LAS CRUZADAS. GALLEGOS BAJO LA CRUZ AZUl.TRABA. EL TEMPLE EN FINISTERRE. RAFAEL LEMA
El conde gallego Rodrigo Pérez de Traba, estuvo dos veces en Jerusalén y dejó constancia de su paso como cruzado hispano en el cartulario de la iglesia del Santo Sepulcro. Allí quedó anotada la donación del noble gallego a esta célebre iglesia en 1138. Don Rodrigo en oriente afirmaba que era conde de una tierra próxima a la iglesia de Santiago, y donó «a tan santa como gloriosa iglesia del Santo Sepulcro del Señor la villa de Pasarela, con sus treinta y un casales, en los términos del castillo de Traba».
Evidentemente se trata de la actual Pasarela, en la parroquia de San Juan de Calo (Vimianzo), al lado de los penedos señoreados por el antiguo castillo en la Pena do Castelo en Traba de Laxe, en el bien conocido territorio medieval de Traba al que estaba adscrita la costa de las actuales Soneira y Fisterra. En el s. XVI la parroquia contaba con el mismo número de casas o lumes, y ya a mediados del s. XVIII, pasaba de setenta casales poblados. De la vieja hidalguía local quedan los escudos heráldicos de los Castro y Calo y los Álvarez de Calo, emparentados con los Carantoña, milicia de los condes de Altamira. Uno de sus miembros cuenta con un bello mausoleo en el interior del templo parroquial. Hay un escudo armero en una casa de dos rostros enfrentados, al modelo templario.
Don Rodrigo en su visita a los Santos Lugares consiguió que al pie del documento en donde constaba su donación figurase el sello del patriarca Guillermo. Esta prueba de prestigio fue exhibida con orgullo a su vuelta a Galicia. Con él iba su hermano Fernando, uno de los más bravos hombres de armas del emperador Alfonso VII, padrastro del primer monarca luso, tras su etapa de hombre fuerte de la condesa Teresa en las luchas intestinas portuguesas y acciones contra el moro. Compañeros de lucha del conde gallego figuran como testigos de la dádiva, militares de su tierra como Arias Savaríguez, Ioan Arias «et alli non paici». Y fue también confirmante Petrus Yspaniensis frater templi militum. Un gran hermano templario español. Estos nobles no viajaban solos, sino con su séquito, con su mesnada, máxime cuando estamos ante dos de los miembros más sobresalientes de los grupos aristocráticos del s. XII. Del mismo modo estos bravos hombres del Temple tras la batalla no perdían la ocasión de orar en los lugares en donde Jesús predicó.
Este Juan Arias era un importante hombre de armas, yerno de Fernando de Fraba, casado con su hija Urraca Fernández de Traba. A la hidalga familia Arias pertenecía el otro testigo del documento. María Ariániz es mujer de Froila Pérez de Traba. Adosinda Arias es antepasada del conde Fernando de Traba, que heredará de ella tierras del monasterio de Sobrado. Su hija María Fernández se casará con Juan Arias d´Ameiro. (8)
Tenemos pues a un importante grupo aristocrático gallego, el más poderoso de la época, en la vanguardia de los ejércitos de la segunda cruzada. Uno de los Traba, Fernando, participaría en una expedición de 1138 y acompañaría a los cruzados de la Europa atlántica que visitaron Compostela en 1147, y tras atacar a los moros en Portugal y Andalucía se reunieron en Tarragona para partir en demanda de Italia y Tierra Santa. Ese año estarían también Rodrigo y Bermudo, sus hermanos, compañeros en la cruzada dentro y fuera de la Península. Como veremos, también hubo una expedición gallega en la exitosa primera cruzada.
