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domingo, marzo 24, 2024

«El origen del Camino de Santiago XIV: «Eremitas: las peregrinaciones jacobeas a la ermita de San Guillermo de Finisterre (y 2)

Juan Gabriel Satti – Accede al capítulo anterior

Inicio de las excavaciones y vista aerea del resultado final de 2008 (foaga.com)

Las excavaciones de 2008 en la conocida como Ermita de San Guillermo de Finisterre, en las que tuve la fortuna de participar (a pesar de una gestión desnortada e improvisada pero muy fructífera en hallazgos), vinieron a confirmar lo que las gentes del pueblo sabían de antaño: que es anterior al siglo XIV, probablemente del XIII, que era un famoso punto de peregrinación y que hubo habitantes en una vivienda contigua a la capilla.

La abundancia de trozos de cerámica hallados en las capas intermedias de tierra, da muestra de la cantidad de ofrendas que allí se depositaban. Una veintena de monedas de vellón, de mayoría ilegibles pero algunas de ellas de tiempos de los reyes Alfonso X, Enrique III, Fernando I de Portugal y de Carlos II de Navarra, delatan que el grueso de visitantes arribaron entre el 1250 -1400.

Este paraje fisterrán era conocido en las peregrinaciones penitenciales del Derecho Canónico que regía en el sur de Francia y que lo documenta como meta de peregrinos, según recoge el Dr. Louis Th. Maes en su libro: Mittelalterliche Strafwallfahrten nach Santiago de Compostella und Unsere Liebe Frau von Finisterra-1955. Tres eran los puntos escogidos en España por los tribunales flamencos para la peregrinación penitencial, y los tres estaban situados en Galicia: Santiago de Compostela, Santa Marta de Ortigueira y San Guillermo de Fisterra.

En los escritos del derecho de Liege (Bélgica) aparecen las primeras reglas para la aplicación de peregrinaciones como signo de condena: el autor de golpes o de heridas poco graves infligidas en el interior de una iglesia, o el culpable de querer arrojar a un hombre fuera de un templo, es considerado, bajo pena subsidiaria de proscripción o de extrañamiento, a hacer dos peregrinaciones a Santiago de Compostela, de las cuales una será en provecho de la iglesia ofendida y la otra en favor de la parte lesionada. Los reos de parricidio o de asesinato solían llevar al cuello, al brazo o a la cintura un aro construido con el acero del arma empleada en el crimen. Al regreso tenían que presentar los certificados acreditativos de haber cumplido la penitencia que les había sido impuesta, y aún así, para poder volver a sus hogares debían contar con el perdón de la parte ofendida.

Monedas de tiempos de los reyes mencionados. Descripción al final del artículo.

Las peregrinaciones podían ser mayores o menores. Las primeras eran a Roma, Compostela, Canterbury y Colonia; y las otras se hacían a multitud de santuarios que conservasen alguna reliquia importante. La condena a una peregrinación mayor casi siempre llevaba aparejada consigo el hacer de camino otra menor, como ocurría con la de Santiago, cuyos peregrinos seguían en su mayor parte hasta Finisterre, o sea dos jornadas más de camino.

Para ello el condenado antes de ponerse en ruta, debía jurar que no regresaría a su patria hasta haber cumplido su penitencia. Luego, por lo general, los obispos o los tribunales, proveían a los peregrinos de salvoconductos en los que se recomendaba a las autoridades eclesiásticas y, sobre todo, a los abades y priores monásticos, que acogiesen favorablemente al penitente quien, de no rescatar la pena que le había sido impuesta, abonando la multa establecida para el caso, debía partir en un plazo de uno a cuatro meses a contar desde el día de la condena. La peregrinación debían hacerla descalzos, sin armas y vestidos con trajes burdos. Debían ayunar y no alimentarse más que de legumbres, pan y agua, a excepción de los domingos y días de fiesta. No podían detenerse más de un día en el mismo lugar, ni comerciar durante la peregrinación.

