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lunes, marzo 25, 2024

Caneliñas 2, setenta aniversario en las ruinas de la última ballenera de España

// Rafael Lema Mouzo//- VÍDEO ADIANTE TV

En 1951, hace setenta años, se inició el último gran proyecto de ballenera industrial de España en Caneliñas (Cee), una moderna factoría que cerró hace 35 años, cuando era posible oír el japonés, el inglés y el noruego en medio del acento de la ría. Claro que la historia había nacido hace un siglo, con los nórdicos y sus plataformas flotantes.

No es fácil acceder a la cala de Caneliñas, al lado de la playa de Gures, donde se hundió en 1846 el barco de pasaje a la India Great Liverpool, cuyo capitán McLeod fue enterrado en un jardín del viejo almacén de salazón de la playa de Fornelo. Salimos de Cee en dirección a Ameixenda, pasando este pueblo y antes de llegar a Gures tomamos una estrecha pista a la derecha que nos lleva en pertinaz bajada por un empinada cuesta hasta un pequeño caserío, con alpendres habilitados como ocasionales aliviaderos veraniegos y alguna renovada construcción.

Los últimos balleneros de España aún viven en esta histórica aldea y en los lugares vecinos, pues hace 35 años que dejaron de trabajar. La pista muere contra una gran verja, corroída por el óxido del abandono y las mentiras, cercando un amplio predio que rodea a una mole de cemento e hierros, los restos de la última ballenera de España y de Europa occidental. La última reducción de 8 siglos de caza documentada en Galicia son hoy una ruina industrial con dos décadas de especulaciones sobre proyectos turísticos que no pasaron de un borrador y ya fatiga hablar de ellos y sus falsarios padrinos. Otra joya histórica tan llena de posibilidades como de negaciones, por las pocas luces de las autoridades locales, sobre todo.

Nos damos de bruces con la cancela de un pinar. Pero, como el encarcelado de los cuentos góticos que se ve emparedado sin escapatoria al remate del capítulo y al comenzar el siguiente halla una trampilla por donde escapar, así nosotros nos fijamos a la izquierda, entre unas casitas, un muro, macetas a un y otro lado, y una señor tumbado en el suelo «sonllando», cubierto con un delantal, con un caminito. ¿Pasa por ahí el coche? Pues sí, pasa, y estamos de lleno en el arenal recogido, con sus lanchas de recreo, a donde también se acercaron otros curiosos, ávidos de la apertura de las restricciones covid, hasta una docena de coches.

Y nos detenemos ante los restos de la factoría ballenera, rodeados por una valla, maleza y unas grandes pías de cemento. Es una impresionante nave, con medio techo caído, pintadas de artistas del hip hop; dependencias anexas derruidas, con los nobles dinteles de piedra de la primera etapa (centenaria), uralitas y maderas rotas, bidones. En fin, todo un filón para los amantes de las ruinas industriales, el turismo apocalíptico chernobyl, o los aficionados a la romántica era de los balleneros. Y en estas me acuerdo que una velada poética que compartí en un célebre pub del Cee de los noventa llamado Moby Dick. La gran novela norteamericana. Unos años antes había entrado en la ría de Camariñas a morir un gran rorcual, a la playa de Xaviña, ao Rego dos Coiros.(En esta foto)

En Galicia se cazaron ballenas desde que hay datos de estas pesquerías en el Cantábrico en la Edad Media. Nuestros románicos monasterios y señores de la guerra reclamaban los mostrencos del mar y sus gigantes habitantes, bien llegados por iniciativa propia a varar o capturados. Los vascos al agotarse sus caladeros se instalaron en nuestras costas, y en el siglo XVI era aquí una pudiente industria. Malpica, Caión o Camelle ya albergaban bases o vicharras en estos inicios. En la rada de Sabadelle, en Camelle, en el siglo XVII dos vecinos de Laxe promovieron un nuevo almacén. Y a principios del siglo XX llegaron noruegos a probar suerte. Estábamos en medio de la nueva ruta dorada a la Antártida, desde 1904. Ya con vapores, cañones lanza arpones.

Los noruegos de la Sociedad Ballenera Española (también llamada Compañía) hace cien años, en 1921, tras la guerra mundial, decidieron volver y crean la primera factoría ballenera moderna de España, en Getares (bahía de Algeciras). Fue una campaña exitosa para Carl F. Herlofson y los hermanos Bruun (Compañia Ballenera Española S.A.), así que pidieron permiso para abrir otra en Caneliñas (Cee) en 1924, con Juan Carlos Andresen como gerente.

La Compañía, con capital noruego y español, llevó a Caneliñas un buque factoría de origen noruegués, el «Blus», que operó hasta que en naufragó en la ría el 22 de mayo de 1925, por un fuerte temporal. Es un barco de 700 tn construido en Larvik, Noruega, matrícula de Toenslerg, ex Odbhorg. El barco se recupera y pasa a operar como pontón carbonero en la ría. La Compañía que cambia el nombre a Sociedad Anónima Corona decide instalar en la propia ensenada de Caneliñas en 1928 la que sería la primera factoría ballenera de Galicia en tierra firme, atendida por más de 100 operarios.

