– Rafael Lema-
El serial dedicado a la relación entre Alejandro Finisterre y Frida Kahlo que hemos ido desvelando desde noviembre pasado es para nosotros un motivo para revalorizar la figura del empresario gallego exiliado en México. Por su relación con grandes personajes de la cultura de su tiempo fue también modelo de pintores como su amigo Picasso, cuyo retrato inédito en exclusiva mundial les presentamos hace poco con motivo del aniversario de la muerte de Finisterre. También su amada Frida Kahlo lo retrató y aquí les traemos una muestra, otra pieza en exclusiva para nuestros lectores. No es la única sorpresa de este reportaje.
Por desgracia, no conservamos esa pintura de Frida y Chavela Vargas que la artista cita en la entrega a A.F. con todas estas cosas que estamos analizando. Supongo que A.F. se lo llevaría consigo a España. O lo regaló a alguien especial. Lo busqué y por desgracia no di con él.
Una carilla cuadriculada sacada de una libreta escolar aparece ilustrada por un bello retrato de un joven Alejandro Finisterre, en el margen derecho. Por el tono del escrito y por el estilo parece de la primera etapa de la relación.
La cabeza de A.F. muestra una parte del cuello en trazos seguros, una cara de bella plasticidad en su aparente sencillez, pues la autora obra con maestría a la hora de captar el movimiento y los rasgos psicológicos del retratado. Su rostro es el de un hombre preocupado, que parece leer las negras letras, gruesas y claras, de Frida, que completan la plana hasta el final. Y sabemos el porqué de la aflicción del gallego. Es un duelo compartido por la amada, el de tantos muertos causados por la dura represión franquista.
Escribe Frida: «Querido Alejandro. En tu España nativa, más muertos, más viudas, más niños huérfanos ¡Cuánto me lastima! ¿A dónde va España con Franco? ¿Cuántos más muertos? ¿Cuántos más republicanos en la diáspora?». Son frases angustiadas, de sincero dolor de una persona que tanto hizo por la causa de los camaradas de Alejandro -los hace suyos merecidamente-, que quiere seguir ayudando, «Alex, ¿qué podemos hacer desde la comodidad de nuestra casa por España?».
Recordamos ese cuadro perdido de la autora de 1938, su aportación a la memoria artística de la guerra civil. Las cartas de admiración a sus tres españoles emigrantes, reflejados en el gallego: «Alejandro, te fui queriendo al ir conociendo el sufrimiento de aquellos que como tú lucharon por un mundo mejor, por una España mejor y por un futuro nuevo sin importarles ni siquiera la vida para lograr su objetivo. Alex, mi niño cuánto te quiero y te admiro. Frida Kahlo».
Frida en el material enviado a A.F. habla abiertamente de sus otros dos ocultos amantes españoles, siendo documentos de excepción al respecto, tanto en el caso de Bartolí como en el de Ricardo Arias. Los dos eran amigos de A.F. y de otros exiliados. Bartolí y Finisterre estuvieron en el frente de Madrid y en los campos de concentración franceses. Arias tuvo mucha relación con la familia de una restauradora de arte española (los Durán Leal), refugiada en México tras la guerra, acogida por los Rivera. Los Rivera ayudaron a Arias al igual que a cientos de españoles del bando perdedor.
«Nuestras» letras de Frida hablan de esta pasión suya por los españoles republicanos, por la causa de la República. Arias vivió en Coyoacán, Frida le buscó trabajo en el sector automovilístico. Lo sabemos en su vida en marzo de 1939, en el viaje en barco de Europa a México; además con una relación abierta y pública, durante ese año de ruptura con Diego y separación legal (con papeles).
Pero no contábamos con ninguna foto o rostro de Ricardo Arias Viñas. Ahora, gracias a nuestro trabajo de investigación, al lado de una serie de hojas enviadas por Frida a Finisterre, hallamos un retrato de Ricardo de la mano de la genial pintora de Coyoacán. El primer documento gráfico publicado del empresario y activista catalán, personaje del que ya hemos hablado en otros artículos.
