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sábado, mayo 11, 2024

Los pobres huesos del cementerio de los ingleses

Sobre los restos de los fallecidos en el cementerio de los ingleses, en Camariñas. El investigador Rafael Lema Mouzo nos ilustra con un nuevo reportaje en Adiante Galicia.

LOS POBRES HUESOS DEL CEMENTERIO DE LOS INGLESES

Rafael Lema

El Cementerio de los Ingleses en Punta do Boi, Camariñas, cumplió este miércoles 18 de noviembre 125 años. Allí reposan 142 náufragos del HMS Serpent además de más de treinta cadáveres recogidos en los siniestros del Trinacria y el Iris of Hull, otros dos buques británicos. Este año desde el Concello de Camariñas y la Real Liga Naval Española honraron debidamente a los huesos que reposan en este conocido camposanto. No es muy conocido el destino de los cuerpos allí depositados, solo la leyenda de la división entre católicos y protestantes, una línea verificable ya que se puede ver en unos cimientos divisores en la parte este, y en la existencia de dos puertas de acceso, una para cada sector. Pero los católicos apenas serían ocho o nueve entre más de 170.

El capitán Harry L. Ross fue uno de los cadáveres reconocidos entre los 21 primeros, en cuyo análisis participó el marinero Edwin Burton, uno de los tres supervivientes. Su cuerpo reposa en el mausoleo central del monumento. Pese a la primera división, el tiempo y otros avatares reunieron a todos los difuntos. O lo que quedaba de ellos. En 1990 las ruinas del cementerio fueron reconstruidas por el Concello de Camariñas. Entonces fueron localizados unos pocos huesos, todo lo que quedaba tras más de un siglo de abandono, y la acción de nuestra ácida tierra gallega poco dada a la conservación de los restos humanos. Un par de puñados de huesos, en general trozos muy pequeños y diseminados, fueron depositados en un cenotafio con una pequeña lápida al lado de la tumba del capitán en la cripta central. Por ello hoy todos los restos de los náufragos ingleses están juntos, en la caseta central de la necrópolis, en donde se deposita la corona de flores en el acto anual del día 10 de noviembre a las 22.30 horas, cuando se produjo el siniestro.

Otra cuestión nunca citada es la saca de cuerpos en los años siguientes al accidente. Los ancianos de Santa Mariña y Brañas Verdes que mayor recuerdo guardan de lo que les contaban sus mayores, participantes en el rescate y enterramiento de los cuerpos y también asiduos a estos parajes en busca de marisco, algas o dedicados el pastoreo hablan de un hecho nunca comentado. Pudieron ver como en los años posteriores al naufragio llegaron barcos ingleses que llevaron cadáveres del camposanto, supuestamente para darles cobijo en su tierra. No sabemos cuántos cuerpos fueron llevados, no hay constancia de que fuera una práctica acordada, legalizada y efectuada por buques de guerra.

Pero sí hay testimonios orales de haber contemplado la exhumación en más de una ocasión, como era habitual el lanzamiento de salvas por los barcos ingleses al pasar por el lugar, algo que se mantuvo hasta mediados del siglo pasado y que aun recientemente algunos barcos han recuperado. La cuestión es que esta saca de cuerpos en un camposanto que paulatinamente fue abandonado e incluso saqueado explica en parte la escasez de restos hallados hace 25 años. La otra explicación viene dada por la ya apuntada calidad corrosiva de nuestro suelo y en especial una zona arenosa, de salitre, con vegetación intermareal y de acantilado de largas y fuertes raíces. La misma acción de animales depredadores. Las ancianas de Santa Mariña recuerdan que los cuerpos venían en oleadas «como as bardas de aljaso» y los recogían con bicheros, rastrillos, horcas, como si fueran «medas de trapos», las algas usadas para el abono de las «leiras». Cuerpos desfigurados, mutilados, sin piernas, troncos partidos, miembros sueltos.

Hay muchas interrogantes en estas acciones supuestamente llevadas a cabo por ingleses. Entre ellos era causa de mal augurio llevar cadáveres en un barco, incluso ataúdes vacíos. No hay constancia que la Royal Navy acometiese esta práctica en este punto. Los cuerpos, en general muy desfigurados, que fueron reconocidos eran pocos, y en su mayor parte de la marinería. Solo ocho citados por sus nombres. Además entre 1880 y fin de siglo tanto en España como en Inglaterra hubo un gran temor a los ladrones de cadáveres, como relatará en estas fechas Stevenson. No debemos obviar esta cuestión en un espacio aislado y que fue poco a poco despojado de todo, de cruces y adornos, de muros.

