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sábado, enero 18, 2025

El mensaje europeísta de Castro Rial en el Congreso de Dresde en 1942

La División Azul fue la mayor intervención española en la Segunda Guerra Mundial, ya que significó la entrada en combate de más de 47.000 españoles, todo un cuerpo expedicionario, en el duro frente ruso. No es comparable a otros casos de participación hispana que no pasan de excepcionales, incluso anecdóticos. Algunos de aquellos soldados aún viven.

El ceense Juan Manuel Castro- Rial Canosa

Cuando Europa recuerda el Desembarco de Normandía de 1944 traemos a esta página un reportaje sobre un personaje de la Costa da Morte que conoció a grandes protagonistas de aquellos hechos, como al propio Hitler, cuyas acciones desencadenaron el conflicto.

Se trata de Juan Manuel Castro-Rial Canosa, catedrático de Derecho, natural de Cee- A Coruña, que ejerció en la guerra de traductor del general Muñoz Grandes y con él se marchó en los trenes divisionarios a Novgorod. En la visita del general español, jefe de la Blau Division (División Española de Voluntarios) a Adolf Hitler en la guarida del lobo estaba el ceense.

Conocí y traté a su hermano Buenaventura, uno de los modernizadores de la seguridad social española, que me hizo partícipe de numerosas informaciones de tiempos pasados. Pero un aspecto poco conocido fue la destacada intervención de Castro-Rial en un gran congreso internacional, con su llamada a un nuevo europeísmo asentado en la raíz cristiana de Europa, en el humanismo español y filósofos muy estudiados en Alemania como Francisco de Vitoria o Francisco Suárez, incluso cercano a la idea de la Universitas Christiana de Carlos V (que como Napoleón precisaba implantar las ideas con las armas). Ideas, en fin, alejadas de la política nazi y sus planteamientos genocidas, sobre todo en el Este.

Más cercanas pero no semejantes a las del nacional-catolicismo imperante en España. Por ello la voz de Castro-Rial ocupó un amplio espacio en las revistas de la época aunque no alcanzó la cima política ocupada en campañas de exterminio, inmersa en la masacre de dos bandos. En el Congreso Internacional de Estudiantes Combatientes en el Frente del Este, celebrado en Dresde entre el 15 y el 20 de Abril este gallego de la Costa da Morte alcanzó un gran protagonismo.

Uno de los grandes expertos en la División Azul es Carlos Caballero Jurado. En el análisis del estado social que alumbró la creación del cuerpo militar español recuerda que el Tercer Reich intentó promocionar varios proyectos paneuropeos, que incluyeron una confederación de movimientos juveniles, una liga de escritores y periodistas. Así en octubre de 1941 había empezado a publicarse en Alemania la revista Jungles Europa, que lanzó originalmente ediciones en cuatro idiomas, a los que en enero de 1942 se añadió la edición en español: La joven Europa.

Llevaba por subtítulo el de «Hojas de los combatientes de la Juventud Estudiantil Europea», porque «aspiraba a representar a los estudiantes universitarios que, como miembros de sus ejércitos nacionales, o de las formaciones de voluntarios anticomunistas, tomaban parte en la campaña de Rusia». Esta publicación impresa en 12 idiomas publicó muchos artículos escritos por españoles, la mayor parte de ellos divisionarios.

Fue editada por la Liga de Estudiantes Universitarios alemana, organización que también convocó un Congreso Internacional de Estudiantes Combatientes en el Frente del Este, celebrado en Dresde entre el 15 y el 20 de abril. «Dado el gran peso específico que el componente de universitarios del SEU tenía en el seno de la DA, la convocatoria tuvo un eco muy alto entre los españoles. Al encuentro asistieron el jefe nacional del SEU (Guitarte) y el secretario nacional (Gutiérrez del Castillo), que servían como simples soldados en la DA, y algunos otros destacados militantes, entre ellos un joven profesor universitario, Juan Manuel Castro-Rial Canosa, catedrático de Derecho Internacional» indica Caballero.

El ceense servía en la DA como traductor del español-alemán con el rango de teniente, «y que por ello, y por sus solventes conocimientos, debía ser quién en definitiva llevara la voz cantante en aquel congreso, exponiendo el punto de vista español ante los problemas de la construcción europea que parecía estar en marcha» recalca el investigador.

El secretario nacional del SEU anotó escuetamente sus impresiones sobre el Congreso Estudiantil en su diario: «18-20 de Abril de 1942 (estancia en Dresde). Nos vamos al congreso de Estudiantes Europeos. De la División vienen también Moro, La iglesia (…).

El Congreso está muy bien organizado. Nos ha recibido el Ministro de Educación a varios centenares de estudiantes. Guitarte está también con nosotros y ha hablado con mucha propiedad (…). La conferencia de Castro Rial estupenda. Fui a misa a la catedral de Dresde, Gran iglesia. Luego asisto a varias conferencias sobre Educación y Economía (…). En la clausura oficial del Congreso interviene Guitarte y todos los demás delegados de las 16 naciones que han participado. El tinglado funciona, pero no del todo bien; hay camaradería pero se concretan pocas cosas la Joven Europa».

