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jueves, marzo 21, 2024

500 años de presencia gallega en la pesquería de Terranova

Primera parte de este reportaje de nuestro colaborador Rafael Lema.

En el año 1500 la expedición española de los hermanos Corte Real llegó a Terranova, al Labrador, y a las pesquerias llamadas Los Bacalaos. Los españoles fueron los primeros que exploraron y cartografiaron toda la geografía desde este punto a la Antártida y varias expediciones coruñesas tuvieron mucho que ver en ello, como la del luso-coruñés Esteban Gómez en 1524 a Nueva Escocia. Vascos y gallegos fueron asiduos a esta pesca, al bacalao y sobre todo a la ballena. La primera expedición gallega se documenta en 1517, por lo tanto se cumplen cinco siglos de una presencia continua hasta el Tratado de Utrecht. Pero en el siglo XX barcos gallegos mantuvieron su presencia en estas aguas, recordemos la guerra del fletán con protagonismo de barcos de Camariñas. Era la zona conocida como Gran Bahía, o Belle Isle, al sur del Labrador, con bases como Puerto Bretón, Buttes, Gradun. Puertos de la Costa da Morte fueron muy activos en la caza de ballenas y como bases de expediciones vascas a todos los caladeros. Hasta la historia de Mobby Dick tuvo antecedentes en Malpica. La Costa da Morte estuvo presente en el inicio ibérico de la pesquería y en Cee se pescaron las últimas ballenas hace treinta años.

A este tema le dediqué en mi obra  «Costa da Morte, crónica marítima» editada por el GALP 3 muchas páginas, por la importancia que en el Cantábrico tuvo esta pesquería, con un marcado protagonismo de varios pueblos de la Costa da Morte en donde fue la principal ocupación económica durante buena parte de la Edad Moderna. la industria ballenera en la Costa da Morte aún viviría nuevos episodios en el XVII, a inicios del XX y ya en nuestros días en Caneliñas (Cee). Los primeros corsarios en el País Vasco fueron balleneros que alternaban las faenas balleneras con las de saquear a los enemigos en los bancos de Terranova, respaldados por sus patentes de corso. Las presas hechas en bacalao, por ejemplo, eran para ellos un botín tan codiciado como las más lujosas sedas, el oro y los mejores vinos de los mercantes.

En un principio la ballena se cazó en las costas cantábricas, en campañas que se realizaban de octubre a marzo, cuando aquellas bajaban desde los mares helados del norte. La primera mención de la venta de una ballena aparece en 1509 en un documento en Baiona. Y más tarde están documentadas la recogida de huesos de ballena para utilizarlos en reparaciones y la aparición de tinajas para el depósito del aceite de ballena. Sin embargo, para el siglo XIV, la presencia de ballenas en la costa vasca empezaba a escasear y los vascos tuvieron que ir en su búsqueda hacia Irlanda y hacia Terranova. Galicia fue el siguiente paso. al igual que al hablar del corso, el nombre genérico de vascos para los balleneros incluye a numerosos gallegos nativos y a vascos avecindados. La presencia de balleneros vascos se atestigua en nuestra región desde el siglo XIV, ya que en 1375 se autoriza a los vascos a esta pesquería en nuestras aguas. pero ya en 1521 hay citas que relacionan Galicia y los cetáceos, como podemos leer abajo del párrafo.

Desde estas fechas puertos como Caión, Malpica, Laxe, Camelle aparecen tanto en sus referencias, como en los portulanos y mapas. Esta memoria continuará en los siguientes siglos, cuando ya son gallegos los dedicados a esta arte. En el siglo pasado todavía se cazaban ballenas en nuestras costas, en una fecha tan reciente como 1985. Malpica en sus buenos tiempos suministraba entre ocho y diez ballenas a la mitra compostelana, como ejemplo de la importancia de la caza de cetáceos en la zona. Malpica y Caión aparecen numerosas veces mencionados en los archivos vascos que pude consultar en en la obra de mi buen amigo Felipe Valdés. Los armadores vascos conjugan el corso y las ballenas, con cofradías de las villas metidas de lleno en ambas empresas.

Como en el corso en 1567 los vascos usan contra el rey de Francia naos gruesas, galeones, zabras y fustas por toda la costa de Galicia «en todo lo que es del mar océano desde el cabo de Finisterras hasta Ynglaterra». A Galicia acuden a pasar el invierno, y cuando son reclutados o requisados sus barcos por el rey de España para la guerra a Francia muchos puertos gallegos se quejan de su falta por el negocio que hacen y la gente que emplean en las ballenas o al corso en Malpica, Caión. El 20-9-1531 se expide una cédula real en Ávila, confirmando otra dada en Bormes el 23-5-1521, por la cual los extranjeros no pueden pescar ballenas en las costas de Galicia. Son vasco franceses. Caión y Malpica fueron asiento de balleneros vascos desde el s. XIV. Con los balleneros llegaron también los corsarios, a veces eran la misma cosa.

