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sábado, noviembre 2, 2024

«La misteriosa Dama de Finisterre (develada)»

// Juan Gabriel Satti Bouzas //

Durante mucho tiempo (casi un siglo) la identidad de la difunta que se encuentra representada en un cenotafio de Fisterra trajo de cabeza a investigadores, historiadores y estudiosos del arte funerario.

Se trata en realidad de la tapa de un sarcófago de bulto redondo, que debido al gran desgaste del epígrafe que se dispone perimetralmente en chaflán, se hacía casi imposible descifrarlo para conocer a tan egregia dama. Su féretro pétreo se perdió o fue robado, por lo que la única heráldica que porta en su cabecero la losa era difícil de asignar a una determinada familia nobiliaria. De modo que, luego de arduas investigaciones, intentaremos dar respuestas a todos los interrogantes que plantea.

En un escueto artículo de 2002 el cronista local J. R. Insua Trava (†) subraya que como esta escultura “tan sólo existen siete muestras en todo Galicia, dato que por sí solo ya demuestra su importancia”; y añade: “Existe en Fisterra la creencia de que esta mujer mandó construir muchas partes de la iglesia parroquial” (no olvidemos este dato de la sabiduría popular).

Dibujo de gran precisión realizado por A. Eiras en 1987 y diversos tipos de moda medieval femenina.

A su vez es única tanto por las vestiduras como por el tocado que son muy diferentes a los de las otras seis damas efigiadas.

Datada hacia finales del siglo XV, la lauda se encontraba situada en el exterior de la iglesia, lo que ha contribuido a su alto nivel de deterioro, y no fue trasladada al interior hasta la década de los setenta del siglo XX. Muestra a una dama ricamente ataviada yaciendo sobre una sábana prolijamente doblada; de cara alargada con pendientes, ojos cerrados y rostro durmiente. La cabeza (con un llamativo tocado de grandes dimensiones)  está apoyada sobre un cojín y está flanqueada por dos ángeles de los cuales uno porta una filacteria con el Ave María, que alude a su principal actuación: el saludo a la Virgen María; y sus pies descansan sobre el lomo de un perro fiel.

En cuanto a la ropa, apenas se vislumbra con claridad qué tipo de vestimenta lleva aunque es probable que se trate de un brial y un manto largo; que según los cánones “el llevar falda hasta el suelo sólo se reserva a las mujeres de los fijosdalgo, de los caballeros, de los hombres buenos y de los que mantienen caballo. La falda hasta el suelo es pues, signo de distinción” (“La indumentaria como símbolo de discriminación jurídico-social”, J. Lalinde Abadía-1983)

El tocado, a pesar de que se ha identificado con un rollo, es un bonete o hennin,  que solía tener una altura de 30 a 45 cm pero que podrían llegar a medir hasta 80 cm según el status social.

“Sobre la frente de la dama se distingue una cofia, la cual, mediante una cinta, se recoge tras la nuca (las líneas que delimitan la cofia se doblan y desaparecen tras el cuello); sobre esta se encuentra una tela que cubre el arranque del bonete (doblada sobre sí misma) y que cae suelta a los laterales de la cabeza, de ser un rollo debería recogerse tras la nuca exactamente igual que la cofia; por último la estructura troncónica del bonete se encuentra sobre la cabeza del ángel intercesor situado a la derecha de la cabeza de la mujer” (“Moda en piedra en el siglo XV”, Mónica Rey Cabezudo, USC- Cuadernos de Estudios Gallegos, LXI, nº 127-2014).

Los bonetes de influencia francesa llegaron a España hacia 1440 y se estilarían hasta mucho después de 1480; este tipo de tocado armonizaba con el ideal estético borgoñón del momento de mujeres menudas y esbeltas que alargaba la figura.

Retratos ca. 1500 de María, duquesa de Borgoña y archiduquesa de Austria (1457-1482) y madre del rey de Castilla Felipe I, que como una «influencer» de la época, marcó tendencia en toda Europa con sus tocados y vestimenta.

