Juan Gabriel Satti Bouzas. En el capítulo anterior, Ara-Solis: historias de héroes, traición, muerte y resurrección
Itaque ergo prima Romanis inita provinciarum, quae quidem continentis sint, postrema, omnium nostra demum aetate ductu auspicioque Augusti Caescaris perdomita est.
“Por esta razón, siendo la primera provincia en que penetraron los romanos, de las que pertenecen al continente, claro está, fue la última de todas en ser sometida, y sólo en nuestra época, bajo el mando y los auspicios de Augusto César”
Esta frase de Tito Livio expresa las dificultades encontradas por Roma en el proceso de sometimiento de los pueblos de la península ibérica.
En efecto, Lusitania conoció una última gran rebelión en el 99 a.C. dando paso a la campaña de Publio Licinio Craso en Portugal y Galicia, hacia 96-94. De acuerdo con Estrabón (III, 5, 11), la expedición de Craso se orientó a la exploración de la ruta fenicia del estaño, en concreto al reconocimiento y exploración de los recursos mineros de las islas Casitérides: “Los romanos, tras numerosos intentos, acabaron por descubrir la ruta de estas islas, siendo Publio Craso quien pasó primero y conoció el escaso espesor de los filones y el carácter pacífico de sus habitantes”.
Perteneciente a la noble gens Licinia, la familia vio acrecentada tanto su riqueza tras su incursión galaica que uno de sus hijos, Marco, costeó la campaña militar en Hispania de su socio y amigo Julio César (apremiado por acuciantes deudas) con la idea de hacerse con un botín suficiente para saldar a su acreedores y mejorar su prestigio político en Roma.
FOTO- Yacimiento romano en el monasterio de Moraime excavado por Chamoso Lamas en 1972 encontrando un hipocausto (sistemas de calefacción subterráneo), cerámica, tégulas, monedas, platos de vidro, etc. Y una fuente que es uno de los tres ejemplares que se conocen en todo el mundo. Pertenece a la tipología denominada meta sudans, o fuente de elevación, como la desaparecida de Roma que le dio nombre a las otras, como la de Djemila, Argelia, que es Patrimonio de la Humanidad. Junto a los restos de la fuente está parte de la canalización.
El relato de Plutarco es muy escueto: “Una vez llegado a Hispania, desplegó rápidamente una intensa actividad; en pocos días logró reunir diez cohortes y las añadió a las veinte que se encontraban allí; posteriormente, marchando contra los galaicos y lusitanos, los derrotó y avanzó hasta el Mar Exterior, sometiendo a los pueblos que aún no prestaban obediencia a los romanos” (Vidas paralelas-Tomo V). Era el año 60 a.C. cuando César desplazó a las islas Cíes desde Cádiz una pequeña flotilla, que un 24 de agosto asaltó con relativa facilidad las islas, y masacró sin piedad a los rebeldes Herminos allí acantonados. Según el memorando de César, validado por su cuestor, cuantificaba la campaña en más de 5.000 enemigos abatidos. Luego continuó bordeando el Cabo Finisterrae hasta llegar a Brigantium donde estableció pactos e impuso tributos a los líderes locales, aumentando su ya considerable bolsa tanto que no sólo sufragó su endeudamiento y devolvió a Marco el préstamo, sino que también se financió su posterior ascenso al consulado.
En el año 13 a.C. un sobrino nieto de Julio César, el Emperador Augusto, viaja a los territorios ocupados de Hispania y separa Gallaecia y Asturica de la Lusitania para incorporarlas a la Citerior, siendo el río Duero el nuevo límite entre ambas regiones, Lusitania y Gallaecia. Gracias a Plinio, sabemos que en el NO peninsular había tres conventus, a dos de los cuales, el Lucensis y el Bracaraugustanus, estaban adscritos las Gallaeci. El primero poseía 15 pueblos y alrededor de 166.000 habitantes libres, y su capital era Lucus Augusti, la actual Lugo. El otro, por su parte, contaba con 25 pueblos y 285.000 habitantes, y su capital era Bracara Augusta, actual Braga.
En este proceso de colonización administrativa fue básico crear una vía que ascendiendo desde Bracara por Lugo, llegara hasta Asturica. Otra lo haría también desde Bracara bajando por la provincia de Lusitania y ascendiendo por Petavonium y Argenteolum hasta Asturica, de donde salían y llegaban, otras dos, hacia el este una por la provincia Tarraconense, y la otra, hacia el sur por la de Lusitania centrada en Mérida.
