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miércoles, marzo 27, 2024

La puerta sur de Cereixo. La barca celta del paraíso(II)

Rafael Lema – Accede al capítulo anterior desde aquí

Es importante saber quién dejó escritos los mensajes de la piedra, quién trazó la barca del apóstol de Cereixo. Sus mecenas, los monjes benitos, la Iglesia compostelana, son los mismos que crearon el mito. La barca celta, la barca del sol que entrega en lo más remoto del mundo, al final de la línea sagrada del este al oeste al heredero de Cristo, a Santiago el Mayor, a quien dejó por cabeza el Señor a su muerte. Así quedó establecido antes de Nicea pero de antes de Nicea pocos escritos quedaron, pocos restos, escasa memoria acomodada a una nueva forma de entender el mensaje, de acondicionar las escrituras a una finalidad, crear los cimientos de una nueva religión con ansias de hegemonía ecuménica.

Ahora era Pedro y Roma la cabeza, el centro. Un Pedro que nunca estuvo en Roma, que como nuestro Santiago vivió y murió en Asia, en el este, país del nacimiento del sol. Tras Nicea la necesidad de tener referencias de lo perdido, los restos de un pequeño grupo de perseguidos en una tierra devastada, pisada de ejércitos y caravanas llevó a recrear, a inventar reliquias y lugares de culto, devoción, visita.

Las enseñanzas del Maestro de Justicia, del cabeza de la Iglesia quedaron entre los armenios, los coptos, en Alejandría, allá donde los curiosos viajeros y viajeras galaicas llegaron en el Bajo Imperio para saber, para buscar reliquias y doctrina. ¿Importa a la verdadera fe si ponemos a Pedro por Santiago, si fueron los romanos o los judíos los asesinos de Cristo, si Roma o Galicia recibieron las enseñanzas de sus supuestos apóstoles de cabecera ? Entonces sí y mucho, la sociedad era otra y había que crear encima de los moldes romanos y bajo supervisión política, imperial, bizantina.

En el siglo XXI es absurdo el ejercicio de la fabulación histórica y las hipótesis sobre como pudo haber sido todo si lo oculto trascendiese. Es absurdo ocultar lo evidente o evitar la duda y la sospecha. El rito, el dogma, la doctrina, lo puro o lo impuro, son conceptos hoy demasiado mañidos y falseados. El hombre tiene hoy su sitio en el mundo, está por encima de dogmas y religiones, y busca e interpreta. Para el creyente es Dios la palabra clave, un Dios único y para todos. El bien y el mal, la moral o el anhelo de trascendencia son legítimos hijos de la mente humana, no regalos de dioses.

Los escritos, la memoria del tiempo tienen autoría humana. El respeto debido al que cree, al que duda y al incrédulo no implican aceptar el imperio de la falsedad establecida ni la negación de las fuentes o del mismo intento de su estudio. Mostrar lo visible, y dejar que cada uno interprete las lecturas y tome sus propias conclusiones en su soledad y libertad.

El báculo del artista, del cantero grabado en piedra, servía para medir la altura del templo, de una torre, de un campanario, como he indicado. De una pirámide. Con sólo un bastón, y teniendo la medida de la sombra de una torre, de una pirámide, podemos, con un sencillo método, medir su altura, es un cálculo heredado de un saber ancestral por nuestros artesanos, o macheteros. La nave es un ave de alas extendidas, una barca que vuela. La nave es un templo. En la cara sur de la pirámide de Keops se enterraba la gran barca del faraón, la que usaría en el mar eterno, para atravesar el oeste del Nilo, la tierra de los muertos, en un cementerio de barcos reales, barcos solares sobre serpientes en donde el dios sol navega acompañado de nueve dioses hacia el mar del oeste, con Horus de cabeza de carnero de capitán en el viaje nocturno a los reinos del Más Allá. Un más allá marino de donde venían los collares de conchas de las adolescentes enterradas en la Edad del Bronce en las cuevas de Atapuerca. Conchas marinas de tumbas occidentales.

Tumbas que miran a la luna y al mar como los dólmenes, nuestra primera gran cultura y religión atlántica. Un bronce romano de Moraime-Muxía representa olas de mar con cabeza de serpiente, (olas o sierpes). Muxía es popularmente la tierra de los cuervos, y enfrente de la ría, al norte, está Camariñas, tierra de los carneros. Es tradición oral, pero poso que queda, limos de otros fangos, sedimentos antiguos de las nuevas islas de nuestra cultura. Los báculos son hermanos de los bastones de mando y cetros. Cada uno tiene su función y puede darnos pistas del personaje que lo porta, su jerarquía o labor.

