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miércoles, marzo 20, 2024

Faro, Semáforo y Marconi: baluartes de las señales marítimas en Fisterra

Juan Gabriel Satti –

Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes

que olean como el mar a la orilla de un faro.

Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,

de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.

Pablo Neruda

El Faro en diferentes etapas edilicias:1853, 1889 y ampliación de viviendas en 1920 cuando se pasó de 3 a 4 empleados con sus familias.

FARO

El Faro de Finisterre es un faro importante no solo por hallarse en una zona naturalmente peligrosa, sino también por su historia. A este confín del mundo venían los primitivos habitantes a ofrecer sus sacrificios al dios Sol.

Aquí, en este rincón de Europa (Lat. N. 42°52'45''/O. 03°03'08'') se encendían hogueras o hacían señales con grandes luces desde los tiempos más lejanos, los Fachos.

Hasta que en el siglo XIX se construyó este espléndido edificio con la torre de cantería y base octogonal, de 17 metros de alto con una cornisa sobre la que se apoya la balconada. La bóveda tiene una linterna poligonal situada a 143 metros sobre el nivel del mar y 5 metros de altura. 
La historia comienza en 1847, cuando la Comisión de Faros decidió construir uno de primer orden en Fisterra, debido a las quejas del gobierno británico tras el naufragio del Great Liverpool. Del proyecto se encargó Félix Uhagón.

El faro entró en funcionamiento el 1 de junio de 1853 y su luz la producía una lámpara de aceite de oliva, con un alcance de 24 millas, de cuyo mantenimiento se encargaban tres empleados. 

Memoria sobre el estado de las obras a 1855 y ya acabadas en siglo XX

En 1861 esa lámpara se reforma para que pudiera consumir parafina y petróleo. El sistema catadióptrico consistía en una luz giratoria, con eclipses de 30″ en 30″, sobre un carro circular que era accionado por una máquina de relojería y daba una vuelta completa cada 8 minutos. Con frecuencia sufría averías debido al desgaste de los rodamientos, lo que hacía que su luz fuera fija. Esto provoca nuevamente denuncias del  Almirantazgo inglés, que además se quejó sobre la altitud a la que estaba situada, pues la hacía invisible en tiempo de niebla; y demandó también que se electrificara.

Todos estos argumentos impulsaron a la administración española a instalar en el faro una sirena neumática el 19 de diciembre de 1889 y a partir de 1922 contó con un radiofaro; sin embargo el faro no se electrificó hasta el 30 de julio de 1931, lográndose con ello que su haz de luz se viera a una distancia máxima de 31 millas.

Vilano y Fisterra fueron los dos primeros radiofaros instalados anteriores al plan general, para el que sirvieron de experiencia en la provincia de Coruña. Montados por la Compañía Ibérica de Electricidad, de acuerdo con el proyecto de D. Mauro Serret; en su tiempo constituyeron una pareja de unidades que rindió utilísimos servicios a la navegación en esta zona trasatlántica y donde las entradas a puerto eran difíciles por las frecuentes nieblas y su áspera, escarpada y traicionera costa.

Dos generaciones de torreiros: Don José «Pepe» Traba Ribera en la linterna y Francisco Lijó, gran profesional, artista y mejor persona que tuve el honor de conocer (foto galiciaparaelmundo.com

Como la transmisión se verifica en trazos y puntos del código Morse, esto sugirió el traducir la clave luminosa del faro, distribuyendo la emisión de tal forma que produzca en el oído análoga impresión que la emisión de la luz en los ojos.

Así, como el faro de Finisterre tiene la apariencia de destellos equidistante; las emisiones del radiofaro eran notas equidistantes de medio segundo y silencios de siete segundos.

La duración de las señales estaba calculada de modo que cumpliere la condición preconizada por el Proyecto de Convenio Radiotelegráfico Internacional.

La onda era de 1000 metros, amortiguada, obtenida por descarga de condensador sin compensación, y la altura de sonido era de 500 vibraciones por segundo.

El grupo electrógeno contenía un motor de bencina 4 CV., dos cilindros, 750 1 p. m., acoplado por correa a dinamo Shunt con reóstato de excitación, 115/160 voltios, 16/11 amperios.

