Juan Gabriel Satti Bouzas
Los orígenes del apellido toponímico castellano Valdivieso, son del lugar del mismo nombre en la provincia de Burgos y se extendió por toda la península Ibérica. Algunos remontan su asentamiento en Finisterre alrededor de 1420, aprovechando que en la Galicia del Antiguo Régimen el mapa administrativo estaba muy fragmentado en siete provincias, divididas en numerosas jurisdicciones, con concejos y partidos empleados para el reparto fiscal. Los señoríos eran los encargados de administrar justicia en sus jurisdicciones a través de sus oficiales y audiencias, designados por el señor territorial (sea el rey, un laico, un eclesiástico u otra institución).
Ya puestos en notarías, procuradurías, parroquias o consejos los Valdivieso tejerán una red de contactos que los convertirán en grandes latifundistas, comprando terrenos y arrendándolos luego a sus vendedores, llegando incluso a pasar por venta entre hermanos fincas que tenían aforadas a monasterios (visto en un pleito de 1706 con Sobrado).
Documento que confirma a Diego de Valdivieso Mayordomo del Real Hospital de Santiago (foto Arquivos de Galicia).
Ya encontramos a un Pedro de Valdivieso siendo párroco de Fisterra (1549) y a su primo Simón Díaz de Valdivieso rector en San Vicente de Duio (1567).
De los clérigos de la familia pronto destacaría el bachiller Diego de Valdivieso que llegaría a canónigo racionero (el prebendado con derecho a ración, o sea, que dispone de parte de las rentas de la catedral) y Mayordomo del Real Hospital de Santiago.
Firma del escribano del Cabildo Pedro Díaz de Valdivieso, de larga trayectoria en la Catedral.
Diego de Valdivieso
El bachiller Don Diego de Valdivieso, además de Racionero de la Catedral de Santiago y Capellán del Gran Hospital de esta ciudad, fue Rector de Santa Mariña de Ribela y San Juan de Meavia.
Su ocupación la certificamos por un Poder otorgado a Rodrigo de Condal, agente de negocios del arzobispo de Santiago, para que pueda parecer ante Su Majestad, D. Felipe, y su Consejo, y reclame le paguen los salarios correspondientes a los años 1581 y 1582 relativos al oficio de mayordomo del Gran Hospital de Santiago (fechado el 10/03/1589 en Compostela).
El 28 de agosto de 1583 Don Diego recibiera el mandato del cabildo de dirigirse a San Lorenzo de Piñor (Orense) y reconstruir la capilla mayor de la vieja iglesia románica y para ello contrató a los canteros Gonzalo Amigo y Apolonio Darce por 390 ducados, más 40 que llevó el carpintero por la cubierta y tejado de la capilla y la sacristía (diario La Noche- 1948).
Se consagró el día de Santa Ana (26 de julio) de 1587 y asistió el obispo don Juan de San Clemente, quien bendijo el altar mayor poniendo en él las reliquias de San Lorenzo Mártir, de San Marco Evangelista y las de los Santos Fausto, Januario y Marcial.
Con las reliquias de San Martín de Tours y la de la Tierra Santa del Santo Sepulcro, consagró el altar de la Virgen del Rosario, y con ellas también las de San Cosme, San Damián y San Benito abad en el altar de San Sebastián.
En los muros el escudo de los Reyes Católicos en memoria del Patronato del Hospital Real de Santiago, impulsor de las obras dirigidas por Don Diego de Valdivieso.
Hizo su testamento de puño y letra, que se conserva en el Archivo de la Catedral, fechado el 28 de enero de 1610; el cual, tras la lectura del mismo el día 13 de abril de ese año, se ordenó que sea enterrado y se abra sepultura en el claustro, donde asignara el señor fabriquero.
Capilla de San Juan fundada por Pedro Díaz de Valdivieso en la Catedral de Santiago (foto wikipedia).
El documento establece una serie cláusulas que hacen referencia a su querida Fisterra:
“Item mando a la fábrica de Núestra Señora de Finisterre y Santo Crucifixo todos los cuadros que tengo en mi aposento y mandé hacer: uno de la Verónica y otro del Santo Crucifixo de Orense, y otro de Nuestra Señora y otro de San Juan Evangelista y otro de Bautista y otro de San Francisco y otro de la Magdalena«.
