Trabajadoras de Galicia Tin & Tungsten hablan sobre su experiencia laboral en un sector históricamente masculinizado
En nuestro imaginario colectivo el sector de la minería continúa siendo eminentemente masculino. Cuando pensamos en la extracción y explotación de los recursos minerales presentes en nuestro entorno, nos viene a la cabeza la imagen de un operario, nunca de una operaria. Sin embargo, no es así. Galicia Tin & Tungsten, GTT, es una muestra de que la mujer también juega un papel, de igual importancia al hombre, en esta actividad económica fundamental para cubrir las necesidades de hoy en día.
GTT es la compañía que trabaja para reactivar la histórica mina de wolframio de Varilongo, en Santa Comba. De los nueve empleados que componen su plantilla, en esta primera fase de puesta en marcha, cuatro son mujeres, un 44 % del total, y ese porcentaje aumenta si sumamos a una estudiante en prácticas que finalizó su período de formación recientemente.
Ana Monteserín (Grandas de Salime, Asturias) es miembro del equipo de geología de GTT, defiende que “el género no influye en lo que uno puede aportar a una empresa o no. Lo que más influye son las ganas de trabajar, el conocimiento de cada persona y la motivación personal”.
Afirma que siempre fue consciente de que se tendría que ganar un hueco en un mundo laboral masculinizado donde sabía que las diferencias existían. Sin embargo, asegura que en GTT sus compañeros nunca le han hecho notar ninguna diferencia y siempre se ha sentido “muy incluida y arropada”.
Del mismo parecer es Candela Pita (Cedeira, A Coruña) ya que cuenta que en su experiencia de formación en GTT no notó diferencia alguna entre hombres y mujeres, pero sí admite que durante la carrera y en otros ámbitos profesionales “es muy habitual”. “Desde lo más básico que es el obviar o dar menos peso a tus opiniones y comentarios en comparación a las de tus compañeros, a, en el peor de los casos, invalidarte por el mero hecho de ser mujer”, comenta y confirma que “existe el estigma de que las mujeres son demasiado sensibles, frágiles o incluso menos aptas que los hombres para el mundo de la geología y de la minería”.
Por su parte, Rosa Seoane (Vimianzo, A Coruña) y Mari Carmen Lorenzo (Coristanco, A Coruña) no creen, como sus compañeras, que por ser mujeres vayan a aportar algo diferente a la empresa. “Ambos, hombres o mujeres, estamos suficientemente cualificados para poder aportar lo mismo”, afirma Mari Carmen.
Rosa es la última en haberse incorporado a la plantilla. Especializada en Administración y Finanzas, trabajó en los último siete años en el Reino Unido en labores de asistencia financiera. El brexit y el coronavirus la empujaron a volver a su tierra y en GTT encontró la oportunidad de ejercer su profesión. Cree que en el sector de la minería trabajan más hombres que mujeres por “la dureza del trabajo dentro de la mina”, pero en la oficina no hay distinción entre hombres y mujeres.
Ana Monteserín, por su parte, cree que la minería era considerada “cosa de hombres” por “tener menos fuerza y por la creencia de que la mujer debía de quedarse en casa y criar familia”. Algo que considera erróneo ya que “en mi caso, he estado realizando el mismo trabajo que mis compañeros y he llegado a su mismo nivel”.
La directora de Negocio de Rafaella Resources, propietaria al 100 % de GTT, Susana García (Madrid) va más allá y vaticina que la minería dejará de ser un mundo de hombres: “hoy en día, en la minería moderna, la mayoría de las acciones están automatizadas por lo que la fuerza ya no es determinante y sí lo es la formación, la actitud y la experiencia. En GTT lo tenemos claro”.
Susana García, quien procede del ámbito de la consultoría estratégica en diferentes industrias a nivel internacional, declara que su objetivo es alcanzar “una plantilla equilibrada y que las mujeres que quieran dedicarse a la minería, en cualquier área, tengan una oportunidad ecuánime”.
