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Sonó un disparo en la coruñesa calle Entrepeñas, en el barrio de la “Agra del Orzán”. Fue suficiente para acabar con la vida del agente de la Guardia Civil, Ricardo López Castiñeira. El episodio sucedió hace cuatro décadas. Un 20 de noviembre e 1980.
Ricardo, de 55 años de edad, estaba casado y tenía una hija. Acababa de salir de su casa, en la misma calle, para dirigirse a su trabajo de vigilancia en la oficina central de Correos.Esa fatídica jornada cambiara su habitual turno de noche.
La bala mortal del GRAPO
Dos jóvenes se cruzaron en su camino. Uno de ellos le disparó. La bala causó herida por entrada por parietal izquierdo y salida por región ocipital. A las dos horas falleció en el hospital Modelo. El atentado fue reivindicado por el GRAPO.
Era natural del municipio lugués de Begonte pero muy apreciado en el barrio herculino en donde vivía. Solicitara una prórroga para continuar activo y no jubilarse. La noticia de su asesinato supuso una honda conmoción. Fue enterrado en San Amaro. El funeral se celebró en la iglesia de San Francisco, con la asistencia del presidente de la Xunta, José Quiroga, y otras autoridades políticas y militares.Ricardo López Castiñeira era el segundo Guardia Civil asesinado en Galicia en la etapa democrática.
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