9.9 C
Santa Comba
viernes, abril 26, 2024

El origen del Camino de Santiago XII:»Las invasiones bárbaras y San Martiño, el apóstol de los suevos»

Juan Gabriel Satti Bouzas// En el capítulo anterior: El origen del Camino de Santiago XI: el laberinto mítico en torno al apóstol Santiago.

La dinastía sueva perdió la corona del Galliciense Regnum cuando el rey Andeca fue derrotado en batalla por el rey visigodo Leovigildo en el año 585 pero siguió manteniendo su estructura institucional, como recuerda el título de Leovigildo: rey de «Gallaecia, Hispania y Narbonensis». La dinastía visigótica sólo gobernó el Reino de Gallaecia poco más de un siglo, ya que se desintegró políticamente con la invasión árabe de Hispania en 711.

Se construye luego de más de 250 años de dominio romano del territorio gallego la Muralla de Lugo (años 260-325), por la mala situación política y económica del imperio, con un creciente aumento de revueltas, y la aparición de los bagaudas (bagaudae en latín, en bretón bagad; en galo significaba «tropa» y se utiliza para designar a las numerosas bandas que participaron en una larga serie de rebeliones, conocidas como las revueltas bagaudas, que se dieron en Galia e Hispania durante el Bajo Imperio, y que continuaron desarrollándose hasta el siglo X. Sus integrantes eran principalmente soldados desertores de las legiones o colonos evadidos de sus obligaciones fiscales, esclavos huidos, forajidos o indigentes que se enfrentaron a la opresión laboral tanto del sistema militar como del prefeudal de grandes propietarios que surgió en el Bajo Imperio. El vocablo puede tener un doble origen, bien una raíz latina que significa «revolucionarios», bien una de origen céltico que significa «guerrero».

En el 330 Constantino termina por declarar al cristianismo religión del imperio y en el 385 es ejecutado el primer hereje ajusticiado condenado por «maleficius» (brujeria), Prisciliano. Dirigidos por su rey Hermerico, en diciembre del 406 y en compañía de otros pueblos germánicos los suevos cruzaron el Rin, que estaba helado a la altura de Maguncia, penetrando en el Imperio romano de Occidente. Durante dos años se movieron a sus anchas por las Galias, dedicándose al saqueo y al pillaje. En 409, junto con vándalos y alanos penetraron en Hispania, atravesando el Pirineo Occidental.

Hebilla gérmanica encontrada en Moraime por Chamoso Lamas en 1972 (fondo fotográfico Academia Gallega Bellas Artes)».

Los swevos (swe en germánico es “uno mismo” o “nuestra propia gente”; alternativamente puede ser tomado de una palabra celta para “vagabundo”) señorearon en Gallaecia desde el año 409  al 586. Durante este tiempo veinticinco reyes para unos y 15  contrastados para otros, subieron a la cumbre del Pico Sacro (Monte Sagrado cerca de Compostela) a recibir su trono.Cuando cae la autoridad romana en Gallaecia, el nuevo poder es el de la Iglesia, los suevos son muy pocos en comparación con el resto de población y solo se mezclan para adoptar las costumbres de los romanos.

Se asume que hubo 30.000 suevos sobre una población provincial de 700.000 galaicorromanos, es decir, un 4,2%. Lo que parece quedar al final es una población mínima de suevos que no se mezclaron con la población local (probablemente no solo no se mezclaron sino que se llevaron a matar: los suevos recaudaban impuestos a sangre y fuego. Algo similar sucedió con los visigodos un siglo después). Es más, los asentamientos principales estarían en los lugares con mayor riqueza (con mayor densidad de población), en el siglo V esto significa Bracara Augusta y Lucus Augusti (otras ciudades de relativa importancia como Asturica Augusta, fueron arrasadas por los propios suevos). Hay autores que defienden la presencia sueva en Portus Cale y las Rías Baixas gallegas. Esto es lógico pues en el siglo V todavía había cierto comercio marítimo con el Imperio de Oriente y a los suevos les interesaba controlar varias fuentes de ingresos.

