//X.M Lema//-Entrevista con Daniel Fernández a partir del minuto 28 de este audio
Daniel Fernández vive en la parroquia de Xuño, en Porto do Son, y ha sufrido importantes pérdidas en su cabaña. Un todal de dieciocho potros y ocho becerros, por ataques de lobos.
Las últimas tres reses, esta misma semana, en una finca próxima a su casa. A unos treinta metros.”Ya poco le falta para venir a dentro de las casas” indica Fernández, que es tan solo un ejemplo de los distintos ganaderos afectados en la Serra do Barbanza.
Un asunto que se puede escapar de las manos
Su visión es clara:“Esto no es sostenible. No se puede aguantar. Nadie habla de exterminar el lobo pero si de reducir la población. Toda la vida el ganadero convivió con el lobo pero no así de esta manera”.
Advierte que “como no se controle esto, como pasó con el jabalí, a la administración se la va a ir el asunto de las manos”.
Afirma que es fácil ver manadas de cuatro o cinco lobos y que a pesar de que las autoridades “no contemplan que haya tanta población” está convencido de que, en la zona de Barbanza, hay en exceso.
“Levantaron los plásticos y siguieron comiendo”
Con respecto a las ayudas explica que “no se comparan con la realidad” e insiste en que lo que piden es que no haya ataques. Las bajas causan gastos y además abren la posibilidad de perder ayudas de la PAC.Daniel Fernández, pertenece a la asociación Aperfasa. Considera que la unión de afectados es una buena opción.
Con respecto al último ataque, este miércoles comentaba que tras tapar las reses muertas con plásticos a la espera del control de los agentes de la Xunta, los lobos volvieron a la zona “levantaron los plásticos y siguieron comiendo”. Indica que se comportan “igual que si fueran perros de caza”
