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jueves, marzo 21, 2024

Localizan las serpientes de bronce del HMS Serpent

Imagen de las serpientes del mascarón de proa del HMS Serpent

El grupo de las serpientes de bronce que jalonaban la figura del mascarón de proa del HMS Serpent pudo ser localizado en Camariñas después de 127 años. La pieza formaba parte del barbudo, el mascarón de proa del barco, pero al ser de bronce fue guardada en su día por uno de los participantes en los desguaces hechos en los años cincuenta del siglo pasado por los buzos de Camelle que adquirieron el pecio.

Un equipo de la delegación provincial de la Real Liga Naval Española que está haciendo un inventario de posibles piezas de naufragios guardadas en los desvanes de las casas de viejos buzos y chatarreros de la Costa da Morte lo localizó esta semana en Camariñas. También hallaron documentación consular del naufragio que están analizando. El HMS Serpent un moderno crucero torpedero de la Royal Navy naufragó en Punta do Boi, Camariñas, un diez de noviembre de 1890, causando 172 víctimas. Es posiblemente el más celebres de los naufragios sucedidos en la zona.

El barbudo, un capitán de madera de teca rodeado por una serpiente, es uno de los elementos más conocidos del HMS Serpent, y de hecho figura en el mejor catalogo de mascarones históricos de la Royal Navy. Actualmente está en A Coruña, en la casa de los herederos de Francisco de Ramón y Ballesteros el pionero comarcal en el inventario de naufragios. En su obra «Sinfonía en mar mayor: Finisterre» el autor de Corcubión, sobrino nieto del cura de Xaviña que enterró a los náufragos del buque, comenta cómo se hizo con el barbudo «en una aldea da Camariñas» tras estar clavado en la puerta de un molino durante treinta años, siendo respetado por los lugareños «como una especie de santo sin nombre».

Según su versión, un día fue desclavado de la puerta del molino y guardado en un fayado seis lustros más, hasta que fue visto por el autor que se hizo con él. La historia no es del todo exacta. El molino en cuestión era de Lelo de Cunchas y la aldea sin nombre Santa Mariña; en su puerta y en el desván de la casa estuvo el barbudo, pero quien lo adquirió fue un comerciante de Ponte do Porto, también de una vieja saga de molineros, Tino de Noia, con el objetivo de «venderllo a algún inglés», y para ello se puso en contacto con un famoso desguazador de barcos que trabajaba en Camelle, José Luís Santa Cruz, asiduo compañero de tertulias en el casino local y en las tabernas porteñas.

Como pasaba el tiempo y no le encontraba comprador, intentándolo incluso con el cónsul británico, un día que vino de visita a Ponte do Porto el médico Francisco de Ramón a casa de un maderista amigo de la familia, Ramón Freire, aprovechó el escritor para saludar a su también camarada Tino de Noia, y en su casa de la calle Curros fue el encuentro verdadero con el barbudo. Viendo el interés del médico por el mismo, Tino se lo regaló. La única foto del barbudo que se hizo pública la sacó el retratista de Ponte do Porto Manuel González, antes de su traslado a Corcubión, siendo su vez el fotógrafo testigo de los hechos.

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