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jueves, marzo 21, 2024

Antonio o Campón, «el Valiente de Finisterre», que fue grumete de Nelson y azote de Napoleón

Juan Gabriel Satti

“You will perhaps ask my motive for visiting such a wild and out of the way place as Finisterre; was it curiosity? Not at all; but the humble desire of carrying my Makers Gospel to the end of the old world.” George Borrow (Letters to John Hasfeld 1835-1839, 29-30)

“Tal vez me pregunten mi motivo para visitar un lugar tan salvaje y apartado como Finisterre; fue curiosidad? De ningún modo; sino el humilde deseo de llevar mi Evangelio al fin del viejo mundo.” George Borrow (Cartas a John Hasfeld 1835-1839, ed. Angus Fraser, Edinburgh 1982)

George Borrow por Henry Wyndham Phillips(1843)-Curiosamente tiene calles dedicadas a su figura tanto en su ciudad natal como en Salamanca pero nuestro héroe fisterrán permanece en el olvido.

George Borrow (1803-1881) fue un escritor y vendedor de biblias inglés que vino a España en 1835 durante la primera guerra carlista como agente de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera de Londres con el fin de divulgar los Evangelios según el credo protestante. 

El resultado de sus viajes y aventuras españolas quedó plasmado en un libro de tres volúmenes llamado “La Biblia en España”; una especie de autobiografía novelada en la que no dudó en dar dramatismo a ciertos pasajes para atraer el interés del lector seguramente.Por lo que la veracidad de los relatos se encuentra mejor en su correspondencia privada.

En las páginas del segundo tomo dedicadas a su visita en septiembre de 1837 a Fisterra, Borrow se despacha a gusto contra sus habitantes llamándoles “borrachos, salvajes y analfabetos”; cosa totalmente distinta con lo que escribe en sus cartas:

“…pisando esta arena hermosa, firme y húmeda contra la cual las olas rompen con su salvaje y sobrenatural melodía… (si vas) siguiendo su camino a cierta distancia del borde del agua, tropiezas con ruinas casi ocultas por la arena abrumadora; y le preguntas a un pescador … ¿qué son estas ruinas? él te dirá que esas ruinas alguna vez formaron parte de las paredes y casas de una ciudad inmensa (Duyo) que fue destruida y enterrada por una irrupción del mar” (Letters to John Hasfeld 1835-1839, 28).

Descripción que Azaña hace de Borrow como traductor de su libro:»Era alto, flaco, zanquilargo, de rostro oval y tez olivácea; tenía la nariz encorvada, pero no demasiado larga; la boca, bien dibujada, y ojos pardos, muy expresivos. Una canicie precoz le dejó la cabeza completamente blanca. Las cejas, prominentes y espesas, ponían en su rostro un violento trazo oscuro.»

Así en su relato histórico-ficción cuenta que llegó al cabo Finisterre  acompañado de un guía padronés y que siendo confundido por los vecinos con el mismísimo pretendiente al trono Carlos, el alcalde decide fusilarlo.

En ese momento aparece la figura de Antonio de Traba, quien escopeta en ristre interrogó a Borrow sobre el significado de las palabras knife (cuchillo) y fork (tenedor) y mostrándose satisfecho con la respuesta, declaró que era un inglés auténtico. 

De nuevo la versión epistolar difiere sustancialmente:

“En mi descenso desde la cumbre del Cabo fui capturado por los pescadores del pueblo como un espía carlista. Estas personas honestas nos arrastraron a mí y a mi guía a una cabaña, donde después de una consulta decidieron dispararnos ante la puerta. Estaban a punto de ejecutar su amenaza, a pesar de mis protestas, cuando un viejo marinero llamado Antoniou dela Trava que ha servido en la Armada británica expresó su convicción de que yo era inglés, lo que sus colegas no creían. Como era un hombre de cierto peso en el lugar, salvó nuestras vidas” (Letters to John Hasfeld 1835-1839, p. 29.)

Según Borrow `Antoniou dela Trava´ “era un hombre ya de edad, de gigantesca talla, muy barbudo, con cejas grandes y frondosas, vestido a lo pescador y con un fusil mohoso en la mano”.

Muerte de Nelson en 1805. Nótese la variedad de razas de la tripulación en esta representación artística (wikipedia)

Efectivamente Antonio de Traba conocido como O Campón o El Valiente de Finisterre, fue un marinero fisterrán pero no tan viejo como Borrow supuso, pues contaba con cuarenta y seis años cuando se conocieron; aunque sí estuviera curtido por la mar puesto que con 14 años ya había sido grumete del Almirante Horatio Nelson en la batalla de Trafalgar:

“¿Quién conoce a los ingleses mejor que Antonio de la Trava? ¿Quién tiene más motivos para conocerlos? ¿No ha tripulado sus barcos, no ha comido su galleta, y no estaba junto a Nelson cuando le mataron de un tiro?”.

