-Rafael Lema-
Francisco Lens es uno de los grandes escultores gallegos del siglo XVIII, que trabajó en la fachada de la Azabachería o el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago entre otras muchas obras. Nació en Santiago en 1724 y en 1747 lo tenemos obrando en la catedral. Lo vemos muchas veces relacionado a Ferro Caaveiro, Gambino. Vive la transición del rococó al neoclásico.
Daba cuenta Couselo Bouzas en 1932 que en el arciprestazgo de Céltigos contaban con tres obras del afamado autor, un retablo y dos colaterales. Se hallan en Alón (Santa Comba). El párroco de Santa María de Alón, d. Domingo Antonio Loriga y España, «como comisionado del Exmo. Sr. Arzobispo para la construcción de la iglesia, reparos de vestimentos, vasos sagrados, etc hizo fixar cédulas para la construcción del retablo mayor y dos colaterales», y habiendo concurrido varios maestros se le ha adjudicado a Lens el mayor, en 4.250 reales, como mejor postor. Pondría en las cajas de los costados una imagen de Santiago Peregrino y otra de Santa Lucía, del tamaño de aquellas; y en la del segundo cuerpo una imagen de la Virgen, de medio relieve, en actitud de subir a los cielos sobre una nube y acompañada de ángeles y serafines.
En el cauce del Xallas hay más obras de Francisco Lens López, hijo de Plácido de Lens y Juana López, hermano de otros artistas como Alejandro y Manuel Lens. Para San Pedro de Brandomil ejecuta en 1770 el retablo mayor, recibiendo por él 4.000 reales, cobrando al empezar cien ducados.
Francisco Lens (Santiago de Compostela 1724-1798) destacó en el ámbito retablista. Según Salvador Yzquierdo Peiró son también retablistas Alejandro, Manuel y Mateo Lens; y los pintores Juan Antonio y Juan Manuel. «Los autores no se ponen de acuerdo sobre el parentesco que pudo unir a todos estos con Francisco Lens, quien fue, en todo caso, el más reputado de la saga. A él correspondió la introducción de un tipo de retablo que rompía con los cuerpos salientes de Fernando de Casas y una pureza de líneas y sencillez en las tallas que nada tenían que ver con la abundancia de adornos de antaño» indica Yzquierdo.
