Uno de los mayores procesos contra la brujería en Galicia. Un reportaje de Rafael Lema que hoy recuperamos. La historia de Beatriz Fernández.
Cruz atribuída a Beatriz Fernández
Pese a que Galicia tuvo fama de ser una tierra meiga, lo cierto es que procesos contra la brujeria hubo pocos en nuestro país y la accion de la Inquisición no destacó en este aspecto. Uno de los procesos contra la brujeria más sonados tuvo lugar contra seis brujas de Carantoña, en Vimianzo, lideradas por Beatriz Fernández. Curiosamente, fue el Santo Oficio quien las liberó condenando al juez que se habia propasado con terribles torturas y falsas acuasaciones, dejándose llevar por los intentos de linchamiento del populacho y algún hidalgo local. El caso está bien documentado y desmonta muchas falsedades, basadas en la ignorancia de la historia y la manipulación interesada.
Cementerio de Carantoña
El tormento de Beatriz Fernández
En el mes de mayo de 1611 el merino o juez de Laxe prendió “a una mujer de 60 años, pobre y vagabunda” que limosneaba por la zona del partido de Vimianzo. Se llamaba Beatriz Fernández, viuda de Alonso López, sastre de la feligresia de San Martiño de Carantoña, en Vimianzo. Trece testigos la habian acusado de que era meiga “y de que ella había notoriedad y pública voz y fama en su tierra”. Con esta información procedió la justicia contra ella, sometiéndola el juez a un brutal tormento en el que confesó y testificó a 200 cómplices, aunque a persuasión de cierta persona dijo “que quería descargar su conciencia en el Santo Oficio”.
Esta persuasión de esta persona fue la que salvó a Beatriz y a otras cinco infelices mujeres presas y torturadas con ella en el mismo proceso y lo que motivó que los 200 testigos no fueran molestados. O sea, un buen samaritano le avisó que se podia salvar si se ponia en manos de un tribunal religioso que pese al temor que suscitaba en el pueblo estaba dirigido en consejos alejados de los pueblos, letrados, y por tanto no condicionados más que por sus leyes. De las Seis de Carantoña solo nos llegó el nombre de su supuesta “sabia” o “meiga mor”. Asi consta en el informe que se guarda en el Archivo Histórico Nacional, sección Inquisición, legajo 2042, número 54, folio 6.
El Tribunal de la Inquisición actuó rápido, porque tenía agentes en la zona y en todo el reino. Envió a dos comisarios al lugar de los hechos y exigió que se les remitiesen las causas. En las declaraciones que Beatriz hizo ante los inquisidores confesó los hechos anteriores, una confesion inverosimil donde quedaban nombradas la identidad de los 200 acólitos de la supuesta secta satánica. Esta cifra es tremenda para la época y la zona. Entendamos que para tener un grupo de iniciados y participes en sus aquelarres deberían vivir en un radio cercano a Carantoña. Pues bien, en esa época, la media de casas habitadas en cada parroquia del entorno era de 28 a 30, es decir, unos 130 habitantes por feligresia. O sea que la mitad de los vecinos mayores de edad de Carantoña, Ponte do Porto, Cereixo, Carnés, Traba, Calo, serian acólitos de la bruja.
Los detalles de la confesión de la meiga son los típicos de estos casos, habla de celebración de aquelarres los viernes con presencia del maligno o cabrón, orgías y borracheras, de misas negras, ritos de iniciación, acceso carnal y adoracion de satán, muerte de niños y daños a las cosechas. En la memoria colectiva local quedó el dicho de la existencia y quema de una bruja en el lugar de Recesinde. Pero no se llegó a tal extremo. Una singular cruz de hondo significado simbólico, de exorcista, del siglo XVII, llegó a nuestros dias procedente de otra carteira local y se atribuye a Beatriz. Carantoña, como Baiñas, siempre contaron con una buena nómina de “carteiras”. Las meigas o sabias solian traspasar sus poderes a una aprendiz o familiar, y con ellos algunas de sus prendas, con poderes mágicos.