De estilo gótico borgoñón, también es la capilla de Nuestra Señora de la Quinta Angustia, a la que se accede a través de un arco apuntado y tiene como característica destacable la bóveda de cuadrifolio en forma de flor con remate conopial ubicada del lado de la epístola.

“Se trata de una bóveda sobre planta rectangular, con ojivos y combados con forma de flor que se extienden a todo lo ancho y largo de la bóveda. La bóveda se construye con una clave tallada y cuatro cruceros en las tangencias entre ojivos y combados. Los nervios nacen de capiteles soportados por columnas encastradas que llegan al suelo.

Los combados se entregan contra el perímetro en remates conopiales resueltos de dos formas diferentes: en pieza única (transversalmente) y en dos piezas paralelas (longitudinalmente), formando un doble nervio. La plementería se dispone de forma diferente en la parte central y en el perímetro: se coloca a la francesa en el borde (entre ojivos y arcos de cabeza) mientras que en la parte central se coloca transversalmente a los combados del cuadrifolio sobre los que apoya” (Freire -Tellado, M.J., Tarrío-Carrodeguas, S.B. (2015). Las bóvedas pétreas nervadas de Galicia: identificación de soluciones. Informes de la Construcción, 67(538): e083, doi:http://dx.doi.org/10.3989/ic.13.).

Por el exterior lleva canecillos y una cruz antefija patada puesta sobre un carnero.

Esta capilla albergó una imagen de la Quinta Angustia, “muy buena y devota, y cabe della está la del señor San Miguel; es patrón Domingo Estévez. Tiene de su fundación ésta capilla dos misas reçadas cada semana, miércoles y viernes, dizen son doce cargas de trigo la que tiene esta capilla («Memorias del Arzobispado de Santiago”, Cardenal Jerónimo del Hoyo-1607, Ed. de Ángel Rodríguez González y Benito Varela Jácome, Santiago, Porto y Cia. /1949).

La advocación mariana de la “Quinta Angustia” es uno de los siete dolores de María:

1) La profecía de Simeón (La Candelaria); 2) La persecución de Herodes y huida a Egipto; 3) Jesús perdido y hallado en el templo; 4) María encuentra a Jesús con la cruz al hombro en la calle de la Amargura; 5) La crucifixión y muerte de Nuestro Señor; 6) María recibe a Jesús bajado de la cruz; 7) El traslado al sepulcro del cuerpo del Redentor.

La Quinta Angustia, es también llamada Nuestra Señora de Finisterre y es una figura muy jacobea por hallarse involucrada directamente en la peregrinación; y cuya representación no es otra que la Virgen de la Piedad con Cristo muerto sobre su regazo, acompañados en ocasiones por uno o dos peregrinos. Justamente, muy popular entre las piezas de azabache que compraban los romeros que hacían el camino:

“Se mencionan cincuenta ejemplares en 1551 en un inventario del azabachero Gómez Cotón y uno en el testamento del azabachero Pedro Fernández del Arrabal en 1574. De la importancia del culto de la Virgen dolorosa con Cristo muerto se hacen eco las Ordenanzas de 1581, pues textualmente se indica en el título VI: «Iten hordenamos y mandamos que por cuanto en el dicho oficio se venden mucha figura de estano, que no son tocantes a los misterios y milagros del señor Santiago, y hay en ello gran fraude y engano, mandamos que ninguna persona, cofrade ni de fuera, no pueda vender, ni echar en molde ninguna figura de estano ecepto las que fueran tocantes al misterio de senor Santiago y cruz en nuestra Señora de Finisterre por estar en este reino…” (“Iconografía jacobea en azabache”, Ángela Franco Mata – Ed. Dip. Zaragoza 2005). 

 Bóveda de la capilla de estilo borgoñón Nuestra Señora de la Quinta Angustia o de Finisterre (foto ob.cit.)// Retrato de su fundador Don Rodrigo Estévez mirando hacia el altar mayor en la clave del arco de entrada a la capilla, luciendo como si de un Maximiliano I gallego se tratara (foto J.G.Satti)// Grabado del Emperador y su esposa María de Borgoña (wikipedia).