Este grupo cargaba una bateria de acumuladores de 60 elementos Tudor, 70 amperios-hora, para cuatro horas de descarga, lo que supone capacidad para 65 de funcionamiento.

El montaje del organismo emisor era el de una estación Telefunken 0,2 TK. El sistema radiador estaba constituido por antena y toma de tierra; y el acoplamiento con el sistema oscilante se verificaba eléctricamente (tipo Oudin), utilizando la inductancia de aquel circuito.

Postal del Semáforo con la carbonera delante y el Faro detrás // Tarjeta postal circulada con sello de franquicia -OM 9 de julio 1951-impreso bajo corona de marqués, Servicio Metereológico Nacional. Cuño: Estación Semafórica y  Metereológica de Finisterre, 3 de marzo de 1966.

El circuito de antena constaba de: variómetro, self de base, inductancia variable y amperímetro.

Las antenas eran de forma T, formadas por tres hilos de bronce fosforoso, de 45 metros de longitud, colgadas de la torre del faro y un poste de amarre de 8 metros.

La toma de tierra se realizaba uniendo el cable de bajada a la masa del depósito de agua para refrigeración del motor.

La radiación era de modo automático, gobernada por un reloj eléctrico, el cual cierra un contacto durante cinco segundos cada cinco minutos. Esto determina la puesta en marcha del motor del manipulador automático, que llevaba un disco solidario, en cuya periferia va tallada la clave a transmitir. “Sobre él se apoya el manipulador, que por apertura y cierre de sus resortes actúa sobre el relevador de manipulación, habiendo intermedio un relevador de corrección que asegura la exactitud de los momentos de radiación, pues recibe corriente directamente del reloj eléctrico. La manipulación se verifica por apertura y cierre sobre el circuito primario del transformador elevador” (Carlos Fernández Casado, Ingeniero de Telecomunicación-1929)

La sirena (conocida popularmente como Vaca) se oía a 20 milllas de distancia y para ponerla en marcha no era necesario más de tres kilos de fuerza, consumiendo gran cantidad de aire.

Hoy día todo el sistema es computarizado y digitalizado mediante satélites, con una Estación GPS Diferencial y el AIS (Automatic Identification System). Y la luz ahora se enciende mediante una célula fotoeléctrica.

Cuando en Fisterra arreciaban los temporales y los barcos buscaban huir de las tormentas, había un hombre alerta y en soledad, casi aislado de toda civilización. El  farero.

Antiguamente se le llamó el Torrero y actualmente es Técnico de Señales Marítimas.

 Vista panorámica desde dentro de la linterna del Hotel Semáforo; una vez comprado por el consistorio fue siempre otorgada su gestión a capital privado (a pesar de que algún político prometió acabar con su privatización pero terminó colocando a su familia)// Visita del ilustre físico Hawking en 2008 (fotos J.G.Satti).

Ya no quedan aquellos operarios que vivían solitarios en islotes o parajes alejados de la civilización, solos o con su familia; pues la Comisión de Faros entendía que  estando con la mujer e hijos, los fareros hacían un servicio más eficaz.

El Faro es hoy un puesto de trabajo y no una vivienda pero quedaron testimonios y anécdotas de esos tiempos vividos dentro de estos singulares edificios. Destacamos algunas.

Un informe del año 1858 redactado por el político e inspector de faros Toribio de Areitio donde expresa su desagrado con la vida licenciosa que llevaban los tres torreros del faro de Fisterra: «un joven de La Coruña sin ocupación conocida hasta que entró en la Escuela de Torreros que se estableció en aquella ciudad; el segundo fue sastre de oficio, y el tercero músico en Madrid.» Estando todos ellos solteros, se les había ocurrido amancebarse con jóvenes del pueblo, que todos conocían y referían escandalizados. La cosa terminó con Celedonio de Uribe, ingeniero jefe de la provincia, dictando el traslado de todos a otros destinos por su «carácter brusco» (Marta Ribadulla, farosdegalicia.wordpress.com).