La que desde Bracara subía por Gallaecia cruzando el Bierzo hasta Asturica es la catalogada en la guía de caminos del imperio romano, el conocido Itinerario Antonino, como la vía XIX. Y para la comunicación con el interior hacia las costas, surgió la Vía Marítima número XX, que a través de los puertos hacía llegar desde los almacenes de mansiones costeras las mercancías enlazando con las vías anteriores, principalmente la antigua: Item per loca maritima a Bracara Asturicam usque, “Del mismo modo por lugares marítimos desde Braga (puertos y mansiones entre Aquae Celenis y Lucus Augusti) hasta Astorga sin interrupción (que quiere decir que se une y es continua en ambos sentidos)”.
Fue en 2008 que los trabajos del arqueólogo Juan Naveiro López en Brandomil, sacaron a la luz su núcleo urbano equiparable a los de Brigantium e Iria Flavia, que “fue sin duda fundamental para la conexión con la zona costera, la tierra de los Nerios (que ya mantenían relación comercial con Iria) y que después quedó integrada en el Camino de Santiago a Fisterra”. Allí hubo una importante delegación de la Administración Imperial a tenor de las estructuras edilicias halladas: la mansión Grandimirum, cuyos los restos que datan del siglo I al IV prueban que el asentamiento se prolongó en el tiempo.
FOTO- Callis Costa de Marcos, FIsterra: las vías romanas, en las que la tracción animal y las relativamente grandes cargas que se transportaban en aquel momento, solo hacían viable el tránsito rebajando la pendiente y para lograrlo, no dudaban en desmontar la montaña y cortar la roca tanto como hiciera falta, tal y como se aprecia en este sendero.
Más tarde, en el año 2010, apareció en la parroquia de Xallas el tramo de calzada de unos 100 metros que podría formar parte de esta Vía XX, entre los lugares de Fornos y Carballoso, conocidos desde tiempos remotos como A Calzada o Costa da Brea.
Similar apelativo se da a la callis romana del Lugar de la Ynsua o Insua, en Fisterra, la llamada Costa de Marcos que conduce hacia el monte del cabo que albergó el famoso Ara Solis. Final del viario desde Anxeriz en las estribaciones de la divisoria y encrucijada de caminos de Santa Comba donde se ha localizado un miliario y una estela funeraria.
A este lugar llegarían los caminos de Outes, Portomouro y Anxeriz, discurriendo por la cabecera del río Xallas, jalonado por las estelas funerarias de Vilamaior, Castriz, Santa Sabina, Cícere hasta Brandomil; allí se bifurca, dirigiéndose uno a Moraime donde se localiza una villa romana, y otro a Fisterra donde se encontró un ara votiva dedicada a Cibeles del II d.C.
Esta pieza aparece publicada por primera vez en un suplemento al fascículo I de las Inscripciones Romanas de Galicia. Compostela, CSIC, 1959, nº6, p.10 de Castillo y D’Ors. La dan como inédita, hallada en el cementerio de Sardiñeiro (sólo 4 se conservan en Galicia). El estudio más reciente y completo es el de Pereira Menaut (Corpus de Inscricións Romanas de Galicia, I. Compostela, Consello da Cultura Galega, 1991, nº71, p.185) que la describe como ara votiva de granito, con base y cornisa solo por delante y a los lados. Arriba, focus circular entre los dos semicilindros de los cuales solo se conserva el de la parte izquierda. Por atrás sin labrar para pegarla a una pared. Sus dimensiones son 50 x 29 x 19.
​FOTO- Ara de Sardiñeiro, Fisterra. Altar de granito cuya lectura plantea algunas dudas. En la versión de Castillo y D'Ors se leyó: MARD-/UMUS / et VAL(eria ?) e(x) / voto. Sin embargo, la autopsia llevada a cabo por G. Pereira se debiera leer: MATRI DE-/UM S(acrum) +(- – -) / et VAL(- – -) e(x) / voto, con lo que se trataría de una dedicación a Cibeles (mi agradecimiento a Santiago Esmoris-Recamán por ceder gentilmente la fotografía)// En bronce placa del Edicto Augusto.
La epigrafía romana del Conventus Lucensis muestra un reparto geográfico muy desigual, con una importante concentración en la ciudad de Lucus Augusti y vacíos muy importantes en las comarcas nororientales y septentrionales; llama la atención también la escasez de testimonios en el espacio comprendido entre los ríos Eo y Navia.
La tipología de los soportes epigráficos en el Conventus Lucensis da: 300 altares, 87 estelas, 13 placas y 145 otros/desconocido, haciendo un total de 545 piezas.
