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jueves, marzo 21, 2024

Los orígenes del Camino de Santiago II:Los ligures y cultos solares

Juan Gabriel Satti Bouzas// Segundo capítulo del serial Los orígenes del Camino de Santiago. Leer el primer episodio.

No podemos estar seguros de que el término “ligures” represente una etnia o raza que habría poblado el Occidente entero; cosa que parece improbable pero sí admitir que se trataba de pueblos diversos que hablaban lenguas semejantes, de tendencias aglutinantes y de las que sólo nos quedan algunas raíces, probablemente en mucho mayor número del que se supone a las lenguas que le sucedieron.

Un grupo de arqueólogos e historiadores como Mullenhof, Camilo Jullian, D'Arbois de Juvainville, identifican a los ligures como antecesores históricos de los celtas en Britania, ambas Galias, Hispania y N.O. de Italia, fronteriza con el S.E. de Francia. El explorador de Numancia y de Tartessos, Schulten, también considera ligur a toda la península hispánica y pretende explicar similitudes de nombres poblacionales gallegos con algunos ligures: Iria, Támara, Tambre, Baenis, Beón y otras que también establece el parentesco entre el antiguo nombre de Albión aplicado a Britania con denominaciones gallegas como Alba, Albán y Albeiros. Se mantiene así la tesis de que los celtas eran una raza de la primera y segunda Edad de Hierro, con sentido expansionista que se impusieron alrededor del año 600 A.C a los habitantes neolíticos y de la época de Bronce establecidos en Galicia: los ligures.

En un pasaje de Hesíodo en el siglo VII a. C.  denomina el Ligues (Ligur) a todo el occidente europeo. Eratóstenes dejó dicho en el siglo III a. C. que a España se la conoció con el nombre de «Ligustike» y es el único país que así se ha denominado. Los ligures fueron matriarcales y habitaron casi todos los lugares con dólmenes y megalitos, y si la edad que generalmente se le atribuye a los dólmenes es correcta, entonces es a estos ligures a los que pudiera considerárseles sus constructores.Llegados a este punto es necesario detenernos en las leyendas de Viejas o Mouras constructoras de dólmenes como Coba da Moura, Arca da Piosa, Casa dos Mouros y el de Orcavella en Fisterra (especie de bruja que se alimentaba de niños).

Pilas en serie o cascada con desagüe en el monte Facho

Laxe das rodas – Monte Louro

Los mouros y toponimia con mouro deriva del latín maiore  que pasa a una fase maor que puede presentar la variante maur, con cierre de la segunda vocal, ese maur evoluciona naturalmente amour, que puede confundirse con facilidad con el mouro  procedente del latín mauro (oscuro). Es un caso de homonimia. Entonces un topónimo como Eira dos mouros significa, «era de los antepasados». Forno dos mouros sería “horno de los mayores” (viejos, ancestros, muertos). A veces significará también muerto porque los antepasados lo están: así tal vez Eira dos mouros sea mejor «era de los muertos» (cementerio).

Así pues, al hablar de mouras, haría referencia no sólo a nuestros ancestros sino  a la sociedad matriarcal que formaban parte. Lo que explicaría el papel, en la leyenda de la traslatio del apóstol  Santiago, de la reina ligur Lupa (Loba) subordinada a un rey celta invasor de Duio y que a su vez estaba sometido al Imperio Romano. De hecho, era normal que Roma gobernase algún territorio difícil y aislado de sus fronteras por medio de reyes dependientes de Roma; estos reyes eran conocidos como reyes socius o clientes.

Ciertos autores relacionan a los ligures con la cultura del vaso campaniforme, pues esta cerámica (originaria en el estuario del río Tajo) se extendió por Europa y fue introducida en las Islas Británicas entre el 2200 a. C. y el 1900 a. C.; a la vez que esta misteriosa cultura se distribuye también por la costa en lugares donde se encuentran monumentos megalíticos y como ya hemos mencionado, su condición de “puertas al más alla” como el dolmen de Orcavella o Pedra da Arca en Vimianzo, les vincula directamente con la Via Lactea, como vehiculo de almas y su relación con los astros, especialmente el Sol. Según las crónicas el dios ligur era una deidad solar que no tenía imagen, Lug es palabra indoeuropea que significa «el que brilla», «luminoso», pero también «cuervo»; maestro de todos los oficios,  su otro animal totémico era el lobo (no olvidemos este dato). Más tarde Lug sería asimilado por la mitología celta.

Cantimplora donde se aprecia el triangulo solar junto a una esvastica ondeada y simbolo de la iglesia de Fisterra.

En la villa de Sardiñeiro, municipio de Fisterra, hay un monte conocido como de San Juan, ya que existía en él una ermita dedicada a San Juan Bautista, patrono del pueblo y que también lo fue de la Orden del Temple, que tuvo encomienda en la zona y de las hermandades de constructores, de donde tomarían origen las festividades masónicas de los dos «Juanes» ligadas a los solsticios de verano e invierno; donde la fiesta de las hogueras de San Juan que se celebran en las aldeas de la comarca, remite a la teoría expuesta por Caro Baroja de los Hirpi Sorani, que significa los lobos de Soranus.

