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miércoles, septiembre 18, 2024

Historias desconocidas y sorprendentes de los cruceiros de Finisterre

//Juan Gabriel Satti//

“Onde hai un cruceiro houbo sempre un pecado, e cada cruceiro é unha oración de pedra que fixo baixar un perdón do Ceo. Reparade nos cruceiros e descubriredes moitos tesouros”.

Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao 

Publicada por primera vez en Argentina en 1950, ha de ser la mejor obra sobre cruceiros de Galicia// Iglesia Santa María de Finisterre, 1914 (foto A. Antonietti)

Fisterra como casi toda Galicia está cubierta de cruces y cruceiros de piedra. Casi todos de tipo barroco, son los monumentos más expresivos de nuestro arte popular. Muchos de ellos erigidos en antiguos lugares de culto pagano o altares naturales, cementerios y confluencia de caminos; dando testimonio de los primeros pasos del cristianismo por estas  tierras.

Los poetas primero, luego los artistas, los arqueólogos y folkloristas después, han apreciado siempre los cruceiros no solo  como una manifestación artística genuinamente gallega, sino aun así como un elemento esencial de nuestro paisaje. Además la Ley de Patrimonio Cultural de Galicia reconoce como BIC a todos los cruceiros anteriores a 1901.

Castelao le dedicó el estudio “As cruces de Pedra na Galiza” publicado por primera vez en Argentina en 1950, donde recogió y catalogó con un análisis minucioso, estos símbolos de devoción popular, que ha de ser la mejor obra sobre este tesoro artístico nacional.

De casi una veintena de cruceiros distribuidos a lo largo y ancho del concello fisterrán, he seleccionados algunos por ser los de más significación o que conservan un legado y tradiciones dignos de transmitir y preservar. 

Cruz de Cabanas y cruceiro con pousadoiro (mi agradecimiento a Jacobo Mariño y al fotógrafo Xusto Gómez por ceder las fotos de la cruz en el monte Seoane)

Cruces de Sardiñeiro

Comenzamos el recorrido en el cruceiro anexo al cementerio de San Juan de Sardiñeiro (Vilar Sarnon en documentos medievales). Es de granito con la imagen de cristo crucificado en el anverso y la virgen en actitud orante en el reverso.

Es también uno de los pocos de la comarca que conserva el «pousadoiro» de índole exequial. Consiste en un pequeño altar junto al fuste que antiguamente se usaba para depositar el féretro; haciendo un alto, el cura rezaba allí un responso acompañado de las comitivas fúnebres antes del sepelio.

De seguido, a partir del lugar de Sardiñeiro de Arriba, por el camino que se dirige a Fisterra llamado O Gaiteiro llegamos a la Cruz de Cabanas en el Monte Seoane.

Esta cruz de granito sin imágenes, tiene grabada la fecha “AÑO 1799”. Según el cronista local José Insua Traba (†), sustituye a otra de 1625 que tenía “una representación de Santiago Apóstol montado a caballo con una cruz en su mano derecha, y en la que aparece observado por un cordero” (“Algunas pruebas del camino de Fisterra”, El Correo Gallego-8/8/1996)

Cruceiro de Rapadoira donde se aprecian las marcas dejadas por los peregrinos en su pedestal, camino del final de la ruta xacobea.

Cruceiro da Rapadoira

En el mismo Monte Seoane de Sardiñeiro al NE de la playa Langosteira, nos encontramos con el Cruceiro da Rapadoira, que es uno de los que tiene más historia. 

Según el Diccionário Estraviz de lengua gallega deriva  de rapada: loc. adv. Às rapadas: raso, sem ser acogulado. Así por ejemplo tenemos varios topónimos de descampados: en Laracha, Campo Rapado y Rapadouro; en Tui, o Rapadoiro; en Nigrán, Chan de Rapadouro; en Foz, playa Rapadoira; etc.

Este cruceiro marcaba la entrada del Antiguo Camino Real por el Valle de Duio y paso obligado de los peregrinos que venían desde Santiago de Compostela. Los cuales dejaban muescas en su pedestal de granito. Posee la imagen de cristo crucificado en el anverso y la Virgen de la Quinta Angustia o Finisterre en el reverso (véase mi artículo “La misteriosa dama de Fisterra”).

Cuenta la leyenda que un día hubo una guerra en una ciudad llamada Petronia (asentamiento primitivo del actual Duio), llegó Jesucristo y se paró delante del cruceiro de Rapadoira y desde allí se dirigió a los habitantes: ¡Que Deus vos converta que nós non podemos! y “los viejos cuentan que después la ciudad desapareció bajo tierra” (“O camiño de Fisterra”, Fernando Alonso Romero – Edicións Xerais de Galicia, 1993).

