Esta semana se celebra el día mundial de la salud mental. Una fecha que puede caer en saco roto para muchos pero que nos anima a otros tantos a poner un altavoz para hablar del cuidado que nuestros pensamientos y emociones necesitan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 1 de cada 4 personas tiene o tendrá algún tipo de problema de salud mental a lo largo de su vida. Sin embargo, el cuidado que enfocamos hacia nuestra mente se ve minimizado en comparación con el cuidado que ofrecemos al resto de nuestro cuerpo.
El estigma que supone sufrir una enfermedad mental lleva muchas veces a la persona a no acudir a los profesionales especializados, como serían la figura del psicólogo o un psiquiatra. Algo que veríamos ridículo si lo que estuviese en peligro fuese otra parte de nuestro cuerpo.
Por ejemplo, si cualquiera de nosotros se ve en una situación que llega a dañar y limitar nuestro día a día, ya sea un problema con nuestra pareja o hijos, la pérdida de alguien querido, problemas en el trabajo… Y este daño nos lleva a tener dificultades para dormir, problemas emocionales… lo lógico sería acudir a quién nos pudiese ayudar, ¿no?. Porque de igual modo, si en nuestro trabajo se produce una situación que nos lleva a perder audición y este daño en el oído nos ocasiona molestias acudiríamos rápidamente a un otorrino. ¿Por qué en el primer caso no pedimos ayuda y en el segundo sí?
Este interrogante lleva directamente a reflexionar sobre la necesidad de normalizar en nuestra vida la figura del psicólogo. Cuya única y enorme razón de ser profesional es la ayuda y mejora en la vida de quién acude a él, para así entre ambos, buscar solución a cualquier problema o lograr alcanzar un bienestar inexistente hasta el momento.No leemos mentes, incluso a veces no llevamos ni bata blanca pero podemos trabajar contigo para mejorar tu salud. Porque sí, tu salud mental es igual de importante que tu salud física.