La mayor parte de las inscripciones están elaboradas en granito y el tipo más corriente es el altar votivo. No tenemos constancia de la existencia de officinae epigráficas pero los monumentos respetan estilos y modas conocidos en otras regiones. Esa ausencia de officinae probablemente fue causa de un alto grado de creatividad epigráfica y conexión con las poblaciones nativas, especialmente en lo relativo a las representaciones figuradas.
Foto – Ara de la Torres de Hércules: MARTI AVG SACR C SEVIVS LVPVS ARCHITECTVS AEMINIENSIS LVSITANVS EX V°» «Consagrado a Marte Augusto. Gaio Sevio Lupo, arquitecto de Aeminium (junto a la actual Coimbra), Lusitano, en cumplimiento de una promesa».//Ara sestiana de Campa Torres: Al emperador César Augusto, hijo del divino César, 13 veces cónsul, emperador con veinte salutaciones imperiales, pontífice máximo, padre de la patria, treinta y dos veces investido con la potestad tribunicia, Calpurnio Pison, hijo de Cneo, legado propetor, consagro este monumento. Realizada entre los años 9 – 10 d.C.
Cuando los griegos y los romanos se vieron expuestos a la toponimia autóctona, los unos como comerciantes y los otros en su expansión imperialista, aunque nunca se vieron obligados a aprender los idiomas de los pobladores locales, no pudieron evitar el reconocimiento y el empleo, aún bajo una latinización o helenización, de los nombres propios de personas, lugares y rutas para el funcionamiento de sus empresas comerciales o militares.
Excepcional por los datos de topónimos, etnónimos y políticos que aporta es el Bronce de Bembibre encontrado en 1999 en la comarca de El Bierzo, que reveló la existencia de la provincia Transduriana, división administrativa romana desconocida hasta su hallazgo. Es decir que en el año 21 a. C. las tierras recientemente conquistadas durante las guerras cántabras (desde el río Duero hasta el mar Cantábrico) se unificaron en una provincia Transduriana bajo el mando militar de Lucio Sestio. Tal provincia debió de desaparecer con la nueva llegada de Augusto a estas tierras, entre los años 15 y 13 a. C., cuyo texto es el siguiente:
“El emperador César Augusto, hijo del divino (César), en su noveno poder tribunicio y procónsul, dice: Conocí por todos mis legados que presidieron la provincia Transduriana que los del castro Paemeiobrigense, de la gens de los Susarros, se habían mantenido fieles, mientras que los demás eran disidentes. Por ello, a todos ellos les hago donación de inmunidad perpetua y ordeno que posean sin discusión las tierras, y en los mismos límites que poseyeron cuando mi legado Lucio Sestio Quirinal Albiniano gobernó esta provincia.
A los del castro Paemeiobrigense, de las gens de los Susarros, a los que les concedí inmunidad total, reintegro a su asentamiento a los del castro Alobrigiaecino, de la gens de los Gigurros, con asentamiento en la misma ciudad, y ordeno que éstos del castro Alobrigiaecino cumplan todas sus obligaciones junto con los Susarros.
Dado en Narbona Martia en los días 16 y 15 antes de kalendas de marzo, 10​ siendo cónsules Marco Druso Libón y Lucio Calpurnio Pisón (15 a. C.)”
Fuentes literarias acreditan al propio Sestio la dedicación de tres Arae (altares) al culto imperial en el noroeste de Hispania en algún momento en torno a 19 a.C. ya referidas en un capítulo anterior; una comparte localización en Fisterra con una placa perteneciente a la colección privada de Ciriaco Pizzecolli, también conocido como Ciriaco d'Ancona (Ancona c.1391-Cremona c.1455), viajero y coleccionista de antigüedades italiano que estuvo empleado por los otomanos durante el sitio de Constantinopla. Fue de los primeros humanistas del Renacimiento que estudió personalmente los restos físicos del mundo antiguo, y por tal motivo es recordado como el padre de la arqueología. El epígrafe es el siguiente:
“A Lucio Mancino, cónsul romano, que, al hacer la guerra contra los Lusitanos que se habían rebelado y luchar en estas montañas que veis, eliminó hasta treinta mil lusos e hizo la república romana más grande y más segura en aquellos extremos de la tierra. Los prefectos de cada una de las caballerías de la segunda legión de los marsos y de la quinta legión de los antiguos latinos le han erigido este monumento”
FOTO -Transcripción placa de Fisterra: Lucio Mancino consuli Romano, qui in rebellantes Lusitanos arma movens in hisce quos videtis montibus decernens ad triginta Lusitanorum milia delevit et rem populi Romani longe lateque in extremis terris tutam auctamque reddidit, praefecti per singulas turmas legionis II Marsorum et legionis V priscorum Latinorum hoc monumentum erexere.//Mausoleo de Lucio en Valencia.
