A VUELTAS CON EL WAKNER. UNA MIRADA AL ESTE. Accede al primer capítulo
El obispo Mártir de Arzendján, ciudad y diócesis de Armenia regada por el bíblico Eufrates, tras su viaje a Compostela se dirige a Finisterre en 1493. En el relato de su peregrinatio escribe que en este peligroso tramo, pasado el Xallas, atravesando los montes de Nemancos (céltico, el país de los bosques sagrados; parroquia sueva), en la zona de Dumbría (céltico Donobria, castro sagrado; primera iglesia de nemancos), tras muchos trabajos y fatigas, se topó «con gran cantidad de bestias salvajes muy peligrosas».
Y sobre todo «Encontramos el vakner, animal salvaje grande y muy dañino» que atemoriza a compañías de veinte personas. En la primera parte de esta crónica descartamos que en el Finisterre le hablasen del desconocido y ajeno wakner/vakner. No es un monstruo legendario gallego, no recogió aquí ese modelo. Tampoco es un animal real (lobo, oso). Por ahora los estudiosos se dividen entre el lobishome o el dragón, algo que yo descarto.
El hombre lobo es bien conocido en Rusia, tierra de lobos, es el bolkolak. Los dragones (zmei) sí son populares en la tradición oral del este; pero en el siglo de humanistas, neoplatónicos, de Erasmo y Nebrija, no andaban por el Camino más que en las novelas de caballerías, que contaban con un género similar en el entorno eslavo y caucásico (el héroe ruso o bogatyr, titán y caballero andante; baghatur turco). Los magos-druidas eslavos precristianos son los voljov (el peludo, uno de los nombres del oso). El volj es un personaje mítico hijo de una mujer y un dragón.
Y tras este avance los llevo a otra peregrinación, a la inversa, a la Ruta de la Seda, a la tierra de ese Martiros que un día parte de su patria para ver mundo como el Ulises de Cunqueiro. Como Osiris, Hércules, Lugh, Jano. Del este al oeste, el buen camino.
ARMENIA, ENTRE RUSOS Y TURCOS
La llegada del cristianismo tuvo un enorme impacto en el desarrollo de la civilización rusa y en las comunidades de Asia Menor en donde se implantó. A pesar del abandono de las deidades primitivas, tanto las prácticas y creencias paganas como las cristianas continuaron coexistiendo y llegaron a nuestros días, como sucede en la religiosidad gallega. Es increíble la similitud entre la cosmogonía gallega y la eslava. Uno de los aspectos que estudia la hermandad Istarka Jakoba.
La demonología tradicional precristiana eslava guarda una clasificación similar a la nuestra. En ella entran seres del grupo de las fuerzas impuras, aliadas del antidiós, el Dios Negro, dentro de la dicotomía universal (bien-mal, este-oeste, noche-día). Se ocultan en lugares impuros (cuevas, bosques, acuíferos, fronteras reales o simbólicas), asustan y atacan a los humanos; suelen tener formas antropomorfas o zoomorfas, transformarse, compartir rasgos humanos y animales. Se denominan según su morada, actividad, aspecto y se les combate con precaución, amuletos, o sea con magia.
En los tiempos del viaje de Martir gobierna el Rus desde el Kremlin de Moscú Ivan III el Grande, que se convierte en 1497 en el primer zar de Todas las Rusias. Anexiona el principado de Novgorod (famosa base de la División Azul), pone fin a la dominación tártara e inicia un proceso de expansión económica, cultural y militar por todas las fronteras, también un ciclo de influencia en el Cáucaso, en donde un siglo después Rusia será la potencia dominante. Proclamó Moscú como la tercera Roma, heredera de Bizancio. Después de la caída de Constantinopla, los patriarcas ortodoxos se inclinaron a considerar a los grandes Duques de Moscovia como los sucesores de los emperadores bizantinos. En 1487 Iván III redujo el Kanato de Kazán, uno de los sucesores de la Horda, a la condición de vasallo, aunque en sus últimos años perdió su dominio sobre él.
