Juan Gabriel Satti Bouzas// En el capítulo anterior El origen del Camino de Santiago X: la romanizacion del Camino de las Estrellas.
Foto:La inscripción casi imperceptible sobre la puerta santa de la iglesia de Fisterra y en el interior de la misma un dintel del siglo XIV reconvertido grotescamente en altar con figuras de apóstoles donde se aprecia la de Santiago peregrino.
Doce años de prior en San Martiño de Ozón, dieron ocasión a Fray Manuel Pereira de Novaes para recorrer y conocer muy bien toda la región colindante. Gran aficionado a la historia y a las antigüedades, basándose en un libro que escribió el patriarca de Antioquia Anastasio Sinaíta (De Passionibus Martyrum, siglo VII), afirma en su Anacrisis Historial (1611) que Santiago Apóstol “predicó lo primero en una ciudad que ese Patriarcha llama Andiat, la cual conocidamente es la ciudad de Duyo, que hoy día señalan los vecinos de la villa de Finisterrae en la feligresía de San Martiño de Duyo, cuyos vestigios y señales consideré muchas vezes en aquella planicie de arenas, que hay desde San Martiño de Duyo hasta la Villa y Promontorio de Finisterrae y que la mesma ciudad de Duyo se parece llegava hasta donde oy Vemos la Iglesia de Santa Maria de Finisterrae, pues en la capilla junto al Altar de la Virgen, oy en dia está Vna Imagen del sancto Apóstol sentada, como quien predicaba y enseñaba, y hallé un letrero que disse assí: In hoc loco praedicauit Santus lacobus Apostolus, siendo esto una tradición constante de padres a hijos en tantos centenares de años, con que se assegura la verdad desse Patriarcha y se confirma la sospecha de que acá desembarcó y fue su primera predicación” (Andiat podría tener origen germánico de donde And- es ANTH-: «Colosal, Gigante» o ANS-: “Dios”, ciudad de).
Vicente José González García (sacerdote, historiador, arqueólogo, archivero de la Catedral de Oviedo y profesor de Historia y de Arqueología Asturiana de la Universidad de Oviedo) afirma que vio en la Biblioteca de Heidelberg, durante su estancia allí para asistir al IV Congreso Internacional sobre Roncesvalles (1967), una reproducción del manuscrito “Etimologías” de San Isidoro de Sevilla (627 d.C.), donde aparece esta figura ocupando un nombre cada cuadrante (El Camino de Santiago a partir de Oviedo-2014):
Idéntico símbolo que preside la entrada de la iglesia jacobea fisterrana.
No deja de ser de grande autoridad en este dictamen el parecer del Padre fray Jerónimo Román (1536-1597), cronista de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, que en su libro República Christiana cap. 3, expresamente afirma predicar el Apóstol Santiago primero que en otras partes de España, en esta porción de Occidente y playas marítimas del Océano Atlántico; y en el cap. 4 de ese mismo tratado, dice que el Docto Beato Juan Baptista Mantuano (1444-1516), en los Fastorum Sacrorum lib 7 declara que “nuestro glorioso Patrón visitó navegando todos los puertos del mar Océano y Mediterráneo”, basándose en dichos del Maestro fray Luis de León.
Y luego para probar que en Galicia, entre Duero y Miño, desembarcó y comenzó la tarea de su misión evangélica, prosigue así: “El mayor testimonio de aver Venido a Hespaña es aver dexado en Galicia a San Pedro (de Rates), primer Prelado de Braga; y assi la Primera Iglesia Cathedral y el Primer Obispo entre gentiles en el Universo Mundo, fue este San Pedro, como lo tenemos escrito en la Vida de este Santo Apóstol”. Y finalmente el arzobispo Rodrigo da Cunha y Silva (1567-1643), en su Historia de Braga, en la parte sobre la vida de este San Pedro, que transcribió en latín el obispo Juan Tamayo de Salazar, en su Anamnesis o Martirologio Hispano (1651), manifiestamente dice que el Apóstol Santiago, cuando vino a España, desembarcó en la ciudad de O Porto, dicha entonces Cale, y tomó tierra en ella, entrando por la Barra del Rio Duero. Siguiendo, según el obispo de Girona Joan Margarite i Pau (1421-1484), la via romana per loca marítima XX a Finisterre: “post sequuntur Artabri & inde. Gallecia Lucentia usque ad Pyrenaeum. A flumine vero Dorio usque ad promontorium quod antiqui Onerium appellabant, moderni vero caput Panisarij seu sancti Martini, ubinunc Baiona oppidum est, Pontevedra magnus portus, miliaria LXX. Ab ipso vero promotorio usque in promontorium, ubi ecclesia de Finibus Terrae constructa est, quae quonda Ara Solis