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viernes, marzo 22, 2024

«El origen del Camino de Santiago VII: los griegos en busca del Ara Solis y el Paraíso en Finisterre- 2º parte final»

Juan Gabriel Satti Bouzas.

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Αλλ' σ'ές Ηλυσιoν πεδιον, και πειρατα γαιης Αθανατοι πεμψεσιν

Sed te ad Elysium campum et Fines Terrae Immortaler mittent

Pero a ti a los Campos Elíseos y Finisterre los inmortales te enviarán

Homero, Odisea-canto IV. Siglo VIII a.C.

Los Campos Elíseos era el lugar sagrado donde las  almas de los héroes griegos pasaban la eternidad en una existencia dichosa y feliz.

En efecto, esta primera mención e identificación de Finisterre con un  límite espiritual fronterizo entre el cielo y la tierra nos dice que “a base etimolóxica do topónimo Fisterra non é *FĪNIS TÄ”RRAE, senón máis ben FĪNES TÄ”RRAE, co plural do substantivo latino FĪNIS: confín, límite” (Paulo Martínez Lema, A toponimia das comarcas de Bergantiños, Fisterra, Soneira e Xallas na documentación do tombo de Toxosoutos-2010). Así es que la posterior documentación medieval perteneciente a tramos cronológicos diversos insisten en la presencia de un núcleo nominal en plural en el sintagma toponímico, y así lo evidencian registros como el frecuente Finibus Terre y  sus distintas variantes aplicadas a la nueva parroquia, a partir de la llegada del Cister y el Temple al Promontorio Nerio (El cabo de Fisterra: orígenes históricos, El Correo Gallego-18.11.2007).

“Cuando los cadáveres se sepultaban enteros en sepulcros más o menos magníficos, había la fórmula entre los gentiles de colocarlos en disposición de que mirasen al occidente, aludiendo a que al poniente se colocaban los Campos Elíseos cerca de Finisterre. Y entre los cristianos había (y hay) la costumbre de colocar los cadáveres, no siendo de sacerdotes, que miren al oriente, aludiendo a ver a Cristo en el monte Calvario. Esta fórmula podrá servir muchas veces cuando no hay otra señal para discernir si el sepulcro es de gentil o de cristiano.” (Fray Martín Sarmiento, Volumen 4 de la Obra de 660 Pliegos, 1764).

El jardín de las Hespérides por Ricciardo Meacci. Las Hespérides en la mitología Griega, son hijas de la noche y hacen referencia a las Ninfas del Ocaso de acuerdo con el autor Hesíodo.

El historiador y político Herni Martin afirma que según una doctrina de los druidas citada por el filósofo griego Plutarco, el sol, centro del poder divino, era la morada principal de las almas (Études d’archéologie celtique, p. 213,1871), donde ocaso y límite configuran un mismo fin.

Alonso Romero considera que “Fisterra era na antigüedade o extremo do mundo máis occidental e remoto. De ahí que a imaxinación do home o concibese como o vínculo máis próximo ao alén, a ese outro mundo das crenzas dos pobos celtas que vivían nos promontorios atlánticos, para os que o máis alá da súa fantasía estaba una illa de occidente”. El profesor defiende la tesis de que las peregrinaciones al Fin del Mundo fueron cristianizadas y por lo tanto “a Catedral de Santiago debería estar en Fisterra” (La Voz de Galicia, 30-10-1996).

La idea de que el mensaje católico de salvación alcanzaba los “confines de la tierra” se remonta a Isaías y a los restantes profetas, y vuelve en la narración de la misión apostólica del Evangelio de Lucas (24, 44-48); y aunque en ambos casos se considera más como una forma genérica que como una referencia geográfica, lo cierto es que una expresión tan clara no pasó desapercibida para la Iglesia primitiva inserta en el espacio político romano, como una inequívoca referencia al límite occidental del Imperio en cuyas costas se sitúa la única frontera sin tierras ni pueblos ulteriores. Así podemos leer en la Biblia Vulgata estos ejemplos:

Gallaecia Ptolemaei según Enrique Florez, 1787. En la ampliación destacan las islas Casitérides – Oestrímnicas – Hespérides productoras de estaño enfrente del Promontorio Nerio y Ara Solis.