Hermerico (en latín, Hermericus; ¿?-441) fue el primer soberano del reino que este pueblo germánico creó en Hispania, en el 411, firmando un pacto (foedus) con el emperador Honorio por el que el territorio se convertía en federado de Roma como regnum (reino) y los suevos obtenían la ciudadanía romana por el Edicto de Caracalla.

Las excavaciones en la necrópolis romano-sueva de Moraime (fondo fotográfico Academia Gallega Bellas Artes-1972

Este sería el primer reino creado tras la caída del imperio romano y el primero en acuñar moneda propia, el precursor del futuro reino de Galicia. El famoso Galliciense Regnum que había llevado monedas con dicha denominación hasta los actuales países nórdicos. En el siglo VIII la Corte, pasaría de Braga a Tui, gobernada por la dinastía visigoda del rey Witiza, en tanto otro rey visigodo Égica gobernaba el Reino de Hispania desde Toledo.

«Claro que el reino suevo existió durante unos años. Claro que hay un parroquial suevo, claro que se convocaron concilios y claro que se habían convertido muy recientemente a la religión de los hispanorromanos (cosa que los visigodos tardaron mucho más en hacer). Los visigodos trabajaban para los romanos igual que los suevos. El caso es que hubo muchos cambios de bando y conflictos entre caudillos. En el propio imperio romano surgían pequeños dictadores que disputaban el poder, pero es un error muy común pensar en que aquellos reinos eran como los reinos medievales. No tenían nada que ver. La designación de rey es ajena a esos mismos pueblos y tiene más que ver con una graduación militar y el caudillaje que con un poder centralizado e indisputable«(Un par de cositas sobre el reino suevo de Galicia-Pablo Otero 2012).

Por esto la cohesión social estaba lejos de ser la propia de un reino como tal, debido a las continuas escaramuzas entre los suevos y la población provincial, en una relación interminable de saqueos y acuerdos de paz que se rompían con facilidad como el obispo Hidacio de Chaves (395-470) nos señala minuciosamente en su Cronicón. La región de los Tamaganos, Bibalos y Límicos fue la primera en sublevarse contra la idolatría de los suevos, haciendo pedazos sus dioses según el relato de Vicetto (Historia de Galicia-1871): 

«Los pueblos Tamaganos ocupaban el territorio que fertiliza con sus aguas el río Tamaga.  Su capital, Tamaga, es hoy la villa de Monterrey. Los pueblos Bibalos se hallaban cerca de Santa María de Medeiros, a orillas del riachuelo llamado Bibalo, que nace en las faldas orientales (cerca de esta parroquia se descubren los vestigios y trozos de muralla, que indican haber existido allí un pueblo muy considerable, denominado según tradición Forum Bibalorum), y cuyos habitantes contribuyeron a la construcción del puente de Chaves, en tiempo de los emperadores romanos Galba y Trajano. Los pueblos Límicos comprendían todo el territorio conocido hoy por a Limia; el monte Laboreiro, (que los romanos llamaban Leporario), cerca del cual se ven aun las ruinas de una gran ciudad, que los naturales llaman Castro Mago, y la villa de Allariz (entonces ciudad de Araduca). Tomando los límicos por sorpresa a Aquae Originis (pueblo de las montañas de Bande. Era mansión del itinerario romano, que tomó su nombre de los baños que había en ella; por lo que se halló vestigios de calzada romana, lápidas, con votos a los lares Viales, y una columna miliaria, en los baños de Bande, sobre Limia, parece su identidad bastante acreditada.

El 15 de Febrero 1669 la Cátedra de Lugo presentó un documento a la Junta General del Reino de Galicia en el que afirma: «… de aquí tuvo principio y se originó borrar el Dragón verde y León rojo (armas de los Reyes suevos que al tiempo tenían en este Reyno su corte), y trasladar al dorado campo del escudo de sus armas, a la Hostia, no dentro de vaso Sacramental oculta…» (Notas Viejas Galicianas de Pérez Constanti-1927)//Sarcófagos suevos de la Colegiata de Iria Flavia en Padrón.