El rey, el juez, el abad, el obispo, el peregrino, el maestro. El cetro aba del faraón golpea. El iaat consagra y gobierna. El faraón tiene una maza blanca y otro cetro para juzgar dioses. Bailes de símbolos y números de nuestras iglesias románicas finisterranas, con sus arcos figurados. Los hijos de Atum, el creador, a ellos se les pide extender su corazón en su nombre de nueve arcos pedjet. Los nueve arcos simbolizan los enemigos del faraón que pone bajo sus sandalias para que no le hagan daño. Los nueve arcos de la enéada son los servidores y agentes activos de lo divino.

El oficio de maestro constructor siempre guardó un cierto aspecto mágico de influencia de la divinidad. En la Edad Media se refuerza la concepción científica de la Creación, con imágenes en las que el creador utiliza el compás para diseñar el cosmos como el cantero o el albañil. Mediante la talla, la materia pétrea es elevada al símbolo. El templo es construido para perdurar, con materiales fuertes, los propios instrumentos adquieren un carácter iniciático, el arte se transmite como secreto familiar y gremial, sus cofradías bajo divinidades paganas sustituyen sus patronos por modelos cristianos sin cambiar el ritual y las tradiciones técnicas. Así en el siglo XIX, corporaciones de albañiles turcos aún seguían la estructura, el ritual y los apelativos de las collas o gildas de tiempos del Imperio Romano, de Justiniano. En la época carolingia y en el primer románico el auge de la arquitectura religiosa reagrupó entorno a escuelas dirigidas por los benedictinos los antiguos colegios fabriles.

En los monasterios se descubrieron textos matemáticos de los griegos, el tratado de arquitectura de Vitrubio, la mística pitagórica de los números y la geometría de los sólidos platónicos con sus correlaciones armónicas. Los monjes-arquitectos y sus maestros de obra se lanzaron a largos viajes de aprendizaje en forma de peregrinaciones individuales o desplazamiento de grupos de compañeros.

Con esta movilidad contribuirán a la difusión, al intercambio, de estilos e iconografías. Las cruzadas, la presencia musulmana en España, fomentarán los contactos con las tradiciones helenística y bizantina de Oriente y sus ramificaciones sirias, coptas, egipcias; con la evolución de los estilos en la cuenca oriental del Mediterráneo. Los maestros buscan la copia de modelos asentados, no fórmulas originales. A partir del s. XII las matemáticas y la geometría llegaron a ser un principio de interpretación teológica en la escuela de la catedral de Chartres. Thierry de Chartres explicaba el misterio de la trinidad con una demostración geométrica del triángulo equiláctero.

En la relación de Dios padre con el hijo se utilizó el cuadrado. El cosmos era una obra de arquitectura hecha por Dios, y sus coeficientes matemáticos eran similares a los de la música y la arquitectura. A partir de este siglo aparecen los gremios en España de forma patente, y nacen las corporaciones de obreros independientes, como la de los sastres de Betanzos, o los canteros y albañiles de Barcelona del 1211. En Galicia seguían muy vivas las escuelas antes de la Guerra Civil.

Por ejemplo, las gildas de la Terra de Montes. Las cofradías de canteros estaban formadas por operarios que pulían los bloques de piedra, de forma cúbica, los tallistas especializados en darle forma y los encargados de los planos y croquis. No eran albañiles vulgares de viviendas del pueblo, el oficio de maestro albañil tenía una consideración mítica, era un cargo importante en el sistema de clases de la sociedad medieval.

Los canteros comenzaron a firmar sus obras con marcas en los muros. En la zona alemana fundaron la poderosa Bauhütte, una federación de talladores asociada en cuatro grandes logias, las de Estrasburgo, Colonia, Viena y Berna. Cada una tenía sus marcas. Para Franz Rziha los signos lapidarios de nuestros templos están basados en fragmentos de matrices de las cuatro logias afiliadas a la Bauhütte. Los signos de la época románica independientemente de su procedencia derivan de las matrices de las casas de Viena y Berna.

Son las marcas de cuadrifolio, o rosetón cuadrilobulado, y del trébol o rosetón trilobulado. Los signos lapidarios de la antigüedad, y los bizantinos, pueden colocarse en una de las cuatro matrices tipo. Hacia el s. XVI tendrá lugar la paulatina desaparición de las marcas y la decadencia de las corporaciones obreras. En Galicia el gremio de canteros sin embargo se concentrará en la Terra de Montes, y al sur del Ulla, solares del arzobispado de Santiago. Conservarán ritos, estilos, y una lengua gremial tras la gran etapa románica. Dos grupos de canteros pontevedreses, con dos maestros, se instalan desde 1920 en la Costa da Morte. En Carnés y Carantoña (Vimianzo) y Ponte do Porto.

