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martes, marzo 26, 2024

El campo de golf de Castrelo, el sueño de Luis de Lorenzo

//Rafael Lema//

Una pista que sale a la derecha de la iglesia parroquial de Castrelo en Vimianzo lleva al paraje conocido como Prado do Piloto, en donde el viajero perdido no espera encontrarse con un campo de golf, el único de la Costa da Morte, por más que en los tiempos de oro de la especulación urbanística varios proyectos poco claros llevasen aparejadas estas infraestucturas para colorear otros intereses.

El campo de golf de Castrelo nada tiene que ver con extrañas componendas urbanísticas, ni siquiera con una inversión deportiva o turística productiva y sí con el sueño de un amante de la Costa da Morte y del deporte de los palos que tantos éxitos reportó al país, y también dividendos para el turismo. Luis de Lorenzo en 2008 encontró en el interior de Vimianzo la finca de O Piloto de 70.000 metros cuadrados y planeó su proyecto, salido de las condiciones naturales de terreno y de su experiencia como veterano aficionado en campos de media Europa usando hierros y maderas, perfeccionando su swing y su putt; también ganado varios torneos amateur en España, Alemania, Austria.

Él mismo fue trazando su circuito hasta llegar a los nueve greens, pero con «posibilidades de hoyos infinitas» siguiendo la trama inicialmente armada en mañanas de trazados y noches de poco sueño. Luis un día decidió adquirir una casa en Ponte do Porto, el pueblo de su madre y sus abuelos; y a 16 kilómetros, se afanó en adecentar el Prado do Piloto para ocupar buena parte de su jubilación en su deporte favorito, invitando a sus amigos de la zona y a muchos que llegan a visitarlo de otras partes a jugar partidas con él y su compañera.

Su idea de contar con un campo adaptado a la práctica de este deporte le llevó a comprar cinco fincas colindantes hasta llegar a las 9 hectáreas de superficie útil. De hecho Luis no deja un día de acudir a una finca de la que está enamorado y donde siempre está creando algo nuevo. Fueron años de duro trabajo, rebajando montes, eliminando piedras y maleza de una naturaleza agreste y «vizosa».

En la Costa da Morte el deporte de Seve y Jon Rahm lleva su nombre, es el mayor promotor, el mayor apasionado y el único que invirtió su tiempo y su dinero en crear las condiciones para practicarlo. Luis descarta la idea elitista vinculada al golf, y pone como ejemplo los muchos clubes que hay en España, los aficionados de todas las edades, la condición de ser un atractivo más en muchos lugares de gran promoción turística y como fue practicado por gente de toda condición e ideas, «desde Franco hasta el Che Guevara».

De la partida de hoy, poco que hablar, el anfitrión da una clase magistral a sus tres compañeros de Ponte do Porto, que suben las empinadas colinas con los buggies, ríen los golpes fallidos, y disfrutan de un entorno maravilloso en el «solpor», mientras al sur, a lo lejos, se ven las montañas blancas de los sedimentos de Río Tinto, y al este, tras el corte de unos eucaliptos que nos defendían del nordés, el sol ilumina la bella fachada de la iglesia local.

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