Con las otras fuerzas musulmanas (el kan de Crimea y los sultanes del Imperio otomano), las relaciones eran pacíficas e incluso amistosas, buscando su ayuda militar para las campañas del norte. El viudo Iván III, siguiendo la sugerencia del papa Paulo II (1469), que esperaba de tal modo atar Rusia a la Santa Sede, desposó a Sofía Paleóloga, sobrina del anterior emperador de Bizancio. Frustrando las esperanzas del papa de unificar la fe, la princesa se convirtió a la ortodoxa. Debido a sus tradiciones de familia, despertó ideas imperiales en la mente de su esposo, adoptó la etiqueta ceremoniosa bizantina (junto con el águila bicéfala imperial). Iván quería hacer de su capital una sucesora digna a Constantinopla, y con ese objeto invitó a muchos artistas y maestros extranjeros a que se radicaran en Moscú.
Así los cristianos armenios contaban con un poderoso enemigo al norte, ahora cabeza política de la Iglesia ortodoxa. Malos vecinos eran los tártaros de Kazán y el avispero caucásico. Y al oeste, los turcos habían arrasado a los bizantinos, ahora reducidos a los códices. En los monasterios rusos, en las bibliotecas heredadas por los otomanos, en los intercambios de la Ruta de la Seda o los puertos helenizados del Mar Megro los armenios podían comerciar y obtener conocimientos culturales. Por ejemplo, los libros de viajes son uno de los géneros propios de la literatura rusa de los siglos xv-xvII. La principal referencia para un hombre de cultura armenio de su época.
GALICIA, EL RIO DEL OLVIDO
Era bien conocida Galicia en aquellos extremos, y por supuesto el Camino. Cientos de peregrinos habían llegado desde el este y Asia Menor desde el inicio de la peregrinación; por supuesto armenios, los custodios de la cabeza del apóstol y su memoria en su catedral de Santiago de Jerusalén hasta otro pío latrocinio románico de un obispo de Braga. En tiempos de Roma por todo el orbe se proclamaron la victorias contra los galaicos de Décimo Junio Bruto o Augusto. «θνο[υς] Καλλαικῶ[ν]» leemos en la inscripción epigráfica en griego antiguo referida a los Kallaikos aparecida en el templo de Sebasteion (S. I d.C.) en Aphrodisias, Turquía.
El Sebasteion es un templo dedicado al culto imperial, sobre todo a Octavio Augusto y sus sucesores Julio-claudios, en donde vemos referencias epigráficas a las victorias de Augusto sobre diferentes pueblos «bárbaros» (16 en total), contando a los Kallaikos por el único «ethne» prominente de la Península Ibérica, lo que da cuenta de la importancia que su conquista tuvo para los romanos. Una repercusión que ya vemos en la Biblia, en el Primer Libro de los Macabeos, en cuanto a la gesta triunfal de Décimo Junio Bruto.
Galicia era nación de tesoros incontables y de monstruos marinos, la última tierra, el lugar fronterizo al paraíso. La cosmogonía eslava reconoce el Finisterre mítico como el fabuloso occidente, punto cardinal cargado de simbología negativa. Al ser el lugar donde muere el sol, representa la muerte y el fin de todas las cosas, lugar de donde procede toda clase de males y calamidades, espíritus y fuerzas malignas. El héroe debe visitar el averno para volver renovado a la vida, alcanzar la eternidad.
Allá se enfrenta a maravillas, reinas meigas, a bestias temibles, realiza proezas. Es peligroso caminar de oeste a este, y no se debe beber de un río con esa orientación. Por el contrario, seguir la callis o ruta este-oeste es alcanzar un camino de perfección. La que siguieron los hijos de la Vieja Europa y el kurgán escita, indo arios, celtas, suevos, godos. Según la leyenda, allá donde se juntan el cielo y la tierra se termina el mundo. El cielo es el esposo de la tierra, ambos forman un matrimonio cósmico, origen de toda vida y fuente de fertilidad, de la lluvia. Una comunión que se puede observar el día de san Juan desde un «outeiro». El cielo es la llave, principio masculino; la tierra es el candado, principio femenino.
Allende los mares se ubica la isla de Buyán, donde se encuentra el árbol del universo, la piedra mágica alátyr o látyr y espíritus del bien que ayudan al hombre que alcanza la isla a cumplir sus deseos. Recordemos las navegaciones de los santones célticos. La piedra sagrada látyr en forma de altar, con propiedades mágicas y curativas, situada en el centro de la tierra en esta isla mágica, sostiene el árbol del universo, bajo el cual habita una doncella que posee el don de curar las heridas.
