“Para mi la pintura es una razón de vivir, por eso no la tengo como profesión”.
Manuel López Garabal
– Juan Gabriel Satti Bouzas-
Leer recientemente un artículo de mi colega Rafael Lema sobre el gran pintor Ernesto Goday, me hizo reflexionar sobre la falta de una reseña fisterrana a la altura de esta pareja de gigantes de la pintura regionalista gallega. Vamos a ello.
Concepción Vázquez Martínez (7/12/1906 -3/07/1971) nació en Santiago, en el número 41 de la calle Huertas, premonitoriamente por la que sale el tramo final del Camino de Santiago hacia Finisterre. Será la tercera de cinco hermanos nacidos en una familia cuyos miembros pertenecían a la abogacía, al ejército, a la industria y al sacerdocio. Familia que no había tenido, sino en los escritos inéditos del padre de Concha, lazo de unión con algún tipo de manifestación artística.
La propia pintora no nacerá al arte hasta los dieciocho años, cuando, sin haber recibido lección alguna de dibujo y pintura, llega a su casa cargada con pinceles, óleos y un gran lienzo, y en una buhardilla, a hurtadillas, se pone a pintar copiando una reproducción de la `Inmaculada de Soult´ de Murillo. Sólo una vez que hubo concluido la copia, mostró el cuadro a sus padres y éstos, viendo sus cualidades pictóricas, decidieron que estudiase dibujo. Así conoce a Juana Brocos que le dará sus primeras clases. Pronto, sin embargo, entrará en el taller de las Platerías del reputado Don Mariano Tito Vázquez, donde conocerá a Manuel López Garabal: “a partir de nuestra primera entrevista, me brindó consejos profesionales de extraordinario mérito”, diría Concha años después negando cualquier rivalidad artística con su marido. Tiene, entonces, la joven pintora, veinte años y una personalidad ya definida.
Acto de apertura de la muestra de Garabal en Vigo en 1944 (diario El Correo Gallego)
Al año siguiente se independiza y tiene el primer estudio propio en el número 14 de la calle de Santa Cristina, en el cual realizará las obras que expuso, en diciembre de 1930, en la Sala del Club Náutico de Vigo. Es esta su primera exposición individual y constituyó un éxito.
Su hermano José finaliza la carrera de Medicina y, soltero, precisa de alguien que le acompañe y ayude en las tareas domésticas en su nueva casa y consulta de la aldea de Mallas, en Finisterre. De esta manera, Concha Vázquez entra en contacto por vez primera con la villa marinera, en la que transcurrirán varios años de su vida y que tantas repercusiones tendrá en su obra posterior, repercusiones que no se plasman por el momento en el lienzo porque según una carta de su hermana mayor: «a tu familia no le gusta que pintes ahi».
A causa de la guerra civil, Concha abandona Fisterra y regresa a Santiago, donde tiene que empezar a trabajar ya que su padre se había jubilado y sus hermanos habían sido suspendidos de pago. Se iniciará como ayudante de sección en el taller de Artes Industriales de don Ramón Torres Carraqué, cargo que desempeñará durante un año y que tendrá una gran repercusión en su futuro, ya que la hace retomar y enriquecer mucho su obra pictórica. El 17 de septiembre de 1939 se casa con el dibujante y pintor compostelano Manuel López Garabal.
Don Manuel fue el quinto hijo del matrimonio formado por Raimundo López Pol y Concepción Garabal Sánchez. Su padre, escultor (como también lo había sido su abuelo, Bernardino López Quintáns), jugó un papel de liderazgo en el Partido Republicano, siendo elegido alcalde de Santiago, con la proclamación de la República; será precisamente quien convoque la Asamblea para la elaboración del Estatuto gallego. Su madre era prima del pintor José Garabal Louzao, discípulo de los Madrazo y uno de los más afamados pintores compostelanos del fin de siglo XIX.
La obra de los esposos Garabal en la prensa de la época (diario El Pueblo Gallego)
Fue dibujando sobre los cartones del comercio materno como Garabal empezó a desarrollar su vocación artística. A los diez años ingresó en el colegio de los padres salesianos de Vigo. Finalizados los estudios regresó a Santiago, en donde sus padres trataron de encaminarlo al comercio, sin embargo, él estaba empeñado en seguir su afición pictórica, lo que lo llevó a frecuentar el taller de su primo Cándido Garabal, donde aprendió “los secretos de taller” (diario La Noche-nº 8366).
En el otoño de 1922 se matriculó en la Sociedad Económica de Amigos del País como discípulo de Tito Vázquez. En 1926 participó en la Exposición Regional celebrada en Santiago y remitió a la Exposición Nacional dos cuadros, que fueron admitidos por el jurado de selección, con lo que gana la aprobación paterna para seguir su formación artística.