El 27 agosto de 1940 el General Franco y su mujer, visitaron el fanal junto al General Moscardó, el Ministro de Justicia Esteban Bilbao y el Gobernador Civil Emilio Aspe de Vaamonde.

En 1958 el poeta e inventor Alejandro Finisterre vuelve al Cabo de su seudónimo después de 30 años de giras por España y el mundo, desde que su padre dejara de estar a cargo de la radio costera Marconi donde fue huésped del principal D. José “Pepe” Traba Ribera (véase mi artículo Alejandro Finisterre la historia jamás contada del genio del futbolín , Adiante Galicia 2019).

Y el físico Stephen Hawking, nos legó una frase que pronunció en su visita el 25 de septiembre de 2008 que se hizo bronce: «Gocé de mi visita al fin del mundo, qué hermoso lugar».

QSL especial conmemorativa del centenario de la puesta en funcionamiento de la Estación Finisterre y por su participación en el Internacional Marcony Day, los radioaficionados de Coruña activaron el 20 de abril de 2013 el indicativo AO1IMD desde allí mismo (foto blog).

Había diversas categorías de profesionales: de primera o principal, ordinarios, auxiliares y/o aspirantes; no los clasificaré por su rango pero estos son algunos de los torreiros que pasaron por el Faro y su año de ingreso aproximados: 1958 Vicente Bermúdez, José Rávago, Darío Ruiz Gamiz; 1865 Francisco Meseguer Hernández; 1873 Ramón Rodriguez; 1882 Antonio Jiménez Aranda; 1886 Francisco Tapia Izquierdo; Belarmino Martínez; 1889 Pedro Martínez Botella; 1895 Domingo Paz y Millán (viudo con 7 hijos); 1897 Manuel Antonio Morán y Suarez (operador de sirena); Manuel Pequeño Ballón (con su esposa Eulalia Castro Lema y 2 hijos); 1900 Juan Socías Salvá; 1901 Isaac López Calero; Francisco Bonachera (suspendido de empleo y sueldo durante tres meses en 1902 por regresar al faro dos horas más tarde de la reglamentaria); 1906 Marcial de Dios Paz (estuvo 30 años); 1911 José Díaz y Díaz; 1920-28 Ramón Balsa Iglesias; José Bretal; 1930 Antonio Carballo Vidal y Ernesto Polo Gómez (detenido en 1933 por delitos electorales); 1939-1940 José Caamaño Lago; 1940 Fernandez Alonso (recibió la visita de Franco); 1950 Primitivo Bravo Martín; 1952 José Traba Ribera; 1953 Carlos Mariño Rodriguez; 1960 Antonio Yañez; Leoncio López Olveira; Genaro Quintas; 1970 Valentin Castrege Lizancos (que fue alcalde de Fisterra en 1979 y 1999); José R. Lijó; Francisco Lijó; Ángel Brantuas; 1994 Agapito Mendoza.

Telegrafistas José Martinez Aparicio y Jaime Lloret con sus esposas y hermanas Dios Soler// Empresario Manuel Mari // El personal de la Estación al completo recibiendo la visita del medico Paz, el maestro Ávila y el alcalde Martinez Canosa (2 de mayo de 1923).

SEMÁFORO

En censos del siglo XIX y principios del XX, el Faro y el Semáforo eran considerados un barrio en sí mismo por estar ambos edificios habitados por los profesionales y sus familias. Así lo describe el controvertido cura Miñones en su censo eclesiástico: «Este barrio que se sitúa en el monte del Cabo lo forman los empleados de los edificios referidos con sus respectivas familias. La sirena está más al sur inmediata a la mar. Le sigue para el monte, el faro de primer orden y muy luego en una parte elevada, en donde por tradición se sabe estuvo el templo pagano del Ara Solis, la estación electro-semafórica» (1895).

La planta  del faro en 1929

El 9 de julio de 1875 el ministro de fomento solicitó al gobierno la “inmediata instalación de un Semaforo-vigía en el cabo de Finisterre, por reclamarlo así los intereses generales del bien público para la nación”; empezándose a construir en 1880 y fue inaugurado el 1 de marzo de 1883. Estaba destinado a comunicar el tráfico marítimo, parte metereológico y emitir mensajes usando un juego de banderas izadas a un gran mástil, utilizando para ello un lenguaje naval universal: el Código Internacional de Señales.