Los penitentes que tenían como lugar de su pena Fisterra, y su ermita de San Guillermo, provenían de Amberes, Alost, Liege, Malinas y Gante. En esta última ciudad se dictaron 1.376 sentencias desde 1350 a 1360, y 2.450 en Amberes desde 1415 a 1513.
Esta práctica alcanzó tal difusión en los Países Bajos, que Eude Rigaud, arzobispo de Rouan desde 1248 a 1279, decía que uno de los mejores medios para castigar las insubordinaciones de los clérigos era mandarlos en peregrinación.

Según los datos del  libro de Etienne van Cauwenberg, titulado Les Pélerinages expiatoires et judiciaires dans le droit communal de la Belgique au Moyen-Age-1922, dos penitentes de Gante y otros dos de Alost fueron condenados a peregrinar hasta Santa Marta de Ortigueira y hasta San Guillermo, cuya peregrinación era considerada como más penosa por cuanto en la tarifa de rescates que los tribunales de Gante habían establecido para los penitentes que prefirieran reducir a metálico su castigo se fijaba en diez libras el subsidio que se debía abonar para poder condonar la peregrinación a Ortigueira, en tanto que lo establecido para la de Santiago era de doce y el señalado para la de San Guillermo ascendía a trece libras, tasación razonable si se tiene en cuenta que este santuario estaba nada menos que en Finisterre.

Este monje era Guillermo, conde de la ciudad de Toulouse, Francia, y que más tarde fue nombrado duque de Aquitania por Carlomagno, primo de su abuelo Charles Martel. Cuando los sarracenos invadieron el sur de Francia en el año 793, Guillermo con su ejército los expulsó, y en el 801 cooperó en la reconquista de Barcelona. Regresó a su patria, y en el año 806 se retiró a la abadía benedictina de San Salvador de Gellone, que él mismo fundó en el 804, en la vía tolosana que va a Santiago; plantó viñas, creó una biblioteca, enriqueció su iglesia con reliquias como un trozo de la cruz del Señor y es allí donde hoy reposan unos escasos restos.

Relevamiento de Chamoso Lamas en la ermita en los '70 (foto Academia de Bellas Artes)

Carlomagno le quiso dar a Guillermo otros terrenos en recompensa por su heroica lucha, pero éste le manifestó su intención de entregarse a la vida monástica: “No quiero honores, ya que nada más cumplí con mi deber. Como los árabes han sido definitivamente rechazados de nuestras tierras, quiero ponerme ahora la armadura de Dios”. El caballero-monje murió el 28 de mayo de 812, fue canonizado por el Papa Alejandro II y su festividad es celebrada particularmente en Francia y Alemania. El ejemplo de Guillermo de Aquitania movió en el tiempo de las cruzadas a muchos nobles europeos a dejar la familia y la patria para luchar y morir en Tierra Santa o España.

El Padre Martín Sarmiento, que visitó Finisterre en 1745, indica que la memoria del culto debía estar muy reciente pues aún se conservaba un “San Guillermo de Piedra vestido de agustino”. Aquí aparece la confusión con Guillermo de Maleval (¿?-1157) que después de haber llevado una vida licenciosa como soldado, los remordimientos que le ocasionaron algunos delitos que había cometido, hicieron que la gracia divina hiciera mella en él y, deseando encontrar una cierta paz espiritual, fue en peregrinación a Jerusalén y Santiago, desde donde volvió a Italia, profundamente cambiado y con el deseo de dedicarse por completo a Dios en la Toscana.

Su vida anacoreta inspiró la fundación, por parte de sus seguidores, de la orden religiosa de los Eremitas de San Guillermo, absorbida luego por los Eremitas de San Agustín. 

San Guillermo eremita por Antonio de Pereda, 1630 (Bellas Artes Madrid) y Guillermo de Aquitania toma Nîmes escondiendo a sus hombres en barriles de vino, hecho que lo identifica con la tradición fisterrana y su acarreo de un tonel (Biblioteca de Boulogne-sur-Mer).

