X.M. Lema
A Benigno García Díaz lo asesinaron por la espalda, mientras caminaba por una calle del casco antiguo de Ondarroa. Fue un 27 de enero de 1982.Se dirigía uniformado al cuartel para entrar en turno de noche, cuando dos jóvenes dispararon, en seis ocasiones, contra el policía municipal.
Benigno García Díaz, había nacido en el municipio de Cervo pero sus padres se instalaron en el barrio de Santa Cecilia, en Foz. Había sido marinero. En 1965 se establece en el País Vasco y una década más tarde ingresa en el cuerpo de la Policía Local. ETA militar no tardó en reivindicar el atentado.
Había sido amenazado
Había recibido amenazas de muerte. Y decidió pedir una excedencia de un año para trabajar fuera. No le dieron tiempo.No es el único caso de una víctima del terrorismo gallega que estaba a punto de cambiar su destino.
Era padre de seis hijos. El funeral se celebró en Ondarroa, siendo trasladado a hombros desde la casa consistorial hasta la iglesia. Posteriormente partió a Foz, en donde fue enterrado, en medio de una gran tristeza y expectación, con más de dos mil personas.
Policías locales de Cervo llevaron el féretro. Benigno había estado un año antes en su “terriña” para asistir al entierro de un hermano suyo. Ahora, por la sinrazón terrorista, le tocaba ser el protagonista de una historia trágica.
Su familia, obligada a abandonar Euskadi
Para su viuda, Mari Carmen Etxeberría, la dolorosa muerte vino acompañada de más amenazas. Contra su criterio inicial, tuvo que abandonar la localidad marinera vasca.
“Una de las amenazas me la hizo mi propia casera. Otras llegaron a través de las vecinas que me cuidaban los niños. Les encargaban que me lo transmitieran. Cuando llegó el ultimátum yo estaba hospitaliza en Bilbao por una operación y tuve que pedir al médico que me diera el alta” declaraba Etxeberría en una entrevista en el Diario Vasco.
Hoy recordamos a Benigno, un lucense, asesinado por ETA.