Y continúa: ''Item mando a la dicha iglesia parroquial de dicha villa de Finisterre una caja toda dorada por dentro donde está un crucifixo vaciado de bronce y monte calvario y Ntra. Sra. y San Juan y en las puertas las imagines pintadas de San Pedro y San Pablo; toda la dicha caja dorada y pintada y ésta se ponga en el altar de Ntra. Sra. a las fiestas, debajo donde están los Santos Apóstoles«.
“Item mando más a la dicha iglesia las vinajeras pequeñas doradas de oro matizado del Sr. Santiago y Sr. San Lorenzo. Item unos corporales con su palia que están en el cajón todos de palillo y la palia con dos cruces de punto Real.»
Escudo en Duio con las armas de los Valdivieso (torre), Montenegro-Andrade, Fernández, Quiroga, Conde-Taboada (banda con dragantes y lises) y Vélez-Ladrón de Guevara (torre con armiños). El pendón y la bordura con roeles de los Lemos, en referencia al rescate de doce doncellas prisioneras de los moros en tiempos de Alfonso II el Casto (foto y diseño J.G- Satti).
Finalmente dispone que se instituya una cofradía a “Ntra. Sra. del Rosario en el altar mayor de la parroquial de Sta. María de Finisterre; y se hagan constituciones y una imagen de andas de la Virgen del Rosario. Patronos de la fundación serán los Rectores de dicha villa, de San Juan de Sardiñeiro y de San Vicente de Duyo”.
Lamentablemente nada se sabe de estas joyas tan caras a Don Diego, pero que el libro de fábrica haya sido destruido da la sospecha de qué pudieron hacer con ellas los ecónomos que sucedieron en la parroquial de Fisterra (alguno de tan infausto recuerdo que no merece ni mencionarse).
En un documento expedido el 26 de noviembre de 1622 vemos el parentesco con el escribano del cabildo de la Catedral: es una escritura con “Pedro Díaz de Valdivieso sobre el aniversario y memoria de su tío, el racionero Diego de Valdivieso, por los siete mil cien reales que pagó al contado”.
El hidalgo Pedro Díaz de Valdevieso, escribano del número y cabildo de Santiago entre 1602 y 1631, casado con Juana de Leirado, recibiera del arcediano Samaniego (el 20/11/1603) donación de los lugares de Vilar (San Breixo de Sergude), Casdoneo y Saídres a cargo de los 200 ducados que el racionero Leirado legó a su parienta (ACS, P 121/1, Protocolos Notariales).
A su vez al final de sus días, D. Pedro hace donación de varios lugares y hacienda que recibió en 1630 la institución catedralicia, para un aniversario en la capilla de San Juan, donde se debía sepultar, y para la dotación de una capellanía en el coro de la catedral (eligiendo como primer capellán a su cuñado Pedro de Leirado), con la obligación de decir tres misas rezadas con sus responsos en la capilla de Ánimas por su alma y la de los difuntos de su familia.
Además, establecía que quien se hiciese con el cargo de escribano pagaría 1.600 ducados que se emplearían en otro aniversario, en renta o censo para su mayor aumento, en defensa de algún pleito promovido a la hacienda de la tenencia o en el incremento de las memorias. Unas propiedades que completaban las que su primera mujer difunta, Juana de Leirado, había cedido al cabildo por codicilo de 1623 y que se repartirían en dos lotes o tenencias `Grande y Pequeña de Valdivieso´ para su mejor administración (“El control del patrimonio rural por el cabildo…”/María Seijas Montero, U. de Vigo-2018). Su viuda Luisa de Castro reclamará parte de lo bienes.
Dejándose claro el origen de los esposos en un documento que da cuenta de haberse fijado edictos para la provisión de la capellanía de Valdivieso, y de haberse notificado a San Juan de Saídres, de donde era natural Juana de Leirado Nuñez, y a Finisterre, de donde era natural Pedro Díaz de Valdivieso (03/07/1640-SdC).
