“Nosa Señora de Vilamaior” en Santa Comba se celebra cada 15 de agosto. Y en cada edición se reedita la comunión entre miles de personas y este evento lleno de muestras de devoción en torno a la iglesia y a la fuente “miragreira”.
Buceando en la hemeroteca nos encontramos con diferentes informaciones que acreditan el histórico tirón de estas fiestas.
Fiestas de 1933 en Vilamaior
Viajamos en la máquina del tiempo hasta 1933. Contaba el diario “El Compostelano” que aquel verano las celebraciones en la citada parroquia xalleira fueron muy concurridas.
Daba cuenta de devotos llegados de las comarcas de Bergantiños, Dubra, Xallas y Barcala durante dos jornadas. El primer día, con misas toda la mañana y la actuación de la banda de Portor “que hizo las delicias de la juventud”. Por la noche hubo “ iluminación a la veneciana y fuegos fijo y de aire” y fiesta con la banda mencionada y un cuarteto regional.
El 15 de agosto se sucedieron las misas e intervino el profesor de la Universidad Pontificia Manuel Silva Ferreiro, que ensalzó a la Virgen María ““siendo escuchado con religioso silencio por miles de personas que se apiñaban en el atrio y en el campo de la iglesia, ya que dada la concurrencia no fue posible hallarse dentro del templo y si desde un púlpito improvisado en el atrio”.
Los actos continuaron con procesión, meriendas, “profusión de globos” y fuegos artificiales.
Nosa Señora de Vilamaior, 1926
Pero podemos retrotraernos unos años más en el tiempo. Hasta 1926.
Se ocupó de los oficios religiosos el párroco Emilio Domínguez Méndez, mientras que la parte musical corrió a cargo del recordado José Ferrero Castaño, tocando el piano “que hizo gala de su técnica y arte”.
Hubo procesión y música con la banda de Negreira, dirigida por Magariños, que cedió la batuta de dirección al maestro Ferrero.
Se demuestra que era un evento social. Allí estaba el médico Antonio Tomé, el secretario municipal José Fernández Otero, el abogado Francisco Taboada o el profesor Alfonso González Hidalgo.
Son dos ejemplos de la tradición y popularidad de unas conmemoraciones que se mantienen en el tiempo.