“Sus compatriotas me apresaron, capitán (Borrow); y como soy marinero desde la niñez, se mostraron muy satisfechos con mis servicios. Nueve meses pasé con ellos, y estuve en Trafalgar. Vi morir al almirante inglés. Usted se le parece algo en la cara, y cuando le oigo hablar me parece oír la voz del almirante. Tengo cariño a los ingleses, y por eso le he salvado a usted.”

Mascarón de proa del HMS Victory en 2007, continúa activo como buque insignia del Segundo Lord del Mar, y sigue estando abierto al público como barco museo (recibe más de 350.000 visitantes al año).

Todos los hechos que Borrow pone en boca del Valiente sobre Trafalgar fueron corroborados por Juan Campos Calvo Sotelo en su artículo “El enigma del marinero español del Victory de Nelson en Trafalgar” (Diario de Cádiz, 15/10/2005):

“la referencia a la galleta, el alimento básico de la marinería en los barcos de la época; el conocimiento de las palabras fork y knife, los dos utensilios básicos de un tripulante; la referencia a que Nelson había muerto de un disparo… Incluso el parecido que establece Traba entre Nelson y Borrow tiene visos de realidad. Es verdad que Borrow era muy alto, más de uno noventa, y Nelson más bien bajo, pero ambos tenían ya en la época en que los conoció Traba el pelo gris o blanco y su acento inglés sería muy similar por ser oriundos del condado de Norfolk. El rostro de Borrow era, en contraste con su pelo, muy moreno, lo que ha llevado a especular sobre el origen gitano de su madre, y el de Nelson estaría bronceado por los años de continuo navegar (estuvo dos años en el Mediterráneo sin pisar tierra, siempre a bordo del Victory)”.

Aunque el rol del Victory, en las fechas de Trafalgar, no contiene el nombre de ningún Antonio de Traba, ni Campón, ni ningún otro español; sabido es que la Marina británica solía recurrir a las “brigadas de leva” para suplir la escasez de marineros.

Estas eran patrullas de reclutamiento donde un oficial, acompañado de un grupo de hombres armados con garrotes, tomaban jóvenes de los barcos apresados o en tierra y los obligaban a servir en la flota por el tiempo que se necesitaran.

Granadero y Voltigeur de 1808 (Bellange) // Dragon del 21º Regimiento francés. Había rumores de que el Campón conservara una espada y charreteras como botín de guerra pero posiblemente solo fueran parte de un disfraz de carnaval en un pueblo de esta arraigada tradición.
 

Alberto Fortes López en su “Navegantes, corsarios y piratas. Rías baixas (1780-1850)” 2001, recupera una protesta de mar (documento notarial en el que los capitanes describían las averías e incidentes de sus viajes) firmada en Marín, Pontevedra; y fechada el 11 de marzo de 1808, tres años después de la batalla de Trafalgar.

Allí consta que un Antonio de Traba, tripulante del quechemarín San Buenaventura que venía de Oporto o las Rías Bajas, se vio acosado y perseguido por tres buques de guerra ingleses a la altura de la isla de Ons, en la boca de la Ría de Pontevedra. Traba y sus compañeros se refugiaron en la playa de Bueu, donde la población local evitó que los ingleses los enrolaran por la fuerza y ya de noche se hicieron a la mar hasta ponerse a salvo en Marín.

Esta protesta confirma el accionar de los británicos para reclutar marineros extranjeros en la costa gallega y da verosimilitud al relato del Campón.

Finalmente el predicador le regaló uno de los ejemplares bíblicos que repartía (perdido lamentablemente para la posteridad como recuerdo de aquel curioso encuentro); y remata su semblanza sobre Don Antonio haciéndole decir casi un resumen de su vida y pensamiento:

Se dice que los carlistas piensan hacer un desembarco en esta parte de la costa de Galicia. Que vengan siquiera a Finisterre; allí somos todos liberales sin excepción, y el Valiente, aunque ya es viejo, está dispuesto a repetir lo que hizo en tiempo de los franceses. Pues, como iba diciendo antes, el alcalde a quien vamos a ver es un joven muy instruido, y si quiere, puede hablar con usted en inglés mejor aún que yo, eso que fui amigo de Nelson y peleé a su lado en Trafalgar.”

Batería el Castillo de San Carlos, ruinas del original en los años `40 y estado actual (foto Concello de Fisterra).

El por qué del apodo de `el Valiente de Finisterre´ se lo explica él mismo a Borrow: 

En todo el distrito se me conoce por ese nombre. Cuando los franceses vinieron a Finisterre y destruyeron el fuerte, tres murieron a mis manos. Yo estaba en lo alto de la montaña, adonde ha subido usted hoy; desde allí hacía fuego sobre el enemigo, hasta que tres soldados se lanzaron en mi persecución. Qué locos! A dos de ellos los eché a rodar entre las peñas con dos tiros de este fusil, y al tercero le rompí la cabeza de un culatazo. Por esto me llaman el Valiente de Finisterre” (hace referencia a la batería San Carlos que fue habitada por tropas hasta 1863, momento en que se produjeron los motines por la quema del “cedazo”).