En efecto, la fundación de la orden de los ermitaños de san Agustín tuvo lugar en 1244, a instancias del papa Inocencio IV, que el año anterior invitaba a diversas comunidades eremíticas italianas a unirse bajo una misma regla. En un desarrollo posterior de la orden agustina, en 1256, se unieron otros grupos eremíticos de la Toscana entre los cuales estaban los guillermitas. A partir de aquí los agustinos ocuparon su lugar como frailes mendicantes junto a los dominicos, los franciscanos, y poco después, los carmelitas.

La orden guillermita no se desarrolló en la península ibérica. Fray Crisóstomo Henríquez descubrió en los Países Bajos, hacia 1620, la existencia de esta orden todavía y, de vuelta a España, contribuyó a difundir el culto de san Guillermo escribiendo una apología del santo, publicada en Bruselas en 1626 (fecha más cercana a la imagen encontrada por Sarmiento).

Si los agustinos, a lo largo del siglo XV, habían sido los creadores de la leyenda local, serán los franciscanos los difusores de la misma, con su incansable y perseverante labor entre las gentes de la comarca, desde las últimas décadas del siglo XVI hasta las primeras del XIX. 

Los Gozos- Descripción al final del artículo

El papel que los franciscanos jugaron en nuestras tierras no se limitó al plano constructivo y artístico. Su influencia en la vida espiritual y religiosa, a lo largo de dos siglos y medio, fue de primer orden. La congregación mendicante fundada por san Francisco de Asís en el siglo XIII, en origen de carácter eremítico y de itinerancia predicadora, amó la pobreza e hizo de ella su regla de vida más importante, y los tres elementos hallaron los franciscanos en Fisterra.

Para empezar, los monjes franciscanos sustituían a aquellos sacerdotes que se ausentaban de sus obligaciones pastorales en las parroquias más pobres, por no poder subsistir éstos con las exiguas rentas; era siempre, pues, un padre franciscano que acudía en auxilio de los más desposeídos en sus momentos más difíciles, económicamente hablando. En la actualidad, todavía pueden observarse algunos restos de las bellas decoraciones que enriquecían la iglesia de Fisterra: pilastras de orden compuesto, angelotes y motivos vegetales, todo ello de estética barroca del siglo XVII, en consonancia con la franciscana que hace de la pobreza su leit motiv.

 La Cruz de Terra Santa, una cruz griega potentada conocida también con el nombre de «Cruz de Jerusalén», es el símbolo de la Custodia Franciscana de Tierra Santa. Ventana o baldaquino según la Academia de Bellas Artes que pasó del muro sur de la Iglesia de Fisterra a su interior como sagrario.

Canonizado Maleval en 1202, la mayor parte de sus reliquias se dispersaron en 1224; unas a la parroquia de San Juan Bautista en Castiglione della Pescaia, mientras que parte del cráneo fue a un convento de dominicos en Alemania y, posteriormente, a la casa que los jesuitas tenían en Amberes. En el año 1707, otras reliquias fueron encontradas en Tirli (Florencia).

Curiosamente se festejaba doblemente al santo en Castielfabib (pueblo de Valencia): el 10 de febrero y el 28 de mayo. Según el Martirologio, la primera fecha celebra san Guillermo de Maleval o el Grande, la segunda san Guillermo de Gellone. Como vemos, la confusión en torno al santo no era exclusiva de Finisterre.

Ahora bien, Nicolas Popplau describe en 1484 un brazo «guarnecido de plata» del santo benedictino que se conservaba en la iglesia de Fisterra; y que habría traído, entre 1154 y 1199, la Orden del Temple, cuya presencia atestiguan las cruces grabadas en los muros de la Iglesia, como en la Colegiata de Iria Flavia; pues en 1151, Raimon, abad de Sant Guilhem le Désert, hizo este «regalo» a los Templarios de la iglesia de Santa Eulalia de Cernon, encomienda principal de Larzac, Francia. Estos eran muy afectos a reunir reliquias de santos como las de Felipe, Helena, Esteban, Lorenzo, Eufemia y otros que utilizaban tanto para atraer aspirantes como para recibir donaciones. 

