– Xosé Manuel Lema-
Noche fría en la capital de Galicia. Llegando a Galeras se notaba su aliento helado en el cuerpo. En el Restaurante Don Quijote me esperaba don Manuel García García, que bien podría ser el protagonista de una novela o incluso de una película. “Puede que no sea una vida de película pero ya di unas cuantas vueltas alrededor del mundo. Supongo que Santiago será el último destino”
En el comedor del restaurante empezamos la conversación. La mirada de este hombre nacido en A Illa, en la parroquia xalleira de Freixeiro, me daba tranquilidad. Y sus palabras calentaban el espíritu. Despierta interés cuando habla.
Un emigrante inquieto
En 1964 tenía 17 años y emigró a París en busca de un porvenir. Estuvo 22 meses en Francia. Junto con otras once personas, toma la decisión de marcharse a Australia. Fueron a gastos pagados por el gobierno de aquel país. Se necesitaba mano de obra y Manuel tenía ganas de trabajar. Tres días estuvo esperando en Melbourne para que se cruzara en su camino un valenciano de idénticos apellidos, Miguel García García. Se lo llevó a trabajar en una central eléctrica de once turbinas. No tardó mucho en tener una cuadrilla de trabajadores a su cargo.
A los once meses de su estancia Miguel se desplazó a Nueva Zelanda. “Yo ni siquiera hablaba el idioma. Quería irme con él pero tenía un contrato con el gobierno australiano”. Se solucionó el tema y otra nueva aventura.
Fueron 27 meses de trabajo.“Intenté quedarme porque Nueva Zelanda es un país divino pero no fue posible. Se lo aconsejo a cualquier persona. Creo que allí está la gente más honrada del mundo” dice.
Vendedor a domicilio, camarero y taxista
Y otra vez de vuelta a Sydney. “Dejé el sector eléctrico. Vi que había más dinero en el sector de la hostelería y empecé a trabajar en el restaurante Costa Brava”. Curró casi dos años y conoció a la que hoy es su esposa. También trabajó en el restaurante Don Quixote. Solamente fueron tres meses pero el nombre le serviría de inspiración.
“Compré un camión y me dediqué a vender productos españoles en los domicilios de los emigrantes. Me fue de maravilla vendiendo vino, turrones, jamón, aceitunas y embutidos” comenta el empresario.
Esta etapa duró tres años. Y otro golpe de timón:”Decidí cambiar de vida y me hice taxista” señala . Estaba a la espera de vender sus propiedades. Ya tenía en mente regresar a Galicia. Se enfundó la camiseta de Yellow Cabs y a circular por las carreteras durante dos años.
“Al principio no me comía una rosca. Pagué la novatada. Pero al mes y medio ya era más listo que todos ellos”.Y así se acabó el periplo internacional.
De vuelta a Galicia. Abre el Don Quijote en Santiago
En un principio pensó en montar su negocio de hostelería en Carballo, pero un consejo de su padre lo llevó a Santiago. Y desde el 6 de enero de 1979, el restaurante Don Quijote tiene sus puertas abiertas.
Manuel García nos regala un par de consejos:“Las cosas salen bien si crees en lo que estás haciendo y eres positivo. Nunca me quedé atrás ni me deprimí. Los proyectos hay que sacarlos adelante”.
Y otra clave es la perseverancia:“Los negocios no solo se suben. Hay que mantenerlos. Intenta que el cliente marche satisfecho y que no te importe lo que hagan los demás. Y dando el mejor producto”.
Algo debe de estar haciendo muy bien esta familia cuando posee tan amplio reconocimiento. Disfrutaron de su oferta culinaria personajes como Julio Iglesias, José Coronado, Teresa Rabal, la selección española de fútbol o, en múltiples ocasiones, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Muchos de ellos, famosos y sin serlo, acabaron siendo amigos de la casa.
Cochinillo, cabra y centollas
Trajo de Australia, la idea de preparar cochinillo y gambas al ajillo. Es hombre de tradición pero también de innovación:”El cochinillo y la cabra se hacen todos los días. Son dos platos de éxito aquí. No conozco un sitio en Galicia que cocine cabra todos los días. Es una cabra guisada, muy suave. El secreto es el adobo en cerveza”.
También tiene fama su jabalí con castañas. Y las centollas, por supuesto:“El Don Quijote en marisco es de los primeros de Santiago. Tenemos la fama de tener la mejor centolla. Toda sale del mar pero nosotros nunca cocemos una centolla sin que el cliente la pida. Sabe que tiene que esperar pero el sabor es distinto”.
Y eso que los mariscos abundan:”Ofrecemos percebes, camarón, bogavante, langosta, nécoras, ostras, o berberechos, pero la centolla aquí es la reina. Hay muy pocas mesas que no prueben la centolla”.
Don Quijote, en la Guía Michelín
Es local que lleva 37 años recomendado en la Guía Michelín:“Le tengo mucho aprecio. Tira mucho por clientes. Los franceses vienen a comer con la Guía Michelín en la mano” nos cuenta.
La confianza y la calidad son dos características del restaurante Don Quijote:“Mis clientes no necesitan carta. Saben que lo que le ofrezco está bien”.
Manuel García visita el mercado de Santiago todos los días del año que abre sus puertas. También frecuenta diferentes lonjas gallegas. En este templo gastronómico levantado con el sudor de un xalleiro emprendedor y de su familia se pueden degustar platos de temporada:”Ahora estamos con la temporada de la lamprea y también tenemos angula”. Entre otras tantas y buenas cosas.