dicebatur, etiam miliaria LXX. A cuius promontorio usque in Compostellam miliaria sunt XII. Deistis vero Gallecis refert Strabo de situ orbis lib. 3. quod Deum non haberent, sed Solem & Lunam adorarent. Videntes autem quod apud eos Sol occumberer, illi eo in loco tanquam in ultima terre parte aram constituerunt. Huic autem promontorio oppositae sunt lnsulae Casiterides ad Austrumin pelagus, quanquam Strabo dixerit ad Aquilonem, quod fatis charta navigationis ostendit, & color incolarum, qui sunt fusci coloris. A promontorio vero de Finibus Terrae usque ad sequens promontorium quod Prioris appellant antiquitus Lapacianorum Scutrilentum ut Ptolemaeo placet, scu (vt dicit Strabo) Ierna, miliaria XC. Iritraque hoc promontorium magnus portus Artabrorum est, ubi Clunia oppidum est…” (Hispaniae descriptio et terminatio Per maritima littora et Pyreneum)
Foto: principales puntos por donde pasó el cuerpo del santo durante la traslatio: Duio, Iria flavia, Castro Lupario, Pico Sacro, etc en un grabado de Historia del Apóstol Santiago Zebedeo, Patrón y Capitán General de las Españas, publicada en 1610 por Mauro Castellà Ferrer
Ciertos manuscritos del siglo X, que transmiten información más antigua (del siglo VIII o del siglo IX), indican que siete varones apostólicos llegaron a Acci (Guadix, ciudad, municipio y capital de la comarca homónima de la provincia de Granada) cuando se estaban celebrando las fiestas paganas de Júpiter, Mercurio y Juno; y los paganos les persiguieron hasta el río, pero el puente se partió milagrosamente y los siete quedaron salvos. Una noble mujer llamada Luparia se interesó por ellos y los escondió, y se convirtió al Cristianismo después de haber levantado un altar a San Juan Bautista.
Por los siete varones apostólicos son conocidos siete clérigos cristianos (discípulos del apóstol Santiago el Mayor pero designados por San Pablo y San Pedro) ordenados en Roma por los apóstoles, enviados a Hispania a evangelizar: Torcuato, Tesifonte, Indalecio, Segundo, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio o Isicio.
Francisco Márquez Villanueva (1931-2013) entre otros documenta que un autor del siglo IX fundió esta tradición con la de Santiago en la Translatio Sacnti Iacobi in Hispaniam. Según éste, siete discípulos del Apóstol trajeron su cuerpo a Hispania después de su martirio desde Jerusalén y tuvieron que refugiarse en una fuente protegida por una cripta porque eran perseguidos por el rey de Duio; cuando entraron para prenderlos la cripta se derrumbó y el rey y los suyos perecieron. Una mujer, también llamada Lupa, se convirtió al Cristianismo y mandó colocar el cuerpo de Santiago en un edificio que previamente había estado consagrado a ídolos paganos; esta tradición cuenta también que tres de estos discípulos, Torcuato, Atanasio y Tesifonte, fueron enterrados junto al apóstol.
Foto -Fresco de la Basílica de San Antonio de Padua donde se representa la presentación del cadaver de Santiago a la reina Lupa.
Tradición que recuerda a la del obispo Prisciliano decapitado en Tréveris, Alemania, junto a sus discípulos Felicísimo, Armenio, Eucrocia, Latroniano, Aurelio y Asarino en el 385 d.C. a pesar que varios obispos de Occidente con Martín de Tours al frente protestaron contra tal decisión.
En efecto, fueron los primeros cristianos ejecutados por otros cristianos porque en este grupo monástico se dejaba participar a las mujeres y no se prohibía el matrimonio entre clérigos, recomendaban el ascetismo, condenaban la esclavitud y criticaban la opulencia de la Iglesia Católica. Para el teólogo Friedrich Paret, Prisciliano fue un precursor de la reforma protestante.
Tras su muerte, algunos de los seguidores que sobrevivieron a las persecuciones llevan los restos hacia Gallaecia (recordemos que la Galicia actual es más pequeña que la Gallaecia romana, por lo que no se puede precisar a dónde los llevan, ni siquiera si es a Galicia), siguiendo el que hoy en día es el Camino Francés (obviamente, era el camino que llevaba de la Galia a Hispania).
* Foto-descripción al final del artículo- Servando, Obispo de Ourense…
Este movimiento se mantuvo en vigor durante al menos dos siglos más, sobre todo en su Gallaecia de origen, donde once de sus doce obispos eran priscilianistas; y hay razones para pensar que a la llegada de los bárbaros el priscilianismo favoreció la arrianización de los suevos.