De ello se hará cargo un sobrino a través de una carta de pago otorgada el 7 de julio de 1649 por el cabildo compostelano a favor de Pedro de Valdivieso, contador mayor y superintendente de los estados del conde de Lemos, que “pagó los mil seiscientos ducados que había señalado en su testamento su difunto tío, Pedro Díaz de Valdivieso, notario del número y cabildo, que dejó sus oficios a cambio de la entrega de dicha suma”. Dicho gobernador de Lemos casado con Teresa Montenegro, fueron abuelos del párroco Don Mateo Pérez de Valdivieso.
Don Mateo Valdivieso censado en el Catastro de ensenada 1753
Mateo Pérez Valdivieso
Los enlaces de todos estos individuos dan buena cuenta del peso de los Díaz Valdivieso en la villa. El aporte de este linaje a la heráldica fisterrana es bastante pobre (sólo una torre), pero las alianzas con otras casas de alcurnia enriquecieron los blasones. Como ocurre con la casona de Duio, en que campean las armas de la familia de la abuela de Mateo, Doña Teresa.
En efecto, descendía esta mujer de la Casa fundada en Lugo en 1586 por Fernando Sanjurjo de Montenegro. En la escritura del vínculo se menciona el Pazo de Villamartín y se cree que fue morada de la primitiva rama de los Montenegro (José Manuel Trelles asegura que descienden del Conde don Ero de Lugo, en tiempos del Rey don Alonso el Magno. Así consta en el libro I del Tumbo antiguo de Vélez).
Durante la revuelta Irmandiña el Castillo de Tamego (Tamboga) de Fernando Sanjurjo fue destruído, mientras su dueño defendía el castillo de Vilalba con éxito, siendo alcalde Diego de Andrade.
También el Conde de Lemos , don Rodrigo de Castro , menciona los Sanjurjo en el tomo XXXI de sus “Genealogías», y en una información de nobleza a favor del bachiller Blas Francisco Sanxurxo, del año 1681 (original en poder de don Antonio Taboada Roca – Melide), se dice que el apellido Sanxurxo viene de la casa solar de Badán, feligresía de San Simón ( Lugo ), de la que entonces era dueño José Montenegro, vecino y regidor de Mondoñedo, siendo el mismo señor de las jurisdicciones de “Mide, Belide y Balado” y de Sistallo. Los testigos declaran que los apellidos Sanxurxo y Montenegro “andan juntos a más de quinientos años y entrambos se califican en dha casa y es sola de los dos” (“Armería y nobiliario de los reinos españoles” T 1, Julio Atienza (Ed. Hidalguía 1956).
La capilla del Buen Suceso y su fuente anexa // Retablo en la capilla mayor (foto J.G.Satti)
Don Fernando Sanjurjo de Montenegro, casado con María de Andrade, al parecer de la casa de Lemos (recopilación de datos referentes a los antepasados de doña María Ana Clara Pardo Montenegro Ribadeneira), fundó Vínculo y Mayorazgo del Casal de Villamartín por escritura otorgada en 16 de septiembre de 1585 ante el escribano Juan Sanjurjo, vecino de la misma.
Sigue su hijo Pedro Sanjurjo de Montenegro que casó con Dª Mayor Basanta, fundando vínculo del tercio y quinto de todos sus bienes. Fueron padres de Fernando Sanjurjo de Montenegro, señor del solar de los Montenegro. Casó con María Vélez Ladrón de Guevara, de la que tuvo a:
Pedro Fernández Sanjurjo de Montenegro, dueño y señor de la casa de Villamartín, señor del coto de Cochin y del lugar do Pazo Vello, en San Pedro das Seixas, con la torre, castro y casa solar de los Montenegro, ayuntamiento de Cospeito, partido de Vilalba. Este casó con Isabel Conde Taboada de Quiroga (a la cual dotó su hermano D. Ares Conde Taboada, Señor de San Miguel das Penas, en 1610 para que pudiera casarse; pues ambos eran hijos de Juan de Gayoso Taboada e Inés Losada y Quiroga, bisnietos de Juan Ares Conde Noguerol, Señor de San Miguel das Penas, e Isabel González de Taboada).
Tuvieron por hijos entre otros a la abuela de Mateo Pérez: Dª Teresa Montenegro y Conde Taboada de Quiroga o simplemente «Teresa da Pena», como aparece en un documento de reclamación de sus bienes expedido por su nieta Catalina (1679). Otra de las hermanas de Don Mateo tomó los apellidos, siendo Ana María Valdivieso Taboada Conde o como le llamaban, “Ana da Pena” que casó en 1713 con Nicolás da Insua teniendo entre otros, al presbítero D. Domingo da Insua.
