Rafael Lema nos cuenta la historia del bandido de Santa Comba,Ramón Manuel Barreiro Antelo.
Ramón Manuel Barreiro Antelo, vecino de Ser en Santa Comba, era el cabecilla de una gavilla de bandidos y fue muerto por la Guardia Civil de Carballo el 7 de noviembre de 1873, en una situación de conflicto social y político local, con grupos carlistas echados al monte, denuncias contra las autoridades xalleiras por fraude electoral o liderar revueltas violentas, y muerte de labradores a manos de los agentes del orden por oponerse al pago de tributos del Gobierno Revolucionario de 1869-75.
El bandido es detenido en Ser por dos agentes llegados de Carballo en su busca, pero se rebela, los hiere, escapa con el fusil robado a uno de ellos. Lo persiguen y logran abatirlo. Barreiro puede identificarse como el líder de la guerrilla carlista más buscada del Xallas, terror de los caminos que comunicaban la Costa da Morte y Bergantiños con el resto del país.
Un Curro Jiménez que decidió tomar la justicia por la mano tras las matanzas de campesinos y las multas a los vecinos, como él, rebeldes contra el nuevo poder. Quizás no se haya escrito y estudiado mucho sobre este movimiento en Galicia, pues sus líderes enseguida abandonaron la lucha y cambiaron la chaqueta, pero escritores como Otero Pedrayo o Valle Inclán escribieron páginas inmortales sobre carlistas.
El gran manco además era carlista sentimental. Barreiro y el carlismo dejaron huella en el Xallas, un episodio poco conocido.
Empecemos por el BOP número 67 del 20 de noviembre de 1873, que anota un caso curioso que se debe poner en contexto. Ramón Manuel Barreiro Antelo, natural de Ser, conocido delincuente, acusado de pertenencia a una partida facinerosa o banda organizada muere el día 7 en un enfrentamiento con la Guardia Civil.
Se lee en el apunte que «como consecuencia de las lesiones causadas a una pareja de la Guardia Civil del puesto de esta capital de partido por el criminal Ramón Barreiro e Antelo, al cual dieron muerte la referida pareja el día 7 del mes último en Cruz de Santos, en Ser. El expresado Manuel Barreiro llevó e ocultó uno de los fusiles de dichos guardias, dejándolo por lo tanto indefenso».
La inestabilidad política en España hace que crezca el bandolerismo en el Sexenio Revolucionario. La Restauración y la Guardia Civil son elementos claves para la vuelta al orden. El carlismo, tras dos guerras, se suma al concurso electoral, pero las elecciones de 1872 son tenidas por este partido de fraudulentas y muchos se echan al monte en una guerra que no finaliza hasta 1876. También en Santa Comba suceden altercados.
En Galicia destaca el apoyo a la causa del arzobispo compostelano García Cuesta y el sostén económico de la Asociación Católica local, pero no contarán con el interés de campesinos ni marineros, no podrán organizar un ejército como en el País Vasco, Navarra o Cataluña. Con todo, partidas y facciones carlistas hacen la guerra en las montañas y una de ellas es la de Santa Comba, vecinos foreros de García Cuesta, ya que el Arzobispado mantiene tierras y foros en la zona, con líderes locales muy afectos.
Es posible que la banda de Barreiro se iniciara con mercenarios, facciones a sueldo que al no recibir los acordado o viéndose acosados por el juez y los agentes del orden abandonan la causa y se dedican al bandolerismo puro en los caminos de los xalleiros que unen las ferias y puertos con Santiago.
En Santa Comba goza de feudos el arzobispo y por tanto de partidarios que apoyan y mantienen activa la partida, tras varios hechos violentos y muertes de vecinos contra las fuerzas del orden enviadas de A Coruña y Carballo. De hecho en la época la llamada gavilla de Vimianzo y la cuadrilla de Barreiro son las más problemáticas y centran las actuaciones de la recién llegada Guardia Civil.
El llamado Sexenio Revolucionario, antes de la llegada de Alfonso XII, es época de grandes conflictos en Santa Comba, en buena parte debido a los líderes carlistas, contra Amadeo I. En 1871 Santa Comba pasa a depender del partido judicial de Carballo y dará mucho trabajo a su juez.