En el “Mobiliario litúrgico de Galicia en la edad media” (1907) de Don  José Villa-amil y Castro  se asevera que: 

“Con mayor razón deben tenerse por compostelanas las no escasas representaciones en azabache de la Virgen de las Angustias ó de la Piedad, y que no sé si es la de Finisterre; como la de 12 centímetros, adquirida por este mismo Sr. Conde (se refiere a Don Carlos Travesedo y García Sancho (1895-1925), XXVI conde de Valencia de Don Juan); la pequeña y esmeradamente trabajada que guarda en París (el hispanista, rico anticuario y viajero por España) Mr. le barón Jean-Charles Davillier (además de un Santiaguito y otra figura femenina, algo más moderna, también en azabache), y la de 14 centímetros por 8, sosteniendo el cuerpo de Jesús sobre las rodillas, y al lado izquierdo de ella una figura, descabezada, de pie, que, procedente de Toledo, y clasificada como del siglo XIV, se guarda en el Museo Arqueológico Nacional”.

El origen iconográfico de la Virgen de las Angustias o de Finisterre hay que buscarlo en el arte bizantino e italiano de los siglos XII-XIII, surgiendo en Alemania la Pietà plástica hacia 1300. De cualquier forma, su momento de máximo esplendor está comprendido entre los años 1390 y 1430, con la llegada de la peregrinación germánica y coincidiendo con el desarrollo del estilo borgoñón en Galicia.

Lamentablemente esta magnífica imagen que toma el nombre de la villa no llegó indemne siquiera al siglo XX. Quizás debido a los diferentes saqueos sufridos en Fisterra por corsarios de toda índole (véase mis artículos “La Batalla de Muros: el combate casa por casa y cuerpo a cuerpo por las calles de Fisterra” y “Crónica de secuestros y saqueos de corsarios berberiscos en la villa del Santo Cristo”, Adiante Galicia-2018).
Constancia de ello dejó el predicador mercedario Nolasco Gaite cuando arribó a Finisterre en la década del ´20, con gráficos y acotaciones en sus “Apuntes de dibujos tomados del natural” de las imágenes que había en cada una de las capillas; y en la de la Quinta Angustia sólo estaban las de Santiago Peregrino, San Juan Bautista y la Purísima (por esta última es que erróneamente llama a la capilla “de la Concepción”).

En el año 2011, le fue donada a esta capilla una imagen del arcángel San Miguel por parte de la Confraternita di San Giacopo di Compostela, presidida por Paolo Caucci, con motivo de cumplir el 30 aniversario de su fundación. El mismo experto que en el VIII Congreso Internacional de Estudios Jacobeos de 2010 sentenció “el que llegaba a Santiago iba a la catedral y como máximo a Fisterra” (Actas, 2012) aludiendo a la meta final del camino durante la Edad Media.

En esa época la escultura funeraria adquirió un importante auge debido al deseo de los nobles de inmortalizar su recuerdo para la posteridad mediante una imagen; aunque también como expresión del creciente poder a partir de fines del siglo XIV, de las nuevas clases burguesas que con su enriquecimiento y empuje comenzaron a retratarse a imitación de las tumbas reales.

Souvenir en azabache de la Pietá o Quinta Angustia o Finisterre, muy popular entre los peregrinos medievales que transitaban el camino jacobeo (col. Bouza-foto ob. cit.)// Imagen de San Miguel en el lugar que ocupaba otra de la Virgen de Finisterre desaparecida tempranamente// Sepulcro de Don Roi Estévez (fotos J.G.Satti).

Estos comerciantes, funcionarios y artesanos llegarán incluso a “ennoblecer” sus sepulcros por medio de la colocación de escudos. En efecto, como cualquier persona libre que ejerce un oficio, tenían derecho a diseñar su emblema heráldico. Así vemos que la aparición del arte heráldico profesional está asociado a la libertad y al derecho de propiedad (véase mis artículos “Simbología y marcas gremiales en Santa María de Finisterre (I y II)”, AdianteGalicia-2019).