Imprescindible si algún alcalde se toma la molestia de promocionar un routeiro de cruceiros en Fisterra, visitar el de Vilar con la icónica imagen de Santiago Peregrino// Poema «O Bo Mariñeiro» del cura Matías Escariz para la revista «Finisterre en America» (foto J.G. Satti)

Cruceiro de Vilar

Otro importante crucifijo granítico es el Cruceiro de Vilar en Duio: obra de arte única en la comarca del s. XIV situado sobre un outeiro de cara al atardecer, con motivos  decorativos que representan elementos de la Pasión de Cristo (corona y clavos) y la significativa imagen de Santiago Peregrino en su fuste; en el que, a pesar del mal estado de conservación, se aprecia la viera en el sombrero, la túnica y el bastón.

En línea con el Cruceiro da Rapadoira, al otro lado del valle, su relación con el Fin del Camino Xacobeo es indudable (véase mi artículo “Los nerios en dugium: citania xacobea” 2017).

Esta cruz está situada en un hermoso paraje natural con inmensas moles rocosas que conforman un extraño y misterioso complejo de grutas, de ahí su nombre Campo das Covas. Lo que no se corresponde con la ubicación habitual de cruce de caminos. ¿Pudo servir para cristianizar un antiguo lugar de culto pagano? Se me antoja evidente que sí.

El cura poeta don Matías Escariz (1881-1945) instauró un itinerario de procesiones que transcurrían por este lugar en las celebraciones de San Vicente de Duio y en  rogativas de diversa índole.

Como curiosidad, decir que este erudito sacerdote siendo capellán del Convento la Milagrosa en la década del ‘40, ofició misas en la iglesia de Meirás con la familia Franco entre los asistentes, llevando consigo a un joven monaguillo de Duio que seguiría sus pasos eclesiásticos, Francisco Bouzas Buiturón (tío-abuelo del que suscribe).

A partir de aquí, a fin de llevar y guardar un orden empezaré por los cruceiros de la villa, dirección norte-sur.

Cruz de Baixar, San Roque // Vendedora de pescado Marin, 1920 (foto Loty httparquivosdegaliciaxunta.gal)

Cruz de Baixar

Situado al lado de la carretera AC-552, en la pendiente a la playa de San Roque en el arenal Langosteira, se encuentra el conocido como “Cruz de Baixar” del siglo XVI. 

Es de granito con la imagen de cristo crucificado en el anverso y la virgen con niño sobre una medialuna y rosario en el reverso. El pedestal esta incrustado en una gran roca, a modo de plataforma para ser divisado a la distancia. El lugar tiene una vista panorámica de la bahía que lo hace un mirador turístico por excelencia. 

Era vecino de una capilla en honor a San Roque, erigida en esta entrada al pueblo a modo de prevención de pestes. Lamentablemente desaparecida.

Antiguamente el trasiego de pequeñas cantidades de mercancías se hacían mayoritariamente a pie. Las mujeres llevaban un cesto en la cabeza para la venta o trueque de pescados, huevos, verduras, etc y que al llegar a este punto sea a la ida o a la vuelta, hacían un descanso posando los canastos al pie del cruceiro; es decir,  bajándolos de la cabeza al suelo. De ahí el nombre de esta cruz.

Cruceiro en la Plaza de la Constitución, 1925 (foto del director Josep Gaspar i Serra)

Cruceiro da Plaza

El siguiente cruceiro de interés se encuentra en la plaza principal de Fisterra. Es de granito con la imagen de cristo crucificado en el anverso y la virgen en actitud orante en el reverso. El pedestal está sobre una fuente pero originalmente no era así.

Parece ser que en el lugar hubo una necrópolis y esta cruz presidía el campo santo. Según el cronista local Manuel Traba (†), “hubo muchos datos que daban fe de esqueletos perfectamente alineados; incluso con inscripciones, nombres y números para su identificación”.

No es un caso excepcional ni mucho menos, en 2017 las obras de renovación del saneamiento de Tormantos (en La Rioja) han hecho aflorar sepulturas medievales en plena plaza del pueblo: “Los enterramientos de esa época no llevan ningún tipo de ajuares. Enterraban un cuerpo con un sudario, con lo cual solo encontramos el hueso. Son de dos clases: tumbas de lajas con un revestimiento interior de losas de piedra y fosas cubiertas con lajas. Aproximadamente, son del siglo XII”, dató Fernando Porres, de la empresa Arqueorioja (Diario LaRioja 27/02/2017).

Tampoco he de descartar que fuera una fosa común debido a la Peste Negra que devastó Europa en el siglo XIV. Si las instituciones de la época fueron superadas por los enfermos, es probable que por el alto número de víctimas, se colapsara el cementerio y se vieran obligadas a la creación de una fosa común.

