En San Cristobo de Borraxeiros(Pontevedra), centenares de personas despedían, aquel viernes 25 de enero de 1980, a Alfredo Ramos Vázquez, entre dolorosas imágenes que guardan las hemerotecas.
Tenía 56 años y dos hijas. Regentaba el bar “Stadium” de Baracaldo. El 23 de enero, a primera hora de la tarde, dos encapuchados entraron en el establecimiento y ante la presencia de su mujer, una hija y una prima, se lo llevaron, bajo la amenaza de una pistola.
“Soy inocente, soy inocente”
“Soy inocente, soy inocente” decía Alfredo Ramos.Su nombre había aparecido en un reportaje de la revista “Interviú”, señalado como “un gallego que se divierte participando en enfrentamientos con abertzales”.Ramos había remitido una carta negando las acusaciones. No tuvo fortuna de que se publicara la nota en el medio antes del crimen.
En donde sí se había publicado fue en La Gaceta del Norte. En el mismo medio un yerno del hostelero declaró que :“Nunca se había metido en líos, ni tenía una tendencia política, había venido al País Vasco a comer” declaraba.
Cinco disparos en la cabeza
Esa tarde lo maniataron, le cubrieron el rostro, lo torturaron, y lo asesinaron.Fue encontrado, por un joven, muerto, en una zona minera de la Arboleda, en San Salvador del Valle. Tenía cinco disparos en la cabeza.
Un terrorista de la banda ETA, había llamado al diario EGIN para comunicar el asesinat: “Secuestrado, interrogado y tiroteado. Se encuentra a la entrada de La Arboleda”.
Se había marchado 18 años antes al País Vasco. Solía visitar Galicia durante los veranos. Ese día de enero volvió a su pueblo natal, en medio de una gran conmoción, para ser enterrado.