En Domingo de Pascua y fiestas de la Virgen del Carmen, estas banderas eran cedidas para la celebración engalanando los actos; y sus vigías muchas veces colaboraban con los pescadores dando aviso por teléfono o personalmente a sus familias si los veían en peligro.

El Cuerpo de Vigías de Semáforos se reorganiza 1943 mediante decreto para darle el carácter militar que antes no poseía. El personal pasó a integrarse en la escala de Suboficiales de la Armada en análogas condiciones: Vigía Mayor, equiparado a Contramaestre Mayor; Vigía Primero, equiparado a Contramaestre Primero; Vigía Segundo, equiparado a Contramaestre Segundo; Ordenanza de Semáforo, eran cubiertos por sirvientes de la tercera sección de la Maestranza de la Armada.

En el Semáforo trabajaban tres funcionarios con jornadas de siete días, excepto en verano que eran de un mes. Lindando hay una caseta destinada a carbonera (hoy es una taberna).

En 1887 los vigías transmitieron su primer gran siniestro, el del Matthew Cay y en 1932 fueron espectadores de lujo del hundimiento del crucero Blas de Lezo.

A partir de 1940 se agregaron para servir como ayudantes un buen número de marineros que hacían el servicio militar obligatorio. Tal el caso de un pariente mío, Juan Boullosa Canosa,  que estando vigilando vio el casi naufragio del María Benita en 1943 (véase mi artículo “Historias de náufragos y héroes en el Cabo Finisterre”, Adiante Galicia 2018).

Así que la mayoría de fisterrans pedían que los destinasen aquí, pues tenían un día de guardia y dos libres que les permitían ir al mar u otras tareas con lo que hacían unos ingresos extras.

El primero de octubre de 1969 el Ministerio de Marina daba de baja el Semáforo y todos los aparatos fueron llevados al departamento marítimo de Ferrol, para finalmente ser expuestos en el Museo Naval de Madrid.

Caído en el más absoluto abandono, el edificio fue comprado por el Concello de Fisterra en 1985 por 850 mil pesetas. En 1987 se pide una subvención para reconvertirlo en “pousada”. Por fin en el año 2000 se inaugura como “Hospedería O Semáforo”.

Algunos de los que actuaron con el grado de Vigía y Ordenanza fueron: 1883 Vicente Galán y Castriz, José Iglesias Cores; 1886 José Trava; 1889 Cipriano Graña Castro (viudo, con su hermana Juana también viuda y tres hijos); Juan Freire González; José Andés (con su esposa Josefa Martinez y un hijo); 1890 alférez de fragata José Fernández; Bernardino Freire Gómez; Pascual Galdo Fernández; Juan Valentín Coello y Rivera; Gerardo Fariña Millán; 1894 Juan Baro; 1896 Eulogio Esperón, Ramón Fabeiro; 1897  Jesús Martínez San Claudio; 1899 José Serantes Teijeiro, Pedro Castro Cerdido; 1900 Francisco Valentín Andrade; 1905 Juan Freire Gómez; 1917 Manuel Felipe Ternas Rico; 1920 Tomás Serra Anca; 1925 Tte. de fragata Daniel Pena Fraga; 1926 Juan Vázquez García; José Pena Ares; 1929 Andrés Castejón García; Tte. de ingenieros Manuel López Acevedo; José Manivesa Vidal; Juan Vazquez; José Cobas; Juan Cuadra; Julio Basoa (casado con Ramona Rivas Senlle); Antonio Fariña; José Figueroa Souto (y una hija adoptada en Fisterra).