El rey Hermerico corrió a sofocar la rebelión y castigar los caudillos pero se habían hecho fuertes en la sierra de San Mamed. Quiso cercarlos y darles una batida como a las fieras; pero recibió la nueva de que los Yernos, que ocupaban desde la villa de Muxía a la de Vimianzo, por la costa Oeste de Galicia, se habían sublevado, derribando los templos suevos; al igual que los Célticos, que ocupaban el lado occidental del cabo de Finisterre, cuya capital era la gran ciudad de Duio. El rey Hermerico, a pesar de estas sublevaciones religiosas, respetó los templos cristianos, y solo se ciñó a reprimirlas. Mandó a su hijo Requila a la costa oeste de Galicia, con el grueso del ejército, y él se replegó a Orense (…) Como el cielo católico alentaba a los naturales a la lucha, y esta no podía hacerse sino pueblo a pueblo, la desventaja era para los suevos; pues tenían que esparramarse por las montañas, donde los galaicos los diezmaban aprovechándose de su sueño y de sus penalidades, en los desfiladeros inaccesibles. La guerra se hizo aún más general.

Todos los condados galaicos siguieron la bandera de los Tamaganos, Bíbalos, Limieos, Yernos y Célticos;  mientras Hermerico había optado por la defensiva, con el pensamiento fijo en las dos grandes lugartenencias de Braga y Astorga, y operando desde Orense a Lugo sin ensañarse contra los que asesinaban sus soldados; su hijo Requila, menos prudente, incendiaba ciudades populosas como Lámbrica (hoy Lambre en la desembocadura del río Mandeo, entre Ferrol y Betanzos), Duyo, Iria Flavia y Viae Hostium (hoy Carril en Vilagarcia de Arousa), capital de los Caporos». 

Esta zona occidental-costera, sólo es mencionada con motivo de los ataques y pillajes suevos (como de los Vándalos y Hérulos) o como lugar de oposición a los mismos. Por otra parte, esta zona marítima está mucho más romanizada con relación a la oriental-interior y al mismo tiempo, se encuentra más alejada de la capital del Conventus Lucensis. Son éstas algunas de las razones claves que explican su mayor independencia y que han mantenido una fuerte oposición a los Suevos entre el 466 y el 468.

 San Martín de Braga (miniatura del códex albeldensis, año 976-biblioteca del monasterio de El Escorial)//Imágen de San Martiño en la hornacina de la iglesia del histórico y actual arciprestazgo de Duio que precide una veintena de parroquias de los concellos de Fisterra, Cee, Corcubion, Dumbria y Vimianzo.

Tras un tiempo de lucha desastrosa, el país entró por fin en un periodo de pacificación, donde el propio obispo Hidacio negoció en el 433 con el rey Hermerico un acuerdo para alcanzar la paz, pero ésta no se lograría plenamente hasta cinco años después con el suscrito por el rey con la aristocracia galaica.

En ese mismo año de 438, el pagano Requila o Rékhila es asociado al poder por su padre Hermerico, enfermo, para asegurar la sucesión; manifestando siempre actitud muy hostil contra la población hispanorromana y la Iglesia Católica. Convino un nuevo Foedus con Roma y alianzas con los Bagaudas, pese a esto unos 8000 suevos, asedian y consiguen la capitulación de la ciudad de Augusta Emerita, capital de Lusitania (440) y se apoderan de Sevilla al tiempo que Requila deviene en único rey de los suevos al morir su padre (441).

En 446 llegó a la Península el general romano Vito con un gran ejército, formado en parte por los federados godos, para enfrentarse a los suevos pero Requila derrotó a las tropas romanas y Vito tuvo que huir, muriendo el suevo dos años más tarde.