El garante del documento de los Traba, Guillermo I de Jerusalén, prelado originario de Malinas, fue prior del Santo Sepulcro, y Patriarca de Jerusalén desde 1130 hasta su muerte el 25 de noviembre de 1145 en Palestina. Pedro de Barcelona fue nombrado arzobispo de Tiro en 1146, puede ser el citado freire hispano, importante protagonista de aquella era. Otro patriarca al que sirvieron los nobles gallegos fué a Fulco de Angulema, un prelado francés arzobispo también de Tiro. Patriarca de Jerusalén desde 1146 hasta su muerte en 1157, en Palestina.
En Jerusalén sirvió como canónigo de la Iglesia del Santo Sepulcro, y en 1134 sucedió a Guillermo I como Arzobispo de Tiro. Es pues probable que lo ayudasen en el sitio de Baines. El Patriarca Guillermo I de Malinas murió en 1145, y el 26 de enero de 1146, Fulco fue nombrado nuevo Patriarca de Jerusalén. En Tiro se produjo una disputa entre Raúl, el canciller de Jerusalén, y Pedro de Barcelona, en la que al final fue Pedro el que fue nombrado Arzobispo de Tiro.
En 1148 Fulco celebró la llegada de Conrado III a Jerusalén en la Segunda Cruzada; envió felicitaciones a Luis VII de Francia, ahora en Antioquía. Fulco persuadió a Luis para continuar hasta Jerusalén en lugar de permanecer en Antioquía o Trípoli. En junio, Fulco asistió al Concilio de Acre, donde se tomó la decisión de atacar Damasco, lo que al final llevó al fracaso de la Segunda Cruzada. En 1149 consagró el recién renovado Santo Sepulcro, que había sido objeto de reorganización y expansión durante los últimos 50 años desde la Primera Cruzada. La iglesia de estilo románico inspiró a numerosos templos en Europa. Y nos asombra por ejemplo que este templo patrocinado entre otros por Gelmírez y los nobles de la casa de Traba guarde similitudes con algunas de las iglesias románicas que las señoras de traba levantaron en el Finisterre y el área compostelana en la segunda mitad del siglo.
La iglesia del Santo Sepulcro estaba en el monte Calvario y su modelo circular fue reproducido en toda el mundo por el Temple, custodio de esta iglesia y de los santos lugares. Es el centro sagrado de la nueva ley, la tradición reciente, uno de los dos pilares junto a la Moriah, el Templum Domini, que usaban e su simbología los templarios.
De estos contactos bélicos, llegan intercambios comerciales y culturales, también reliquias, uno de los grandes negocios de los templarios, sustento de muchas de sus campañas y sobre todo los ideales cruzados, la difusión en el Finisterre de la religiosidad vinculada a la devoción al Santo Sepulcro y a los Santos Lugares. Gelmírez en un suburbio de Compostela reedifico la iglesia del Santo Sepulcro a la que llevó el cuerpo de santa Susana robado de la catedral de Braga. La Historia Compostelana aporta información sobre la devoción en el entorno compostelano al Santo Sepulcro y las influencias entre la cruzada y la reconquista, entre Compostela y Jerusalén. Ideas como la guerra santa nacen de esta interrelación.
El obispo «croata» Dalmacio Geret de Compostela apoya al Papa en la primera cruzada. El cluniacense Dalmacio, el último obispo de Iria y el primero solo de Compostela había sido enviado por el poderoso abad Hugo de Cluny con la misión encubierta de arreglar las desavenencias entre los condes Raimundo y Enrique de Borgoña, que actuaban como virreyes de facto en Galicia y Portugal. Morirá en Cluny en comisión de su gran servicio a la sede compostelana. Su sucesor, Gelmírez sigue su manda entregando dinero y tropas, a cambio de nuevos beneficios para Compostela por parte de Roma y Cluny. Ambas sedes se llenaran de arcas de oro procedentes de la corona galaico-leonesa en los siglos siguientes. A ningún país le deben tanto como a España, siendo tantas veces sus reyes traicionados por la jerarquía católica y sus intereses mundanos.