A pesar de que el protagonista del texto, fuera Lucio (Hostilio) Mancino, cónsul en 145 a. C. en época de las luchas contra los lusitanos, no participó en dichas batallas; quien sí participó, según las fuentes, en las guerras celtíberas contra Numancia fue Cayo Hostilio Mancino (cónsul en 137 a. C.), cuya estancia en Hispania coincide con la victoria romana de Bruto sobre un ejército indígena de Gallaecia de sesenta mil soldados (Orosio hist. 5, 5, 12) previo al cruce del Limia y posterior experiencia mítico-solar. Este episodio podría haber inspirado el texto así como determinado su ubicación en Fisterra (“en Galicia en Santa Maria de Finisterre”, Ambrosio de Morales, historiador y arqueólogo español-1574: La crónica general de España; “Sanctae Mariae in finibus terrae, prope oppidum Padron, olim Iria”, Jacopo Strada, polímata 1575: C. Iulii Caesaris rerum gestarum commentarii XIV).
En cambio la expresión sobre la matanza de treinta mil lusitanos, recuerda la ordenada en 151 a.C. por el pretor Servio Sulpicio Galba.
Este epígrafe resultó controvertido e incluso tomado por falso debido al tipo de redacción y denominación de las legiones hasta que en 2016 un tal Lucio Terencio Mancino aparece como el personaje sepultado efectivamente en un mausoleo de Valencia. El misterio permanece…
Las técnicas constructivas de las carreteras, que perfeccionaron los romanos, requirieron de una industrialización del proceso que les permitió extender la red con gran rapidez. Dotando a vastas regiones vírgenes de ciudades abastecidas de agua, con una estructuración de los territorios anexos preparada para la producción agraria e industrial, y con unas vías de comunicación extraordinarias que posibilitaban la comercialización más rápidamente y a muy larga distancia, mejorando la producción de factorías prerromanas como la explorada en 2016 en A lanzada por el arqueólogo Rafael Rodríguez, que considera el castro “un gran enclave comercial” de salazón que funcionó desde el VIII a.C. al II d.C. Encontradas hay cerca de un millar de cerámicas “terra sigillata” (nombre por el que se conoce a la vajilla de alta calidad empleada por los romanos).
En 1920 también al hacer los cimientos de las casas del médico Victor Cardalda y de José Padín Riestra, en la playa de Calafigueira de Fisterra, se hallaron dos muros formando ángulo y tejas romanas vislumbrándose que respondía al mismo tipo de empresas.
Puede afirmarse que en menos de cien años, ya en época de Augusto, los romanos habían hecho más carreteras que las que nunca se habían construido antes en el mundo conocido. Estas se denominaban de diversas maneras según sus características propias (La defensa de las vías públicas romanas, Dra. Vanessa Ponte-2007):
El más empleado era Vía, que se asocia etimológicamente con vehere (trasportar, llevar, ir).
Otro es Actus (de agere: llevar, conducir, ir, avanzar). Su ancho es únicamente de cuatro pies: solo pasan las bestias o los vehículos seguidos uno del otro. El tercero más destacado es Iter: de ire (ir, trasladarse de un lugar a otro) tenía dos pies y no era practicable más que a peatones, caballos y literas. Semita: Senda. Su anchura era la mitad (semis) del iter, aproximadamente un pie. Trames: camino de atajo, senda o travesía. Diverticulum: camino apartado o tortuoso, de rodeo o travesía. Y por último, Callis: camino, vereda, sendero, trazado en las montañas para el paso de los rebaños trashumantes.
FOTO- Bronce do Courel con toponimia celta // La famosa ara de Padrón dedicada a Neptuno («Neptuno Corienses de suo posuerunt», «los Corienses dedicaron, a su coste, este altar a Neptuno»)// Hito en Fisterra que registra el hermanamiento geográfico entre cap de Creus y cabo Finisterre.
Precisamente en la provincia Tarraconense César Augusto y su lugarteniente Agripa, pusieron en marcha la configuración del nuevo y monumental «Callis Ianus», el «Sendero de Jano», como trayecto iniciático hasta Occidente, una línea recta que unía Éfeso con el cabo Fisterra pasando por Roma, sirviéndose de las peregrinaciones antiguas en un trazado megalítico que reflejaba la Vía Láctea en la Tierra. Un claro ejemplo es el castro de Castromaior, en Portomarín, en pleno Camino de las Estrellas (hoy de Santiago). Uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del noroeste peninsular habitado desde el siglo IV a.C. al I d.C. y que las excavaciones han descubierto hasta tres ocupaciones diferentes.