lsaías, 40, 26-28.: “Deus sempiternus Dominus qui creavit terminos terrae”’; en Miqueas, 5. 2-3.: “St convertentur, / Quia nunc magnificabitur usque ad terminos terrae”; Salmo 2. 7-9.: “Postulo a me. et dato tibi gentes hereditatem tuam. / et possessionem tuam terminos terrae”; Salmo 59(58), 14.: “Etscient quía Deus dominabitur lacob, et finium terrae”; Salmo 72 (71), 7-8.: “‘Et dominabitur a man usque ad mare, / St a flumine usque ad terminos orbís terrarum”; Salmo 98 (97). 2-3.: “Recordatus est misericordiae suae, et veritatis suae domui Israel, viderunt omnes termini terrae; en Hechos de los Apóstoles, prólogo 8: “recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. La expresión utilizada realmente es: “et eritis mihi testes in lerusalem, et in omni ludaea, et Samaria, et usque ad ULTIMUN TERRAE” (lo último de la tierra) y Hechos 13, 46-47.: “…Posui te in lucem gentium, ut sis in salutem usque ad extremum terrae”. 

Por influencia de Pablo de Tarso, el Concilio de Jerusalén interpretó en términos católicos el mandato de Cristo de llevar la fe a los extremos del mundo; y la tradición cristiana, apoyada por San Jerónimo y Dídimo Alejandrino, dio la expresa distribución de la tarea apostólica en todo el mundo, a lo que más tarde se les fueron asignando los nombres de los apóstoles. Aunque ni San Jerónimo ni Dídimo Alejandrino fijaron una específica ubicación de las misiones apostólicas.

Detalle de la península ibérica de la llamada Carta Pisana de 1275 que referencia «Sta. María de Finibusterra»

El libro de los Hechos de los Apóstoles (cap. 13,46-47) recoge el planteamiento de la Iglesia, a través de las palabras de Pablo y Bernabé: “Era necesario anunciaros a vosotros en primer lugar la Palabra de Dios; pero ya que la rechazáis y vosotros mismos no os juzgáis dignos de la vida eterna, mirad que nos volvemos a los gentiles. Pues así nos lo enseñó el Señor: ‘Te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra”. El pasaje, por cuanto la cita que en ella se incluye es libre, pudiera atribuirse a una construcción del propio Pablo en relación con las Escrituras y las palabras de Cristo resucitado.

La expresión “fines terrae” reaparece ya de manera explícita hacia el siglo IV en la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea (Lib. II, Cap. III): “Ita opitulante caelestí virtute, salutaris Dei sermo tanquam solis radius, universum terrarum orbem subito illustravit, et prout in sacris Litteris praedicatum fuerat& in omnem terram exivit sonus evangelistarum simul et Apostolorum, et usque ad fines terrae verba eorum”.

 Detalle de la costa noroeste de Galicia del Atlas Catalán de Abraham Cresques de 1375 donde referencia el Cap de «Finistera»

“Así, con la ayuda del poder de lo celestial, de la salvación de la palabra de Dios, como un rayo de sol,  la totalidad del mundo de repente es iluminado, hizo lo que había sido en la pureza de la Sagrada Escritura, predicado por todos al mismo tiempo, hay un son de los evangelistas y los apóstoles que salieron y hasta los confines de la tierra con sus palabras llegaron”.

También San Ireneo (Adversus Haereses, lib. III, Cap. 1) se expresa en términos semejantes: “Postea enim. quam surrexit Dominus noster a mortuis et indutí sunt supervenientis Spiritus Sancti virtutem ex alto, de omnibus adimpleti sunt et habuerunt perfectam agnítionem; exierunt in fines terrae. ea quae a Deo nobis bona sunt evagelízantes et coelesten pacern annunciantes”.

“Después de ello, nuestro Señor se levantó de entre los muertos y el poder del Espíritu Santo desde lo alto, les llenó de todo conocimiento de lo perfecto y tomándolo;  se fueron a los confines de la tierra. Han sido buenos evangelizadores anunciando el reino de los cielos”.

