sus extremos, como puede apreciarse perfectamente el corredor en el dolmen Pedra da Arca.
El sistema religioso galo druídico debía ser muy complejo y potente, ya que el mismo Suetonio lo llamó «religión druida», y se sabe que algunos de sus cultos ejercieron gran fascinación e influencia en algunos cultos romanos (Fernando Alonso Romero en su estudio “Sobre la orientación astronómica de la capilla de San Guillermo”, la considera asentada sobre un antiguo templo solar mitraico); así es que los altares solares como el de Fisterra, hoy se los conoce por su nombre latino de Ara Solis (también Alonso Romero interpretó las espirales, cazoletas y círculos del `Altar de las Ofrendas’ de Laxe das Rodas, en Muros, como un calendario Lunisolar). Destacable también el “castro de Logoso, a 402 metros de altura, en el camino jacobeo, con restos de muros y una especie de ara partida por un rayo que guarda las formas de altares indoeuropeos” (“Dumbría, el centro mítico del camino de las estrellas”, Rafael Lema).
Entre las funciones del druida tenía especial relevancia la preparación y presidencia de todos los sacrificios. El geógrafo griego Estrabón afirmaba que los druidas hacían sacrificios humanos y estaban estrechamente relacionados con la adivinación, otra de sus especialidades: «Golpeaban con la espada en la espalda a un hombre consagrado y según sus retorcimientos deducían profecías; no sacrificaban nunca a otros druidas». Plinio el Viejo, en “Historia Natural”, recordaba que «terminados los preparativos necesarios para el sacrificio y el banquete bajo el árbol (una encina con muérdago), llevan allí dos toros blancos».
Fíbula de caballo (bronce,s.III ac) museo de palencia y descripcion grafica del calendario de laxe das rodas- meses y solsticios (Alonso Romero)
Otro animal que jugaba un papel vital en su religión era el caballo, ya sea en sacrificios o estatuillas que los devotos ofrecían a los dioses por la guerra, destreza sexual y/o fertilidad asociado todo con los poderes que daban vida al Sol; conecta esto con una leyenda fisterrana sobre la afortunada búsqueda de un Cabalo de Ouro y otra del paso de Santiago a lomo de su caballo solar por el famoso Cabo Finisterre de igual modo que creían los celtas serían llevados como jinetes al más allá después de la muerte.
Se sabe, además, que entre los conocimientos transmitidos de forma oral y esotérica por los druidas estaban los relativos al uso de hierbas, plantas y aguas medicinales, la determinación de días fastos y nefastos, etc. Este tipo de conocimientos druídicos justifica que algunos historiadores antiguos los relacionasen también con los pitagóricos griegos.Las ceremonias del culto tenían lugar en los límites de la naturaleza, demostrando predilección por montes, lagos y claros de bosques consagrados llamados «nemeton», santuario.
Promontorio nerio desde el valle de Duio donde se aprecia la silueta​ femenina
Una leyenda irlandesa describe a los druidas como hijos de la diosa Danu, madre de una raza divina que al principio fue asociada a los ríos, a causa de su relación con la fertilidad que luego se extendió a la tierra diciéndose de ella que era “tan buena como el alimento que nos daba” por lo que dos colinas irlandesas similares a los montes Facho y san Guillermo de Fisterra, le llaman “pechos de Danu”.
Así pues no es de extrañar que estos sabios dirigieran al pueblo hacia lugares sagrados donde hallar una ciencia tradicional que ellos sabrían conservar y que les impulsa en el s.V a realizar su primera expedición hacia el “Finisterræ” de Iberia guiándose por las estrellas y que discurre por lo que más tarde sería conocido como el Camino de Santiago…
Este Camino de las Estrellas era el mapa escrito en cielo que desembocando en la constelación del «Can Mayor», fue brújula para las tribus celtas durante la noche de manera infalible hacia el «Finis Terrae». Camino que ellos denominaban el Arco Iris del Dios Lug, su deidad solar.
El arco iris se considera generalmente como símbolo de la unión del cielo y de la tierra (recuérdese el pacto noajico bíblico) y como ya hemos destacado, los druidas eran hombres sabios conocedores de los secretos de la astronomía, la geografía y la naturaleza, además de los religiosos, y solo basta el comprobar que el desarrollo del Camino Francés, coincide casi, con total perfección con el Paralelo 42, en un recorrido de Este a Oeste, finalizando siempre en el mar (recomendable a este respecto es el estudio “Aportaciones para una reinterpretación astronómica de Santiago de Compostela” de Antón Bouza Sierra).
Los griegos dieron el nombre de Vía Láctea a este reguero de estrellas y que en latín significa camino de leche. Ésa es, en efecto, la apariencia de la banda de luz que rodea el firmamento de uno de los brazos espirales de la galaxia de la cual nosotros formamos parte, y así lo afirma la mitología griega explicando que se trata de leche derramada del pecho de la diosa Hera.
En el siglo XII se escribe el Códice Calixtino que consolida la relación de la Vía Láctea con el Camino de Santiago, pues se creía que ésta era una señal divina formada por una catarata de estrellas que caía del cielo y apuntaba hacia el sepulcro de Santiago y que incluso el propio Apóstol se le apareció a Carlomagno para indicarle que siguiendo la Vía Láctea podría llegar a Santiago de Compostela.
Pero los cristianos se olvidaron que los paganos se fundamentaban en toda una estructura compleja de símbolos astronómicos, asociadas a las funciones de la Diosa Madre que engendra la nueva vida y que luego recogía a sus hijos tras la muerte en “tumbas” (dólmenes), que representaban el Principio femenino en el que entraban para renacer al Más Allá. En palabras de Shahrukh Husain: «… la diosa es útero y sepulcro…»
Historica Tierra de Nemancos y área del toponimo -briga (lugar alto) utilizado sólo en la peninsula celtibera
Según Émile Cioran lo que conocemos como “Cabo Finisterre era para los celtas «un lugar de peregrinaje y lo siguió siendo durante períodos de influencia fenicia, griega, cartaginesa y romana… donde se encontraba un adoratorio «pagano» de una divinidad anterior y un templo mistérico que eran visitados por «peregrinos» llegados de muy lejos». Los fieles iban con la esperanza de que tras entrar en el Santuario Divino, encontrarían la salvación y la inmortalidad para la vida futura. Y ese beneficio de la salvación del alma, para que después de la muerte alcanzase fácilmente el Paraíso tras su peregrinaje por la Vía Láctea, es lo que intentaban conseguir los jerarcas cristianos al instituir el Camino de Santiago hacia la tumba del santo como lugar de peregrinación para sus fieles (nótese concordancia de las fechas de la festividad jacobea y la de Lugdasa).
Pues al final del Arco Iris del Dios Lug, en el extremo occidental de Europa, es donde arribaron las gentes de la tribu celta de los Nerios, habitando lo que Estrabon llamaba el Promontorio Nerium en Fisterra, vecinos de los Artabros compartieron el territorio conocido históricamente como Comarca de Nemancos, integrada en lo que fue, según un mapa de la Europa Celta publicado en 1977 por la revista National Geographic, el principal centro religioso de la España celta: Nemetobriga. Topónimos estos de igual origen etimológico: «Nemet», del celta: «santuario» o «lugar sagrado». Tristemente con el decreto 65/1997 de la Xunta de Galicia, los políticos borraron de un plumazo dos mil años de nuestra historia y desde entonces la mítica «Tierra de Nemancos» (“País de los bosques sagrados”) dejó de existir para ser sustituida por el más turístico de `Comarca de Fisterra´. De los asentamientos celtas, en especial los nerios, nos ocuparemos en el próximo artículo.