Casa puesta, cruz a la puerta (refrán popular)
Fisterra cuenta con un rico patrimonio que todos los peregrinos que realizan el Camino de Santiago hasta el ancestral final conocen. Pero frente a los emblemáticos edificios como la iglesia del siglo XII, el faro o el mítico castro-fortaleza de Castromiñan, hay pequeños detalles que se les pueden escapar (véase mis artículos “Simbología y marcas gremiales en Santa María de Finisterre” “Faro, Semáforo y Marconi: baluartes de las señales marítimas en Fisterra” “Castromiñán: de castro celta a torre augusta y castillo de Camões”).
Los símbolos y epígrafes que encontramos en muchas casas y construcciones varias del casco histórico y las aldeas que conforman el concello, son uno de ellos.
Unas cruces, un cáliz, una frase o una fecha, estas marcas en las viviendas de Finisterre son muy numerosas y causan mucha curiosidad a quienes las descubren, pero lo cierto es que su historia no es tan conocida como podríamos pensar siendo un caso muy singular (después de Compostela que cuenta con el mayor número de marcas de Europa). Y develarlos al gran público es nuestro cometido, como anteriormente hicimos con todos los cruceiros locales (véase “Historias desconocidas y sorprendentes de los cruceiros de Finisterre” 2020).
La cruz cristiana se ha convertido desde Constantino en el símbolo más usado para proteger los hogares y evitar la entrada del mal en cualquiera de sus formas (seres maléficos que portarían las pestes a humanos y animales), pero en especial del demonio, categoría que aquí no se asimila tanto al diablo teologal sino a una serie de entidades perturbadoras (no necesariamente malignas) como pudieran ser los simples y traviesos trasnos.
En portales de casas antiguas de todo el concello fisterrán existen decenas de rústicos grabados cruciformes labrados en dinteles o jambas para protección de quienes en ellas se cobijaban (personas y/o ganado), que hasta hoy no han sido objeto de ningún estudio y que cumplen una función apotropaica.
El término apotropaico se emplea en antropología y deriva del verbo griego apotrépein ‘alejarse’, ligado con la necesidad psicológica de hallar cierta seguridad en un rito, un sacrificio o un signo que, por su carácter mágico, se cree que aleja el mal o propicia el bien.
En Santiago llama la atención de los visitantes otras figuras que hay en las fachadas de la ciudad pétrea, son las marcas de propiedad. La marca de propiedad se cincelaba en el dintel de las casas o en una de las piedras más próximas a la puerta principal.
Una práctica habitual a partir del siglo XIII, pero la mayoría de estos símbolos datan del XVIII; probablemente porque, a partir de las desamortizaciones, a los propietarios, es decir, a los monasterios, Cabildo de la Catedral, Ayuntamiento, etc les convenía tener actualizado su patrimonio para “deixar claro quen era o dono da propiedade”, según explica el catedrático Juan Monterroso, “porque todas estas corporaciones luego alquilaban estos inmuebles” (“El poder urbano del cabildo compostelano”, Miguel Ángel Cajigal Vera – Academia.edu).
Las propiedades de la Iglesia correspondían en muchos casos a donaciones o herencias pero, según explica Monterroso, el origen de gran parte de las mismas hay que buscarlas en los foros (véase “El Poder Monástico y Señorial en la Fisterra foral” 2021).
Quienes han hecho o estudiado el Camino de Santiago saben que el cáliz es un símbolo ligado a esta Ruta Xacobea y a Galicia. Debido a la leyenda del Santo Grial de O Cebreiro; el cáliz que ya aparecía en la heráldica del antiguo Reino de Galicia del siglo XII pasó a formar parte de la bandera oficial y está también en el escudo de Santiago de Compostela (además de formar parte de la historia gremial y de la orfebrería compostelana). Símbolo ligado a las propiedades del ayuntamiento de Santiago. Por tanto, no es de extrañar que lo veamos en Finisterre puesto que fue señorío de la mitra santiaguesa y Final del Camino.
En los siglos XVII y XVIII fueron muy difundidos los anagramas protectores, como el cristograma IHS y Ave María, pero tanto en la Edad Media como en la Edad Moderna, el símbolo esencial de protección fue la cruz. En otros frontispicios el anagrama va acompañado de elaborados mensajes como aquel que dice: “Una de dos, o no entrar aquí o alabar a Dios”.
Recorriendo las calles y callejuelas de las parroquias de Finisterre vemos que algunas casas muestran también en sus dinteles el año de su edificación, en muchas ocasiones están tapados por carteles, cables de suministro eléctrico o por el encalado. O se movieron de su lugar de origen debido a obras en los edificios.
Un ejemplo de esto último es la Casa de los Valdivieso, que en su fachada lucía una placa de mármol con la fecha de edificación y nombre del propietario: “Redificola D. Juan Diez de Valdivieso, año 1604” (véase “Recuento de las Casas Nobles de Fisterra I: los Valdivieso” e “Hidalguía fisterrana en la Catedral compostelana”).
Esta vivienda también es conocida como la Casa del Cuadrante, pues posee una placa de mármol que tiene trazado un círculo en un cuadrado, dividido en 24 sectores de 15 grados con numeración arábiga. Reloj de sol ecuatorial pues el plano de proyección es paralelo al plano del ecuador y el gnomon (estilete metálico) es perpendicular al plano de proyección. Está en buen estado de conservación para ser del siglo XVII.
No es el único reloj de sol en Fisterra, grabado sobre una pieza cuadrada de granito apoyado en una moldura se halla otro en la iglesia de San Vicente de Duio. El plano de proyección es vertical y el gnomon tenía un ángulo con el plano de proyección igual a la colatitud del lugar.
De idéntica factura hay un reloj vertical en la iglesia de San Martiño de Duio, a 1400 metros del templo anterior. La pieza de granito está empotrada entre los sillares de la esquina suroeste del edificio. El diseño es clásico marcando de 6 a 6 con líneas largas las horas. El gnomon metálico, como en los casos anteriores ha desaparecido. Sabemos el año de fundación por una inscripción en el ábside que reza: “Ecclesia ista esta fundamentis instaurata arzobispo Ludovico (Luis de Salcedo y Azcona) rector Matheo Valdiviesso. Año de 1717” (véase “Tres clérigos Valdivieso y una misma devoción por Finisterre”).
Para concluir, apuntar que a través de este artículo pretendemos dar conocimiento de una parte del rico acervo cultural de Finisterre, entender mejor su génesis y reconstruir la propia historia ciudadana de la villa fisterrana. En este estudio se da un primer paso para la catalogación y preservación de este conjunto patrimonial histórico y artístico, que permitirá tener una visión más clarificadora del desarrollo urbano del municipio.