Este era el nombre con el que los etruscos denominaban al Sol y al que dedicaban celebraciones solsticiales caminando con los pies desnudos sobre las brasas de una hoguera de madera de pino. La presencia de etruscos en tierras gallegas se hace evidente en pueblos como Coluns, según indicó el profesor Monteagudo (gentilicio etrusco Collunius; cul puerta, dios de las puertas). Curiosamente en el monte citado hay una roca llamada Pedra do Lobo frente a los dos islotes conocidos como Lobeiras.

Este simbolismo animal vinculado con la luz se dio también entre los griegos; en griego, el lobo es lykos y la luz, lykê. De ahí el epíteto, de doble sentido, del Apolo Licio. En efecto, en la época helenística Apolo había pasado a estar estrechamente relacionado en los cultos a Helios (personificación del Sol) y su apelativo Febo («brillante»), fue adherido al anterior.

En el Imperio Romano fueron los legionarios que habían servido a Roma en las fronteras orientales quienes introdujeron el mitraísmo o misterios de Mitra en el siglo I d. C. cuya liturgia se realizaba en templos denominados mithraeum. Estos espacios eran en un principio cavernas naturales, y luego, construcciones artificiales imitándolas, oscuras y carentes de ventanas. Se han descubierto mitreos en lugares tan distantes entre sí como el norte de Inglaterra y Palestina. Su distribución por la geografía del Imperio está en relación con las instalaciones militares siendo una religión iniciática muy difundida entre los soldados que rendía culto a una divinidad solar cuyos compañeros se llamaban Cautes y Cautópates y representaban la salida y la puesta del sol respectivamente, además de contar con la ayuda de un cuervo al igual que ocurriría con San Benito (vamos viendo como las religiones se superponen como capas de una cebolla)…

Casetas funerarias Ligur-necrópolis de Cafaggio (Italia)

Según el relato mítico el cuervo enviado por el Sol le avisó a Mitra que debía realizar el sacrificio salvífico de un toro, al que le clavó un cuchillo y de la columna vertebral salió trigo, y de su sangre vino. Por esto en el rito principal los alimentos ofrecidos eran pan y vino como en el ritual cristiano; que lógicamente, incluía la inmolación de un toro y otros animales (práctica esta común a todos los pueblos de la antigüedad independientemente de la deidad a la que se ofrendara).También hacían bautismo de fieles con la sangre del toro y una muerte simulada del aspirante ligada a la reencarnación como último paso de la ceremonia iniciática. El 25 de diciembre los adeptos de Mitra (coincidiendo con el solsticio de invierno) celebraban su nacimiento y santificaban el domingo, dies solis. A finales del siglo III se produjo un sincretismo entre la religión mitraica y ciertos cultos solares de procedencia oriental, que cristalizaron en la nueva religión del Sol Invictus que  fue oficializada en el año 274, por el emperador Aureliano. 

Filósofos como Macrobius, decían que la Via Láctea abarca de tal modo el zodiaco en ruta oblicua en los cielos que lo intersecta en dos puntos: cáncer y capricornio, llamados “las puertas del Sol”, por donde las almas descienden del Cielo a la Tierra y remontan de la Tierra al Cielo. 
Lo que nos sitúa nuevamente en los orígenes de estas creencias y sus lugares de culto en primitivos altares de roca natural como el que se encuentra en el monte Facho junto al dolmen de Orcavella, donde se aprecian una disposición de dos o tres en serie o en cascada de pilas o cazoletas sacrificiales con canales de desagüe (similares a otras del Monte Louro) y una inscultura igual a la simbología solar de una cantimplora de cerámica hallada por Don Esmoris en Duio datada entre el 2000-1500 a.C. por Don Luis Monteagudo. El mismo cura Domingo Miñones recoge en 1895 la tradición que sitúa un Ara Solis romano (altar al sol) en lo que fue el antiguo Semáforo en el propio Cabo Finisterre y también una figura solar puede contemplarse en la entrada principal de la iglesia fisterrana.

El cristianismo intentó suprimir estos cultos durante el siglo IV con Prisciliano a la cabeza, al convertirse en la única religión oficial del Imperio Romano en el año 380. Pero lo cierto es que la liturgia católica misma atribuye a Cristo el título de Sol Justitiae. El verbo es el «Sol Espiritual», es decir, el «Centro del Mundo». Si el Sol simboliza a Cristo, los rayos son los Apóstoles («enviados», como los rayos también son enviados por el sol). Se ve entonces, la perfecta conformidad del Cristianismo con una tradición ancestral que nada tiene de mítico y que perduró hasta nuestros días.

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