En su libro “Mr. Borrow en Finisterrre” de 1935, Don Álvaro de las Casas transcribe una segunda versión de la hazaña contada por su nieta Francisca Traba Blanco que roza la leyenda:

En 1809 las tropas napoleónicas incendiaron Corcubión y el Valiente de Finisterre, regresado a su pueblo, organizó una partida para combatirlos en Ponte Olveira a las órdenes del cura Juan Domingo Pizpieiro, párroco de Santa Uxía do Ézaro (Dumbría); y allí dio muerte a tres oficiales franceses que sorprendió mientras jugaban a las cartas en la casa rectoral. Inicialmente lo rechazaron tirándolo escaleras abajo, pero el Campón ensangrentado volvió y mató a dos con su hacha; para luego ir a por el tercero refugiado bajo la lareira, al grito de: «¡Deféndete borrachón, que che arrinco a cabesa!». Traba lo estranguló con sus propias manos y le robó el caballo. Según su nieta, un comisario francés exigió la devolución del potro años más tarde y el Valiente, antes que entregárselo, “prefirió darle muerte”.

Es cierto que en la batalla de Ponte Olveira lucharon y perdieron la vida tres compatriotas fisterráns: Joaquín Canosa de Hermedesuxo de arriba, José de Senlle de San Salvador y Alonso Casas (marido de Tude Rivas) de la propia Fisterra. 

Ruinas de la casa natal del Valiente de Finisterre y su última vivienda junto a la plaza central

Pero aún hay otra y última versión de lo sucedido recogida por el cronista local Don Manuel Traba Traba (+):

En aquel tiempo de guerra “destinaron a incautarse de las existencias en Finisterre a tres franceses, un oficial y dos soldados. Inmediatamente que las gentes de esta comarca se enteraron trataron de defenderse de la forma que pudieron, así que los vecinos de Mallas dieron muerte al primero en la zona de Talón. En el mismo día los de las Escaselas, parroquia de San Martiño, hicieron lo propio con el otro soldado en la playa de Langosteira sobre unas piedras llamadas las Pías. Fue entonces cuando se presentó O Campón diciendo: “Al oficial dejármelo a mí, que yo me encargo de él”. Fingió servirle de guía para mostrarle el camino hacia el pueblo y al llegar al cruceiro de San Roque o Crus de Baixar, le propinó una paliza y lo arrojó barranco abajo donde falleció” (véase mi artículo “Historias de ingleses en torno al Cabo Finisterre” (1809).

Hay que conceder el mérito a Álvaro de las Casas, por dar a  Borrow la credibilidad inicial sobre su amistad con Antonio da Traba y confirmar que era la misma persona que el pueblo apodaba O Campón, por nacer en El Campo; una zona del pueblo en la que vivían otros parientes suyos como mi tatarabuelo Agustín, hermano de Josefa y Rosa Traba Pequeño que residían en el nº 20 y 23 de la rúa do Campo.

De las Casas también rastreó las partidas de nacimiento y defunción del Valiente obteniendo los siguientes datos:

Nació el 18 de agosto de 1791, bautizado al día siguiente por Don Ramón Díaz Porrúa, siendo su padre Fernando de Traba, el Mozo y su madre Rosa Marcote Suárez, hija de Juan Marcote y Ana Suárez Domínguez. Nieto también de Fernando de Traba, el Viejo y Páscua Traba Marcote; su nombre completo era Marcos Antonio Traba Marcote, que contrajo nupcias con Bernarda Canosa. Su casa natal está en ruinas en la calle del Campo, según se sube a la izquierda, esquina de la Oliva. De casado vivió en el número 39 de la calle Real, donde tuvieron varios hijos, entre ellos Josefa Traba Canosa, que se casó con Bentura Marcote; y murió en el número 11 de la Plaza, a los 70 años de edad, de una enfermedad de pecho (rubricado por José Lires de Caamaño).

Muchos marinos de la época se enrolaban apenas salidos de la infancia, como el propio Nelson, huérfano de madre y embarcado con un tío suyo a los doce años. Por tanto es factible que a los catorce años Traba ya tuviese su estatura límite y fuera muy apto físicamente para transportar pólvora y ayudar a los artilleros del Victory durante los combates.

Varias anécdotas realzan la fuerza y el arrojo de este Hércules fisterrán, como una de niño que cuentan mató a estacazos un jamelgo que se comía las verduras del huerto de su padre; o la otra que siendo ya anciano, durante la construcción del actual faro de Finisterre estalló una reyerta contra los canteros hospedados en casa de Juana la Galeona. El Campón armado con un garrote pero imposibilitado por la artritis, le dijo a su yerno: “Ti váimos botando no chan, que de mallarlle os miolos encárgome eu”.

Genio y figura para la posteridad, porque los mitos no tienen sepultura.

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