Durante su corto reinado el reino alcanzó su máxima extensión y llegó a hacerse dueño de Gallaecia, Lusitania, la Bética y parte de la Cartaginense (buena parte de las actuales Andalucía y Castilla-La Mancha, así como todo Portugal, Galicia y Extremadura). Sólo la Tarraconense y la costa levantina, aún bajo dominio imperial, escaparon a su control, aunque realizó incursiones en esos territorios (Thompson, Romans and Barbarians, 182)

Su sucesor Requiario, firma la paz con los romanos entregándoles la Cartaginense (453). El periodo desde Hermerico hasta Remismundo se caracteriza por el dominio político romano de la península, puesto que los romanos parece que buscaron un equilibrio de fuerzas entre los diferentes pueblos bárbaros. Así, apoyaban a unos u otros en función de sus intereses (campañas de Asterio en 420, por ejemplo). En alguna ocasión, incluso las legiones actuaron en auxilio de las fuerzas suevas frente a otros bandos. Es decir, los suevos iban limitados de independencia y poderío.

En el 456 invaden de nuevo la Cartaginense. Esta política de expansión territorial va a ser frenada con la gran derrota que los Visigodos infringen a los Suevos en la conocida batalla del río Orbigo (cerca de Astorga). Los visigodos persiguieron a los fugitivos hasta Braga, que saquearon y ejecutaron a Requiario, al que habían capturado, dejando como rey a Agiulfo (quien cometió innumerables tropelías, provocando una guerra civil que traería un periodo de caos en el reino.  A partir de este momento el reino suevo quedaría limitado al noroeste de la Península Ibérica. Los reyes, que sólo se dedicaban a arrasar a la población local, estaban ya bajo la influencia visigoda. Los conflictos entre los dos reinos eran frecuentes y pese a su inferioridad en recursos, consta que  los suevos solían iniciar las agresiones para expandir su radio de acción.En los años siguientes sucedieron luchas entre distintos pretendientes al trono, con una activa injerencia visigoda, y su conversión al ARRIANISMO.

Los suevos se establecieron principalmente en Braga (Bracara Augusta), Oporto (Portus Cale), Lugo (Lucus Augusta) y Astorga (Asturica Augusta). La ciudad de Braga se convertirá en la capital de su reino. Un grupo que acompañó a los germanos suevos ocupó la región entre los ríos Cávado y Homem, en la zona conocida como Terras de Bouro (Tierra de Buri).

Rey Teodomiro con los obispos Lucrecio, Andrés y Martín de Dumio (Códice Vigiliano del monasterio de El Escorial)//Rey Miro y Martin de Braga, del  manuscrito  De virtutibus quattuor (Federzeichnung lm Co. 791, fol. 109v-1145)».

Dado que los suevos casi de inmediato adoptaron como idioma el latín vulgar local, quedan algunos restos del idioma germánico hablado anteriormente. Ha habido una cierta influencia sobre la lengua gallega y la lengua portuguesa, como lawerka (laverca en gallego y en portugués con el significado de alondra). Asimismo, en Galicia existen dos parroquias de nombres suevos, en Coruña y Barcala, y hasta cuatro pequeñas poblaciones más con dicha denominación.

En Fisterra pervive el antropónimo Denle de Denze (tombo de Celanova s.IX) y una Villa Frogia en Duio consta en una confirmación de donación de Afonso IX al monasterio de Toxos Outos (1228): “et de alia parte diuiditur de villa Frogiam per suum vallum”; de donde FROJA-: «SEÑOR, AMO», era una palabra del léxico cotidiano de las lenguas germánicas orientales. Sabemos que la siguiente frase, pronunciada por un vándalo, «Froja! Armes!», significa «¡Señor! ¡Ten piedad!». 

Entre 469 y 550 hay una laguna histórica debido a la ausencia de fuentes. Sólo conocemos el nombre del rey Teodemundo. Así pues sobre este periodo sólo caben las hipótesis. La más extendida entre los historiadores es que durante estos ochenta años, de los que carecemos de noticias, el reino suevo se consolidó en el noroeste de la península como entidad independiente y en su seno se produjo la paulatina integración de los germánicos con los galaicorromanos.

