Este artículo pretende contribuir a un mejor conocimiento de la investigación realizada hasta el momento sobre la heráldica civil del ayuntamiento de Finisterre. Tratamos, además, de ayudar a la consecución de dos importantes objetivos.
En primer lugar, el mutuo acercamiento de heraldistas e historiadores con el pueblo profano que es depositario de su legado histórico; y en segundo lugar, queremos hacer que estos últimos conozcan las armerías en tanto que son objeto de estudio junto con la necesidad de fomentar las investigaciones sobre la blasonería moderna, como hice con la medieval en infinidad de artículos en Adiante Galicia.
El heraldista Vicente Cadenas afirma que el fenómeno de adopción de escudos de armas por los municipios tiene su origen en los siglos XIV y XV, debido a las concesiones reales de privilegios o fueros a las villas y ciudades según el derecho medieval vigente.
En Fisterra el vínculo sería con la familia Mariño o el Vizconde de Finisterre. El vizcondado de los Moscoso (luego Condes de Altamira) tenía formas de gobierno propias; estaba administrado a través de alcaldes de castillos y fortalezas, escuderos y apoderados, pasando por el notario hasta el juez y otros cargos que hacían efectiva la gobernabilidad del territorio (véase “Recuento de las Casas Nobles de Fisterra VI: los Mariño” 2019, y “La disputa del Castillo de Vimianzo: el Arzobispo Fonseca contra el Vizconde de Finisterre” 2017).
Posteriormente, durante el Antiguo Régimen (siglos XVI a XVIII) prevalecieron los blasones gentilicios de linajes de la nobleza, que mantenían algún tipo de relación con cada lugar, especialmente la del señorío (véase “Zas y Finisterre ligados por un linaje: La Casa de Lamas y Moscoso” 2020). Durante el siglo XIX, fueron creadas armas propias por numerosos municipios, obligados por la Orden Ministerial de 30 de agosto de 1840, del entonces Ministerio de la Gobernación, que instaba a todos los ayuntamientos a adoptar un escudo propio.
En efecto, el 20 de septiembre de 1876 el alcalde Manuel Xampén y Pou redacta un informe a pedido del gobernador civil que confirma lo antedicho y donde detalla el uso de sellos institucionales con el correspondiente escudo municipal indentitario de la villa de Fisterra en cada época.
El primer cuño fue adquirido hacia 1840, por el presbítero Agustín Barrientos cuando se le hizo depositario de los fondos de la villa, por lo que se deduce que en su calidad de presbítero teniente-cura, escogió una custodia u ostensorio como símbolo corporativo.
Tuvo un uso continuado en el tiempo, excepto el breve período en que se instauró la primera república española, es decir, desde su proclamación por las Cortes el 11 de febrero de 1873, hasta el 29 de diciembre de 1874 cuando el pronunciamiento del general Martínez Campos dio lugar a la restauración de la monarquía borbónica. Momento en que volvió a utilizarse el del sacerdote Barrientos.
El siguiente sello se adquirió hacia 1850 y se usaba en pequeños documentos como cédulas de vecindad.
En 1883 se produce un hito en el progreso de Finisterre que provocará el cambio del logotipo consistorial y que lleva vigente desde hace más de 100 años: la inauguración de la primera estación de Galicia eléctrico semafórica y telegráfica en el monte del Cabo (véase “Faro, Semáforo y Marconi: baluartes de las señales marítimas en Fisterra” 2020). Este había sido un reclamo largamente esperado que aportó grandes beneficios comerciales y navieros, por iniciativa de los fomentadores que necesitaban el telégrafo para sus negocios y que se alternaban al frente del Concello.
El nuevo cuño incluye: Torre de tres niveles soportando un mástil con banderas para señales marítimas, dicho edificio está sobre un monte costero y de su base salen dos hilos telegráficos hacia la izquierda. De frente al mar pasan dos bajeles.
Cuando la proclamación de la segunda república, la administración local envía carta de adhesión al “Gobierno provisional de la naciente República española” con firma del alcalde José Ballón y el consiguiente sello institucional, que ya pasara también por la dictadura de Primo de Rivera.
Continuó durante la segunda república como vemos en escritos firmados por los entonces alcaldes Pedro Paz o Cipriano Fernández. Con la excepción tras la Guerra Civil del delegado provisional y administrador del Concello Manuel Martínez Traba que adopta otro sello con escudo de España y corona mural.
El mismo Manuel Martínez instituido ya alcalde retoma el uso del cuño del Semáforo, y con el nuevo régimen afianzado se continuó con el mismo emblema como se aprecia en una carta de toma de posesión de 15 de octubre de 1940 del alcalde José Velay.
Curiosamente hacia 1960 Ramón Domínguez Rivera como secretario de la nueva S.D. Fisterra, adopta como escudo deportivo el símbolo del ayuntamiento, reemplazando los barcos por un balón y es reconocido oficialmente por la federación gallega de futbol. Cosa que el Concello aún no logra por parte de la Xunta de Galicia.
En los ´90 se forma una comisión para obtener el reconocimiento durante el mandato del alcalde Ernesto Insua y se añade un ornamento exterior a modo de pergamino de su color para darle un empaque nobiliario.