Uno de los protagonistas de la historia de la Galicia Medieval fue el conde de Traba Pedro Froiláz, unas veces rival y otras aliado de conveniencia del otro gran señor gallego de su tiempo, Gelmírez. Don Pedro se titulaba además conde de Galicia, y de Trastámara desde 1125. Fue ayo del rey Alfonso VII a quien protegió de niño en sus tierras de la Costa da Morte, y antes sirvió de criado de Alfonso VI. Sus descendientes asimismo sirvieron a varios reyes en Castilla y Portugal. El primer Conde de Traba, así mencionado en un documento del 28 de marzo de 1098, fue Pedro Fróilaz (hijo de Froila Bermúdez), quien fue antes Conde de Ferreira y después el primer Conde de Galicia hasta su muerte en 1128. Su hijo, Fernando Pérez de Traba, tuvo enorme influencia en el Condado Portucalense. Froila Bermúdez en 1086 dona propiedades en Domirón (Narón) en agradecimiento por salvar la vida en la Batalla de Sagrajas (Sacralinas) contra los Almorávides.
CASA DE TRABA
Estos nobles eran los tenientes del castillo roqueño del rey en Traba de Laxe, en la zona oeste de los famosos penedos de Pasarela, entre otros servicios como la tenencia del castillo de San Jorge, en el monte Pindo, el citado de Ferreira (Coristanco). Los Traba son el linaje o grupo aristocrático más famoso de la Galicia medieval. El conde Pedro Froilaz de dos matrimonios tuvo seis hijos varones y nueve mujeres. Varios de sus descendientes se seguirán titulando comites (condes) y gobernando el castillo de Traba, principal atalaya defensiva de Bergantiños, Soneira y Fisterra en su época, como sus hijos Fernando y Rodrigo, su nieto Gonzalo Fernández y su bisnieto Gómez González. Se emparentan con las casas reales leonesa y portuguesa.
Al morir Raimundo de Borgoña don Pedro Froilaz (muerto en 1128) aparece como conde de Galicia, al año siguiente como Principis Gallicie. Urraca en 1121 le llama «maior inter eos comes». Es el hombre del rey, un virrey de facto. Su hijo Fernando de Traba, el gran alférez de la condesa Teresa en Portugal, tras la derrota contra Alfonso Enríquez en San Mamede en 1228, vuelve a Galicia; pero no es tan trascendente esta derrota ni es la causa de su marcha de Portugal. Es el año de la muerte de su padre, cuando hereda la corona condal y seguirá presente en la política lusa, jugando en el tablero de las alianzas, defendiendo la raia cristiana contra el moro, aunque ahora, como gran señor del reino, más pegado a la schuola palatina del rey leonés, junto a sus dos hermanos Rodrigo y Bermudo. Fernando será tutor de Fernando II. Bermudo acompaña a Fernando en la segunda cruzada y retorna en 1153. En 1160, tras una dura vida siempre en batallas, se hace monje en Sobrado.
Los hijos del conde, Bermudo y Fernando Pérez, son hombres de mundo y de fe. Bermudo tras enviudar de la hija del rey portugués, se hace monje en Sobrado. Su hermano Fernando se incorpora al ejército templario para la toma y defensa de Jerusalén, ciudad que visita en dos expediciones con otro hermano, Rodrigo. Sabían de Bernardo de Claraval y su reforma, de los nuevos rumbos de la iglesia y de la religiosidad en una etapa de expansión, de construcción y vitalismo, en donde los vínculos con oriente se acrecientan al impulso de las cruzadas. Así apadrinan a los cistercienses en Galicia. Las señora de la casa son grandes impulsoras del monacato y del románico en el área compostelana. La acción de estos dos cruzados de la casa de Traba transcurre dentro de la segunda cruzada, aunque ya advertimos de la presencia de gallegos en la primera, y la más que probable actuación de antepasados de los dos nobles con la mesnada compostelana, al abrigo de Borgoña, «sangre real de Cristo».