Esto último estaría corroborado por el único documento anterior al 550 que nos ha llegado sobre el reino suevo. Se trata de una carta enviada por el papa Vigilio al metropolitano de Braga, Profuturo, en el 538, en la que se observa la plena libertad de la que gozaba la Iglesia católica que era la de los invadidos en un reino confesionalmente arriano.

Conforme a la Crónica Espiritual Augustiniana: Vidas De Santos, Beatos y Venerables (1651) comenzó a haber frailes de hábito negro en Portugal cuando llegó San Profuturo, siendo Religioso Eremita. Proclamado obispo en el Segundo Concilio de Toledo de los obispos del reino visigodo de Toledo, celebrado el 17 de mayo del año 527, durante el reinado de Amalarico, suplantando a Paterno  en la sede bracarense y aún lo era en el Concilio de Braga que se celebró en el año 561, en Braga. Los monjes tendrían eremitorios o monasterios en despoblados, y estos los fundaría Profuturo, o ellos con su favor y ayuda. Asienten en este parecer Fr. Alonso Maldonado, de la Orden de los Predicadores, en su Crónica Universal, Tratado 16; Rodrigo Caro, y Jorge Cardoo, Presbítero. Añade San Posidonio: “Que estos Obispos, como religiosos que eran, propagándose las iglesias de Dios, instituyeron monasterios, a imitación de su Maestro San Agustín de que se sigue; que pues San Profuturo fue uno de estos, fundó en su Obispado Monasterios de Ermitaños Agustinos de nuestra Orden, como él lo era y más siendo costumbre de aquellos tiempos, que los Obispos-frailes viviesen más como frailes, que como Obispos y así es cierto, que vivió siempre San Profuturo aumentando cada día más la fama de su santidad con sus virtudes y su santa vida”.

En confirmación de lo dicho se halla entre las Epístolas de San Pablo Orosio una, con el título siguiente: “Al Santo, y venerable Varum Profuturo, mi condiscipulo en el mismo yermo, devajo de Agustino, y obispo Bracarense, Orosio Presbytero”. Así también lo recoge el Arzobispo Rodrigo de Cunha, constando que siempre se le ha tenido y venerado como Santo, pintándole con corona y esplendores de tal, y exponiéndole a la veneración de los fieles, tanto en los claustros como en las Iglesias de la Orden; y se ve pintado con su hábito de Ermitaño Agustino, y sus insignias de Arzobispo de Braga en estampas antiquísimas. 

De la carta enviada en 538 por el Papa Vigilio al obispo de Braga Profuturo, decíamos, se desprende que la Iglesia católica bajo el dominio de reyes suevos arrianos había podido seguir desempeñando sus funciones sin mayores contratiempos, e incluso no tenía problemas para conectar con Roma cuando la ocasión lo exigía. La misiva papal era una respuesta a un requerimiento del primado galaico, y tanto su contenido como su finalidad eran establecer una firme relación e identidad disciplinar entre la Iglesia de Roma y la del Reino suevo tras casi un siglo de falta absoluta de relaciones. Por ello los capitula regularum de la decretal de Vigilio se refieren tanto a la problemática disciplinar planteada en la iglesia galaica por la herejía priscilianista como por la arriana. La primera era sin duda ya historia pasada, pero había supuesto un estigma para esa iglesia cuyos enemigos podían todavía esgrimir, por lo que convenía obtener una reafirmación ortodoxa expedida por el Papado. El Arrianismo sin embargo era un problema actual y de indudable significado político.