ESTACIÓN RADIOTELEGRÁFICA `MARCONI´

La estación fue inaugurada el 16 de Noviembre de 1913 y su indicativo era EAF.  Estaba ubicada en el monte O Facho, a 247 m de altura sobre el nivel del mar (otro de los puntos más estratégicos de la navegación mundial). Su antena era soportada por un mástil de 80 m. La potencia de transmisión empleada era de 5 Kw, en longitud de onda de 600 m, estando preparada para utilizarse también entre 80 y 4.000 m. Su alcance garantizado era de 400 km, pudiendo comunicar a mayor distancia, como frecuentemente lo hizo, incluso con Terranova.

Los estudiantes aprendían el oficio en la sede madrileña de la “Escuela Práctica Marconi” que dependía de la Compañía Nacional de Telegrafía Sin Hilos, filial de la Compañía Marconi inglesa; que tenía el monopolio para la construcción y explotación de la red nacional de estaciones radiotelegráficas costeras, sustituyendo a la anterior “Compañía Concesionaria del Servicio Público Español de Telegrafía sin Hilos” (“Los comienzos del oficial radiotelegrafista” , J. Cruz González y F. Piniella Corbacho – U. de Cadiz 2014).

Los aspirantes a ingresar debían tener entre dieciocho y veinticinco años, estar en condiciones físicas aptas para el servicio, presentar certificado de buena conducta, que como mínimo transmitiese y recibiese al oído 20 palabras por minuto  en el alfabeto Morse en cualquier idioma o clave telegráfica, traducir un párrafo del francés o inglés al castellano, así como poseer nociones de electricidad, mecánica y aritmética.

Luego pagar en dos plazos una matrícula cuyo importe ascendía a la cantidad de 125 pesetas y obtendrían un curso de cinco meses. A su terminación se expedirían por parte de la escuela, los certificados que servirían para cubrir las vacantes que surgiesen en el servicio de la CNTSH.

El primer jefe de la estación fisterrana fue Alfred C. Lewis, siendo los radiotelegrafistas a sus órdenes, W. Hicti, Salvador Mas y Emilio de Medrano.

En el montaje de Estación participó el mecánico local Joaquín Rivas, esposo de Josefa Casais (familia Labancas), la señora María Martinez López como limpiadora y Ricardo Marcote, que se ocupaba del mantenimiento de la antena.

Según relatara el cronista local Manolo de Adamina (†), Don Ricardo (llamado Pilitriques) fue escogido para el trabajo por ser de menuda estatura  y poco peso; por lo que se lo introducía en un cesto de mimbre con sus pinceles, rasquetas, pinturas, comida y agua (para todo el día), procediéndose luego a izarlo hasta la altura que creía idónea. Cobraba 25 pesetas por jornada y tardaba cuatro aproximadamente en tener listo el trabajo. Como nota simpática añadir que los días de viento, los lugareños se acercaban a ver como se mecía la canasta de un extremo a otro mientras el pintor no era capaz de sujetarse al palo.

Las características de frecuencia y transmisor del radiofaro

Curiosamente, en paralelo a la Estación oficial, durante la Gran Guerra se instaló una clandestina para apoyar a los submarinos alemanes, que debido al corto alcance de su sistema de radio, debían acercarse a la costa, en este caso a la del cabo Finisterre. Dos informes de los servicios secretos franco-británicos en 1915 indicaban que el cura y el médico de Fisterra eran los encargados de las transmisiones que comunicaban sobre el paso de convoyes o avisos de la trama germana a los komandants.

Pero el asunto no se destapó por un espía sino por el párroco de una feligresía vecina que denunció ante el arzobispo de Santiago a su colega germanófilo. El cura no era otro que don Domingo Miñones, siempre envuelto en acciones políticas turbias. Su hermano, el Comisionista y banquero de Corcubión, Manuel Miñones, era vicecónsul alemán y el encargado del servicio de información y apoyo germano en la zona.

¿Y quién era el anónimo médico de Fisterra compañero espía del cura Miñones? Nada menos que don Desiderio Paz Figueroa, el padre del entruido fisterrán (…) Ensaya en una fábrica de salazones en donde no pocas veces se guarda material descargado por los colegas alemanes” (“La Araña, misterio de los submarinos de Finisterre”, Rafael Lema Mouzo-AdianteGalicia 2015).