Si la Iglesia Católica, como hizo con muchos ritos paganos, «catolizó» las peregrinaciones de los fieles a la tumba de Prisciliano en Compostela, entra dentro de lo hipotético y legendario.
De igual modo que Gabriel Pascual y Orbaneja vincula Granada con Galicia en una leyenda que dice: «Aviendo llegado el Santo Apóstol Santiago con sus compañeros a las riberas del Rio Dauro, subió al Monte Ilipulitano llamado hoy Sacro Monte y resucitó en él un hombre que avía seiscientos veinte años de su muerte (se llamaba Samuel y llegara a España con una de las tribus expulsadas por Nabuconodosor). Púsole por nombre Pedro, en memoria de la Cabeza de la Iglesia.»(Vida de San Indalecio y Almeria ilustrada en su antigüedad, origen y grandeza-1699).
Así pues, San Pedro de Rates (lugar de su martirio) fue el primer obispo de Braga entre los años 45 y 60 y considerado fundador del obispado de Tuy, ordenado por el propio apóstol Santiago, que había venido de Tierra Santa.
«Aviendo, pues, predicado en Braga, de la Lusitania pasó a otras Ciudades, predicó en Iria Flavia, en Oriente, Eminio, Oporto, Plasencia, Tuy y en estas seis Ciudades, dize San Atanasio, puso Obispos ; prosiguió su predicación en Coimbra, Lisboa, Merida, hasta el Cabo de Finisterrae: en las quales convirtió millares de almas. Todo lo confirma Calidonio, cuyas palabras reducidas a nuestro romance castellano, dizen: Saliendo este Santo de Braga, predicó en Tuy, en Iria Flavia, y por toda la Costa del mar, hasta llegar al promontorio de la Luna (por otro nombre cabo Carboeiro) y puso en aquellas Ciudades obispos de los discípulos de su Maestro Santiago, que avía llevado consigo desde Castilla; otros puso en Oporto, en Emineo, en Lisboa, que era el Cabo de Ulises, y en Coimbra: lo mismo hizo de la otra parte de el promontorio Nerio (hoy Cabo de Finis Terrae), y a imitación de sus santo maestro Jacobo no hizo asiento en ninguna ciudad.»
​FOTO- La ermita de San Pedro mártir en Cee, vecina al camino de Santiago a Fisterra.
En términos de Lobelos, parroquia de Pereiriña y concello de Cee encontramos el monte que alberga una ermita dedicada a San Pedro Mártir, un prado abierto al lado derecho del Camino de Fisterra. Si bien se desconoce la fecha exacta de su fundación, su antigüedad debe ser considerable, pues se la relaciona con el antiquísimo monasterio de Santa Tasia cercano a Noia.
San Pedro de Rates murió martirizado al intentar convertir a la fe cristiana a los pueblos de religión romana, que vivían en el norte de Portugal. Se cuenta que habría salvado de una enfermedad mortal a una joven princesa pagana y ésta convirtiéndose al cristianismo, habría hecho voto de castidad. El padre, furioso, manda matar al obispo, que malherido halla su muerte delante del altar de una iglesia a la que había acudido a refugiarse.
Siglos más tarde, San Félix (el ermitaño) pescador de Villa Mendo, en la feligresía de Estela, también en Póvoa de Varzim, que se había retirado al mayor monte de la Sierra de Rates, habría observado una luz en la oscuridad todas las noches desde del monte. Un día, intrigado, intenta saber los motivos y descubre el cuerpo de San Pedro de Rates. Hecho curiosamente muy similar al ocurrido con el sepulcro de Santiago, también a manos de un ermitaño bretón de nombre Pelayo (de la importancia de estos anacoretas en el Camino trataremos en otro capítulo).
En el año 1605 el cisterciense Bernardo de Brito declaró haber hallado en dos libros manuscritos «de largos 400 años» encontrados en la biblioteca del monasterio de Alcobaça, pruebas de que supuestamente se reunió en algún momento entre los años 408 y 411 en la iglesia de Santa María de la diócesis de Braga, un concilio convocado por el arzobispo Pancracio, y con la asistencia de los obispos Elipando de Coímbra, Pamerio de Egitania, Arisberto de Oporto, Deodato de Lugo, Gelasio de Mérida, Pontamio de Eminio, Tiburcio de Lamego, Agatio de Iria y Pedro de Numancia.