Todos estos nuevos agentes sociales, generaron una heráldica que permite identificar a un maestro específico y su taller del mismo modo que el origen de su Marca, que en tantos gremios o familias era de gran relevancia por su calidad profesional. En muchos casos “la marca de honor se asociaba a las armas de la ciudad, dotando de valores positivos al emblema familiar-gremial.

Así la marca como signo de autoría se le suma la estrecha relación del gremio con la población y el lugar donde se asienta. Provocando la heraldización o blasonado de dichas marcas y que con facilidad suelen confundirse con escudos heráldicos de linajes nobles que no son tales” (“Protocolo de actuaciones orientado al diseño de marcas y adecuación del producto para su internacionalización”, Sofía Escudero-tesis doctoral 2015).

El ejemplo más saliente de este caso es el sepulcro de Don Vasco López de Ulloa (†1457) que se encuentra en el Monasterio de Sobrado dos Monxes. Su figura se muestra vestida con armadura de caballero en la tapa y  la urna está ornamentada con ocho blasones iguales de los Ulloa pero que en el frontal está grabado un escudo sostenido por un par de ángeles que no tiene que ver con la familia sino con el taller betanceiro que obró el monumento; pues no está timbrado con una corona como afirman algunos escritores sino con dos flores de Lis en los extremos, dos compases y una marca de honor en medio propios de los canteros, que en conjunto adornan un diseño geométrico de significado desconocido.
En cambio en el escudete de la lauda fisterrana vemos claramente un sombrero con una vieira y un bordón de peregrino propios de la heráldica jacobea, símbolo de la ciudad de Santiago;  acompañados de seis costillas en pares de tres, identitarios de la familia Da Costa.

Cabecera del sepulcro de Don Vasco López de Ulloa con el emblema del Obradoiro de Betanzos que lo realizó (foto La Galicia de los Monasterios, Chamorro-Lobato 2003)// Escudos con la Marca de Honor de maestros de obras de la catedral de Estrasburgo del 1669// Marcas de gremios profesionales heraldizadas de 1415 de la ciudad de Basilea: Canteros, Herreros, Carniceros, Zapateros, Sastres y Carpinteros (fotos op.cit.)

Cierto es que este blasón que decora la cabecera de la lápida añadió confusión al asunto, puesto que no hace referencia al linaje de la fallecida sino al obradoiro encargado de tallar la estatua.

Para conocer un poco más de este Maestro transcribimos un párrafo de la “Historia de la Santa A. M. iglesia de Santiago de Compostela”  (T. VIII-1095) del famoso Antonio López Ferreiro:

“El Cabildo, por su parte, tomó con tanto empeño la obra, que en 19 de Junio del mismo año 1521 se hizo una constitución en la cual se ordenaba que todos los Capitulares vigilasen en lo que pudiesen la obra del claustro, y que incurriese en la pena de descuento de un año el que se negase á aceptar el cargo que se le confiase.

Dieron motivo á esta constitución ciertos fraudes y manejos de que fué acusado el notario de la obra Alonso da Costa. Para averiguarlos, el 16 de Junio comisionara el Cabildo al Juez de Luou Juan Rodríguez de Ulloa y al Canónigo Antonio Rodríguez; los cuales, á este fin, abrieron una información, en la cual declararon el aparejador Alonso de Hermoso, el propio Alonso da Costa, los maestros canteros Gonzalo García, Alonso de Gontín, Gonzalo de Ven, Gregorio de Rubín, el sastre Ruy López, y otras personas. De la información resultó, en efecto, que Alonso da Costa era poco fiel en el desempeño de su cargo. 