Se situaron pues en puestos de honor en la comitiva, al lado de hermanos del Temple Fernando, Bermudo y Rodrigo Pérez, hijos de Pedro Froilaz de Traba. Fernando Pérez de Traba en 1153 recuerda sus dos viajes a Tierra Santa, como un acontecimiento memorable de su vida, «anno quo ego comes Fernandus secundo Ierosolyman perexi». En su sepulcro en Sobrado una cruz da fe de su condición de cruzado, de hombre del Temple. En el s. XVII un monje del monasterio describe esta tumba antes de la demolición de la iglesia, indicando que » Tiene fuera del arco, en una piedra o sillar, una cruz esculpida que denota haber sido de los que con la cruz pasaron a la conquista de Hierusalén».
La red de enlaces matrimoniales y vasallos de sus encomiendas otorgan una de las fuerzas de los Traba: los milites. La otra son los caballos, en sus curros de la actual provincia coruñesa. Los Andrade los conservarán en la Capelada, los Altamira en Berdoias y Camelle. El montaraz castillo de Ferreira aún será desmochado por los irmandiños. De este grupo de nombres hidalgos escogerían compañeros en sus acometidas al moro dentro y fuera de España.
El conde Pedro estaba casado con mayor Gontroda, hija del conde asturiano Rodrigo Muñoz. Su hija Toda era esposa de Gutierre Muñoz, conde de Montenegro. Ilduara se casó con Arias Pérez de Deza.
El conde de Monterroso Munio Peláez estaba esposado con Lupe Pérez de Traba. En la schuola palatina del rey leonés figuran en 1118-1122 milites del clan Traba: Diego Froilaz, hijo de Froila Pérez de Traba. Arias y Didaco Froilazi. Sandinus Alviti, Garseaniz, Ramiro Gundemariz, Martino Sandinz. Nombres que repiten los documentos donde aparece el gran conde: Pelagius, Petrus, Martinus, Didacus, Munio, Arias, Rudericus, Palagio Anaiaz, Froila Pelaiz. En 1119 con Rodrigo de Traba como alférez real de Alfonso VII (o neno de Moraime) estampan sus firma los miembros de la colla de su padre, el clan de los poderosos señores de la guerra gallegos: Pedro Froilaz de Traba, el conde Suario de Limia, el conde Fernando de Campos, Pedro Díaz de León.
Conocemos los nombres de los fieles a Gelmírez que pudieron ir o aportar soldados gallegos al papa en la primera cruzada, en la que debió colaborar la casa de Traba, entonces en paz con el obispo. Los hijos y nietos del conde Pedro continuarán en la vanguardia de los ejércitos galaico-leoneses y al lado de sus reyes durante más de un siglo, cuando ceden el testigo a los Castro. La nueva generación será la que escoja nuevos hombres de armas a la segunda cruzada, y cruce la «raia» con frecuencia según las desventuras de sus protagonistas en la política lusa y leonesa. Fernando de Traba con Teresa de Portugal tuvo a Teresa, casada con Nuno Pérez de Lara; y a Sancha, casada con Alvar Rodríguez de Sarria. Con Sancha González tuvo a María, casada con Ponce de Cabrera. En 1132 Rodrigo de Traba concede fincas a Pedro y Arias Díaz.
La Segunda Cruzada fue convocada por el Papa Eugenio III en 1145 en respuesta a la reconquista del condado de Edesa un año antes. El único éxito se produjo península Ibérica, en donde los cruzados ingleses, escoceses, flamencos, frisones, normandos y algunos alemanes, en su ruta marítima hacia Tierra Santa, tras su parada en Galicia, ayudaron a la toma de Lisboa, Almería y Tarragona en 1147. El Papa también autorizó la cruzada en España, concediendo a Alfonso VII de León la misma indulgencia que había otorgado a los cruzados franceses, instando a los españoles a luchar en su propio territorio en lugar de unirse a las cruzadas de oriente. Autorizó a Marsella, Pisa y Génova, así como a otras ciudades, a luchar en España también, pero en general mandó a los italianos a las campañas orientales. A mediados de mayo salieron de Inglaterra los primeros contingentes de cruzados flamencos, frisios, normandos, ingleses, escoceses y algunos alemanes. Ningún rey ni príncipe dirigía a estas tropas. Hicieron escala en las costas gallegas, peregrinando a Santiago de Compostela en donde celebraron la fiesta de Pentecostés (8 de junio).