El padre de Mateo Pérez Valdivieso era Juan Díaz de Valdivieso y Montenegro, casado con Juana Pérez de Boado (según documentos de 1691). Ella era natural de Santa María de Vimianzo (pariente de los Varela Taboada de la Casa de Traspenas), y a su casa fue donde marchó D. Mateo en su vejez con una pensión que le pasaba su sobrino Andrés Pérez Valdivieso, siendo este cura de Duio (Catastro de Ensenada de Vimianzo, 1752).
Así es que Mateo Pérez Valdivieso y sus siete hermanos, eran familiares por dos vías del obispo de Lugo y Arzobispo de Santiago (entre 1745/1751) D. Cayetano Gil Taboada (cuyo blasón está en la fachada del Obradoiro) y de D. Jacobo Gil Taboada. Este último era doctor en Leyes, abogado de la Real Audiencia y tesorero de la Universidad compostelana.
Con fecha 22 de setiembre de 1665, Don Jacobo Gil Taboada construyó en Santo Domingo de Bonaval un altar dedicado a Nuestra Señora del Buen Suceso, en la pilastra que se halla frente a la capilla de San Jacinto, para que un capellán del clero secular celebrase allí una misa cotidiana sin cargar en nada a la Comunidad. Y al pie del altar mandó hacer un nicho para depositar los restos de sus padres Cristóbal Gil Taboada y María de Fontao. Pagó por el sitio quinientos reales de entrada con la renta anual de diez ducados, según consta por escritura de que dio fe con la misma fecha el notario Juan de Quintana, hipotecando a esta renta una casa en la rúa de San Pedro y un lugar en la parroquia de Calvos de Socamino, que producía tres cargas y media de trigo y dos capones.
El arzobispo Antonio de Monroy, deseoso de mejoras en toda la ciudad, decidió en 1699 reforzar la estética del convento e iglesia. A quien se encargó el proyecto fue el ceense Domingo Antonio de Andrade. Autor de la famosa triple escalera helicoidal que el artista situó ambiciosamente en el margen noroeste.
Escudo en la fachada de la capilla del Buen Suceso con las armas de los Boado, campo de oro con tres palos de gules y león de gules coronado al que se reemplazó por la torre formal de oro aclarada de gules con su homenaje almenado de los Valdivieso (foto y diseño J.G.Satti).
En el marco de estas reformas, el 18 de julio de 1721, por escritura ante Andrés Vázquez, convinieron los frailes con el patrono de la fundación del Buen Suceso en trasladar dicho retablo al hueco de la pared lateral que quedaba entre las capillas de San Jacinto y del Rosario. Pero al parecer siguió viaje hasta Finisterre de la mano del mismo Domingo de Andrade que lo contrata en 1737 Mateo Pérez Valdivieso para edificar una capilla junto a la casa de sus deudos.
En efecto, se debe su construcción a la devoción del licenciado Don Mateo, Rector y Cura párroco que fue de San Vicente de Duio y su anexo San Martiño de Duio, que ya donara en 1741 el actual retablo de la Virgen del Carmen situado en la iglesia parroquial.
A requerimientos del fundador, el escribano D. José Manso Ares extendió el 27 de julio de 1743 el siguiente documento en el que describe minuciosamente las características del templo bajo la advocación de nuestra Señora del Buen Suceso:
«Certifico como la referida Capilla se halla fenecida y acabada. Tiene de largo doce varas y de ancho el cuerpo de ella seis varas y la capilla mayor siete varas y media uno y otro en hueco con corta diferencia se halla toda ella cubierta de piedra el referido cuerpo de dicha Capilla con hechura de medio cañón y la expresada capilla mayor con media naranja que la remata su farol o linterna con sus vidrios; tiene su tribuna toda ella de piedra con balaustrada de lo mismo, tiene sus cinco ventanas bien cumplidas con sus vidrios y enrejados las dos de ellas en dicha capilla mayor; otras dos en el cuerpo de dicha Capilla y la otra en la delantera, la cual referida delantera y fachada la remata en medio una torreta decentemente hecha y fabricada con sus cuatro arcos y dos campanas ya puestas. Y la entrada de la referida Capilla tiene su patio con dos miradores a cada lado suyo con balaustrada de piedra por entre los cuales se sirve para la referida entrada por una escalera delante de las cuales se hizo y puso un crucero de piedra de buena elevación con las imágenes de Ntro. Redentor crucificado y nuestra señora del Socorro, todo él ya pintado. Y bajo de dicho crucero se hizo y fabricó una fuente muy decente con el agua que se descubrió en el sitio de la expresada capilla al tiempo que se hicieron los cimientos para su fábrica y construcción.