Concha Vázquez Martínez paseando por su querida playa de Mar de Fora en Fisterra (años 1950/1964).
Se trasladó, entonces, a Madrid, ingresando en San Fernando, al tiempo que asistía a las clases libres del Círculo de Bellas Artes. En 1928 regresó a Santiago para cumplir el servicio militar, conoce a Concha Vázquez, como hemos dicho antes y realiza su primera exposición individual en la compostelana Sala de la Sociedad Gallega de Amigos del Arte.
En 1929 remitió un Autorretrato a la Exposición de Arte Gallego patrocinada por El Heraldo de Madrid en el Retiro madrileño. En octubre, cuando se disponía a volver a Madrid para finalizar sus estudios, tiene un acceso de tuberculosis, enfermedad que no consiguió vencer hasta 1932. Reiniciada su actividad, expuso, en 1934, conjuntamente con Camilo Díaz Baliño y el escultor José Liste en Santiago; e individualmente en Vigo. Esta exposición causó sorpresa en la crítica y a partir de entonces fueron más numerosas en las principales ciudades gallegas como la del Aero Club Compostela (1939), recibiendo gran cantidad de encargos.
Mar de Fora» por Manuel L. Garabal (foto web)
El poeta y académico Julio Sigüenza en el diario La Noche (13/11/1946) escribe un artículo en el que señalaba: “Ante vuestra vista tenéis paisajes que os pueden recordar a Eduardo Pondal (…) los tenéis en esos bosques de árboles añosos y retorcidos que nuestros antepasados celebraban sus ritos druídicos, y en esas marinas de Finisterre, donde el sol se hunde en el mar, y por donde tantas veces vivió el poeta nuestra Historia: la Historia de nuestra raza”.
Por otra parte, en 1941 obtuvo el título de la Escuela Superior de Bellas Artes y en diciembre de ese mismo año ganó brillantemente la oposición a profesor de Dibujo Lineal y Decorativo de la Escuela Elemental de Trabajo deSantiago. En octubre del año siguiente fue nombrado profesor interino de la Escuela de Artes y Oficios, plaza que ganó en propiedad en 1963.
«la Cerca de Finisterre» de 1960 (foto web)
Los primeros años posteriores al casamiento están animados por el nacimiento casi consecutivo (noviembre de 1940, julio de 1942 y enero de 1946) de tres hijos, a los que agregarían un cuarto en 1952. Concha Vázquez aunque no deja la pintura, no retomará su trabajo profesional hasta que su tercer hijo tenga dos años.
Las exposiciones del matrimonio Garabal, como les gustaba llamarse, se convierten en uno de los eventos más esperados por el público: en el Salón del Foto Club (1948, Vigo), en la Sala Asociación de Artistas de A Coruña y la Escuela de Formación Profesional de Betanzos (1951), durante las Fiestas del Apóstol de 1952 (Oficina de Turismo), 1953 (Unión Protectora de Artesanos, A Coruña) y 1954 (también Unión Protectora). Siempre buscando inspiración para sus obras, cada verano en Fisterra, ininterrumpidamente desde 1939 hasta 1957.
Precisamente, el 16 de noviembre de 1954, exponen en el Casino de Ferrol, un total de 64 cuadros: “lo mejor de su obra, producida en su mayoría, en el verano último en el Cabo Finisterre”; según reza la crónica del Correo Gallego.
«Cabo Finisterre» (foto web)
El repertorio a lo largo de sus estadías es amplio en lugares comunes y personajes de la villa: “La Cerca de Finisterre”, “Mar de Fora”, “Playa de Arnela”, “Cristo de Fisterra”, “Zagaliño de Mallas”, “Moza de Finisterre”, “En el mercado”, “Mariñeiro de Fisterra”, “Muller do Mar”, “Vello Patrón”, “Peixeiras de Fisterra”, “Tragedias del mar”, “Cabo Finisterre”, “Abuela y Nieta”, etc.
Encontraban en la costa fisterrana que “el tema es inagotable y ofrece singular interés en todos sus aspectos” (La Noche-nº 12828).
Su cariño y compromiso con Fisterra quedó plasmado en un valioso óleo del Santo Cristo para el estandarte de su cofradía hecho por Don Manuel en 1951, que se encuentra en paradero desconocido; al igual que un dibujo a mano alzada de Nuestra Señora de Finisterre, cuya imagen se la encontró el artista en 1945 arrumbada en un almacén cercano a la iglesia parroquial.