La declaración más importante fué la que prestó Fernán Carrasco, suegro de Maestro Marín. Dijo: “que vn dia vjdo vna carta en manos de maestre Marin que le fue mandada de Coynbra en que le dezian que mirase que era cargo de conciencia, pues quel era maestro de la dicha obra quel notario que se llama Alonso da Costa, que tenía trato con los que bendían la cal e que la tomava en un precio dellos e que le encargaba a la yglesia en mas, e que al tempo que pagava non pagava lo que la yglesia mandava o tenia alia su trato con ellos e questo lo sabe porque oyó leer la carta. E dize mas que oyó dezir a muchas personas, de que al presente non se acorda, quel dicho Alonso da Costa lleva piones para su huerta e que los sacaba de la dicha obra, e dize que oyó dezir que de vna casa en que mora agora Juan Marino, que tenía madera de la dicha obra, en vna noche hurtaron della trezentas taboas…” 

 Escudo con las armas de la ciudad de Santiago y las costillas por el apellido del Maestro Alonso da Costa director de obras en la catedral, situado en la cabecera de la tumba de la dama fisterrana (diseño y foto J.G.Satti)

Curiosa es también la terminación de lo depuesto por el maestro Alonso de Gontín, que dijo: “quel aparejador se quexaba del (de Alonso da Costa) porque non escribía las piedras cada vna como hera, e questo es verdad e lo marco de su marca (que era así  )”

Al parecer estos pleitos fueron resueltos en favor del acusado, pues para el 13 de Agosto de 1543 estaba en construcción el lienzo de Platerías de la Catedral santiaguesa y se recoge que “la obra adelantó rápidamente bajo la dirección de los maestros Alonso da Costa y Juan Pérez”.
La presencia de canteros compostelanos en Fisterra no es extraña puesto que en la Gran Enciclopedia Gallega, al reseñarse la historia de la iglesia, se constata que la actual Capilla del Carmen de estilo plateresco (s. XVI), “posee un enorme interés porque representa una de las primeras repercusiones del claustro nuevo de la catedral de Santiago: repite, incluido el escudo arzobispal” (véase mi artículo Recuento de las Casas Nobles de Fisterra V: los Reino, Adiante Galicia-2019).

En la diócesis hubo varios talleres que se encargaron de difundir un diseño funerario traído de Portugal, pero los más importantes se centralizaron en Betanzos y Santiago.

En consecuencia, el tipo de dama yacente gallega de la Baja Edad Media “nace a partir de la renovación iconográfica que supuso el sepulcro de Fernán Pérez de Andrade (ca. 1387), ya que frente a otros lugares de la Península, en Galicia, hasta finales del siglo XIV, las únicas mujeres que gozaron del privilegio de poseer yacente sobre su tumba eran las reinas e infantas” (“Aspectos de lo cotidiano en el arte medieval gallego”, Dolores Barral Rivadulla-2009).

A tenor de lo expuesto volvamos a nuestra misteriosa señora burguesa del siglo XV o XVI y los infructuosos intentos de ponerle nombre por parte de varios autores. De entre ellos destacamos al padre Fernández Oxea que compuso la siguiente leyenda de la inscripción gótica:

“(a)quí iaz ……….. moito honrada dona ……….. affonça Ynes de Castro, Cormana” (“Dos iglesias fisterranas”, Cuadernos de Estudios Gallegos-1956).
Otro autor que hizo un excelente dibujo de la escultura y que arriesgó una lectura de la epigrafía que recorre el contorno de la misma fue Alfredo Erias Martínez:
“(a)quí iaz ……………………………………… dona …… suca Rouca Lucz de Leiro” (“Xente da Baixa Idade Media (I): sete mulleres con rollo”, Anuario brigantino-1987).
En base a la información recogida y las fotografías in situ y de archivo obtenidas, nosotros leemos:

“(a)quí iaz se(pelida) a moito honrada dona (Albe)rtina Gonçalvez de Queiro o Quiros/ o(bra) Maestro…”
A partir de aquí ya podemos afirmar que esta señora era Doña Alberta González (†1554), esposa de un rico mercader llamado Roi Estévez; que juntos fundaron el vínculo y capilla de Nuestra Señora de la Quinta Angustia o de Finisterre “en los 3 de abril de 1496 y pasó por ante Gonzalo Méndez, secretario de la villa de Corcubión, cuya copia se halla entre los papeles de la referida fábrica” (Gran Enciclopedia Gallega, mazo nº 378-fondo AHDS).