Un escudo de armas en la puerta santa de Finisterre, con dos capacetes, uno encima de otro, guarda filiación con dos signos del monasterio de Santa María de Moreruela, que también se halla en firmas de documentos de la época, o en una casa en la templaria Pasarela (Vimianzo), coto donado por los condes de Traba al Santo Sepulcro de Jesuralén en el s. XII. La flor de lis del pórtico sur de Moraime es un signo o marca de una escuela de canteros. La del taller de San Miguel de la Escalada en León. También aparece como marca gremial en Sandoval. Hay más. La Corona Borealis, un grupo de cinco estrellas visible en el cielo, fue creada por Dionisos con la corona nupcial de su esposa Ariadna. Muchos artistas del pasado la representaron de manera encubierta en sus creaciones, llegando hasta época barroca.

Por ejemplo, se puede trazar en Las Meninas de Velázquez, como seña de un hermano de alguna corriente iluminada, bastante común en los ambientes madrileños de la época. En la puerta sur de Cereixo, creada por el taller cátaro de la puerta gemela de Moraime, aparece la Corona Boreal, como anteriormente comenté tratando sobre los astros en el arte. Es el grupo central, los tres personajes actores, los que mueven la imagen, los activos. El personaje central con báculo, y los dos discípulos que a derecha e izquierda suya sostienen el cadáver del apóstol sobre un lienzo. Siguiendo unos puntos que unen la cabeza del apóstol, la del discípulo de la izquierda, la del personaje central, la del discípulo de la diestra, y de nuevo los pies de apóstol, tenemos las cinco estrellas.

Es una de las bazas del creador para impactar al espectador que ve una escena equilibrada, pero a la vez en movimiento, pese al rigor del duro granito de la zona. Santiago combate con seres sobrenaturales, usa la magia, se enfrenta al poder oficial y muere, viaja al reino del Mas Allá. La piedra de la creación compañeril aparece en pasajes de su predicación. En una barca de piedra se le aparece la Virgen en Muxía, en un pilar de piedra en Zaragoza; su barca amarra en un «padrón» de Iria Flavia, dedicado a Júpiter. Sacraliza en Muxía el mayor santuario a las piedras mágicas de Galicia. La Virgen del Pilar está en medio de la corriente en donde nace el Ebro, en la cántabra Fontibre. Otro occidente mítico ibero y ligur. Todos los trazos de la leyenda jacobea se vierten en un libro escrito para iniciados, el románico.

En la iglesia finisterrana de Moraime, como en el peculiar románico de esta parte del mundo, sobre todo brilla el Apocalipsis de san Juan, y en unos versículos caros a gnósticos, cátaros, priscilianistas e iluminados. En concreto el texto en donde aparece la mención del diablo con sus nuevas connotaciones de líder del mal, al borde del océano que lleva a los infiernos, el que salió de la boca del dragón para acabar con la mujer, madre y señora. Vemos sus versículos esculpidos en pórticos, capiteles, mochetas, de la bella iglesia románica. Es el testimonio artístico del juicio final en el extremo de la tierra, la representación del Apocalipsis en el último rincón del mundo conocido (Jn 12, 7 s.).

La mujer en el centro de la creación, madre de las criaturas que lucharán contra el ángel negro, el expulsado. La diosa de la soberanía como un águila que se resiste al dragón, a la que la misma tierra ayuda contra la bestia. Y asimismo, como madre, está marcada por la fecundidad, la sangre que renueva el ciclo de la vida en el mundo. La que salva de las garras del mal al hijo, al redentor que viene a eliminar el pecado original de Adán y Eva, y establecer la nueva era, el nuevo concierto entre Dios y los hombres, hijo y dios enviado a un mundo en donde hasta entonces solo habitaban la humanidad y el demonio.

Se produjo una guerra en el cielo, Miguel y sus ángeles combatieron al dragón y los suyos, que perdieron y fueron expulsados a la Tierra. Llegó la victoria del reino de Dios y la soberanía de su Mesías. Expulsaron al acusador de entre los hermanos, vencido gracias a la sangre del cordero, del Agnus Dei. Fue expulsado a la Tierra, pese a que la lucha fue antes de la creación del mundo y la existencia del hombre y la mujer: «¡pobre tierra y pobre mar! Porque bajó Satán hacia vosotros. Bajó adolecido porque sabe que tiene poco tiempo».

El dragón al verse en la tierra persiguió a la mujer que dio a luz el niño. Pero Dios le colocó dos alas a la mujer para que huyera volando al desierto, su lugar. Allí se mantuvo lejos de la serpiente durante un tiempo, dos tiempos y medio tiempo. La serpiente echó agua por la boca, como un río. Pero la Tierra acudió en ayuda de la mujer: abrió la Tierra su boca y absorbió el río. El dragón encolerizado hizo la guerra al resto de la familia de la mujer: los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen firme el testimonio de Jesús. Juan, en un contexto de literatura visionaria, no habla del infierno sino de una tierra en donde fueron destinados los desterrados del cielo, el demonio y sus ángeles. El hombre hasta la venida del Redentor luchaba solo, convivía con los expulsados del cielo. Ahora tiene el apoyo de Mesías, de los santos.

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