En 1927 los noruegos cierran las bases tras la adquisición de tres factorías flotantes (Pelagos, Antartic y Pontos) y un nuevo método de captura, con menos problemas con los vecinos y autoridades, que no fueron pocos. En Cee y Corcubión se quejaban de la posible contaminación de la ría, perjudicaban la pesca, de que atraían a tiburones. La Sociedad Anónima Corona, concentra su actividad en Caneliñas a partir de 1929, hasta el año 1938. La compañía tiene dos buques en Ceuta, el Benzú y el Marsá (ex Hval) que llevan a Cee y se convierten en el Caneliñas y el Temerario. Dos barcos de buen porte, casco de acero y potente máquina.

Entre 1924 y 1927 la factoría de Caneliñas procesa 1280 ballenas y 84 cachalotes que producen 40.000 barriles de aceite. Son muchos los usos de los productos obtenidos de ballenas, rorcuales, cachalotes: saín como combustible para el alumbrado, el aceite de cachalote para las manufacturas de margarina y jabón, el aceite del hígado, la carne como comestible, los huesos para material de construcción o triturándolo para elaborar afrodisíacos; las barbas de la ballena para armas, fustas, paraguas, o corsés; el caro ámbar gris que se origina en el intestino de la ballena como fijador de perfumes, en farmacia; el espermaceti o cetina del cachalote, para ungüentos, velas y jabones, productos cosméticos y farmacéuticos. En los últimos años la carne de rorcual se exporta a Japón y el aceite de cachalote al mercado catalán.

Los buques fueron vendidos y la compañía fue liquidada hacia 1930.

El diario El Imparcial, de Madrid, en su edición de 21 de enero de 1930, en su página 5, citaba:

«Compañía Ballenera Española. Por acuerdo del consejo de Administración se convoca a junta general extraordinaria de señores accionistas para tratar de la disolución y liquidación de esta Sociedad, que se celebrará el día 6 de febrero próximo, a las doce horas de su mañana, en el domicilio social, calle de Santa Engracia, núm. 50, segundo; advirtiéndose a los señores accionistas; que para concurrir al acto deberán depositar sus acciones en la caja xial (¿?), de diez a doce de la mañana, con diez días de anticipación, según dispone el Art. 15 de los Estatutos.-
Madrid, 20 de enero de 1930.-El consejero-secretario, Manuel Nogueira».

En Galicia, el buque-fábrica REY ALFONSO, de la Compañía Corona, fondeado en la ensenada de Barra, a la entrada de la ría de Vigo, y con cuatro vapores de caza, capturó 398 ballenas desde abril a octubre de 1926.

El lugar de captura en Galicia, según el informe oficial, fue siempre fuera de seis millas de tierra, entre unas 20 y 150 millas desde las islas Cíes y el Cabo Villano, siguiendo rumbos al N.W. y S.W. Los 398 ballenatos produjeron 9.099 barriles de a 170 kilogramos de aceite y 1.575 toneladas de guano. Por término medio, cada ejemplar dio un rendimiento de 23 barriles de aceite, o sea algo más de 3.900 kilogramos.

En la posguerra se reabre la industria ballenera española. En 1947 el armador, industrial y conservero coruñés José Chas Rodríguez abre una factoría en Razo (Carballo). Una nueva empresa, la IBSA (Industria Ballenera S.A.) con Francisco Lombardero Franco al mando se hace con la propiedad de Caneliñas en 1946. En este mismo año los principales armadores coruñeses: Iglesias Corral, Freire Costas, Wonenburguer Canosa, Andrés Soto Carnero, Castro-Rial y Francisco Rey Méndez controlan las acciones de IBSA, y en 1951 entra en la sociedad José Docampo Prada, que será presidente de 1954 a 1985. Logran la concesión de la zona desde el Miño hasta la Estaca de Bares por caducar la de José Chas y adquieren nuevos balleneros.

En Caneliñas la guerra civil y la guerra mundial mantienen cerrada factoría hasta el año 1951; es la segunda etapa de la factoría, cuando Industrias Balleneras S.A. (IBSA), faena con dos balleneros, los veteranos Temerario y Caneliñas. Parece ser que en su primer año de funcionamiento habría procesado algo más de 100 ballenas.

A principios de los años 70, la firma IBSA, propietaria de la factoría de Caneliñas, la sociedad Factoría de Balea C.B. (formada por Hermanos Massó, Barreras e ibsa) propietaria de la factoría de Cangas y la Familia Massó propietaria de la factoría de Morás se fusionarían bajo la denominación de IBSA. Al término de la campaña del 76 los balleneros de la factoría de Cee Caneliñas y Temerario son retirados a Cangas. Los sustituyen los modernos IBSA I, IBSA II e IBSA III.

Llegan tiempos malos para la caza de ballenas. El Estado Español firma en el año 1979 del Tratado de la Comisión Ballenera Internacional, que regula la caza de cetáceos en aguas españolas, fijando topes. Sufre un atentado el IBSA I amarrado en Corcubión, sin daños de importancia. Y otro los buques IBSA I (por 2ª vez) e IBSA II, amarrados en el puerto de Marín, provocando su hundimiento el 27 de abril de 1980. Se libró el IBSA III, cambiado de amarre entre la 1ª y la 2ª deflagración.

La Moratoria de pesca de ballenas firmada en 1983 en Brighton por 4 años aplicable a partir del año 1986, cerrará Caneliñas. El arponero Miguel López Pérez, de Ares, según José Pino, había pescado la última ballena en Galicia a bordo del IBSA III antes de la moratoria. Un reportaje documental de aquellos tiempos queda como testimonio de toda una era.

Descuartizando una ballena en Caneliñas en 1927- Foto El Ideal Gallego

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