Rafael Lema// Foto portada: Julio Lastres, primero sentado derecha en Almagro, con M. Aranaz de pie al lado.
Julio Lastres, con la guitarra.
La edad de oro del encaje de Camariñas, producido sobre todo en las parroquias de esta ría (Camariñas, Muxía, Vimianzo), abarca desde 1880 hasta 1930. Las ventas a América elevan la demanda y marcan el producto. A la familia Balboa de Muxía se unen como grandes referentes los puntilleiros de Ponte do Porto, en el concello de Camariñas, cuya feria durante todo el siglo XX está en el centro de producción y de venta. Un aspecto poco estudiado es el de los picados, el diseño de los encajes de Camariñas.
El noventa por ciento de los actuales diseños conocidos y que figuran en los principales estudios proceden de Ponte do Porto, sobre todo de los libros y piezas base de la familia Miñones Noya. Aunque un tercio de los diseños porteños pueden considerarse tradicionales, desde 1920 se produce en Ponte do Porto una gran renovación, marcada por la demanda americana. Es en esta villa donde se editan los primeros libros de picados, libros álbumes de clara orientación comercial, y donde dos nombres de referencia renuevan los diseños: Aranaz y Lastres.
El primero vive en Muxía y el segundo en Cereixo, pero todos sus clientes son las grandes casas porteñas y de sus libros proceden casi todo lo que hoy conocemos. Aranaz y Lastres tendrán una intensa relación con Madrid y Almagro. Julio Lastres y su hermano traerán picados de Almagro e incluso venderán en este punto rendas camariñanas, pues también son puntilleiros. Manuel Aranaz Clemente y su padre Gabriel Aranaz Coronado se asientan un Muxía, importando cartones y dibujos manchegos. Pero además Manuel Aranaz es diseñador, creador de sus propios modelos para los puntilleiros porteños, y por lo tanto muchos de los trabajos recogidos en los libros locales se puede denominar «camariñas» originales, creados en la ría por este artista oriundo para venta exclusiva en los almacenes de Ponte do Porto.
A América los puntilleiros del concello de Camariñas venden rendas del país y/o de Almagro, diferenciando ambos modelos, y atendiendo a las demandas de los clientes. La mayor parte de sus almagros también se hacen en la ría de Camariñas, principal emisor nacional. Ponte do Porto seguirá siendo durante el siglo XX y hasta nuestros días el centro en la producción de picados y en la venta.
El encaje en esta etapa central se puede llamar producción industrial o protoindustria en manos de mujeres que aporta buenos beneficios a tratantes (hombres y mujeres) y también a las familias. En 1905 desde A Coruña salen para Cuba 7.518 kilos de labores por 708.074 pts. Para Argentina 960 kg por 76.000 pts. Para México 1.336 kgs por 90.189 pts. De Vigo salen a Cuba 544 kgs por 54.000 pts. A Argentina 3.585 kg por 210.365 pts. En el año 1915, se crean en Madrid una Junta y un Taller Central de Encajes, dirigidos por la Condesa de Pardo Bazán y la Marquesa de Figueroa, entre otras, que tenía como objetivos la creación de un consejo técnico, la realización de diseños típicamente españoles, la comercialización del encaje en el extranjero e iniciar proyectos de propaganda. Incluso visitaron al Ministro de Fomento «para pedir subvenciones para el establecimiento de industrias encajeras«. Eran iniciativas que apenas dejaron huella en la ría de Camariñas.
La Primera Guerra Mundial sí tuvo mayor incidencia. Países productores y exportadores de encaje como Alemania, Francia, Inglaterra, Países Bajos y Bélgica, abandonaron la producción y de ello sacaron provecho los encajes de Camariñas y de otras zonas de la Península. Aunque son cifras muy alejadas de la realidad, se indica que en la provincia de A Coruña había en 1921 más de veinte mil mujeres y niñas dedicadas al encaje. En esta época, el encaje se concentraba entre Laxe y O Pindo, el resto era un dato residual. En 1920 se vendió mercancía por más de tres millones de pesetas, recibiendo Cuba las dos terceras partes del total. Esta situación se mantuvo 1927, cuando se empezó a perder el mercado americano por la revalorización de la peseta y las crisis en Argentina y Cuba.
En la Segunda República destacan las exportaciones al mercado nacional de Aranaz y Julio Lastres. Ponte do Porto es el principal centro emisor nacional, con los Noya y Miñones como referentes. Importadores americanos en el primer tercio del XX oriundos de la Costa da Morte son los Miñones, Insua, Peña, Perez. El leonés Francisco Q. González. Pero entre 1900 y 1916 debemos destacar a una noble con solera, la señora de las torres de Cereixo y descendiente de los condes de Maceda, doña Manuela Fernández de Haro, condesa viuda de Torres.
. O la familia de Eduardo Folla, importante comerciante y vendedor de encajes, pariente del alcalde de a Coruña en 1913, José Folla. En 1930 la viuda de Manuel Miñones Fernández sigue con la compra venta de encajes en Ponte do Porto. El 30 de mayo de 1930 envía una caja de encajes de algodón para Buenos Aires en el vapor H. Chieftain de 97 kilos. Emite un carta de débito a favor de Joaquín Davila y Cia de Vigo por los gastos de flete y cargos de envío. En Buenos Aires figura como importadora de encajes la casa Miñones Hermanos y Cia. En las siguientes décadas, con la Guerra Civil Española y la dura posguerra la producción se orienta al mercado nacional, se reduce al entorno de Ponte do Porto (Camelle, Xaviña, Arou, Cereixo, Carnés, Carantoña, Leis), con su feria como referente, y las palilladas siguen hasta los años sesenta, cuando desaparecen y las almohadas pasan al ámbito familiar.
En la villa de Camariñas siempre hubo palilladas, y tratantes, desde 1750, pero en la segunda mitad del siglo pasado desaparecieron y ya era algo residual, hasta que el Concello hace 25 años se propuso su recuperación. En la zona más rural del concello y la «volta da Ponte», pese a ser solo un pequeño aporte para la economía doméstica, nunca dejaron de sonar los palillos en tres siglos.