Y a principios del siglo V, San Jerónimo (347-419), en sus Comentarios sobre Isaías, sustituía la expresión “fines terrae” por “ad Hispanias”, traduciendo en una situación geográfica la misma idea que Eusebio de Cesarea y San Ireneo fruto de una traducción a occidente de una larga tradición griega sobre la predicación de los apóstoles en los ‘fines terrae’ helénicos.

La intencional traducción forzada de sucedáneos por ´Finisterre’ a todo límite terrestre supuso necesariamente la concreción geográfica de ese punto en el extremo noroccidental de la Península Ibérica; que equivale a decir que la Iglesia altomedieval recibió, asimiló y apropió los contenidos de una sacralización local prerromana que se había extendido a todo el mundo. Al tiempo que desterró y suplantó su ritualismo y liturgia.

Carta marítima de Petrus Roselli -1472, donde referencia «Finibusterra» en este detalle de la península.

Después del año 600 empezó a circular por Occidente una obra que contiene la primera noticia de la predicación del apóstol Santiago en España y su enterramiento en Achaia Marmárica. Es el llamado Breviarium Apostolorum, cuyas fuentes proceden de una traducción adaptada de los apócrifos Catálogos Apostólicos griegos del siglo VI y con una mayor precisión que estos en las descripciones geográficas concernientes a la evangelización en occidente; que dice: 

“lacobus. qui interpretatur subplontator. filius Zebedel, frater lohannis; hic Hispaniae et Occidentalia loca praedicotur et sub Herode gladio caesus occubít sepultuscusque est in Achaia Marmorica octavo Kolendas augustas” (…de los lugares occidentales, en Hispania predicó el evangelio…sepultado en Achaia Marmorica).

Esto parece ser difundido por España hacia finales del siglo VII, pues San Isidoro en su tratado De ortu et obitu patrum, copia y especifica un poco más:

lacobus, filius Zebedel. frater lohannis, quartus in ordine; duodecin tributus. quae sunt in dispersione gentium. scripsit atque Spaniae et occidentalium locorum euangelium predicauit et in occasu mundi lucem predicationis infudlt. Hic ab Herode tetrarcha gladio caesus occubuit sepultus in ac(h)aia Marmarica”. En este caso la expresión “occidentalium locorum” aparece reforzada y concretada mediante la referencia inequívoca al fin del mundo conocido (“in occasum mundi lucem predicationis infudit”), mediante la cual la tradición relativa a la predicación de Santiago en España queda definitivamente vinculada al “ocaso del Mundo”.

Desde ese punto de vista cabe pensar que el Breviarium Apostolorum, contiene algunas interpolaciones realizadas en occidente para precisar el alcance geográfico de la misión apostólica, pero se inscribe plenamente en la tradición griega que extendía la acción de los Apóstoles desde la India hasta España y su influjo sobre el nacimiento del culto jacobeo aparece hoy como un hecho que se resiste a cualquier debate.

Para  Fray Justo Pérez de Urbel los discípulos fugitivos “pudieron encontrar para establecerse un santuario antiguo con su correspondiente necrópolis. Y a esto aludirán acaso los textos antiguos al transformar las palabras Achaia Marmarica, en Arcas Marmóricas” (Extracto de Hispania Sacra Vol. V, 1952).

Las referencias que hemos visto a “Achaia Marmarica”, no constituyen ninguna base para la identificación de éste lugar con Santiago de Compostela, pues Akaia era una ciudad griega del Peloponeso y Marmarica en la geografía antigua se refiere a la parte costera del norte de África entre Cirenaica y Egipto (hoy es la región fronteriza entre Libia y Egipto); que acabaron traduciendo por Arca Marmórea para poder encajar las piezas del puzzle.

El paso del cadáver de Santiago por Duio llama la atención de Murguía de tal modo que le hace exclamar: “Semejante rasgo es tan esencial para el caso, que localizada la leyenda jacobea en un breve territorio, se disloca y aparta del cuadro general tan sólo para llevarla a Finisterre, con el objeto indicado. ¿Quién no ve en tal episodio una alusión al viaje de los muertos?… ¿Y cómo no, si las creencias referentes a la existencia de los Campos Elíseos —las islas extremas de los celtas, —y su situación tras de las aguas del promontorio Nerio, reaparecen a cada momento en las tradiciones populares unidas al apóstol Santiago y lugares por él santificados?” (Galicia, vol. I, 1888)