Una de las cruces templarias de la iglesia fisterrana y modelo tipo de relicario  en forma de brazo (este de San Juan Bautista que pertenece a las monjas sanjuanistas de Barcelona desde el siglo XV.1435)

Ya en la segunda mitad del siglo IV se había hecho corriente la práctica de dividir los cuerpos de los santos y repartirlos por distintos lugares, donde eran custodiados y se les rendía culto. Esta actitud obedecía a la creencia de que estos sagrados fragmentos, por pequeños que fueran, conservaban toda su santidad y su potencial milagroso.

Con el paso de los siglos esta costumbre se desarrolló enormemente por la formidable devoción que entre los fieles suscitaba y los pingües ingresos que proporcionaba a la institución eclesiástica. Fue especialmente durante la Baja Edad Media cuando iglesias, catedrales y conventos se afanaron por poseer la colección más rica y variada de reliquias, ya que el número y la calidad de las mismas manifestaban la importancia del establecimiento que las custodiaba.

Posiblemente la Orden del Temple que fue prohibida por el Papa, erigió la capilla sobre un eremitorio anterior (un sepulcro antropomorfo del siglo VII lo refrenda), hecho que explicaría la negativa arzobispal de 1901 al pueblo de Fisterra en su intento de reconstruirla, pues es imposible que desconociera su valor durante las peregrinaciones flamencas.

Sepulcro del siglo VII reutilizado por el vulgo para practicas de fecundidad y planos de la ermita de 1976 y de 2008 donde se detalla la vivienda hallada.

Lamentablemente en el invierno de 1552 siete naves bretonas atacaron Finisterre robando el brazo de Guillermo (Sinfonía en mar mayor: Finisterre de Francisco de Ramón y Ballesteros- 1971), y se tuvo por estas la grave noticia de que habían salido de Francia  otros ciento cincuenta barcos también “á rrobar por la via de las yndias”. De todo dieron cuenta los Alcaldes mayores en carta al Consejo, fechada en Santiago el 20 de Diciembre de 1552.

Los Capitanes Generales, además de informar sistemáticamente sobre las renuentes rapiñas de los franceses, manifiestan su preocupación ante la impunidad con que se producen estos ataques dada la indefensión de los puertos de Galicia y solicitan de forma reiterada actuaciones de la corona para mejorar la defensa de este Reino. Así lo hace Pedro Navarro, Mariscal de Navarra y Marqués de Cortes quejándose de los repetidos ataques que recibían los pescadores gallegos, al detallar los saqueos de Finisterre, Muxia, Ferrol, Viveiro y Ría de Vigo en 1552 y de las dificultades naturales para su defensa, pues «no sólo son quatro puertos y surgideros de navíos, más quarenta y dos, y ninguno de todos, ocupado de los enemigos de su majestad o de vuestra alteza, se puede sustentar y defender, salvo La Coruña». Ya con ocasión del inicio de la guerra contra Francia, el Capitán General Pedro Navarro evidenciaba su gran preocupación: «estoy cada hora con gran sobresalto, viendo La Coruña y toda esta marina tan mal probeyda, que con visitar los puertos y hazer todo lo que puedo con todo cuidado, no basta».

Santiago Peregrino con su atuendo propio y el más antiguo de España (ca. 1301). Descripción al final del artículo

En ciertas épocas tal y como ocurre hoy por internet, la gran demanda que había de reliquias originó un negocio de lo más lucrativo para comerciantes y ladrones que, como era de esperar, no dudaban en falsificarlas (Sobre el robo de reliquias puede consultarse la obra de P. O’Geary, Furta sacra. Thefts of relics in the Central Middle Age, 1978).
En Histoire de la Ville de Toulouse, avec une notice des hommes illustres de Jean Raynal-1752 se cuenta que: “Todavía se conserva en Toulouse un relicario muy hermoso que contiene un brazo de San Guillermo, duque de Aquitania, porque en 1706 el beato Gran Duque Cosme III obligó al fraile dominico Antonin Massoulié, a aceptarlo como recompensa por los servicios que había prestado a la religión convirtiendo a un famoso rabino de Florencia.”

