Camariñas guarda el pecio del último barco perdido por España en la Guerra de la Independencia de Estados Unidos. La fragata Las Dos Cathalinas cayó con 232 soldados en la Virxe do Monte en 1783.
Rafael Lema
En la zona de la Virxe do Monte y O Corno en Camariñas se han localizado recientemente cinco depósitos de cañones entre el siglo XVI y el XVIII, según datos de la Real Liga Naval Española. Dos pecios pueden ser galeones de la armada española perdida por Martín Padilla en 1596. Otro responde al correo marítimo «La Cantabria» de 1773; y se conoce el suceso del 18 de abril de 1783 cuando naufragó en la zona la fragata napolitana de la Real Armada Española «Las Dos Cathalinas», de 34 cañones, con 232 hombres, marineros napolitanos y soldados franceses de la llamada Legión de Lauzun, retornados de la Guerra de Independencia de Estados Unidos. Nuevas investigaciones indican que se trata del último de los barcos perdidos por nuestro país en la misma, por lo tanto su valor histórico es incuestionable.
Además ahora se sabe que llevaba 232 soldados y tripulantes, que se dan también como víctimas de un conflicto que causó a España 33 buques destruidos, naufragados o apresados y miles de vidas de españoles europeos y españoles americanos, sin contar los daños de la marina mercante ni corsarios. Mayores pérdidas sufrió Inglaterra, derrotada, que además quedó sin las colonias levantiscas. España amplió su imperio, el mayor del momento.
Nuevos trabajos de investigadores como Luis Marcial García Rebollo o José María Lancho citan el caso de la fragata «Las Dos Cathalinas» como el último barco perdido por la Real Armada en esta guerra. El mismo año de 1783, sólo se perdió el navío El Dragón, con 300 hombres. Sin embargo el desastre de nuestra fragata fue a causa de un temporal y por los bajos de O Farelo y A Betanceira que enfilan hacia As Quebrantas, no por acción bélica, que sepamos. José María Lancho estima necesario investigar alguno de estos barcos por su relevancia internacional, y manifesta su «preocupación por la desprotección de algunos de estos buques, yacimientos arqueológicos que representan un auténtico legado común de las dos Américas y España. Creo que sería un magnífico desafío conmemorativo intentar la excavación de uno de estos navíos,…un proyecto que rivalizaría en valor histórico, con éxito, la recreación hecha por Francia de la fragata Hermione que trasladó a La Fayette a Boston».
El pecio del importante naufragio histórico había sido localizado hace dos años en el bajo O Batel en la zona de la Virxe do Monte de Camariñas, y ahora se conocen estos nuevos datos. Se habían avistado hace dos años tres cañones de hierro y bronce que balizan el pecio del transporte militar Las Dos Cathalinas, del Reino de Nápoles, pero que formaba parte de la Real Armada Española, una fragata naufragada el 18 de mayo de 1783. Este barco llevaba soldados franceses de 7 regimientos que habían participado en la Guerra de los Estados Unidos, y por los apellidos no vemos ningún mercenario foráneo.
Batalla del Cabo San Vicente
En el pecio se ven dos depósitos de cañones que marcan la zona rocosa en donde se halla el pecio, a unos 20 metros de la costa y 5 metros de profundidad. En uno de los puntos se localizó un cañón grande encima de otro más pequeño. Otro cañón largo de más de 1,70 metros se halla más cerca de tierra y es el que en principio podría correr peligro de ser expoliado. Son armas de artillería embarcada características del siglo XVIII, posiblemente de fábrica francesa, de hierro y bronce. Uno de los cañones se halla bastante atacado de «arneirón», y en los tres casos las piezas están fijadas a las rocas debido al tiempo trascurrido; y por tanto con los dos problemas habituales en este tipo de objetos, las alteraciones galvánicas por el contacto entre distintos metales y las deposiciones calcáreas que causa la solidarización de los objetos al fondo.
Un temporal y las fuertes corrientes de la entrada de la ría llevaron el barco a los bajos de O Batel, siendo recuperados 8 cuerpos, que fueron enterrados en el actual cementerio de Camariñas, ya usado en esta época como su iglesia de San Jorge. Son pues 7 soldados galos y un marinero siciliano, por referencias en el Libro Sacramental nº 16, 1714-1819, del Fondo Parroquial de Camariñas del Archivo Histórico Diocesano de Santiago de Compostela. Allí el 18 de mayo de 1783 el párroco de Camariñas José Antonio Pedreira Ron y Lanzós anota el entierro de las víctimas de la embarcación napolitana que venía desde Cádiz a Brest transportando tropas francesas de regreso de la guerra contra Inglaterra.