En Galicia desde 1854, año de gran hambruna, se denuncian casos de robos en cementerios, que se agudizan desde 1880, y fuerza a reforzar los muros y verjas de los camposantos. Los estudios de anatomía, las prácticas médicas, parecen ser uno de los destinos de las ventas de cuerpos humanos. De hecho en Ponte do Porto entre 1886 y 1896 hubo profanación de tumbas en el cementerio parroquial de A Grixa, en donde se depositaban también hasta casi un siglo después los náufragos de Arou y Camelle que pertenecían a la parroquia porteña. Allí reposan las víctimas del San Fernando, algunos de los desguazadores camellanes del Serpent. En Buría, los del Cantabria, Franlla, Las Dos Cathalinas. A veces se enterraban en la misma playa, como las víctimas del corsario irlandés Concepción en O Curro. Así Ricardo Suárez Álvarez, como su padre Francisco Suárez, que solían acompañar armados a la diligencia que salia hacia Santiago desde la casa Mazaeda en el cruce central de Ponte do Porto, fueron comisionados por la parroquia para realizar vigilancias nocturnas contra el robo de cadáveres en A Grixa. Ricardo Suárez, un día enfermó de un «aire de morto», una impresión que cogió una noche custodiando los nichos que lo hizo encamar con alucinaciones y morir.

Sabemos de casos en que náufragos foráneos enterrados en nuestros cementerios fueron recuperados por sus parientes. También de la construcción de un cementerio por parte del Concello de Camariñas en 1896 en el camino de A Portela a Arou, en el mismo linde del monte comunal de este lugar, en un cruce de senderos, a dos millas del mar (el cementerio oficial de Ponte do Porto estaba a 6 km, así que nadie se extrañe de la distancia), en donde se enterraron seis cuerpos del City of Agra. Camposanto de magnífica cantería hecha por los pontevedreses que construyeron el faro de Vilán, y expoliado en el siglo XX. En donde se enterró al tratante de fieras C. Jamrach que suponemos pudo ser exhumado por su rico padre Albert Edward Jamrach.

El Cementerio de los Ingleses sigue guardando así muchos misterios y engrandeciendo su leyenda desde que fue consagrado en su día con permiso del Arzobispado de Santiago de Compostela. En la zona, como hemos contado, había un pequeño cercado que acogía a los cadáveres recuperados del Iris of Hull. En noviembre de 1890 se alargó el recinto tras el naufragio del HMS Serpent y nació así el actual cementerio, concluido el día 18, con 15 metros de largo por 13 de ancho. Fue consagrado a la una de la tarde del 23 de noviembre de ese año, marcando una división entre la zona católica y la protestante. Solo algunos de los primeros 21 cuerpos fueron identificados con ayuda de Burton, luego por algunas marcas o ropas.

En la primera semana solo se habían recogido 46 cuerpos. Cuatro el 21, siete el sábado 22. Participaron en la ceremonia de consagración el cura de Xaviña, Manuel María Carrera Fábregas, las autoridades locales con el alcalde Vicente Pérez al frente. Numerosos vecinos. Al paraje se acercaron las tripulaciones de dos cañoneros, el español Mac Mahon y el inglés Lapwing, con sus comandantes Salvador Buhigas y Arthur A. C. Galloway y el cónsul inglés en A Coruña, Henry Guyatt, que luego adquirió los restos del buque en subasta, en el que trabajaron los buzos de Camelle. Bendecido el cementerio y tras los responsorios del rito católico el cañonero español realizó las descargas de ordenanza, repitiéndolas al fin del ceremonial protestante. Los ingleses y el ayudante de marina local colocaron sendas coronas de flores. A las tres saludó el Lapwing con 21 cañonazos a la bandera española. También hubo honras fúnebres en la parroquial de San Jorge de Camariñas costeadas por el pueblo.

Ese mismo día el mar arrojó otros 28 cadáveres. El martes 25 otros 10. el 27, doce cuerpos. El día de Navidad apareció el último cuerpo. Se fueron anotando en el juzgado local en el Tomo 10-Defunciones, por el juez Manuel Sambade. El 16 de noviembre el archidiácono Govett había oficiado una misa en la catedral de Gibraltar por las víctimas que concluyó con la marcha fúnebre de Haendel. Los capitanes Harry Leith Ross del Serpent y S. Murray del Trinacria reposan en esta santa tierra que une dos países, tantas veces enfrentados y hoy aliados. Se reconoció un oficial rubio y de barba (¿Rae?), algún carbonero, al maquinista jefe John J. Robins de Portsmouth, al cocinero James Turner de Gosport. A cinco marineros: Robert J. Featherstone de Galway, William Fairhurst de Manchester, Ginger Stevens de Cork, Sam Wilson de Liverpool, James J. Taylor de Kent.

También reposa allí una mujer, muy recordada por los rescatadores de náufragos locales, la bella joven novicia de 15 años Katherine Smith, del Trinacria. Suponemos que el mulato caribeño Delves no llegó a tierra y goza de una tumba de algas cerca del barco. Ningún barco de la Royal Navy volvió a recibir el nombre de Serpent. Pero también se abandonó la costumbre de usar menciones semejantes, tras las pérdidas del Cobra y Viper (víbora) en 1901. Ni mentar a la bicha. Las supersticiones en el mundo del mar son algo serio.

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@AdianteGalicia

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