Interpretaciones hechas por Fernandez Oxea y Alfredo Eiras del epígrafe de la lauda (diseño J.G.Satti)

Ahora todo lo antedicho cobra sentido, incluso que hoy día sea justamente la sepultura de Doña Alberta la que falta en su capilla (ya que la de su marido está en el muro sur) y puesto que su estatua está arrumbada en la actual capilla del Carmen sin motivo.

Esta pareja burguesa de la Baja Edad Media tuvo tres hijos: Juan (escribano), Miguel y Juana Míguez. Los nietos Juan (notario) y Alberta, madre de Álvaro López de Muxia (sobrino de un prior de Moraime). 

No cabe duda alguna que la tumba de esta mujer fue profanada, ya que la talla granítica sufrió todo tipo de vicisitudes: desenterrada en los años ‘50 por el médico Francisco Esmorís de los exteriores del templo, la trasladó a la fortaleza “Castillo de San Carlos” que estaba abandonada (véase mi artículo “La crónica naval de O´Reilly en Fisterra” Adiante Galicia-2017).

Allí el galeno pretendía constituir un museo etnográfico con otras piezas artísticas de la iglesia y/o aparecidas en diversas zonas del municipio, pero jamás lo vio realizado.

En ese sitio padeció la figura las inclemencias del tiempo y los destrozos que los niños le ocasionaron saltándole encima y jugando con ella. Según testigos directos, le rompieron la nariz, todas cuentas del rosario que lucía y gran partes de las letras; que por fortuna no impidieron develar la propietaria de la misma.

La escultura funeraria al momento de su descubrimiento ca. 1950 y nuestra lectura de la leyenda que contiene (foto autor desconocido).

Fue una familia adinerada, muy vinculada e influyente en Fisterra, de la que damos cuenta con una serie de documentos que recopilamos a continuación a modo de apéndice:

El 2 de octubre de 1510 se otorga el censo perpetuo que hizo Pedro de Soto, arcediano de Sarria, canónigo de Santiago, administrador perpetuo del monasterio de Santa Tasia (sito en el arcedianazgo de Trastámara) a “Rodrigo Estevans, vecino de Finisterra y a su mujer, Albertina Gonçalvez, de la heredad que se llama del Agro de Areas, perteneciente al citado monasterio, por una renta en real de plata de 34 maravedíes” (Fol. 265.-AHUS).

Carta de pago a 12 de abril de 1519 otorgada por Juan de Villanueva a Roi Estévez, vecino de la villa y puerto de Finisterra, en razón de unos maravedíes (Fol. 152r.-152v.-AHUS).

Sabemos que el 28 de mayo de 1520 el platero Juan das Hortas (vecino de Santiago), en nombre de su hija Teresa González, otorga una carta de venta a Rodrigo Estévez y su mujer Alberta González el “lugar y casal do Rial sito en la villa de Finisterra” (Fol. 262r.-265r-AHUS).

Carta de poder dada por Juan de Villanueva a Don Rodrigo Estévez para pedir y demandar “cualesquier maravedís que le correspondan por el arriendo de la renta de alcabalas de la villa, puerto y tierra de Finisterra” a 13 de febrero de 1521 (Fol.16r.-17r.-AHUS).

El 26 de abril de 1524, renovación del Poder de Juan de Villanueva, vecino de Santiago y “arrendador de la renta de las diezmas, alcabalas y alfolíes de la villa de Finisterra y su partido, a Rodrigo Estévez, mercader de Finisterra, para que en su nombre pueda cobrar y recaudar las dichas rentas” (Fol. 94v.-95v.).

En el mismo mes de abril existe un concierto de Don Martín Galos, notario de Santiago, y su mujer, Teresa González, en el pleito que mantenían con Rodrigo Estévez, por un horno, casa y pardiñeiro en Fisterra que supuestamente le había vendido el hijo de Teresa González (Fol. 438r.-440 bis r).