Las reliquias de Gellon, encerradas en 1738 en un santuario ornamentado, constaban de un busto plateado, un brazo y una mano presentados en un brazo-relicario; inventariados en 1790 y saqueado tres años más tarde. Algunos huesos, guardados en este momento, fueron restaurados después de la revolución, pero perdidos por una inundación del río Verdus en 1817. Otros han sido recuperados por el abad Viñas en el siglo XIX, incluido un diente engastado de plata que aún existe.

Curiosamente, en Castilla y León hay otro santo que tiene su símil con Fisterra. En 1171 el rey Fernando II y su esposa Doña Urraca donan un monte de Morgovejo conocido como Bustraniego para que unos monjes edifiquen allí un monasterio que debe ponerse bajo la obediencia de Guillermo de Penna Coralda (en Cistierna, la capital del municipio leonés del mismo nombre). Este Guillermo, para unos era un fugitivo monje benedictino huyendo de Almanzor, y para otros fue un ermitaño que se refugió en una gruta de la montaña donde hoy está una ermita, pasando desde aquí a una abadía cercana regida por la regla de San Agustín. Elegido abad, la gobernó y a su muerte fue aclamado santo.

Lareira de la vivienda contigua a la ermita de san Guillermo

En el año 1281 el Monasterio de San Guillermo de Peñacorada es anexionado por el Rey Sancho IV a la Catedral de León, en el año 1306 es secularizado, en 1737 ya amenaza ruina y en 1786 se vino a abajo, quedando sólo un himno muy singular y que perfectamente pudiera aplicarse a la generalidad de los eremitas del Camino: “La montaña te guarda con brazos de madre/ Canta en ella la historia una bélica estrofa/ San Guillermo vigila en lo alto de un valle /Con humilde aposento y techo de roca”. Y su romería, como patrono local, es todos los días 28 de mayo.

Recuérdese los dictados del Papa Calixto II: “Se ha de visitar también, por los que van a Santiago por el camino de Toulouse, el cuerpo del confesor San Guillermo. Pues San Guillermo fue egregio abanderado e importante conde del gran rey Carlomagno, muy esforzado soldado y entendido en la guerra… Su sagrada solemnidad se celebra el 28 de mayo”. Ya en 1140, la Guía del peregrino de Santiago afirma que el cuerpo del Beato Guillermo debe ser venerado.

Una imagen de azabache de Santiago peregrino, perteneciente a un rosario, y una insignia de plomo se hallaron en las dichas excavaciones de Finisterre, demostrándose así que estos viajeros eran peregrinos que tomaban la ermita de San Guillermo como el verdadero fin del camino jacobeo.

Por último, pero no menos importante, también se encontraron los restos de una “lareira” o fogón bajo que certificaría un curioso relato publicado por Don Francisco Esmorís en 1959, tomado  de Studies to Visiones Georgii  (Dr. Hammerich, 1930) y cuyo resumen es el siguiente:
Un joven y rico caballero húngaro llamado Georges Grissaphan había participado en las guerras que sostuviera el rey Luis el Grande de Hungría por el reino de Nápoles entre 1347 y 1350. El capitán Georges era reconocido por su valentía pero también por ser brutal y despiadado con sus enemigos. Tal es así que sus crímenes de guerra no le permitían dormir y decidió emprender una vida de penitencia haciéndose peregrino (nótese la similitud con la vida de Malaval).

Así es que en 1352 inicia, inspirado por Dios, el camino de Santiago para permanecer en aquellas comarcas el tiempo necesario hasta que la divina misericordia comprendiese que le habían sido perdonados sus abominables pecados.
Al llegar a Compostela preguntó a los clérigos de la catedral si en esos parajes existía algún lugar propicio para hacer retiro y penitencia; los sacerdotes le aconsejan que el sitio más adecuado se llama San Guillermo y dista como unos dos días a pie de Santiago, junto a la iglesia de Santa María de Fisterra, que es muy solitario, desierto y apartado de los hombres, ubicado entre montes altísimos que casi nadie frecuenta.

