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viernes, abril 26, 2024

Carmiña Fernández Lamas, poemas gallegos en tiempo de silencio

Poeta nacida en Oca-Coristanco, y mujer religiosa y solidaria.Rafael Lema.

En Oca-Coristanco nació Carmiña Fernández Lamas hace cerca de 90 años, una mujer singular que en su tarjeta se presenta como «poeta y defensora de humilde». Esta coristanquesa, profundamente religiosa, permanece en el olvido y solo por su faceta de mujer trabajadora del rural que escribe poesía en gallego en los tiempos de la dictadura, ya debería ser objeto de curiosidad, de acercamiento a su vida y obra. 

La autora nació y se crió en San Martiño de Oca, parroquia de Coristanco bañada por el río Anllóns, coronada por su castro y orlada con el puente de Lubiáns. Nació en tiempos de la República, hija de un maestro de escuela, don Lucio Fernández Martínez, autor dramático, de obras como «El expósito» en 1936, inspirada en los campos bergantiñanos. La poeta, suponemos que siguiendo el destino de sus padres en la convulsa posguerra, se instaló en Miño, en donde abrió en su madurez una confitería y se centraba en la labor de apoyo a los humildes desde la parroquia mariñana; por eso sus versos están llenos de humanismo, espiritualidad, caridad y religiosidad. 

En 1973 publica «Granos de oro», una obra de su tiempo, llena de poemas ingenuos y populares, de lírica tradicional, sentimentalismo; sin otro propósito que mostrar el alma de una mujer virtuosa, temerosa de Dios, en una situación de enfermedad y sacrificio pero de esperanza. Carmiña se muestra humilde y modesta, dedicada en cuerpo y alma a los demás. El valor de la obra radica en que una parte de sus versos están en gallego, con varios poemas dedicados a su Oca natal, como el que lleva este nombre y otros (espiga, velero, a sardiñeira, campanas, miña terra). 

En «Oca» describe su vuelta a la casa de la niñez, cuarenta años más tarde, su abrazo al cristo del templo, a los vecinos (Calvelo, Engracia, Baldomero, Liliña de Taibo, María de Xesto, Lisiña, Conchiña). Se despide con un «Xa non m-esquenzo nunca/ d´a miña Terra!!/ Cando morra, levarme!/ Enterrarme n´ela!». No sabemos si se cumplió el deseo. Otro canto singular es «Un barco a pique» porque describe una acción de raqueros, tras un naufragio, en la playa de Miño. A su pueblo de acogida dedica asimismo otros cantos. Una grave enfermedad en la columna la postró en la cama y la llevó a escribir poemas, a pensar en la vida y la muerte; ya recuperada se dedicó a publicarlos y ayudar al prójimo. Es autora de otros textos, como La promesa (1974), Pobres ricos (1977) o El camino rumbo hacia Dios (1981). 

En una entrevista publicada en El Ideal Gallego en 1973 anunciaba su nuevo libro, indicando que la venta de ejemplares iría destinada a los pobres. Citaba como autores de referencia a Bécquer, Rosalía y Curros. Sobre el hecho de escribir en gallego responde: «Soy bilingüe. me gusta mi lengua, la adoro, pero también escribo en castellano». Para la autora, la poesía camina «hacia la expresión descarnada de las necesidades sociales». Una figura bergantiñana, una mujer y pionera poeta popular a reivindicar.

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