Alli se recoge que Pancracio expone la inestable situación en que se encuentra la iglesia católica en el noroeste ibérico tras las invasiones de alanos, suevos y vándalos, conviniendo en que cada uno de ellos ocultará las reliquias de los santos, haciendo especial mención en las de Pedro de Rates. Copiado por orden del arzobispo de Braga Agustín de Castro, fue incluido en el «Rerum memorabilium» para el archivo de la sede bracarense y publicado por vez primera por Brito en la «Monarchia Lusytana» en 1609 junto con tres epístolas del obispo Pontamio cuyo contenido confirmaba la celebración del concilio.
Aunque modernamente se acepta que dicho concilio no fue más que una falsificación, destinada probablemente a exaltar la primacía de la sede bracarense sobre la compostelana, en el capítulo III de aquel antiguo concilio de Braga, Pancraciano dice en el acta:
Nunem antem, si placel vohis omnibus, slatuatur quid agendum sit de reliquis Sanclorum, proecipue de paire nostro el Apostolo hujus regionis Petro Ratistense, quem ad alvandas animas Jacobus Domini consanguineus dimisil.
Esto es: «Pues ahora, si os place a todos, acordemos lo que se haya de practicar respecto a las reliquias de los santos , principalmente, con las de nuestro padre y apóstol de esta región, Pedro de Rates, a quien para la salvación de nuestras almas envió Jacobo, pariente del Señor.»
Se levanta Elipando de Coimbra, y dice: No cabe manejarnos todos en los mismos términos sobre este punto: si os parece, obre cada cual lo que conceptúe del caso según los tiempos y las coyunturas: tenemos encima a los bárbaros, estrechan a Lisboa; Emerita y Asturica son suyas; a lo mejor se arrojarán sobre nosotros, váyase cada cual a su casa, consuele a los fieles, encubra cautamente las efigies de los santos, y os informe de los sitios o cuevas donde los pusiere , por temor de que allá a su tiempo queden olvidados. Todos: —Nos parece ese dictamen justo, acertado y conforme con la necesidad de los tiempos.
​FOTO- Imagen de San Pedro de Rates en Povoa de Varzim, Portugal
Todo se aúna para comprobar que Santiago jamás vino personalmente a España o a Galicia en particular; y que tan solo, por cuanto allá en lo recóndito de las tradiciones popularmente suele haber algún asomo de verdad o cuanto menos de duda, parece que aquel Pedro alumno fiel del Apóstol, formando consigo un reducidísimo grupo de toscos creyentes, les habría ido hablando de tal modo, tanto de su maestro como de Jesucristo, que la figura del Zebedeo se habrá ido transmutando con la del primer obispo galaico de quien habían recibido la nueva religión inseparablemente hermanada con los primeros recuerdos cristianos del país, y de allí hasta creer en la predicación personal del apóstol enterrado en Compostela no mediaba más que un paso.
Por cierto, existía aquella opinión del papable Obispo de Girona, plasmada en su Paralipomeno, que los antiguos que adoraban al Sol como a Dios, determinaron de seguirle desde su nacimiento hasta su ocaso en Occidente, hasta el fin de la tierra donde hicieron el altar Ara Solis y como en aquella parte viesen nacer la Estrella Héspero, a esas regiones estos la llamaron Compostela, de donde la ciudad cercana, tomó su nombre (“Compostella urbis vicina denominationem trahit”)…
Nota * ​FOTO -Servando, Obispo de Ourense, que regentaba la Diócesis orensana por el año 755 dice en su Historia Gotica que los Ribadeneira proceden de Lobo Lovesio, hijo de Lobesio Rivano y la señora Lupa, que procedía de una familia del orden senatorial que se afincaron cuando Julio Cesar triunfó aqui, señor del castillo Lupario, a dos leguas de Iria y a nueve de Duio, a quien Augusto nombró Régulos de esta parte de Galicia, teniendo al menos un hijo llamado Rivano, quien contrayendo matrimonio con Caya Valeria, hija de Caya Lovia y de Suetonio, dueño de la fortaleza de Formineo, cerca el río Miño donde llaman Bouzas, se le apreció el Apóstol Santiago y un resplandor en el cielo en forma de cruz, metiéndose el caballo en el mar, entre las olas, salió cubierto de conchas puestas en el vestido y se convirtió toda la familia, a cuyo hecho extraordinario alude el blasón de este linaje que es: En campo de sinople, una cruz de gules perfilada de oro con cinco vieras del mismo metal, y en punta, fajas ondeadas de azur y plata, con tres peces. Estos también emparentan con el primer señor de la Casa de Saavedra, uno de los capitanes de Don Pelayo, con quien se halló en la batalla de Covadonga.