El libro del exorcista de Compostela.
Fray Andrés Dorado era un reconocido exorcista afincado en Santiago de Compostela, que allí tenía su concurrida consulta en el convento de Belvís. Apoyado en un “libro latino” se decía que curaba todo tipo de enfermedades relacionadas con Satán e incluso otro tipo de males tanto espirituales como físicos.
Tal y como nos contó el irrepetible Bernardo Barreiro el padre dominico “vendía medallas, cuentas de vidrio con indulgencias” y el negocio le funcionaba bien. Hasta que uno de sus clientes, descontento, lo denuncia ante el Santa Oficio, que hizo alguna confesión que puso en solfa a los inquisidores:
“Pidió luego un poco de plomo y haciendo fuego derritiolo, echándolo después en una escudilla de agua. Colocó esta escudilla encima del enfermo y apareció en el plomo una figura , por una parte como sapo y por otra como mujer”.
El enfermo-denunciante declaró que Fray Andrés, le había dado a beber con anterioridad varios aceites, y al ver que con el plomo tampoco resultaba, pidió más plomo. Repitió la operación y sobre la escudilla “apreció una mujer con su toca y unas yervas debajo del brazo y junto a ella dos figuras feas pequeñitas”.
La Inquisición abrió proceso contra Fray Andrés Dorado (y lo encerró en un calabozo del convento) un 22 de agosto de 1622, y estuvo recabando testimonios hasta octubre de 1623. Los investigadores pensaban que el uso del plomo “era superstición que induce gran sospecha que es con pacto con el demonio.
Pero el castigo no fue muy cruel. Fray Andrés se quedó sin su libro latino que pasó a considerarse como un libro maldito, y le aconsejaron que no continuase con sus actividades. Cuentan que Fray Andrés dijo a los inquisidores “Yo busco la vida como puedo, a lo que el responsable del tribunal (en audiencia secreta) lejos de replicarle le dice que puede seguir con su trabajo “pero que no se note”. Y sin libro.