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viernes, noviembre 1, 2024

Compostela misteriosa. El hombre que tuteaba al diablo y el supuesto don de la ubicuidad de Fray Antonio

Xosé Manuel Lema- Dos historias que recogió Bernardo Barreiro

«El hombre que tuteaba al diablo»

Sucedió en Santiago en 1579.Dos años antes, en 1577, María Rodrígues era quemada en la hoguera por acusaciones similares de bujería y otras hierbas. Se convertía en ceniza en Braga.El compostelano Pedro Sánchez Ciego tuvo mejor suerte pero también mucha fama. Según recoge Bernardo Barreiro se trataba “de un timador religioso que hablaba con los ángeles y con el demonio”.

Lo denunciaron por hechicero y la Santa Inquisición actuó con inmediatez. Según las confesiones de la época conversaba con toda confianza con Belcebú. Tenía un surtido catálogo de servicios, desde cálculos astrológicos o cabalísticos hasta exorcismos. En su proceso se cuenta que llegó a “rebautizar” a un niño enfermo, porque el origen de todos sus males estaba en una mala práctica de su párroco. Pedía unos reales y iniciaba un ritual basado en una presunta conversación con el príncipe del mal.

Fue encarcelado, avergonzado públicamente, renunció del diablo delante de la Catedral de Santiago de Compostela, y recibió cien azotes. A pesar de varios testimonios en su contra  que lo tildaban de embustero,corrió mejor suerte que otros ajusticiados.

Fray Antonio y el don de la ubicuidad

Quizás la histeria que envolvió en ciertos momentos al Santo Oficio provocó el desarrollo de esta historia. Porque es más difícil de imaginarse, que a pesar de un posible pacto con el maligno, Fray Antonio de San Román pudiera tener, como le reprocharon, el don de la ubicuidad.

Los Tribunales de Valladolid iniciaron en 1606 este extraño caso. Ordenaron recabar datos sobre las andanzas del padre “de talle y persona menuda”. Las investigaciones comenzaron en Monforte de Lemos y en Santiago, a donde estaba vinculado el padre benedictino.

Acusaban a Fray Antonio de “haberse aparecido a un mismo tiempo en distintas ciudades”. Según los textos de la época, que sabiamente recogió Bernardo Barreiro, el misterioso hombre había estado al mismo tiempo en Valladolid y en Palencia. Y en Galicia y en Roma.Y en otros sitios y en varias ocasiones. Como escribe Barreiro duplicaba su presencia “incluso estando encarcelado y puesto en un cepo”.

Dando veracidad a los testimonios la justicia eclesiástica atribuyó el “don de la ubicuidad” a un pacto con el diablo. El alcalde de Muriel y el de Palencia confesaron haber visto a San Román sobre una pequeña mula en fechas coincidentes. Vecinos de distintos puntos aseguraban también haberlo visto. Sorprendentemente las declaraciones se suceden. En marzo de 1606, se produce un testimonio surrealista.

San Román están preso en Carrión, atrapado en un cepo y rodeado de candados. Pero al mismo tiempo se le ve en un convento cercano. Un joven religioso se lleva un susto cuando después de haberlo visto en el convento comprueba que el “páter” no se ha movido de su celda.

En la causa de la Santa Inquisición se acumulan versiones sobre este caso que envuelven en un halo de misterio a Fray Antonio de San Román. No es el típico caso por brujería, en este caso el pacto con Satanás le dio unos supuestos  poderes exclusivos al protagonista citado.

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