Por debajo de la piedra, igual que bajo tantos templos gallegos, brotan ríos de aguas milagrosas que recorren el mundo. Sobre la gran roca sagrada de los celtas nerios, la Pedra de Abalar de Muxía, llega la virgen embarcada como una mensajera banshee céltica a bendecir a Santiago, pues es la soberana y señora de la tierra.
En la cosmovisión tradicional eslava el Viréy o Iréi es el mítico país del «mas allá», adonde migran las aves en invierno, siguiendo la Vía Láctea, donde se refugian los animales tónicos. A veces son almas mudadas en aves. En primavera se abren las puertas del más allá y las aves y animales vuelven a la tierra. A ese otro mundo se dirigen las almas de los que abandonan el mundo de los vivos, al cielo representado como un lugar semejante a la tierra (luce el sol, cantan las aves en felicidad y abundancia) o por el averno (en las entrañas de la tierra, sin aves ni luz, sin viento ni sonidos).
Los dos espacios están separados por una frontera endeble: un muro, una cueva o un río. Uno de los temas favoritos del folklore eslavo son los relatos fantásticos del viaje al otro mundo (Viréy), donde el héroe debe superar obstáculos, ayudado por ciertos animales. Por la nación de los nerios corría el Vir Fluvius. La capital diocesana era la ciudad de Iria, único obispado hispano nunca tomado en la invasión sarracena, germen de Compostela. Nombres con fuerte carga simbólica, sobre todo para un lejano viajero con el zurrón cargado de una cultura singular como Martir.
Un río marca la frontera simbólica entre el mundo de los vivos y el Más Allá, por eso los ríos eran divinizados (Dniéper, Volga, Voljov). Un mítico curso subterráneo es el Río del Olvido o río de fuego. La tierra es sostenida por tres ballenas que flotan en un río de fuego. Al cruzarlo el alma del difunto olvidaba su vida terrenal y se adentraba en la eternidad. Recordemos que en Galicia sucede el paso del Lethes o Limia, con la heroica gesta de Décimo Junio. Y un río cuyo puente cede marca los dominios del maravilloso reino finisterrano de Lupa en la Translatio. J. Guyonvarch explica que el irlandés Letha, el galés Llydawh y las formas galas Litavis y Litana, se refieren al Más Allá céltico, reconstruido como Letavia. Un lugar de banquetes, tesoros ocultos entre peligros, donde desaparecen las jerarquías sociales, reinan soberanas y diosas. En el episodio de la conquista romana de los callaicos Tito Livio y Floro narraron el miedo de los romanos a cruzar el Limia y entrar en esa Letavia-Callaecia. Donde brilla la piedra latyr.
El Tres Veces Décimo Reino es el «Otro Mundo», ese que se extiende allá lejos, mucho más allá de los bosques impenetrables, en el nacimiento de turbulentos ríos, bajo el mar o bajo la tierra. El héroe podrá acceder a él luego de un largo y penoso viaje a través de terribles montañas, destinado a la búsqueda del objeto deseado (manzanas de oro, aves mágicas). En este mundo hay infinidad de palacios revestidos y adornados con objetos de oro y plata, y no suele ser fácil salir de él. Hay una muy antigua creencia eslava que puede estar relacionada con ésta, cuenta que la Tierra es una isla rodeada de mares y debajo del mar existe otro mundo donde se oculta el sol por las noches.
EL VECHERNIK Y OTROS RIVALES
Relacionados con el mundo acuático hallamos dos seres mitológicos rusos, conocidos en todo el entorno caucásico, vivos en Rusia y en la actual Armenia (ex soviética). El vodnik y el bannik. Como ven, dos palabras muy parecidas a nuestro vakner. Y son seres acuáticos, que encajan con la imagen mítica de Galicia, una atlántida-casitéride con sus fronteras mágicas de agua. La tercera en litigio posee una fuerte carga simbólica, mitológica. Es el vechernik.
En los tres casos se conserva una base fonética cercana a nuestra forma, con transliteración en los dos primeros ejemplos (vnk, vkn) pero en la última voz el grupo consonántico es también idéntico (vkr-nk) si atendemos al alfabeto cirílico, origen del ruso y del armenio. No hay otro ser fabuloso que encaje etimológicamente con el vakner como el vechernik (un titán mudado en héroe), y además precede éste de la propia tradición cultural de Mártir.