Tiene la referida capilla ya puesto el retablo mayor dorado y pintado en el expresado cuerpo de ella se halla echo y formado y embutido en la pared a cada lado su sitio para colectoral. Y el expresado don Mateo Pérez Valdivieso se ha manifestado y exhibido diferentes alhajas y ornamentos que dijo había mandado hacer y fabricar para la referida capilla su adorno y decencia como son cuatro casullas de damasco blanco encarnado, verde y morado, cuatro frontales de la misma tela y colores un temo de damasco blanco que se compone de capa y dalmáticas con sus albas finas, otras dos casullas de tela de lana y otros tres frontales de la misma tela; además de otros tres frontales de madera ya pintados; una lámpara y dos arañas de plata, dos cálices con sus patenas de lo mismo dorado por adentro, un par de vinajeras con su platillo también de plata, dos coronas de lo mismo, la una para la imagen de nuestra Señora y la otra para la del niño Jesús, tres atriles de metal que se dice de príncipe, seis candeleros altos de lo mismo, un hisopo para el agua bendita del mismo metal; dos misales todo ello ornatos y alhajas nuevos más tres piedras de ara. Y en los cuatro del mes de julio del año pasado de mil setecientos y treinta y siete el expresado don Mateos Pérez Valdivieso otorgó delante escritura a favor de la referida capilla de nuestra Señora del Buen Suceso por la que dona y dota el lugar de Castromiñán en la feligresía de San Juan de Sardiñeiro que labran y poseen Juan Rodríguez y Antonio Rodríguez, porque pagan de renta cada un año veinticuatro ferrados de trigo más la mitad del lugar del mismo nombre de Castromiñán que posee Francisco de Castro porque paga doce ferrados de dicho trigo de renta anual y así mismo el lugar de Hermedesuxo de Arriba que poseen Pedro de Canosa Español y Domingo Fernández Liñeiro porque pagan veinte y dos ferrados de trigo de renta anualmente culos lugares con todo su derecho de propiedad y con el apercibir la expresada renta donó y dotó a la citada capilla» (col. Manuel Porrúa Figueroa).
Crónicas del siglo XX dan cuenta de que cada lunes de Pascua, el cura de Fisterra daba misa en la capilla del Buen Suceso y al final de los actos religiosos solía dar a “besar la reliquia que allí se conserva” (se desconoce su paradero a día de hoy).
El templo lo heredó un sobrino de Mateo (hijo del escribano Fernando Pérez de Valdivieso), el capitán Pedro Díaz de Valdivieso; el cual fue padre del Juez Gerónimo Miguel de Valdivieso y Montenegro, quien vuelve a enlazar con los Taboada por su esposa Doña Francisca Caamaño Taboada (de la casa de Xora y Romelle).
Padres estos últimos de Francisco Javier Valdivieso y Caamaño.
Firma del Juez Gerónimo Miguel Valdivieso Montenegro en el Catastro de Ensenada.