En abril de 1917 Manuel Mari Morante (que llegó en 1915 junto con Jesús Pla) contrajo matrimonio en Fisterra con Gloria Dios Soler, hija de Marcial de Dios Paz, torrero jefe del faro en aquel tiempo. Allí nació en enero de 1918 su primera hija a la que pusieron por nombre María Adelaida. María Olga Morón Mari, hija de María Adelaida Mari Dios y Juan Morón Correa (de Cabezas de San Juan, Sevilla) vive actualmente en Finisterre.

En octubre de 1921, Mari Morante fue trasladado de Fisterra a Carabanchel (Madrid). Luego empresario, siguió vinculado al pueblo ya que en 1926 peregrina a Santiago en una comitiva con el médico Desiderio Paz a la cabeza.

Don Manuel compartió vivienda (que contaba también con una fragua y corral para animales), con Don Alejandro Campos Pedreira, padre de Alejandro Finisterre que nació aquí en 1919. 

Los Campos marcharon en 1924 y le sucedieron los radiotelegrafistas José Martínez Aparicio, Eusebio Estrada y Dionisio y Jaime Lloret (que casó con una cuñada de Morante, Ángeles).

El 20 de diciembre de 1925 Aparicio pedía la mano de otra hija del farero, Pilar Dios Soler, casándose en enero de 1926 (datas del blog Tomás Manuel Abeigón Vidal).

El dirigible Graf Zeppelin surcando los cielos y las vistas entre nubes a su paso por el Cabo Finisterre (foto Megías 1929).

Don José también era buen cantante, siendo el primer hombre solista que actuó en la iglesia y actos de Semana Santa; incluso fue pionero en organizar excursiones a San Guillermo y Facho.

En 1922 marcha Lewis quedando Juan José Gómez Parada en Jefe y se relevan tanto al mecánico como al personal doméstico con Laureano  López (Garela) y María Fernández (A Canisa) que más tarde dejaría el sitio a Manuela Insua.

Este personal de telegrafistas y servicio fueron los últimos que trabajaron allí, excepto uno que había llegado a principios del ’20, iniciado en 1916 en Madrid: don Cipriano Fernández Brage.

Este además de operario era político y fue elegido alcalde de la villa en 1932, pero con motivo de estallar la Guerra Civil en el 36 fue denunciado, capturado y ejecutado por un grupo de falangistas; su cuerpo apareció en Arzúa.

Pasada la contienda, los profesionales pasaron a una central más moderna en A Coruña y la obsoleta Estación fue desmantelada por un nieto tocayo del citado Laureano. Todos los aparatos y motores se cargaron en carros tirados por vacas a través de la finca O Prado hasta la carretera donde esperaban camiones que los llevaron a la ciudad herculina. Algunos restos como planchas de plomo que dejaron enterradas, fueron cogidas por los vecinos y vendidas como chatarra.

En cuanto al viejo edificio, parte fue desmontado y llevadas sus buenas piedras de cantería para construir la casa de un pudiente en el lugar Mesón do Vento; otra parte está aún hoy en ruinas esperando su rehabilitación como centro de información turística. 

Para finalizar, hacer mención que estos tres baluartes de las señales marítimas fisterranas y mundial, fueron testigos mudos de uno de los grandes hitos de la aviación del siglo XX: el paso del dirigible Graf Zeppelin que dio la vuelta al mundo en 21 días.

Este gigante del aire intentó comunicarse con tierra pero no hubo suerte, sólo nos queda una foto borrosa y el testimonio de uno de sus viajeros, el doctor Jeremias Megías:

“Aviso a Kubis, para que las botellas de Champaña, que aún me guardaba cuidadosamente, sean trasladadas al puente del mando. Allí están el comandante Lehmann, Flemminé, von Schiller, ELckener (hijo), Seilkopf y otros tripulantes. Los ocho pasajeros veteranos han sido convocados. Se descorchan las botellas, las copas han chocado, y, a pesar del velo que la emoción patriótica me pone en las pupilas, vislumbro abajo, borroso, el perfil de la costa española, en el Cabo de Finisterre” («La Primera Vuelta al Mundo en el Graf Zeppelin»-1929).

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