La pronunciación de las dos formas por un caucásico sería prácticamente idéntica, difícil de distinguir. La transcripción de una B rusa o Beta griega nos daría la uve inicial de ambas palabras. En cuanto a los grupos k,zh,ch,x del ruso y armenio suelen ser objeto de controversia en su translación al romance. En este caso, la forma alfabética rusa y armenia usada tanto en vakner como en vechernik es igual (че) y se puede traducir k,ch. El vechérnik puede ser un vekrnk (Beчеpник). Un armenio ruso lo leería así: vekernk. Derivado de vecher-vekr (noche). En Numeración Cirílica los valores numéricos de las letras corresponden a algunos números griegos: la Ч para koppa. Estamos en el caso del grupo vkr-vkrnk ante derivados de vecher (noche). Con toda la carga simbólica para un armenio de los seres espectrales, del mundo de la sombra, los occidentales.
En la riada de personajes del mito solar ruso, son tres los héroes épicos o bogatyr que simbolizan los tres momentos del día, en donde hallamos a vechorka o vechérnik. Los tres nacieron de una madre el mismo día: el primero nació por la tarde y por eso se llama vechorka o caballero del anochecer o vespertino.
Es protagonista de una serie de mitos y relatos fantásticos donde puede figurar con otros nombres, siempre derivados de una misma forma (vecher, vechernik). En todo caso, un símbolo pagano y ruso, con cuya marca o recuerdo lidiará Martir en su apropiación de «matices» para iluminar su maravilloso viaje al lugar que limita al paraíso. Una tierra ya tan cristiana y jacobita como Armenia, pero demasiado occidental. Reino de la noche y de Venus, donde se oculta el sol, y en su centro hay una urbe sagrada, la ciudad de las estrellas (Compostela).
VODNIK Y BANNIK
El vodnik fue en origen un ser más maléfico y de aspecto más terrible que hoy en día, tamizado por la nueva narrativa infantil (un trasno al modo «broder Grimm»), que podía causar grandes desastres y atacar a grupos. Pertenece al campo de los seres acuáticos, de ríos o lagunas, con semejanzas en nuestra mitología. En esencia es un hombre verde, muy representado en el románico gallego, entre la vegetación pétrea de los capiteles, muy destacado a modo de mascarón de proa en el jacobeo pórtico sur de la nave de Santiago de Cereixo. La primera escultura románica de la Translatio.
El Vodník también es llamado vodyanoy en ruso, vadzianik en bielorruso, vodianyk ucraniano, wodnik en polaco, vodník en checo y eslovaco, vodnik en búlgaro y macedonio, vodanoj en croata, povodni mož en esloveno y vodenjak en serbio. Se presenta como un anciano desnudo con una cara de rana, barba verdosa y pelo largo, con su cuerpo cubierto de algas y lodo, o escamas de pescado negro. Tiene patas palmeadas en vez de manos, cola de pez y ojos que arden como brasas ardientes.
Por lo general, monta a lo largo de su río en un tronco medio hundido, haciendo fuertes salpicaduras. A menudo se le trata de abuelo o antepasado. Es culpable de muchos ahogamientos. Cuando se enoja, el vodyanoy rompe diques, inunda los molinos, y ahoga personas y animales como nuestros encantos fluviales, de los que aporto una buena serga en «Camiño dos Faros, leyendas de la Costa da Morte». Con frecuencia arrastra a la gente a su vivienda submarina a servirle como esclavos. En el folklore checo, esloveno y eslovaco el vodník tiene una constitución y hábitos completamente humanos.
El Bannik de las leyendas de la antigua Rusia tenía una vena maligna, muy vengativa con ciertos tipos de gente y malas costumbres. Lleva la imagen de un anciano con patas peludas y uñas largas; con un aspecto bastante salvaje, baja estatura, fuerte, con el cuerpo desnudo cubierto con hojas secas, una larga barba llena de moho, los ojos del color del arco iris.
Es el espíritu de los baños o saunas rusas (banya), que añora el placer de un buen baño; por eso detesta a la gente cochina que no se baña o lo hace mal. Si era molestado por un intruso mientras se bañaba, el Bannik lo cubriría con agua hirviendo o lo estrangulaba. Vivía detrás de una estufa o bajo los bancos, revelándose tan solo cuando no estaba contento con el baño o si alguien no había sido respetuoso en su acuatico espacio vital.