La alteración del orden y la inseguridad hace que nazcan cuadrillas rurales de vigilancia coordinadas por los pedáneos y que el Concello solicite un puesto de la Guardia Civil en 1875, que no consigue. Pero los agentes de Carballo y Negreira actúan en la zona; y en 1868 se crea una Guardia Rural, formada por ocho vecinos, entre ellos Rodrigo Ordóñez, Benito Parajó, Juan Varela, José Brenlla, y el cabo Antonio García Ríos.
La Casa do Concello estaba en O Cubelo, en la casa de los Salgado, uno de los dirigentes carlistas. El principal líder carlista local es Francisco Taboada Diéguez, apoyado por funcionarios como el secretario Juan Aller, el alcalde Rodrigo Ordóñez, Domingo Ferreiro y Luis A. García; por rentistas como Salgado, Francisco Blanco, o los curas de Arantón y Mallón. Taboada, hombre del arzobispo y de inicio carlista, es un gran protagonista de la política comarcal de la época, llegando a diputado en 1901, apodado «el ángel malo» o «el ángel exterminador». Con la Restauración se pasa al bando monárquico moderado y como la mayoría abandona la rebeldía.
Era secretario del Concello antes del Sexenio y estuvo implicado en las revueltas de 1870, la quema del archivo y en los incidentes con muertes de la proclamación de la República.
Una de las causas del conflicto en Santa Comba fueron los nuevos impuestos, rechazados en el rural y foco de numerosas alteraciones; a lo que se unió la unión de rentistas, hidalgos, foreros y sobre todo el clero contra el régimen político. El movimiento carlista es pues el detonante e impulsor de las revueltas, y las actas municipales lo citan con toda claridad.
El carlismo, el «ángel malo» (Taboada, el arzobispo) y el clero son los culpables. El 8 de mayo de 1872 un incendio a todas luces provocado por las mismas autoridades quema el archivo municipal, sito en la casa del secretario, según denuncia el alcalde Rodrigo Ordóñez, para suprimir cualquier rastro relacionado con el impuesto de consumos. En la sesión del Concello del 24 de abril de 1874 se recuerda el estado de desorden y delincuencia general que «refleja toda la caótica situación municipal de los últimos años, que parece ser mucho más grave que en otros ayuntamientos con amotinamientos, muertes, incendio del archivo municipal…reflejo de la guerra carlista, el único culpable es un Ángel malo que cierne sus negras alas sobre nosotros, donde el clero actúa de manera significativa como elemento desestabilizador».
Se hace saber que durante dos años no se recaudaron impuestos «entre otras cosas por la falta de repartimiento de los mismos, lo que remató en caos e desorden municipal provocado por la rebeldía a pagar impuestos, e determinó la intervención de la guardia civil que abrió fuego contra las masas populares, del que resultaron muertes».
En 1874 el gobernador de la provincia dispuso el envío de fuerza armada para el cobro de tributos y se indica que «no hay personas de responsabilidad que quieran asumir los cargos de recaudador y depositario». Ya en 1864 el juez de Negreira declaraba en rebeldía al alcalde y secretario xalleiros, Domingo Ferreiro y Luis A. García, por abusos y desobediencia al gobernador civil.
Igualmente para apoyar la intervención del clero en las revueltas y en la base carlista xalleira, en 1873 el juez de Carballo cita y emplaza a Francisco Taboada de Santa Comba, de 34 años, al labrador del mismo lugar Francisco Blanco de 40; a los párrocos Benito Romero García (Arantón), Manuel Piñeiro (Mallón) y al presbítero y vecino de Mallón de 27 años José Luis Blanco, para que se presenten a la causa criminal contra ellos como consecuencia de los excesos cometidos en el colegio electoral del districto de Santa Comba.
El clérigo liberal de Cee Cristóbal Canosa en un libro eclesial, entre 1871 y 1873, realiza una serie de bocetos con partidas carlistas apoyadas por curas, la figura del bandolero Ramón Barreiro y un acto de prendimiento de guerrilleros por la Guardia Civil (¿el de Barreiro?). No es extraño que el suceso figurara en coplas de ciego.
También anota Canosa una conocida coplilla liberal: «Denápoles ha venido unaestrella, y la gloria a los liberales el infierno alos carlistas el pulgatorio a los flaires». Por su parte, el nieto de un hermano de Barreiro recordaba a su antepasado como «o guerrilleiro», mas que como bandido. El carlista aún conserva familiares en San Pedro de Ser.