Escritura de poder otorgado el 30 de junio de 1537 por Macías Vázquez, notario, vecino de la ciudad de Santiago, a Fernán de Laxe, a Juan de Toranda, a Rodrigo de Albores, a Pedro López y a Diego San Vicente, vecinos de la villa de Corcubión, y a Juan Estévez y a Miguel Estévez (hijos de Roi y Alberta), vecinos de la villa de Fisterra, generalmente para todos sus pleitos y causas (Fol. 376).

El 15 de junio de 1543 empiezan una serie de documentos sobre un turbio suceso que registran una concordia de Alberta González, viuda de Rodrigo Estévez (†1526?), mercader vecino de Finisterre, por sí y en nombre de Juana Míguez, su hija, y de Gonzalo Estévez, residente en dicha villa, con Juan de Illanes, vecino de la misma, por la que éste se aparta de la querella y acusación de adulterio de los sobredichos / Ratificación de Gonzalo Estévez, residente en Fisterra, de la concordia hecha en su nombre por Alberta González, viuda de Rodrigo Estévez, vecino de dicha villa, con Juan de Illanes en razón de la querella y acusación de adulterio interpuesta contra él / Aprobación de Juana Míguez, vecina de Fisterra, de la concordia hecha en su nombre por Alberta González, su madre, con Juan de Illanes, su marido, en razón de la querella y acusación de adulterio interpuesta contra ella / Obligación de Gonzalo Estévez, residente en Fisterra, de devolver en un mes a Alberta González, madre de Juana Míguez, los 150 ducados que entregó en prendas en depósito para garantizar el cumplimiento de la concordia hecha con Juan de Illanes (Fol. 92r.-94r. -95v.-96r-98r.-99r).

Extractos de documentos donde aparece el nombre de los miembros de la familia Estévez-González (archivo AHUS).

16 de junio de 1543: Depósito hecho por Alberta González (viuda de Rodrigo Estévez, mercader vecino de Fisterra) a Juan López de San Juan, canónigo de Santiago, de ciertas prendas y objetos entregados para garantizar el cumplimiento de la concordia realizada con Juan de Illanes y el pago de los 150 ducados estipulados en ella (Fol. 96v.-97v.).

Ratificación a 19 de junio de 1543 de Gonzalo Estévez de la obligación de devolver en un mes a Alberta González, madre de Juana Míguez, los 150 ducados que entregó en prendas en depósito para garantizar el cumplimiento de la concordia hecha con Juan de Illanes (Fol. 99v.-100v.).
Pero al parecer el deudor escapa porque hay el 2 de julio de 1543 un “Poder de Alberta González, viuda de Rodrigo Estévez, vecino de Finisterre, a Rodrigo Álvarez Montañés, mercader vecino de Sevilla, para que en su nombre pueda cobrar de Gonzalo Estévez, vecino de dicha ciudad, los 150 ducados que le debe” (Fol. 247r.-247v.).

Luego el 28 de agosto de 1543 hay una Carta de Pago de Alberta González, viuda de Rodrigo Estévez, mercader vecino de Fisterra, a Juan López de San Juan, canónigo de Santiago, y a Juan de Illanes, por las prendas y objetos que entregó en depósito tras haber pagado en metálico los 150 ducados estipulados en la concordia (Fol. 101r.-102r.).

Carta de pago de Juan de Illanes, vecino de Fisterra, a Juan López de San Juan, canónigo de Santiago, como fiador depositario de Alberta González, viuda de Rodrigo Estévez, mercader vecino de dicha villa, de los 150 ducados que entregó en nombre de Gonzalo Estévez y de Juana Míguez, su hija, en cumplimiento del concierto hecho entre ellos (1543, agosto, 31/ Fol. 104r.-105r.).

En 1550 se registra la “Dote de Juan Estévez, notario del número y concejo de Finisterra y Mugía, a Francisco López, sobrino de Fray García de Betanzos, prior de Moraime, para su casamiento con su hija Alberta González” (Fol. 179r.-181v.).