Como vemos, los símbolos de las instituciones locales son la primera imagen que un ciudadano percibe de ellas, ya que los identifican y diferencian, entre otras muchas cosas, de otras entidades territoriales. La heráldica es un sistema emblemático que ha tenido una presencia continuada e importante en todo el mundo occidental desde su aparición, hace ya más de ocho siglos. En ese sentido, la aplicación de la heráldica civil ha adquirido particular importancia y desarrollo como signo de identidad para perpetuar y divulgar las peculiaridades históricas y geográficas de las corporaciones locales.
En consideración a estas razones, la Xunta de Galicia ha establecido un procedimiento reglado, a disposición gratuita de todas los concellos, encaminado a lograr estos objetivos y dar así una simbología propia a cada municipio.
El procedimiento de adopción de insignias es el siguiente:
El pleno de la corporación tiene la facultad de adoptar, por mayoría absoluta, los acuerdos relativos a la aprobación, modificación o rehabilitación de escudos heráldicos y banderas propios y privativos a tenor de lo dispuesto en las leyes y decretos vigentes, según el reglamento de símbolos para entidades locales de Galicia.
Luego, el acuerdo plenario se someterá a un trámite de información pública por el plazo de un mes mediante anuncios en el Diario Oficial de Galicia y en el tablero de edictos, con el objeto de que se puedan efectuar alegatos. El pleno de la corporación correspondiente resolverá esos alegatos.
De seguido, la documentación anterior será elevada por la entidad local a la Vicepresidencia primera y Consellería de Presidencia, Justicia y Turismo.
Una vez recibida, esta consellería solicitará el informe de la Comisión Heráldica, en el plazo de 30 días hábiles, quien, a su vez, podrá solicitar dictamen de la Real Academia Española de la Historia o de otra institución análoga.
El informe de la Comisión de Heráldica de la Xunta de Galicia, que tendrá carácter vinculante, se deberá emitir en el plazo de tres meses. Si en dicho plazo no se recibiese este informe u otra comunicación al respecto se dará curso al expediente sin más trámite
En caso de informe favorable de la comisión, el/la titular de la Vicepresidencia primera y Consellería de Presidencia, Justicia y Turismo elevará al Consello de la Xunta de Galicia la propuesta de aprobación de expediente.
Enseguida se procederá a la publicación en el DOG del correspondiente decreto de adopción y aprobación del escudo o bandera.
En caso de informe no favorable, se le dará a la entidad local un plazo de audiencia de dos meses, durante el cual podrá adoptar un nuevo acuerdo en pleno modificando su propia propuesta para adecuarla a las recomendaciones de la Comisión de Heráldica.
Así es que en 2007, el ejecutivo local entregó a todos los miembros de la corporación, los bocetos y justificaciones de la que serían la nueva bandera y el nuevo escudo municipal para ser debatidos, y una vez recibidas las propuestas, enviarlos a la Comisión de Heráldica.
Se trataba de introducir en el escudo elementos definitorios de la realidad del municipio y de aquellos aspectos que lo han hecho célebre. La Xunta había enviado previamente al Concello un par de propuestas, pero en la reunión celebrada entre pares no se llegó a tomar ninguna decisión consensuada.
Pese a la nula colaboración de la autoridad consistorial para poder consultar este expediente (con otros la laxitud de acceso al archivo es insolente), nos hemos valido de las hemerotecas digitales que cumplen perfectamente nuestro objetivo de conocer el fallido proyecto.
Ambos diseños simbolizaban el Cabo Finisterre, como fin histórico de la tierra firme con el faro, que representa su “intenso tráfico marítimo internacional” y la inmensidad del mar. Una cruz potenzada “recuerda la parroquia de Santa María, donde su crucero gótico es considerado en la zona el más antiguo de Galicia” (está debajo del faro como la cabeza del rey Gerión en el escudo provincial de Coruña). Las tres vieiras aluden al Camino de Santiago y a las otras tres parroquias (La Voz de Galicia- 5/09/2007). Todo bastante esperpéntico y poco original en el desarrollo de conceptos.
Heráldicamente vemos un fondo azul con un faro como principal figura (muy empleada en las armorías bretonas y nórdicas municipales). Está representado en forma de una torre elevada con linterna muy luminosa despidiendo rayos de oro en cruz como el escudo de A Illa de Arousa y el de Versonnex (comuna francesa del Ródano-Alpes) que también lleva vieiras entre ellos. Por detrás un «sol crepuscular». Al timbre, corona real cerrada.
El escudo actual de Fisterra es muy similar al de A Guarda, y este al de Palos de la Frontera que a su vez «se basa, en parte, en el concedido por el Emperador Carlos V, el 23 de septiembre de 1519, a los hermanos Pinzón y a los marinos de Palos que fueron con ellos a descubrir las Indias». Así lo afirma el sitio web municipal.
Por lo que no vemos cuales son los insalvables defectos de los que adolece el emblema fisterrán e imponer uno que no sólo no se corresponde con el ícono centenario de la villa, sino que además es una copia barata de otros escudos preexistentes en España y Francia.
Mejor sería que se convocara una consulta popular o un concurso de proyectos heráldicos abierto a todos los vecinos de Finisterre que son en definitiva, a quienes ha de representar el escudo municipal.