Según Caballero «El movimiento paneuropeo estudiantil que se pretendió generar no resultó muy eficiente, y ello por la sencilla razón de que el proyecto carecía de concreción, como captó Gutiérrez del Castillo. Ofrecerla hubiera supuesto ofrecer plenas garantías a todas las naciones europeas, lo que chocaba con los afanes hegemónicos que en definitiva primaban entre las élites dirigentes del Tercer Reich».

Conferencia de Castro-Rial

La conferencia de Castro-Rial apareció en Aspa y también en La Joven Europa. Al planteamiento de un cierto programa «europeísta» por parte del Tercer Reich, a través de la Revista de Estudios Políticos, se elaboró una alternativa española a los planes alemanes en la que se decía que: Europa necesitaba crear una conciencia común que justificase una política solidaria, y esa conciencia sólo podía ser fruto de la tradición cultural compartida, de esa unidad cultural que suponía el cristianismo. La construcción de Europa dependía de recuperar aquella comunidad cultural perdida.

«Desde esta perspectiva, la contribución española a la idea de Europa debía de hacerse desde su propia tradición cultural y política, genuina del pensamiento conservador: el universalismo cristiano del antiguo Imperio Español» incide Caballero.

«Este fue exactamente el planteamiento que había hecho Castro-Rial en el Congreso de Dresde que, por completo ajeno a dogmas racistas y escapando a los planteamientos puramente económicos, afirmó que a Europa solo se la podría construir desde los valores culturales forjados por la España del Siglo de Oro. Nada de acatamiento a las consignas alemanas, sino reivindicación del papel histórico de España. Unos puntos de vista cercanos a la Universitas Christiana de Carlos V, y alejados de los planteamientos biologicistas del Tercer Reich» aclara el autor. Castro-Rial, con el aplauso de sus camaradas divisionarios apuntaba en esa dirección en su discurso:

-En estos instantes de conmoción y grandeza internacionales, en que combatimos alegremente por el Nuevo Orden de Europa, no nos es lícito desde el frente más que esculpir, con la sangre y la actitud operante de la milicia, el magnífico gesto de la nueva juventud española, España brinda, de nuevo su presencia a Europa (…). Todos los pueblos de Europa se encuentran hermanados en un pasado y necesitan entrelazarse para el porvenir en una comunidad graduada jerárquicamente hacia un fin distributivo y justo (…).

Esta idea de «comunitas perfecta», entrevista sagazmente por las geniales concepciones de los fundadores del Derecho Internacional, Francisco de Victoria y Francisco Suárez, mentes claras y penetrantes, que vivieron en días que estuvo a punto de cuajar prácticamente la orgánica jerarquización de Europa, intuyó sutilmente la ineludible necesidad de supeditar las desordenadas apetencias nacionales al mayor ideal de una comunidad equitativa (…). España no solo ha ofrecido y aportado a la Cultura europea unas perennes construcciones científicas, sino que en la larga proyección de su Historia continental ha sacrificado a la idea política de la comunidad europea muchas de sus energías e intereses nacionales.

No solo defendimos a Europa cuando las irrupciones orientales amenazaban a Viena, o precedentes de África nos invadían la Península Ibérica, o cuando fue asolada la quietud apacible del Mediterráneo, sino que también ofrendamos nuestros intereses concretos a la unidad continental cuando Carlos V aspiraba a ella por una Comunidad de Príncipes europeos en la que las ambiciones nacionales no pusieran en peligro la armonía de los Pueblos (…). La idea de una Europa en marcha expresa la realización de una misión específica de cada entidad nacional que vive en su seno. La juventud española que combate en Rusia representa el anhelo de toda una generación que en nuestra Patria exige para España una tarea concreta en el Mundo.

«Tan elaborados argumentos, seamos sinceros, tuvieron mucho menos eco en los oídos de los combatientes de la DA que un discurso pronunciado por Hitler ante el Reichstag, el 26 de Abril, donde dio por superada la dura batalla invernal en Rusia» reconoce Caballero, en donde el führer «Cubrió de gloria a sus soldados, pero también habló de los de otras naciones que combatían en el Frente del Este. No olvidó citar expresamente a la División Azul, de la que dijo palabras llenas de alabanza, subrayando su lealtad para con sus camaradas alemanes en los combates al sur del Ilmen (una referencia muy clara a los combates de los esquiadores en el lago)».

En España y entre los divisionarios esas palabras encontraron una calurosa acogida. «Más allá del inevitable aspecto protocolario, sabemos que Hitler -que tenía unas ideas sumamente simplistas sobre la historia de España- sin embargo apreciaba muy sinceramente el valor de los españoles, aunque compartía con la mayor parte de sus paisanos los prejuicios sobre la falta de disciplina, etc., que caracterizan la visión de los españoles por parte alemana» incide el autor.

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