Habían caído los suevos en el arrianismo por la actividad del gálata Ayax, enviado por Teodorico, bajo el reinado de Remismundo. «Como se acaba de decir el Arrianismo de los suevos hispánicos había sido el signo de la subordinación del llamado segundo Reino suevo a la Monarquía visigoda, por lo que cualquier intento de afirmación y completa independencia de aquél frente a su poderoso vecino pasaba por la conversión al Catolicismo de la Monarquía sueva» (Espacio y tiempo en la percepción de la antigüedad tardía editado por Elena Conde Guerri, Rafael González Fernández, Alejandro Egea Vivancos -2006)

Resulta difícil pensar que la iniciativa de Profuturo de dirigirse a Roma no contara con el beneplácito de la Monarquía sueva. Del contenido de la misma se deduce que el proceso de conversión de ésta al Catolicismo ya estaba en marcha, dando solución a los problemas planteados por el bautismo arriano y la reconsagración de iglesias. A este último efecto el pontífice acompañó su escrito con reliquias de los Apóstoles y de mártires romanos, lo que suponía colocar a la Iglesia galaica bajo el patrocinio directo de la romana.

En estas condiciones se está en mucha mejor disposición para comprender el fundacional y fundamental acontecimiento de la segunda conversión al Catolicismo protagonizada por la Monarquía y la nobleza de los Suevos hispanos, históricamente ligada a la obra pastoral de San Martín de Braga. La que se suele llamar la segunda conversión católica de los suevos.

San Martín desciende de familia acomodada Romana que ocupaba algún puesto en la Panonia (Hungría). Quiso vivir el don de la fe en las mismas fuentes. Peregrina a Palestina con la avidez de conocer, pisar, besar y tocar la tierra de Cristo; allí aprovecha su tiempo entre oración, mortificación, y el estudio del griego que le contacta con los santos Padres del Yermo, de los que hará una recopilación de sus apotegmas morales. 

Luego pasa por Roma, donde murió  San Pedro y San Pablo. Atraviesa el reino de los francos donde se encuentra con los suevos y aprovecha la oportunidad de hacer apostolado con este pueblo. El monacato era entonces algo muy móvil. Martín puede seguir peregrinando.
Para el propio Martín fue una cuestión divina (divinis nutitibus actus), aunque todo pudo devenir, por una parte, del contacto en Palestina con monjes, ascetas y misioneros, los cuales pudieron servirle como modelo; y por otra, de los flujos informativos que llegaban a los puertos del Mediterráneo oriental desde el norte de Hispania y las islas Británicas a través de las rutas marítimas que le decide ir a “Finis Terrae” escribió, tal vez por contactos con monjes españoles. A mediados del siglo VI y tras un largo viaje en barco apareció en la Galliceae. Llega en torno al 550 y trabaja varios años como sacerdote y como monje. Fundó varios monasterios, siendo el principal el de Dumio (cercano a Braga) junto a la iglesia que el Rey Suevo, Karrarico había levantado en honor de San Martín de Tours.

Karrarico, mandó embajada noble para pedir en la afamada y milagrosa tumba de san Martín de Tours el portento de la curación de su hijo. Era ya la segunda vez que lo hacía, la primera misión no dio el resultado apetecido; ahora manda la ofrenda del peso de su hijo en oro y plata y presenta la promesa de conversión al catolicismo si obtiene del santo de Tours lo que humildemente pide. La curación del vástago del rey suevo es la ocasión para dejar el arrianismo. San Gregorio de Tours narrará, como testigo presencial, el ruego de la doble embajada y la posterior conversión del pueblo suevo.

Al mismo tiempo que llegaban de la Galia las reliquias de San Martín de Tours solicitadas por el rey Karrarico lo hacía San Martiño. Este providencial encuentro marcó el destino de Martin, ya que fijó su residencia en Dumio, junto a la corte. Llegó a ser el Apóstol de los Suevos, ayudado por el rey Teodomiro en la conversión de su pueblo. Por este motivo, Venancio Fortunato, obispo de Poitiers, le denomina Galli-Sueva salus. Su monasterio (citado por el X Concilio de Toledo, año 656, del que era abad) fue un importante centro de vida religiosa y cultural, donde escribió diversas obras y tradujo del griego las Aegyptiorum Patrum sententiae, y el monje Pascasio las Verba seniorum.