Con el tiempo un temporal derribó el cruceiro y se acordó su reparación pero agregándole una buena base de cantería en la que se instalaría una fuente para dar servicio al pueblo. 

En efecto, a principios del siglo XX unas rimas compuestas por el doctor Desiderio Paz (véase mi artículo “Historias de médicos y epidemias en la villa de Fisterra”, 2019) dan cuenta de este suceso:

“En la plaza del pueblo/

harán una fuente de gran dimensión/ 

donde puedan servirse de todo/ 

los buenos vecinos de esta población.

Esta fuente tendrá 30 caños / 

por todos los cuales habrán de salir/ 

aguardiente, jerez, cascarilla/ 

tomates, ginebra y hasta perejil”. (1912)

Por estar en la plaza central este monumento fue testigo mudo de muchas actividades tanto profanas (entroido o carnaval) como religiosas, suelen colocarse altares en las celebraciones de Corpus Cristi y se recrean los actos de Semana Santa.

O Cristiño en su antiguo emplazamiento (foto Real Academia Galega)// Estado actual del monumento (foto J,G.Satti)

O Cristiño

Siguiendo nuestra ruta peregrina hacia el faro nos encontramos con un crucifijo, pues carece de capitel, fuste y pedestal. Esto hizo que se lo conozca como “o Cristiño”. Es de granito con la imagen de cristo crucificado en el anverso y la virgen en actitud orante en el reverso.

Estaba situado sobre un muro de la huerta de una casa cuyos dueños eran José Traba (Pepe de Leopoldo) y Eufrasia Rivera. Con el tiempo sus herederos vendieron la casa y el Cristiño desapareció misteriosamente hasta que recuperado, se colocó nuevamente en su lugar pero ya sobre un portal de granito en un callejón anexo.

Su significancia estriba en que formaba parte de un antiguo Vía Crucis que recorría buena parte del casco antiguo del pueblo. El cruceiro junto a la fortaleza San Carlos es una copia moderna del mismo.

Cruceiro da Insua que marcaba la antigua entrada al arrabal  por el camino que comunicaba con la iglesia y cementerio parroquial (foto J.G. Satti)

Cruceiro da Insua

Uno de los cruceiros más antiguos es el que se ubica en la aldea de A Insua, situado en el lugar Do Pomar. Esta cruz del siglo XIV marcaba la entrada al arrabal  por el camino que comunicaba con la iglesia y cementerio parroquial. Esta ancestral vía de acceso dio servicio hasta el 1936, en que un maestro nacional y alcalde a la vez, llamado Manuel Martínez Traba, hizo una carretera en dirección Coruña, que unió el barrio con la villa de Fisterra; y que más tarde se amplió y asfaltó para la circulación de automóviles.

Este cruceiro sin imágenes tiene la peculiaridad de estar montado sobre una caseta de piedra o peto de ánimas?. El caserío perteneció a la familia Mariño y luego al Monasterio de Sobrado que lo aforaron a la familia Santamaría hasta la desamortización, según el foro de la Ynsua de 1690  (véase mi artículo “Recuento de las Casas Nobles de Fisterra VI: los Mariño” 2019).

Cruceiro gótico en su antiguo emplazamiento, 1921 (foto F.Porrúa)// El  historiador del arte y arqueólogo Don Ángel del Castillo López (1886-1961) en la actual ubicación (foto A.del Castillo)

Cruceiro da Iglesia

Para finalizar hacer mención del cruceiro más artístico y bello de Finisterre. Hoy ubicado junto a la iglesia, estaba en el camino conocido como `Correduira´ por el que transcurrían las procesiones de Semana Santa antes de hacerse la carretera comarcal.

Una magnífica obra de granito con la imagen del crucificado acompaño de San Juan y María en el anverso; la Virgen con el niño sobre una especie de ank en el reverso. Con una cruz potenzada, capitel con flores de acacia y astrágalo octogonal al igual que su pedestal con chaflanes, su factura gótica del siglo XV es innegable. 

Fue en esa centuria que se inició la expansión de las denominadas “cruces góticas” en toda Galicia, caracterizadas por la abundancia de adornos en sus brazos, por los doseletes que cobijan a Cristo y a la Virgen; y por la presencia de personajes al pie de la cruz. Como ejemplos, el de Baiona, bajo baldaquino; el de la plaza de Fonseca, frente a la Basílica de santa María y el del ábside de las Ruinas de santo Domingo (ambos en la ciudad de Pontevedra); el de la Plaza do Tapal, en frente de la iglesia de San Martiño y el del cementerio de Santa María a Nova (ambos en Noia).

Soberbia escultura el nuestro que siendo el último, marcaba el Final del Camino de Santiago como sentenció Alfonso R. Castelao al incluirlo en su libro así: “derradeiro fito das peregrinacións santiaguistas”.

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