Entonces el joven y su criado prosiguieron su andadura a San Guillermo o Saint-Guilhem le Désert, como se le llama en un documento francés de 1417. En efecto, Nomper II, señor de Caumont y caballero de la Orden del Santo Sepulcro, cuando visita en 1417 la ermita de San Guillermo escribe en su Voiatge a Saint Jaques en Compostelle et a Notre Dame de Finibus Terre (folio 190): «…Hay una gran montaña donde está una hermitatge de Saint Guilhames du desert» (Saint-Guilhem en el valle de Gellone; en Hérault, Francia). Este párrafo se reproduce en La Guide du Pélerin de Saint-Jaques en Compostelle, de Jeanne Vielliard, pág. 138 (de la cual me envió copia la oficina de turismo de Gellone), y cuyo manuscrito se encuentra en el British Museum, fonds Edgerton Nº 890, folio 109.

Georges estuvo morando junto a la capilla durante cinco meses. El pequeño lar de un metro de diámetro y los rudimentarios muros que existen hoy día adosados a la capilla del santo confirman la corta permanencia del anacoreta.

Su estancia se vio perturbada por la curiosidad y devoción de gran cantidad de personas que deseaban conocer a aquel hombre devoto que hacía vida de ermitaño. Es entonces que el joven, soltero y eremita, temiendo la vanagloria del mundo y lo dificultoso de su devoción, decide ir a Irlanda, a la cueva llamada Purgatorio de San Patricio, donde tendría unas visiones que mas tarde serían publicadas bajo el título de Visiones Georgii.

Las leyendas y relatos de peregrinos  quizás fundieron la persona del ermitaño húngaro con la de San Guillermo de Gellone dando como resultado un bonito puñado de coplas y cuentos que se conservaron hasta nuestros días, manteniendo vivo el recuerdo de uno de los puntos de peregrinación más importantes para la cristiandad durante todo el Medioevo.

Urna que contiene los pocos restos que quedaron del santo en la abadia de Gellone lamentablemente, parte del craneo y del fémur 

Monedas de tiempos de los reyes mencionados.

La fiabilidad para datar con monedas de reyes anteriores al siglo XIII es muy atrevida, pues se  siguieron emitiendo las tipologias iniciadas con alfonso VIII y alfonso IX durante el reinado de Fernando III. Tal fue el continuísmo que el rey «Santo» no puso su nombre en ninguna moneda. Por extraño que parezca, se siguió haciendo con las mismas leyendas que su abuelo  o que su padre. Hay que tener en cuenta que esto tampoco es que fuese un problema en la época ya que prácticamente nadie sabía leer. Se sabe también que redujo los beneficios de acuñación de la Iglesia y que en 1250 eliminó las acuñaciones en Santiago de Compostela como manera de quitar poder al arzobispo. (2012 : «The Iberian Península», Crusafont, Balaguer y Grierson)

Los Gozos

Los «Gozos» son composiciones poéticas que relatan la vida y milagros de santos, se cantan en su festividad, siendo algo característico el estribillo que contienen al final de cada estrofa: «Socorred nuestra aflicción/ Príncipe, ermitaño y santo» –reza el de los de Castielfabib-.Detalle con armadura y capa de peregrino/penitente (Segorbe, 1851). Luego de ermitaño y confesor, con hábito agustino, de la Orden de los Ermitaños de san Agustín (Barcelona, 1868). Y talla de «Guillermo de Maleval», Buxheim (Alemania), s. XVIII.

Santiago Peregrino

Santiago Peregrino con su atuendo propio y el más antiguo de España (ca. 1301). Estes «Santiaguiños» o «Jacquettes» eran recuerdos de peregrinación que compraban los peregrinos en puestos próximos a la fachada septentrional de la basílica compostelana. Con frecuencia eran parte de un rosario // Insignia de peregrino de plomo. Son pequenos broches con pasadores en la parte posterior con imágen de la Virgen del s. XVI, producción francesa relacionada con el santuario de Notre Dame de la Boulogne // Cruz de brince ca. 1400 (todo en depósito en el Museo de las Peregrinaciones de Santiago).

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