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sábado, marzo 23, 2024

La ruta marítima por Fisterra a Compostela y la gran peregrinación de Nemancos

La ruta marítima por Fisterra a Compostela y la gran peregrinación de Nemancos. Juan Gabriel Satti.

Ruta descripta por al-Idrisi en 1154 (según la profesora de árabe Soha Abboud Haggar-U.de Salamanca)

He knew alle the havenes as they were,
From Gootlond to the Cape of Fynystere,
And every cryke in Britaigne and in Spayne.
His barge ycleped was the Maudelayne.

Él conocía bien cómo eran todos los refugios,
De Escocia al Cabo de Finisterre,
Y cada riachuelo en Bretaña y España;
Su nave había sido llamada Madeleine.

Significativa mención a Finisterre que Geoffrey Chaucer hace a finales de 1380 en el prólogo a sus The Canterbury Tales, para avalar la pericia de un navegante que frecuentaba los litorales más difíciles de la Costa da Morte durante un peregrinaje marítimo conformado por  un curioso y variopinto grupo de viajeros audaces. 

De gran trascendencia en el contexto de los Cuentos de Canterbury fue el viaje a la tumba de Santiago, que debe considerarse una de las ocupaciones más importantes en la Edad Media, no solo desde un punto de vista religioso sino cultural, económico y político.

Este argumento se ve reforzado por una invocación continua al Santo en la travesía narrada. El santuario de Compostela era el más cercano para los ingleses, excepto, por supuesto, Canterbury. Galicia también era un foco importante para comerciantes y piratas en ese momento y Chaucer, al citar todas las bahías naturales, muestra que estaba familiarizado con este hecho.

Ruta Británica y Manuscrito de los Cuentos de Canterbury (Huntington Digital Library año1400)

Por otro lado, la tradición de Santiago fue conocida tempranamente y de forma creciente por los ingleses; ya en el siglo VIII, San Adhelmo de Sherborne, abad de Malmesbury hace referencia a la labor evangelizadora del Apóstol en las “Hispanias” en uno de sus versos. Una vez más, España e Inglaterra están conectadas no solo por el vínculo de sangre real, el comercio y las relaciones políticas, sino también por una organización religiosa donde Finisterre era el puerto al que se entraría al tomar la peregrinación de la ruta marítima a Compostela.

Efectivamente, Fisterra tuvo una rada operativa en el siglo XII hasta mediados del siglo XX que era una referencia obligada en un Camino desde las islas británicas para aprovisionamiento y refugio, como lo documentó el geógrafo ceutí Abu Abdallah Muhammad al Idrisi en su libro “Recreo de quien desea recorrer el mundo”, de 1154. Al Idrisi, que difícilmente hiciera él mismo el trayecto pero basándose en escritores clásicos y de sus predecesores árabes al-Mas´udi, Ibn Hawqal y al-Razi e incluso muchos datos de fuentes orales de navegantes galaicoportugueses, nos describe el siguiente camino por mar de Santiago a Bayonne (Francia): “Desde la iglesia de Santiago se toma la ría de Tamarco hasta Ra´s al-Tarf (Cabo Finisterre), luego al Agua Roja y de allí al Puente de Ceso, hasta llegar a la Torre de Hércules y de allí a la ría de Ortigueira y a la población de Santa Marta de Ortigueira. 

En el segundo tramo del itinerario hay que llegar a Santillana del Mar, el actual Suances. En el tercer trayecto el viajero navegará por el Cantábrico hasta alcanzar el río Orobide, afluente del Nivelle, donde está el monasterio de San Salvador de Urdax y desde allí, a Port-aux-Pêcheurs, al abrigo de la punta de Biarritz y al lado de la misma ciudad de Bayonne”. El viaje continuaba hacia el puerto templario de La Rochelle y/o rumbo a los puertos del sur de Inglaterra y Gales (donde el Temple se había establecido en 1135). 

Una ruta similar, pero en dirección inversa, fue seguida el 19 de mayo de 1147 por un ejército de Cruzados compuesto por ingleses, alemanes y flamencos, embarcados en unas 200 naves hacia Tierra Santa para participar de la Segunda Cruzada. Por causa de un fuerte temporal, la flota se refugió en la ría de Noia, visitaron la tumba del Apóstol Santiago el 8 de junio, celebraron la fiesta de Pentecostés y, probablemente, donde el conde Fernando Pérez de Trava junto con su hermano Bermudo y su primo Menendo Rodríguez se sumaron a la expedición en lo que fue su primer viaje a Jerusalem. 

Corcubión a principios de siglo XX (f.Avila Cuerda)

Esta variante del llamado Camino Inglés, que evitaba el trayecto a pie desde A Coruña, era elegido por muchos peregrinos porque reducían la duración y el precio del viaje. Así lo confirma el relato de Andrew Boorde, que visitó Santiago en 1532: “…aseguro a todo el mundo que prefiero ir cinco veces a Roma desde Inglaterra que una a Compostela. Por mar no cuesta trabajo, pero por tierra es el viaje más penoso que puede hacer un inglés”. Y quinientos años después las condiciones poco habían variado en el noroeste coruñes como comprobamos en los relatos sobre la gran peregrinación de Nemancos realizada en el primer Año Jacobeo del siglo XX.
 