Sentía además Garabal, una vieja pasión por la extrema geografía del Mundo Antiguo; y especialmente impresionado quedó por la alusión que hizo el Dr. Louis Th. Maes en unas disertaciones sobre las peregrinaciones expiatorias a Santiago y la importancia de Fisterra como meta de peregrinaje (véase mis artículos “El Santo Cristo de Fisterra en la peregrinación jacobea» y “Nuestra Señora de Fisterra en la peregrinación jacobea”).
En abril de 1956 Concha es intervenida quirúrgicamente. En el mismo mes del año siguiente, con Julio Sigüenza como presentador y el pintor Fernando Álvarez de Sotomayor y Zaragoza como principal mecenas, realizan una muestra colectiva en la Galería Macarrón de Madrid auspiciada por el Centro Gallego; con un gran éxito de crítica y público, que les abrirá el camino a nuevas exposiciones en la capital.
Óleo del Santo Cristo del perdido estandarte de su Cofradía (foto estampas de F. Muñoz) // Dibujo de Nuestra Señora de Finisterre (diario La Noche)
Pero lamentablemente, Manuel Garabal expondrá individualmente a causa de las continuas enfermedades graves que sufre Concha, que irán minando su salud hasta su muerte. Y que ahora sólo podrá seguir pintando entre recaída y recaída.
Sumado esto al reciente fallecimiento del padre de ella, no regresarán a Finisterre hasta once años después; y pasará largas temporadas en Gondelle (Sta. Baia de Oza, Teo), en el que fuera pazo de recreo de los Condes de Gimonde.La producción pictórica de los esposos se reciente y las exposiciones se vuelven más esporádicas.
Después de 5 años de inactividad pública, expondrán en 1963, 45 obras en el Hostal de los Reyes Católicos de Santiago. Repetirán en 1964 con 28 cuadros, primero en la Asociación de Artistas de A Coruña y luego en el Foto Club de Vigo (donde siempre tenían más ventas).
Concha Vázquez pintando en una de las aulas del Colegio Nuestra Sra. del Carmen (Fisterra), el cuadro `Avoa e Neta´ (1969).
El 3 de marzo de 1971 Concha Vázquez inaugura en Santiago la que será su última exposición en vida, enfermando ya esa misma noche. Unos días antes había mandado dos cuadros a la I Exposición Nacional Trienal de Bellas Artes, cuyo jurado de calificación acordó por unanimidad concederle la Medalla de Honor “como homenaje póstumo al conjunto de su obra y dedicación artística”, al tiempo que el Ayuntamiento compostelano ha dedicado a su pintura una sala en el museo de la ciudad.
Pasado el duelo Don Manuel retomó su trabajo y como no, sus visitas a Fisterra. Gracias a una semblanza que compartió una de sus modelos fisterranas, Marta Domínguez Senra, sabemos algo de su técnica y buen hacer en su improvisado atelier del Colegio y Residencia Nuestra Señora del Carmen (que es donde solían alojarse cada verano, ya que en esa época también funcionaba como hostal):
“Garabal tenía más de 80 años, yo 20. Llegué puntualmente a las once a la primera sesión. Ya se había puesto un largo delantal azul que le cubría hasta los pies. Extendía churritos de óleo sobre la paleta. Me hizo sentar sobre una mesa escolar, a la derecha de un ventanal que daba a un pequeño fondeadero de ondas plateadas y de ónice blanquinoso. Me hablaba, decía, para mantenerme vivo el gesto. No era nada difícil permanecer inmóvil. Me contaba cosas de su vida. Fueron diez días, no más. Eran historias de la guerra, de los siete años que pasó en un sanatorio de Castilla para vencer la tuberculosis, de su mujer también pintora que le esperó todo aquel tiempo y con la que hubo de casarse. Lo que no se cansaba de recordar era lo azul que era el blanco de los ojos de su esposa. Don Manuel de vez en cuando de repente dejaba de hablar y se detenía en una pincelada con la boca entreabierta y la cabeza ladeada” (verano de 1981).
Tras su muerte el Ayuntamiento de Santiago creó el `Premio de Pintura Garabal´ para alumnos de la Escuela de Artes y Oficios. En Fisterra se le honró nombrando una calle pero lo justo e igualitario sería que también Concha Vázquez Martínez figurara en la placa de algún modo, puesto que contribuyó con su arte a la promoción de Finisterre con la misma calidad y excepcionalidad que su marido mientras la salud le acompañó.
En Fisterra se le honró nombrando una calle pero lo justo e igualitario sería que también Concha Vázquez Martínez también estuviera, puesto que contribuyó con su arte a la promoción de Finisterre con la misma calidad y excepcionalidad que su marido (foto J. G. Satti).
Fuentes:
Revista Compostellanum Volumen 24, Número 3 (1979); https: //albumdetiempo.blogspot.com; las fotos son del `Álbum de Galicia´ (Consello da Cultura Galega), excepto donde se indica.