Para José Luis Barreiro Rivas “… en tiempos de la dominación romana, y al menos durante los dos primeros siglos de nuestra Era, el “finis terrae” sigue siendo una referencia imprecisa a todo el occidente, y constituye en realidad una forma específica de ‘limes’, comparable en ciertos aspectos a la frontera del Danubio o al ‘limes fossatum Africae’, cuyos testimonios quedan no sólo en el Cabo de Finisterre de Galicia, sino también en el Finistére de la Bretaña francesa. El ‘finis terrae’ se convierte así en un componente esencial de la universalidad de Roma, y en un símbolo de la perfección del Imperio…” (La función política de los Caminos de Peregrinación en la Europa Medieval-1993).

Pero la realidad es que habiendo un Finisterre francés y otro gallego, está claro que no fue el “azar” lo hizo que la Iglesia se decantase por este último. En ambos casos puede verse perfectamente el paso del ablativo-locativo plural Finibusterre al topónimo singular Finisterre como un latinismo sin traducción, con algunas excepciones en cartas marinas como el anónimo de Florencia (BNC, port 16) y la de 1462 de Pere Rossell en coincidencia con la Carta Pisana de 1275, que conservan Finisbusterra como determinativo de Santa María y el Cabo (incluso Corrubedo fue llamado Finibus Terre pero a la postre no fue elegido para recibir el endónimo: Pistomarchis in loco certo vocitato Finibus Terre sub monte Ceume prope litus maris, loco certo in ecclesia Sancte Marie de Oluaria-Tumbo de Toxosoutos s. XII). Un ejemplo de traducción es el Land's End (en córnico, Penn an Wlas) de Cornualles.

Tanto este plano como el documento escrito, describen claramente la posición y el número de puertas de Santiago, lo cual da idea de la gran importancia, que ya en estas fechas, tenía la relación permanente con otras ciudades señaladas del siguiente modo: Puerta Faxeira – camino de Pontevedra, Puerta de Mazarelos – camino de Orense, Puerta del Camino – camino de Castilla, Puerta de S. Roque – camino de La Coruña, Puerta de Huertas – camino de Finisterre. (El primer plano conocido de Santiago: un nuevo documento clave para el urbanismo gallego-1986, Celestino García Braña Profesor de la E.T.S. de Arquitectura de La Coruña-Archivo de Simancas)

En 1348 en el Tombo de Tenzas del Cabildo de Santiago ya encontramos  el latinismo en gallego y nomenclador de uno de los Caminos de Santiago: “Item outro moynno en que suya morar Afom Ramos que esta so o caminno per hu uan a Fiinsterra” (Fol. 104v). En efecto, el valor primigenio de este trayecto xacobeo también lo recoge Rafael Lema en los siguientes términos: “Hace ocho siglos, entre 1200 y 1209, se crea el primer albergue de peregrinos del Camino Jacobeo a Fisterra, en Hospital de Logoso (Dumbría), por la donación de un prelado local, el presbítero Esteban. De la memoria de este albergue y de su benefactor, que documenta la importancia temprana de la ruta a Fisterra, solo queda el moderno topónimo de Hospital de Logoso y algunos legajos. Es el tráfico constante de peregrinos por tierra de Compostela a Finisterre…” (La memoria perdida del Hospital de peregrinos de Logoso, 2016)

Es recurrente la insistencia de algunos escritores y/o historiadores ampliar el perímetro geográfico de Finisterre a niveles comarcales, provinciales e incluso nacionales, quizás en un intento localista inútil de apropiación del endónimo; por cuanto la misma Iglesia dejó plasmado en el primer plano conocido de Santiago y que envió el arzobispo Juan de San Clemente a Felipe II en mayo de 1595, uno de los Caminos oficiales documentados que se reconoce taxativamente  Camino de Finisterre (referencia clara y expresa de un origen y/o meta de tránsito peregrino) lo que excluye cualquier otro término juridiccional, pues es absurdo caminar desde el Finisterre coruñes al Finisterre santiagues, el pontevedrés, etc, etc… sabemos que es una marca muy vendible pero Madrid no es un Finisterre, aunque por un lapso de tiempo, toda Hispania lo fuera.

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