Enterrado primero en el monasterio de Dumio, sus restos pasaron luego a la ciudad de Braga, donde reposan.

Como gratitud por su labor con los suevos, Martiño fue consagrado obispo de Dumio el 5 abril de 556, cuya iglesia fue inaugurada en 558. Este pequeño obispado, constituido por el monasterio y sus dominios, corresponde exactamente a la actual feligresía y es el único caso de su género en la Iglesia Occidental. La erección de esta diócesis-monasterio parece debida a influencia celta, porque el obispo-abad de Dumio, además de gobernar el monasterio-diócesis, mandaba en los otros monasterios de Galicia y hasta de otras provincias, constituyendo con ellos una especie de federación monástica, que alcanzó su apogeo con San Fructuoso. Martin tomó parte en el I Concilio de Braga, en mayo de 561, presidido por el obispo Lucrecio. A la muerte de éste (569) le sucede sin dejar por ello su obispado de Dumio. Se dedicó, con gran celo, a la extirpación de la herejía priscilianista, realizó algunas innovaciones litúrgicas, preparó y dirigió (1 junio 572) el II Concilio de Braga que se ocupó principalmente de cortar en el pueblo galaicorromano las prácticas religiosas paganas, pues la idolatría, la hechicería, la adivinación, la superstición, determinadas creencias populares y ancestrales, la magia y algunos cultos residuales asociados a los dioses precristianos seguían presentes o se entremezclaban con la fe cristiana:

«Qué esperan esos infelices atentos siempre al vuelo de las aves? Qué es sino adoración del Diablo el encender cirios a las piedras a los árboles, a las fuentes, o el observar las calendas o las vulcanales, o el adornar las mesas, poner laurel a la entrada de las casas, observar las huellas de los pies, o echar trigo y vino sobre un tronco en llamas, o el vino y el pan en las fuentes? Qué es eso sino culto al Diablo? Como, por ejemplo, el que las mujeres al tejer la tela invoquen a Minerva, o el no casarse en viernes ni emprender viaje en este día; qué es sino culto al Diablo? Lo mismo que encantar las hiervas con maleficios o conjurar los demonios con conjuros, no es culto al Diablo? Habéis cambiado el signo de la Cruz, recibido en el Bautismo, por las adivinaciones y estornudos y otros mucho signos del Diablo.» amonestaba San Martiño.

El obispo de Braga critica en su escrito el uso de llamar a los días de la semana con nombres de dioses (día de Marte, de Mercurio, de Jove, de Venus y de Saturno) esta costumbre ha de desterrarse. Tal vez de esta actividad surja que hoy en lengua portuguesa los días de la semana se llaman con términos litúrgicos de ferias.

También escribió diversas obras para orientación de sus súbditos, del rey y de los obispos sufragáneos. El aumento de la vida religiosa y el crecimiento del reino suevo le obligó a erigir nuevas parroquias y diócesis. Muy devoto de su paisano san Martín de Tours, su vida queda reflejada en el epitafio que dejó escrito: “Nacido en Panonia, atravesando los anchos mares y movido de impulso divino, llegué a esta tierra gallega, que me acogió en su seno. Fui consagrado en esta iglesia tuya, oh glorioso san Martín, restauré la religión y las cosas sagradas y, habiéndome esforzado en seguir tus huellas, yo, tu servidor Martín, que tengo tu nombre, pero no tus méritos, descanso aquí en la paz de Cristo”. Era el año 580 (20 marzo) vino por mar (navigans) desde Oriente hasta las Galias, y después de haber establecido ya relación con las Iglesias merovíngias lo primero es lo que se lee directamente en Isidoro, lo segundo también es verosímil, tanto por la estrecha relación que se mantiene luego con Tours y Poitiers, como por la introducción en la península del culto del santo turonense.

Pódeche interesar

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!
spot_img

Síguenos

7,820FansMe gusta
1,661SeguidoresSeguir
1,826SeguidoresSeguir
1,230SuscriptoresSuscribirte

Últimos artigos