La crónica de esta empresa nos explica que la flota llega a Oporto el 26 de junio. Allí, el obispo les convenció para que continuasen hasta Lisboa, a donde había llegado ya el rey Alfonso I. El sitio de Lisboa fue tomado como una acción de cruzada, comenzó el 1 de julio y se prolongó hasta el 24 de octubre, cuando la ciudad cayó y fue saqueada por los cruzados. Los ejércitos españoles conquistaron Almería y Tarragona, con ayuda del mismo ejército cruzado. Gilbert de Hastings fue elegido obispo en Lisboa, aunque la mayoría de la flota continuó su viaje hacia el este en febrero de 1148. Las tropas cristianas reconquistaron también Tortosa, Fraga y Lérida.
Fernando Pérez, imaginado por Alfredo Roque Gameiro
Fernando Pérez de Traba
Fernando Pérez de Traba (c. 1100–Santiago de Compostela, 1 de noviembre de 1155) comanda las tropas gallegas al servicio de Alfonso VII en sus incursiones contra los almohades. Las crónicas destacan su valor en la conquista de Almería, con ayuda cruzada. Defiende el valle del Miño a duras penas contra las acometidas del levantisco Alfonso Henriques hasta la paz de Zamora de 1143. Tras la segunda cruzada cedió terrenos a los templarios en la actual costa coruñesa. Fue el introductor de esta orden militar en el Reino de Galicia. Fernando, conde y tenente en Traba y en Trastámara, residió durante un tiempo en el Condado Portucalense. Fue tenente en Aranga, Monterroso, Valle del Dubra, además de otras mandaciones, como el mayor señor de la paz y la guerra gallego.
Tuvo varios hermanos, entre ellos Bermudo Pérez. Su hija Urraca Fernández de Traba (m. 1199), es casada con Juan Arias de quien tuvo descendencia. Ambos fueron los ayos del infante Alfonso, después Alfonso IX de León. Urraca ya era viuda en 1191 cuando visitó Oviedo e hizo donaciones al monasterio de San Pelayo. Testó en 1199. Su hija Teresa Fernández de Traba (m. 1180) casa en primeras nupcias con el conde Nuño Pérez de Lara y en segundas con el rey Fernando II de León. Notable pues fue su acción política en Portugal antes de 1128.
Signo rodado de Fernando (Wikipedia)
Fernando Pérez de Traba pasó a gobernar Oporto y Coímbra, a firmar con la condesa Teresa importantes disposiciones y documentos en el condado de Portugal, abandonando a su legítima esposa y viviendo en adulterio con Teresa, que ejercía la regencia durante la minoría de edad de Afonso Enríquez, el hijo que había tenido con Enrique de Borgoña y que suele ser considerado el primer rey portugués. Afonso Enríquez aglutinó a los caballeros portugueses y a la Iglesia de Braga y se rebeló contra Fernando Pérez de Traba y su propia madre, quienes acabaron siendo derrotados en la batalla de San Mamede en 1128 cuando pretendían hacerse con la soberanía del espacio galaico-portugués. Pero no cesará la influencia del clan en tierras lusas. Su hermano Rodrigo de Traba (111-1165) o Peludo desde 1132 está involucrado en la política portuguesa, como señor de Oporto y mayordomo real en 1141, cuando se firman las paces entre leoneses y portugueses. Entre 1147-52 es un cruzado, participando en la toma de Almería y en la expedición a Tierra Santa, con Bermudo y Fernando, sus compañeros de armas en España y en Levante.