Francisco Javier Valdivieso y Caamaño
Don Francisco Canónigo Lectoral de Decretos de la Iglesia de Santiago y Rector del Colegio de Huérfanas. Autorizó el testamento en Compostela el 18 de abril de 1807 el escribano de número José Benito Sánchez, y en él se constata que era «hijo legítimo de los señores D. Gerónimo Miguel Valdivieso y Montenegro y Doña María Francisca Caamaño Talbada y Mondragón Fernández de Deza, dueños y señores que han sido de las Casas y Torres de Finibusterre, Duyo y Corcubión…»
Fundó en Fisterra una escuela instrucción primaria y a cuya financiación alude en estos términos: «Declaro que hace algunos años estoy pagando a un Maestro de primeras letras para que enseñe gratuitamente a todos los hijos de vecino de la villa ele Finibusterre y su jurisdicción y les instruya ya en el Catecismo de la Doctrina Cristiana y Santo temor de Dios; tuve y tengo grandes deseos de que esta escuela, Pío establecimiento, fuese perpetuo y a este fin he impuesto Cincuenta mil reales de capital a un tres por ciento de censo redimible cuyo capital y sus réditos destino y designo para dicho fin dejando por patronos de esta fundación a la Justicia y Cura de la villa de Finibusterre que deberán solicitar el permiso real para que se ' ponga en planta esta Escuela y el Cura, y la Justicia nombren persona de satisfacción que cobre dichos réditos y suministren al maestro su estipendio entregándole los documentos de pertenencia; y en el interín que la villa no solicite el Real permiso y no ponga en ejecución y cumplimiento mis intenciones quiero y establezco que mi pariente el D. José Porrúa entre y se apodere de este derecho cumpliéndolo por sí y pangando al maestro mensualmente como hasta ahora lo hizo de mi orden con los réditos de dichos cincuenta mil reales de capital, pero como para solicitud de la aprobación real permiso y licencia considero se deben hacer algunos gastos respecto de que hasta ahora he pagado al maestro a razón de tres reales diarios sobrando anualmente al cumplimiento del rédito del capital cuatrocientos reales, quiero también que de este sobrante se hagan los gastos de la solicitud, como los que igualmente tenga la villa en buscarle casa para la Escuela. Esperando como espero, que si la misericordia del Señor me concediese algunos días de vida, buscar dicha casa y comprarla para este fin y en tal caso dejársela como se la dejo para que en ella viva el Maestro, y haga escuela educando a los niños, con la obligación de repararla de todo lo que necesite, cuyo celo dejo a los Patronos, a fin de que cuando sean precisos reparos, hagan cercenando al Maestro de su salario mensualmente lo necesario para dichos reparos, los cuales hechos y pagados los Costos de la Real aprobación y licencia, se entregue todo el importe de réditos de dicho Capital al referido Maestro, pues considero lo necesita muy bien; y después que así se haya establecido deberá cesar el D. José Porrúa en su ejercicio y corren a cuenta y cargo de los Patronos los cuales no podrán remover ni despedir al actual Maestro que, tengo yo puesto, pues quiero que continúe por tal durante los días de su vida, a no ser que sus costumbres degeneren, su conducta llegue a viciarse y no cumple los deberes de su obligación, o en otro caso no quiera continuar entendiéndose lo mismo cuanto a todos sus sucesores, porque si sucediese esto exige la prudencia y la justicia el que se le remueva y despida, debiendo velar dichos Patronos con mucha exactitud sobre el cumplimiento de los deberes que incumben a tal Maestro sin perder de vista que la buena educación de los niños infunde en sus almas unos hábitos religiosos, que mediante la gracia de Dios conserva sus buenas costumbres, y salen hombres timoratos de sus conciencias, fieles y honrados vasallos del Rey y particularmente encargo a los señores Rectores que fuesen de dicha villa y pongan en todo ello mayor esmero y Cuidado tanto por su caridad, cuanto por el íntimo provecho que les debe resultar de criar y tener buenos feligreses.»
Escudo en la casa frontera a la capilla con torre y bordura de plata con 8 aspas de gules de los Valdivieso; león rampante con estrellas de oro sobre 3 calderos de los Gil-Taboada (iguales al arzobispo Cayetano); barras de los Varela y estrella con media luna rodeada de lises de los Lamas de Romelle.
Encarece el señor Valdivieso y Caamaño al Cabildo se le dé sepultura a su cadáver en los Claustros de la «Santa Apostólica Metropolitana Iglesia junto a la de mi tío el señor don Juan Caamaño que está inmediato a la capilla del Alba» (“el ideal gallego”, trans. F. Esmorís/1930).
Hasta aquí la crónica de tres clérigos que dejaron parte de su fortuna en su querida Fisterra, miembros de una familia que sacó provecho por casi 300 años de estas tierras y que luego se fueron marchando a medida que progresaban económica y socialmente.