Vamos a comentar algunos tesoros artísticos que se guardan en San Mamede de Seavia. Aprovechamos los datos y fotos de la exposición de tesoros del monasterio de San Paio del Xacobeo 99.
Antiguo monasterio masculino, es el único de los anexionados a San Paio que está situado en la provincia de A Coruña, en el municipio de Coristanco.
Nada sabemos sobre su fundación, aunque se sospecha que haya sido de propiedad privada y familiar, quizás unido a la familia Traba.
Su primera mención es muy tardía, de 1392. Su incorporación a San Paio se realizó sin problemas, porque su último abad cedió los derechos a cambio de una pensión.
El antiguo monasterio poseía un coto en la feligresía de Seavia, cuyos vasallos tienen las mismas obligaciones que hemos visto en Camazo, también contestadas por los vasallos desde finales del siglo XVI. Antealtares para ver los diezmos de San Mamede, San Salvador de Padreiro, de Santa María de Restande y de San Salvador de Erbecedo, presentando los beneficios. Su dominio territorial es pequeño. Todas las propiedades estaban en la actual provincia de A Coruña y la renta llegaba en especie a San Paio alcanzando la cantidad de 2128 ferrados de trigo y 2500 reales.
En primer lugar nos acercamos a una singular escultura.
SAN MAMEDE
Este santo titular de la parroquia de Seavia, preside el retablo mayor de esta iglesia y es conocido por haber predicado la palabra de Dios en el desierto las bestias salvajes.
El emperador Aureliano le intentó matar de varios modos, pudiendo eludir la muerte, en todos los casos, por mediación divina. Su representación iconográfica se basa en la leyenda sobre su muerte que cuenta que fue eviscerado, hacia el 275, con un golpe de tridente en el abdomen.
Así, aparece con el tridente en la mano derecha, las tripas sobresalientes del abdomen que sujeta sobre la mano izquierda y el libro que aprisiona entre el brazo izquierdo y pecho. Lleva túnica talar y manto sobre ella que casi la cubre y que se recogen en su brazo izquierdo.
Alza la mirada, sostiene el tridente adelantando el brazo tratando de crear espacio. El rostro ovalado, de mentón prominente y mirada ascendente, nos habla de un barroco muy avanzado.
La estructura de cinco pliegues, que había trascendido mucho más allá de Mateo de Prado, se ha perdido aquí por completo. Los paños se aristan y se aplican algunos cortes como sobre la rodilla izquierda, que buscan mostrar la anatomía subyacente.
Esa sensación se logra perfectamente a pesar del arremolinamiento de los paños. El manto se tercia sobre el brazo derecho y cae generando una lograda sensación de volumen.
El apoyo se hace sobre la pierna derecha que se adelantan mientras la izquierda se flexiona ligeramente. Esta pose -que dibuja una ligera “S” e infunde movimiento al cuerpo- y su canon alargado sugieren una influencia de Gambino y su taller. La policromía, si bien no es la original, mantiene la cenefa con palmetas en relieve, típica del último tercio del siglo XVIII.
LA PLATERÍA DE SAN MAMEDE DE SEAVIA
Seguimos analizando la riqueza artística de San Mamede de Seavia en Coristanco. Ahora hablamos de dos piezas de orfebrería: la naveta y el ostensorio de plata.
NAVETA
Naveta en forma de nave que se apoyan en un pie circular conformado por la sucesión de varias molduras. Una recta, dos convexas -la primera de ellas decorada con formas vegetales, la otra lisa- y la última de forma troncocónica, bastante elevada se decora también con motivos vegetales. Sobre ella se sostiene la quilla o casco.
Ésta tiene forma de barco y está recorrida por una profusa y enorme decoración vegetal conformada por varios elementos verticales que dividen la superficie en cuarterones decorados a base de gruesas “ces” repujadas.
La vela delantera se infla y se decora en forma de concha por el exterior permaneciendo lisa por el interior. Inicia una curva que no llega completarse y se remata con un pequeño pináculo.
En cuanto a la cubierta, ésta es de perfil cóncavo-convexo y lleva un tirador calado de decoración minuciosa. Una crestería recorre de lado a lado la parte correspondiente a la tapadera.
En esta pieza, que permanece en perfecto estado de conservación, todavía no observamos la existencia de una división nítida entre quilla y cubierta que será un recurso propio del más afamado platero compostelano del tránsito del siglo XVIII y el del XIX: Jacobo Pecul. Esta característica, unida a la profusa decoración que presenta la obra nos hace llevar su dotación al tercer cuarto del siglo XVIII.
OSTENSORIO
Desde las primeras celebraciones de la procesión del Corpus Christi, los ostensorios o viriles, cuya función exportar la Sagrada Forma, cobran mayor importancia.
Arranca este ostensorio de un pie circular abocelado que se apoya en cuatro patas y está decorado por una sucesión de gallones de apreciable tamaño.
A continuación se sitúa un elemento cilíndrico bastante desarrollado culminado por un plato liso sobresaliente. El ástil está conformado por un estrechísimo bocel sobre el que se posa un elemento nudo-jarrón decorado con querubines y sin plato que se une, por medio de un cuello liso, a la copa abocelada y gallonada del igual modo que el pie. Sobre ésta se coloca la estructura cuadrangular que representa una arquitectura renacentista de pilastras, arcos de medio punto y frontones sobre los que se recuestan dos querubines. Dentro se porta el cerco moldurado destinado a contener la Sagrada Forma.
Sobre todo ello, una última estructura en medio de la cual hay una campana que sonaría en las procesiones al ritmo de los pasos de los fieles. Sobre cuatro cariátides se dispone un círculo rematado en crestería que sostiene una cúpula lisa y en la que se hinca un crucifijo.
El Cristo, de tosca realización aunque de cuidada anatomía flexiona ligeramente los brazos, inclina la cabeza hacia la derecha y posee una cuidada anatomía. El ancho y recto paño de pureza se anuda a la derecha. Sobre él aparece la cartela que reza: INRI.
En la parroquia de Seavia nació la beata Isabel Remuiñán