Juan Gabriel Satti Bouzas//
Foto-Francisco Esmorís Recamán
Creo que es un noble y hermoso objetivo rescatar del olvido el nombre y los hechos que por su significación sucedieron a lo largo de la rica historia de Fisterra, para conocerla mejor y transmitirla a las generaciones siguientes. En este caso trataremos de un incidente ocurrido en nuestro hoy Museo de Pesca “Castillo de San Carlos”.
Este pequeño fuerte, que desempeñó un papel importante durante las guerras napoleónicas, contaba con 6 cañones y 28 soldados de infantería, un depósito subterráneo para la pólvora y lo rodeaba un foso con puerta levadiza en la entrada según planos de 1757.
Estaba al mando en calidad de “Comandante del castillo y ría de Finisterre” Don Diego de 0’Reilly, Teniente del Regimiento de Infantería de Vitoria; nacido en 1775 era hijo de un noble irlandés que combatió durante años al servicio de España, se enroló joven en el ejército y participó en los finales de la guerra de independencia española, alcanzando al grado de brigadier.
Destacamos aquí un combate acaecido en agosto de 1797 narrado por el propio protagonista cuando apenas contaba con 22 años: “… certifico que el día tres de la fecha se venía acercando a toda prisa a este puerto un barco, y habiéndole reconocido las centinelas, y preguntándole qué barco, y donde venía, le respondió que era un corsario español que venía de la mar acosado de dos fragatas y una balandra destinadas de una escuadra inglesa de quince velas que se hallan cruzando sobre este cabo, esto sería como cosa de la una de la mañana;
inmediatamente tomé las precauciones que me parecieron más oportunas, dando las disposiciones necesarias para su defensa de dicho castillo y más puestos, a las seis de la mañana entró otro barco con bandera francesa que se conoció ser corsario de la propia nación que venía perseguido por dichas embarcaciones; a poco rato aparecieron entrando en esta ría un navío, una fragata y un quechemarín, los cuales se dirigían a este puerto con bandera española, conociendo el engaño mandé romper el fuego de artillería, al mismo tiempo observé que los enemigos querían desembarcar a la derecha de este castillo,
que para este fin traía hasta el número de doscientos hombres el quechemarín, que venía acercándose a la tierra a toda prisa, dispuse se dirigiese el fuego a aquella parte, y viendo les ofendía, desistieron de su intento, mareando en la otra vuelta así a los otros compañeros que se hallaban en frente de este dicho castillo de mi cargo, tiraron dos cañonazos por señales a lo cual respondió el navío con la bandera inglesa en el tope; a todo esto, el capitán del corsario Don Juan Antonio Gago de Mendoza, conociendo el intento de los enemigos varó el corsario en esta playa, con la proa a la mar, para con los cañones de proa hacer su defensa, dejando parte de su gente a su bordo para hacer el fuego, y él con los demás tomando sus armas subió a toda prisa con su gente, ofreciéndose voluntariamente, asistiendo en cuanto se les ha mandado, poniéndose al mayor riesgo, como buen soldado, hasta que al fin tuve el gusto que la buena dirección del fuego cruzaba las balas a los enemigos y los hizo abandonar su proyecto,
arribando en popa salieron con la más precipitación con toda fuerza de vela, igualmente no duda que el dicho capitán con su gente, si se hubiera empeñado la acción, harían honor a la bandera española, y por ser verdad, de pedimento de dicho capitán doy la presente certificación estando en esta plaza de Finibusterra a nueve de agosto de mil setecientos noventa y siete.
Asinado por Diego 0’Reilly. (Archivo de Marina, transcripto por A. Fortes)
En 1815 O'Reilly fue enviado al Virreinato del Perú como jefe de una división que debía reforzar el ejército del Alto Perú. Allí estuvo al mando de las fuerzas realistas que se enfrentaron a las independentistas en la batalla de Pasco con el resultado de la destrucción de su división, en parte por la escasa formación de las tropas y en parte por la deserción de la caballería.
O’Reilly fue llevado preso al campamento del General San Martín, y posteriormente permaneció prisionero en Lima. A mediados del año 1821, San Martín le permitió junto a varios oficiales realistas embarcarse hacia España. Profundamente deprimido, y con su futuro militar arruinado, se suicidó lanzándose por la borda en alta mar. Paradojas de la historia hoy Fisterra cuenta con un monumento al Libertador y el irlandés permanece casi olvidado.