El 5 de enero de 1551 el monasterio de Santa Clara de Santiago arrienda por 11 años a Juan Estévez, notario del número de la villa de Fisterra, del coto de Duio (Fol. 226r.-226v.).

Con fecha 12 de enero de 1554 existe una escritura de concierto entre Juan Estévez, notario del número de la villa de Finisterre, patrón de la capilla de Nuestra Señora de la Quinta Angustia, de la citada villa, y Miguel Estévez, su hermano, vecino de la dicha villa, en virtud de lo cual hacen trueque y cambio de sus bienes que les pertenece por herencia o sucesión de Roi Estévez y su mujer, Alberta González, difuntos. Por lo que asumimos que ese año falleció esta última y que pudiera tener labrada su lápida mucho tiempo antes, cosa habitual para la época.

Venta de Juan Estévez, escribano del número y concejo de Fisterra, a Lope de Losada, notario del número y concejo de Santiago, y a su mujer, del lugar y casal de Denle, sito en la feligresía de San Vicenzo de Duio. (1559, octubre, 16) / Carta de pago de Juan Estévez, escribano del número y concejo de Fisterra, a Lope de Losada, notario del número y concejo de Santiago, en razón de 1.516 reales por el lugar y casal de Denle sito en la feligresía de San Vicenzo de Duio que le había vendido (Fol. 30r.-31v.-32r.-32v.).

Poder de Gonzalo López, mercader de Santiago, a Juan López, su criado, para que en su nombre notifique ciertas provisiones a Juan Estévez, escribano de Fisterra, y para que cobre sus rentas y deudas. Fol. 30v. (1563, octubre, 19).

El 17 de junio de 1572 encontramos un Testimonio de “Juan Estébez, notario del número del concejo de la villa de Finisterra, heredero de Rº Estébez, su padre, difunto, vecino de la dicha villa y su muger Albertina GZ, diciendo que le pertenecía de censo perpetuo de su padre, otorgado por el administrador del monasterio de Santa Tasia, sito en la diócesis compostelana, la mitad de los agros de Areal y de Mallas, sitos en la parroquia de San Martiño de Duyo, pagando cada año, un real de plata; traspasando a García Pequeño, vecino de la parroquia de San Vicenzo de Duyo y a María de Castro, su mujer, la mitad de los dichos agros”.

Exterior de la capilla donde se aprecia una cruz antefija, patada y puesta sobre un carnero en el piñón del hastial// Lauda de Doña Alberta esperando retornar a su capilla donde seguramente esté soterrada su urna funeraria// Cruceiro gótico del s. XV quizás financiado por esta y/o otras familias ricas de Fisterra.

Renuncia de Juan Estévez, notario del número y concejo de la villa de Fisterra y de su jurisdicción, como notario de la dicha villa, en favor de Juan Estévez, `el Mozo`, su hijo (1572-06-17, Santiago de Compostela) (Descripción realizada por María Elena Novás Pérez, María Seijas Montero y Simón Vicente López/csa.archivo3000.es)

Escritura (1573, noviembre, 23) de fianza dada por Teresa González Mosquera, viuda de Lope de Losada, vecino y regidor de la ciudad de Santiago, a favor de Álvaro López, hijo que quedó de Francisco López y Alberta González, vecinos que fueron de la villa de Muxía, nieto de Juan Viéitez Vázquez y de Juana de Oçón, vecinos de Finisterre, para su puesta en libertad de la cárcel del concejo de Santiago (Fol. 349-350r). 

En 1639 hubo pleito de Pedro Valdivieso contra Pedro de Cobelo, sobre reivindicación de los bienes pertenecientes a la capilla y aniversario vinculado por Rodrigo Estévez y Alberta González en Finisterre.

A la muerte de Pedro Valdivieso surge otro pleito entre Rosendo Pérez Patiño y Pedro Díaz de Valdivieso, “sobre el vínculo fundado por Rodrigo Estévez y Alberta González, siendo este último el administrador final (año de 1660).

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