La forma de conducir afecta en todos los sentidos el desempeño del coche. Y no solo eso. También influye en el consumo de combustible y en la vida útil de ciertos componentes principales, por ejemplo, él embrague, pieza fundamental en muchos vehículos manuales. Su función básica es facilitar el cambio de marchas durante el recorrido.
Una avería en este componente, además de inmovilizar el vehículo, representa un gasto considerable a la hora de repararlo, ya que su coste puede rondar los 1.000 euros. De ahí la importancia de alargar su vida siguiendo algunas recomendaciones avaladas por expertos automotrices y conductores cualificados.
Medidas para que el embrague dure al máximo
En muchos casos el desgaste prematuro del sistema es ocasionado por vicios o malos hábitos al volante. Si bien pueden presentarse problemas de fabricación, por lo general es el conductor quien tiene mayor responsabilidad al respecto. Con razón estas reparaciones no están cubiertas por garantías de ningún tipo.
¿Qué medidas se pueden adoptar para disminuir las reparaciones? Aquí algunos consejos oportunos:g
Para mayor durabilidad es necesario corregir cualquier funcionamiento incorrecto del motor, ya que esto ocasiona sobreesfuerzos inútiles que inciden en el sistema de marchas. Por ello es tan importante que la lubricación y refrigeración del motor sea óptima.
Iniciar la marcha acelerando suavemente evita deslizamientos. Lo correcto es arrancar el vehículo sin dejar el pedal presionado. Acelerar el motor y soltar el pedal debe hacerse de forma sincronizada, vigilando las sobre revoluciones. Según AutoTex.es expertos automotrices, los momentos en que el embrague es más susceptible de deterioro son arrancar en pendientes, aparcar, así como el tráfico urbano.
En vez de mantener apoyado el pie en el pedal, es mejor utilizar el reposapiés. Circular presionando el mecanismo por comodidad e inseguridad ocasiona que éste deslice de forma continua, lo que provoca deterioro progresivo del mismo.
A la hora de hacer cambios de marchas hay que pisar el pedal a fondo. Lo más recomendable en este sentido es ajustar longitudinalmente el asiento del conductor para pisar bien el embrague. No hacerlo produce fricciones excesivas en el sistema y acoples de marchas bruscas que perjudican la vida del mecanismo.
También hay que evitar soltar el pedal de cambios demasiado rápido y, sobre todo, en descoordinación con la palanca de cambios.
Cuando haya que detenerse (atascos, semáforos, cuestas) es primordial poner la palanca en punto muerto sin pisar el pedal de embrague. Los conductores que habitualmente mantiene el pedal presionado sin razón alguna, someten el sistema a un sobreesfuerzo innecesario que produce desgaste y consumo de combustible.
Conducir con la mano sobre la palanca de cambios genera presión extra en el mecanismo de marchas. Lo mejor en este caso es pilotar el coche con ambas manos, cuidando poner la mano sobre la palanca solo cuando sea necesario realizar un cambio de marcha.
Si hay que frenar de emergencia se puede utilizar el embrague, siempre y cuando se domine el punto exacto que disminuye la potencia del motor. En todo caso, se debe evitar poner una marcha inferior en una revolución alta del motor y viceversa. En ambas situaciones, se produce fricción y desgaste inútil.
Al arrancar en una cuesta es preferible utilizar el freno de mano para no quemar embrague, aunque el conductor tenga experiencia. Si es posible evitar la cuesta, es mejor hacerlo.
Si hay que lavar el coche, hay que tener cuidado de que la presión de agua entre en el cárter del sistema de cambios. La humedad puede alterar o dañar el funcionamiento del mismo.
Estas son algunas medidas prácticas que se pueden implementar para alargar la vida del embrague. Conducir un coche manual requiere experiencia para aprovechar al máximo las ventajas que ofrecen, por ejemplo, rendimiento del motor, mayor control, mejor seguridad, ahorro de combustible, entre otras. Sin mencionar el ahorro económico que supone no tener que ir con frecuencia al taller mecánico.
Conocer el funcionamiento del embrague es fundamental
Como ya se ha mencionado, el embrague es un elemento esencial de los coches manuales. Entre otras funciones, se encarga de realizar las marchas al conducir, transmitir el nivel de potencia del motor hacia la caja de cambios y, por ende, a la tracción de las ruedas de los vehículos.
Está acoplado al volante de inercia del motor por varios componentes: disco, collarín, volante motor y maza de embrague. Cuando el componente principal pierde su vida útil, es imprescindible desmontar la caja de cambios para poder acceder a la pieza dañada y realizar el recambio correspondiente. Por eso, la mano de obra para reparar esta avería suele ser tan cara.
Por tanto, para evitar problemas a futuro conviene evitar hacer cambios bruscos, conducir con suavidad, conocer cómo funciona el embrague, seguir las recomendaciones aquí detalladas para alargar su vida y, más importante aún, realizar un mantenimiento adecuado de los demás componentes del coche.