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sábado, abril 27, 2024

La cruz de plata más antigua de Galicia

La parroquia de San Sebastián de Serramo en Vimianzo cuenta con la cruz procesional más antigua de Galicia, una joya de la orfebrería románica de la época de Gelmírez, del siglo XII.

Rafael Lema

En una muestra de arte sacro celebrada en la casa de cultura de Vimianzo en la Semana Santa de 2010 se pudo ver la pieza al lado de otras maravillas de las iglesias de Soneira, algo difícilmente repetible debido al valor de la obra y a la seguridad necesaria para promover una muestra de este tipo. La colaboración entre Concello, Policía Local y el arciprestazgo de Soneira propició aquella acción. También estuvo presente en la prestigiosa muestra “Galicia no Tempo”, en Santiago.

La devoción a la Santa Cruz toma un especial desarrollo con las cruzadas a Tierra Santa en donde destacaron dos caballeros templarios de la comarca, los hijos del conde de Traba. Esta casa condal será la gran favorecedora de iglesias como la de Serramo o de monasterios como los de Moraime, Baiñas y Ozón. Fomentador del culto a la cruz y del Santo Sepulcro, apoyo a la causa de las cruzadas, fue también el arzobispo compostelano Gelmírez, que fomentó la adquisición de objetos de plata y oro en los templos gallegos. La cruz pertenece a la época del prelado, sigue sus consignas en cuanto a la nueva estática ya plenamente románica, alejada de las primeras muestras de estilo asturiano e influencias bizantinas. La cruz además de ser un ejemplo de una nueva forma de arte, tiene un alto significado, por su origen, y sus padrinos. La casa de Traba-Trastámara y los abades de Moraime-Muxía. Al igual que en el románico peculiar del vecino arciprestazgo de Nemancos se aprecia no obstante una labra de influencia oriental, un arco de herradura, quizás un matiz arcaizante; el resto de la labra sigue la influencia gelmiriana.

Se trata de una cruz potenzada con una cubierta de plata repujada sorbe madera de roble. El brazo vertical tiene 40 cm y un pie de 15 cm. El brazo horizontal mide 27 cm. La cruz de brazos desiguales y rectos termina en extremos rectangulares y se adorna con camafeos. En el anverso aparece un Jesús sacrificado muy estilizado, con un aire piadoso y una solución de vigor plástico de forma gráfica al modo de la iconografía de la Biblia de Ávila, o la Puerta del Perdón de San Isidoro de León, según el estudio realizado en 1980 por Moralejo. En el reverso dentro de un círculo formado por la unión de los brazos figura un Agnus Dei y en la parte inferior del brazo vertical una inscripción: “FECIT PR (REBYSTER) (O)RDONIUS”. En el brazo horizontal, “OBOLOM SBASTIAN”.

Se transcribe como: “la hizo el presbítero Ordoño, en ofrenda a San Bastián (Sebastián)”. En el anverso: “NAZARENUS REX”. El nombre de Ordoño coincide con el del abad de Moraime que figura en una confirmación de propiedades del rey Alfonso VII al monasterio en 1119, así que éste sería el devoto que ofrece la cruz y en una fecha no lejana a la del privilegio. Tenía que ser un personaje importante de la época para tan magnífica ofrenda, y relacionado con el templo, siempre patrocinado por seglares nobles. En el antiguo régimen la parroquia y el templo estaban vinculados a la casa de Altamira, descendientes de los Traba (que colocaba a los suyos en las abadías y prioratos de la zona); y los hidalgos del lugar eran gente de la casa de los condes, los Pazos. La torres do Comareiro custodiaban el camino medieval y romano que atravesaba el lugar en dirección a la importante villae minera de Brandomil. Las tierras del monasterio de Baíñas llegaban hasta sus limites.

Es uno de los pocos testimonios de la orfebrería religiosa medieval de la región, ya que este tipo de cruces parroquiales se solían fundir en época barroca para hacer otras piezas mas al gusto de la época. En Serramo la custodian los vecinos, que van de casa en casa portando la obra a los ofrecidos, y manteniendo una devoción continua desde hace nueve siglos. Pero hace treinta años los vecinos perdieron otro objeto singular, una reliquia de la vera cruz o lignum crucis, posiblemente procedente del trozo de la cruz de cristo conservada en Oviedo, el gran santuario nacional de la época. Alguien la llevó de su relicario, hoy vacío. También la cruz sufrió expolio, le faltan varios camafeos y una parte del pie, ataques realizados posiblemente tras la guerra civil. Había sido objeto ya de estudio por parte de Fernández Ferreiro en 1889.

Un artículo de Rafael Lema Mouzo

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