El caso es que enseguida los cántabros se unieron a socios locales y llenaron sus barcos de marinos de estas dos localidades y de toda la Costa da Morte. Los cántabros tenían en Galicia campo de actividad pesquera y también comercial en el invierno, usando barcos como zabras o pinazas. Pronto los naturales del reino se incorporan al negocio y amplían los talieiros, los puestos de avistamiento y captura. Por ejemplo, en 1615, el asturiano Clemente de Campo y Gonzalo Pose de Laxe arman en la zona de Sabadelle, en Camelle, una armaçion ballenera. Cornide en 1764 habla igualmente de la importancia de los pescadores catalanes en estos puertos, y en Corme y Laxe, donde tienen salazones. También de la entrada del almirante inglés Anton en 1747 en la ría de Corme y Laxe,  destruyendo el segundo puerto. En la documentación vasca que pude consultar se indican un buen número de referencias al intenso comercio de sus puertos con los nuestros.

Así tenemos noticia de un buen número de presas y de barcos apresados y hundidos por corsarios vascos con base temporal en estos dos puertos gallegos de Caión y Malpica. En 1478 se pierde un navío de Pouldavy con mercancía de un comerciante inglés, apresado por corsarios. El día 14 de diciembre de 1484 un corsario vasco apresa en la zona el barco de Juan Scribano de Bristol, con vino, azúcar y otros géneros. Ambos barcos serán abandonados en aguas de Muros. En 1555 media docena de barcos de Iparralde son atacados y hundidos en nuestras aguas por corsarios vascos. El mismo año se pierde por ataque corsario un navío de la carrera de Indias que venía de Sevilla con rumbo a Vizcaya al mando de Rodrigo Sánchez. 

Relacionado con el corso vasco está la costera de las ballenas. Armadores de «armaciones» balleneras en los puertos de la Costa da Morte fueron fundamentalmente los vascos, establecidos también en Cantabria y Asturias. Por ejemplo, tenemos los datos de algunos de estos arrendatarios en el puerto de Caión y lo que pagaban a los monjes agustinos con foro en la villa por las capturas. Estos vascos acondicionaron rampas en el puerto y dos casas de madera para cobijarse o trabajar. Tenían permiso para cortar leña necesaria para derretir la grasa y la obligación de retirar los huesos de la ribera. Los caioneses podían obtener el vientre de las ballenas. En 1563-65 los hermanos Martín y Joanes Arretola de Zarauz pagaban a los monjes 38 ducados por cada barril de grasa de ballena.

En 1588-91 Juan Beltrán del Puerto, de Zarauz, pagaba entre 40-60 ducados por barrica. En 1596-1601, Beltrán de Izaga de Guetaria y Juan Beltrán del Puerto pagaban 64 ducados por barrica. En 1603-10, Jacome Vidal, Manuel de Hendaya, Tomás Segura, los tres de Orio; y Beltrán de Izaga de Guetaria pagaban 20 ducados por ballena cazada. En 1611-13, Jacome Vidal y Bartolomé Fernández, 40 ducados barrica. En 1614-16, Jacome Vidal, Bartolomé Fernández y Pedro de Armilla, 60 ducados barrica. En 1617-30, Jacome Vidal el Mozo, Bartolomé Fernández, 60 ducados barrica.

Por supuesto los naturales también ejercieron esta labor. «La ballena enfurecida», es un curioso relato de un antecedente de Moby Dick, un milagro de N S de Pastoriza (1700). «Por diziembre del año de mill setezientos, Juan Vidal Canzelo, mareante del puerto de Cayon y sus compañeros salieron a dar caza a una vallena grande y un ballenato pequeño; y haviéndole clavado el arpón, la ballena viendo herido a su hijo se enfureció tanto que rebatió sobre la lancha que le havia arponado, y con un zapatazo con la cola la abrió y trastornó, y la gente viéndose perdida clamó ymbocando el auxilio de Nª. Sª. de Pastoriza; luego el barco se puso derecho y salieron con los remos, siguieron la vallena y la mataron con admiración de todos, atribuyendo el buen subceso al patrozinio de Nª. Señora a quien vinieron a dar gracias».

Hay leyendas populares, no documentadas, que hablan de villas de la Costa da Morte fundados por vascos o astures, como Muxía o Camelle. Al referirse al mundo de las pesquerías de la ballena en Cantabria, Asturias o Galicia, existe una cultura común que se extiende a lo largo de la costa cantábrica. Está clara la presencia vasca (vizcaína casi siempre, en la documentación, aunque el término es aplicable también a Gipuzkoa) en las costas gallegas y de Finisterre es muy temprana, pues los vascos pescaban ballenas en épocas en las que otros no conocían este arte. Literatura y tradiciones populares se dan la mano para corroborar una presencia de la pesca de la ballena en la sociedad cantábrica.

En la Descripción del Reino de Galicia del Licenciado Molina, de mediados del siglo XVI, se cita el conocido verso: «Y luego Cayón, do bien se trabaja/Matar sus ballenas, que no es chica alhaja/Pues sacan aceite y en gran muchedumbre,/El cual no se come, mas para la lumbre/Se hace la oliva muy poca ventaja». 

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