El arciprestazgo de Nemancos (mítica «Tierra de Nemancos», en celta: “País de los bosques sagrados”, que los políticos sustituyeron por el más turístico `Comarca de Fisterra´) era de los más distantes y con las peores vías de comunicación a Santiago pero aún así las peregrinaciones eran muy numerosas.

Participaban entre 500 y 600 feligreses de las parroquias de Baiñas, Bardullas, Buiturón, Frixe, Berdeogas, Berdoias, Brens, Ameixenda, Buxantes, Castrelo, Cee, Cereixo, Carnes, Corcubión, Redonda, Coucieiro, Caberta, Dumbría, Duio, Fisterra, Ezaro, Xaviña, Lires, Moraime, Morquintian, Muxia, Santa Maria de O, Olveira, Olveiroa, Ozón, Pereiriña, Porto, Carantoña, Salgueiros, Sardiñeiro, Toba, Touriñan, Nemiña y Vilastose.

Organizaron la aventura el arcipreste Lino Lois, el párroco de Cee, el coadjutor Maximino da Vila, el coadjutor de Corcubión Lino Blanco Puebla, el párroco de Fisterra, dirigidos todos por el cura de San Vicente de Duio José Benito Fariña Garaban, los cuales según las crónicas de la época “pagaron la comida en la Cocina Económica a todos los peregrinos escasos de recursos”.

Fueron en dos grupos: el primer contingente a pie y en coche por Vimianzo que marcharían 3 días antes; y el segundo por mar y en tren. Se contrataron tres vapores para 420 personas que saldrían de Corcubión a las siete de la mañana del día 4 de agosto de 1909. 

Puerto natural de Fisterra (f.Avila Cuerda)

A las cuatro de la madrugada por orden del coadjutor un repique de campanas anunció a los vecinos de Corcubión la proximidad de la partida, disparándose dos bombas para que se prepararan los peregrinos. A las cinco celebraron una misa en honor de la Virxe da Xunqueira para que el tiempo les fuera favorable en el viaje que iban a emprender.

Cuando los vapores con destino Vilagarcía pasaban por el cabo de Cee aproximándose a puerto, se dispararon nuevas bombas para que los romeros tomaran posición.

A las siete de la mañana ya estaban a bordo todos los viajeros, que al levar anclas dieron vítores a la Virgen del Pilar, al apóstol Santiago, al Papa y a Nemancos, contestados y repetidos con entusiasmo, se repitieron más bombas para anunciar a Finisterre que salían.

El señor Vila desde el puente cantó el himno de la peregrinación que corearon todos los romeros, quienes entonaban uno tras otro para distracción   del viaje y evitar mareos.

Al pasar los vapores por Palmeira los vecinos saludaron a los romeros disparando cantidad de bombas y cohetes a los que se contestó desde a bordo con salves al apóstol, Palmeira y Nemancos. Repitiéndose las aclamaciones en Vilagarcia al desembarcar y al tomar el tren en Carril que los llevaría a abrazar al santo. Una vez allí fueron recibidos por las comisiones receptoras del Concello y Clero de Santiago, acompañados por la Banda Municipal vía Rua Villar, Fonseca y Plaza del Hospital hasta la Catedral.

Casa de la Cerca presidiendo la rada (f.Avila Cuerda)

En 1654, el sacerdote austríaco Guzinger escribe en su diario de viaje que: “…Finisterre no es grande, sin embargo tiene un puerto”. Y José Cornide, en 1785: “Esta villa y puerto tienen una ensenadita resguardada por el Cabo de Poniente y Norte”. El plano de la ensenada de Fisterra hecho en 1879 por el comandante del cañonero Pelícano, Emilio Díaz Moreu, nombra con toda precisión la playa que sirvió de rada como El Porto. Esta playa es la de A Ribeira y se encuentra entre la Casa de la Cerca y el Castillo de San Carlos. 

La casa, que fue vendida al Gobierno en 1950 por 7.000 pesetas, es un palacio urbano medieval restaurado, similar a la Casa do Arco en Laxe del siglo XV y XVII que perteneció a la familia de Agustín Traba Pequeño y María Domínguez Lema (Los Benita) y tiene arcos que se levantan sobre la calle de estilo gótico ojival, que permiten el tránsito de personas y vehículos. Por su parte, el castillo es una pequeña fortaleza defensiva del siglo XVIII que se adaptó a la roca en la que se asienta, cuyas troneras se dirigían hacia el Cabo, hacia el centro de la ría y hacia el propio puerto natural.

Arribados a este punto, recordamos a Rosalía de Castro en “La Hija del Mar” que enlazaba poesía y realidad al evocar los peligros para la navegación de una costa que tildaba de maldita e infernal, capaz de arrastrar y atraer fatalmente, la fascinación de los navegantes:

Si Byron, ese gran poeta, el primero sin duda alguna de este siglo, hubiese posado sobre el desnudo cabo de Finisterre su mirada penetrante y audaz, hubiéramos tenido hoy tal vez un cuadro más en su Manfredo, o algunas de aquellas grandiosas creaciones inspiradas bajo el sereno cielo de la Grecia, y con la cual haría ver al mundo que hay en este olvidado rincón de Europa, paisajes dignos de ser descritos por aquel que era el más grande de los poetas.”

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