Así, desde el norte, el sur y el este del Imperio estas rutas quedaban dispuestas sobre las nuevas vías romanas, y conducían desde los diferentes territorios de Roma hasta enlazar en etapas determinadas con el «Callis Ianus», el Camino Principal.
En Hispania el «Callis Ianus» nacía en el templo de Venus Pyrinea, en el actual Cabo de Creus y moría en el Ara Solis, en Cabo Finisterre.
Cuenta la tradición que el propio cardenal Guido de Borgoña se encontraba en el camino a su paso por el Monasterio de Sobrado dos Monxes, visitando a su hermano Raimundo gravemente enfermo y muy vinculado a Compostela, cuando recibió la notificación de su nombramiento como futuro Papa Calixto. Se da como fecha posible 1107, año la de la muerte de Raimundo.
No parece casual que este Papa (que instauró el año jacobeo) patrocinara el texto Calixtino que establece la nueva ruta a Galicia por el “camino francés”, pues el mismo nombre «Calixtinus», es la forma latina compuesta por «Callis» y «Ianus».
Así el conocido «Codex Calixtinus» sería «Codex Callis Ianus»: «Códice del Sendero de Jano».
Un sendero que unía la herencia ligur, celta, fenicia y greco-latina; y en el que el Emperador facilitaba todos los medios para la afluencia de peregrinos a tierras de gallegas.
Este sincretismo también se evidencia en las creencias romanas relacionadas con los astros que mantuvieron vivo el sustrato ideológico subyacente del mundo prerromano (Esteban Delgado, M. 1990, 210); lo que determinó que la gran mayoría de las estelas galaico-romanas de los siglos I y II, muestren motivos astrales en su decoración simbólica.
FOTO-En Negreira, localidad por la que pasa el camino jacobeo hasta Finisterre, se halló esta lápida dedicada a Júpiter (1º der.): «I(ovi) O(ptimo) M(aximo) /A(ram) P(osuit) S(ua) P(ectunia)/S(…) M(…)», «A Júpiter el mejor y supremo puso esta ara con su peculio SM». No debe extrañarnos, pues se invocaba a Júpiter también para que hiciera llover en períodos de sequía extrema gracias a una piedra (lapis manalis) y a un sacrificio realizado por sacerdotes, tal cual pervivió en una tradición cristiana de Fisterra.
Por esto es que el fenómeno específico de la peregrinación religiosa ha de buscarse también, debido a la protección brindada a los peregrinos por “Júpiter Hospitalis”, dentro del Derecho Romano. De ahí que los romanos del siglo I creyeran asimismo que la Vía Láctea era el camino que conducía al palacio de Júpiter, como relata Ovidio en su obra Metamorfosis. Para Cicerón la Vía Láctea era el lugar en el cielo adonde iban las almas de las personas buenas tras su muerte (De re publica, VI, 16) y Macrobio añadía que “por estas puertas se dice que las almas descienden del Cielo a la Tierra y remontan de la Tierra al Cielo: Se denomina a una Puerta de los Hombres, y a la otra Puerta de los Dioses. Es precisamente Cáncer por la que penetran las almas que siguen el camino hacia la Tierra, y es por Capricornio o puerta de los dioses por la que remontan las almas hacia el lugar que les es propio de la inmortalidad, y que las lleva a colocarse entre el número de los dioses” (Comentario al sueño de Escipión-s. IV d.C).
Textos que nos devuelven a Jano​, que en la mitología romana era el custodio de las puertas, los comienzos, las transiciones y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año y se le invocaba públicamente el primer día de enero, mes que derivó de su nombre (que en español pasó del latín Ianuarius a Janeiro y Janero y de ahí a enero). Jano se representaba con dos caras, la una miraba al solsticio de verano que simbolizaba la puerta de entrada, y la otra al solsticio de invierno que es por donde las almas abandonaban los cuerpos físicos.
De este modo fue que sobre ese espacio político, amplio y unificado, Roma extendió su lengua, su derecho y su cultura; adoptó formas religiosas eclécticas, implantó una misma legitimidad, creó una administración eficiente y desarrolló un impresionante sistema de comunicaciones terrestres que le permitían asegurar el paso rápido de sus legiones, fomentar las relaciones comerciales y el peregrinaje a centros de culto. Y sobre todo, extendió progresivamente la ciudadanía romana a todos los pueblos del Imperio, convirtiendo a Roma en una polis universal que vertebraba un inmenso espacio político y económico que se extendía desde el Danubio hasta los límites del Sahara, y desde Siria y Palestina hasta el Cabo Finisterre.