Ese día el cura da entierro a Antonio Peché, soldado del regimiento de Languedoc. Otros fueron atendidos, malheridos, en Camariñas, y propiciaron un lento goteo de muertes. El 9 de junio entierra a Francisco Penabelt, soldado del regimiento de Metz. El 16 a Bartolomé Poter, de Villaverni, provincia de Danfoss; del regimiento de Rovengué, compañía de Bounizben. El 19 muere Juan Bautista Le Decieux, soldado del regimiento de Lusanie (Lauzun?), compañía de Lavoisiere. El 23, Miguel Robert, del regimiento de Nustrie, compañía de Lagrange. El 25, Miguel Massanet del regimiento de Dangomois (o Danglemont?), compañía de cazadores, natural de Lieso. El 27, Joseph Merrangallo, casado, natural de la ciudad y obispado de Frapani en las Sicilias, uno de los marineros de la tripulación. Y el mismo día fallece a causa de las heridas Santiago Peyronnet, soldado del regimiento de Bivaset, compañía de Fontanelli.
Las Dos Cathalinas llevaba 232 hombres, era una fragata moderna, usada como transporte militar, con 34 cañones y tres palos, del tipo estándar de la época, rápida, ligera y resistente, de 44,3 m de eslora, 11,5 m de manga, 5,7 m de puntal y cinco de calado máximo a popa. Con unas 600 toneladas. España a finales del XVIII cambió algunos navíos por fragatas con Nápoles. Esta fragata napolitana se incluye dentro de la lista histórica de la real armada. El Reino de Nápoles aportó al conflicto con Inglaterra de 1779 a 1783 tartanas, saetías y otras embarcaciones, para el transporte de pertrechos y tropas españolas y francesas, aliados en el conflicto y vencedores del mismo. Se usaron en el bloqueo de Gibraltar y en el ataque a Argel. Por ello, estos soldados franceses que regresaban de la Guerra Norteamericana utilizaron uno de estos transportes surtos en Cádiz y al servicio de España. En este barco venían soldados de al menos siete regimientos: Languedoc, Metz, Rovergué, Lusanie, Dangomois, Nustrie, Bivaset. Y sus compañías de cazadores o infantería de linea. Cada regimiento tenia dos o tres compañías, pero en este caso estarían muy mermados, o serían sus heridos los que regresaban.
Capilla Virxe do Monte- Foto Camiño dos Faros
España contribuyó por lo menos 5 millones de dólares a la causa, lo que se traduce a 216 cañones, 209 cartuchos para pistolas, 27 morteros, 12.826 bombas, 51.134 balas, 300.000 libras de polvora, 30.000 rifles con bayonetas, 30.000 uniformes, 4.000 tiendas (tents), y una gran cantidad de plomo para las balas. Esto es solo parte de lo que España donó a los estadounidenses, ya que parte de la ayuda francesa fue pagada por España. Además de servir de refugio a los barcos americanos, y la movilización de miles de soldados en los ataques hispanos en Florida y Luisiana, el sitio de Gibraltar o el bloqueo naval. España forma una expedición de 10.000 hombres, el denominado Ejército de Operaciones. En Cádiz se prepararon 16 buques de guerra y 74 transportes, en los que se embarcaron material de fortificación, víveres, municiones, y un tren completo de artillería de campaña y otro de asedio.
Finalmente, tras semanas de esfuerzos y de vientos desfavorables, la expedición partió el 28 de abril de 1780. En abril de 1780 partía la expedición francesa, la Expedition Particulière, al mando del general conde de Rochambeau, algunos de sus soldados son los muertos que reposan en Camariñas. A pesar de que estaba previsto enviar también 10.000 hombres, la falta de barcos de transporte y el bloqueo inglés de Brest obligaron a Rochambeau a dejar en Francia casi la mitad de los efectivos y material. Durante la travesía, el contingente francés sufrió casi un millar de bajas por enfermedad y, al llegar, apenas alcazaba los 4.000 hombres. Un porcentaje importante de tropas eran extranjeros, la Legión de Lauzun, compuesta por mercenarios alemanes, polacos e irlandeses.