En el caso que nos ocupa, en Carantoña se sucedieron en 1600-1611 una serie de sucesos atribuidos a la meiga Beatriz y a sus cinco socias. Un rayo habia partido la torre de la iglesia como cuenta Jerónimo del Hoyo en su descripción del arciprestazgo de Nemancos de 1607. Hubo varios homicidios, muertes de niños, sequias y daños en cosechas. Las meigas tenian dos grandes enemigos. Los sacerdotes de extracción popular (la inmensa mayoria), y los médicos o cirujanos, a los que les hacían competencia, como sanadoras, curanderas, componedoras. La mayoria de las denuncias recaen sobre mujeres y por parte de estos dos colectivos.
Además Beatriz habia enviudado dos veces, de Mateo López y de Juan Bernárdez, y por tano a nivel popular “matou dous homes”. En fin, habia una especie de demencia colectiva y las autoridades civiles usaron a las brujas de chivo expiatorio. El juicio deja claro que el juez se propasó en sus funciones sin causa justificada, y asintiendo a un deseo de linchamiento público de una parte importante de la población que al parecer temia al grupo de las meigas. El párroco local tuvo que sermonear también a los feligreses al respecto, ya que en esos años se vivian escenas de persecución similares por todo el reino, de histerismo colectivo. Este territorio, al partido de Vimianzo, estaba bajo la justicia dúplice del rey y del conde de Altamira, que actuaban con alcaldes de señorio y vecinales, además de sus justicias. Hidalgos como Los Álvarez de Carantoña y la casa de Leis solian ocupar los cargos mas destacados, en la redonda de Carantoña, también los religiosos, patrocinando templos y cofradías, pero merinos y escribanos solian venir de la capital, Santiago.
Los inquisidores recién llegados usan su poder y mandan parar la maquinaria judicial del merino de Laxe, comunicando enseguida al consejo de la Inquisición a Santiago la situación. Rechazan los métodos del juez pero al mismo tiempo muestran su temor supersticioso: “…rogamos a V.S. avisarnos lo que debemos hacer en este negocio porque nos parece que no es menor el daño que el demonio tiene hecho en este reino, en esta materia, que en el de Navarra, no nos hemos atrevido a recluirla en cárceles secretas por estar estropeada del tormento que el juez seglar le habia dado y está en un aposento del proveedor de presos. La justicia seglar tiene presas otras meigas y solo esta provocado con tormento la fama pública y algunos hechos supersticiosos. Aunque a una de ellas se tiene por cierto que ha causado algunos homicidos: y creemos que es grande el rumor sobresalto que hay en todo el partido donde esta rea era vecina” (AHN, sección Inquisicion, legajo 2886. Testificacion que hizo Beatriz Fernández, viuda de Juan Bernárdez, vecino de la fgra de San Martin de Carantoña).
Asi pues los comisarios son supersticiosos, temen que el demonio campe a sus anchas por el reino; pero critican las torturas, porque saben bien que su resultado no lleva a la verdad. Ellos las usarán con más saña contra herejes y marranos. Vemos que sobre una de las compañeras de Beatriz recaen rumores “ciertos” de homicidios. Conocemos a alguno de los otros personajes de esta historia. En primer lugar el licenciado Lope Vázquez de Eras Fontan, párroco de Ponte do Porto, Carnés y Leis, hombre letrado y no proclive a este tipo de acciones, pero integrado en la élite local, entre los liajes de Leis y Carantoña, y por ello dejaría hacer a los poderes civiles y no creemos que evitara las iras del populacho hacia las reas.
Más activo estuvo otro actor. En esta fecha era comisario de la Inquisición en la zona Alonso de Lema de Berdoias, de 70 años, hombre sensato y de mucho peso. Un pariente suyo, el capitán Martin de Castiñeiras Lema casaria con Maria Álvarez de Carantoña y seguirá siendo familiar del Santo Oficio en 1684, como lo fue su padre Alonso en 1645. Nuestro Alonso de Lema, desciende de otro Alonso de Lema, soldado de mérito en la guerra de las Alpujarras en 1570 a las órdenes del gran Lope de Figueroa, el heroe de la batalla naval de las islas Terceiras. Es por tanto buen conocedor de la zona, de sus vecinos y de las creencias populares del pais, como hidalgo protegido por el rey.
Sus palabras son críticas con la acción del juez, y cree que las confesiones son fruto del tormento. Ante las dudas, logra evitar sus muertes y las deja en manos de Santiago. Las brujas de Carantoña serán liberadas. No hay constancia de que la homicida fuese llevada al patíbulo tampoco. La Inquisición teme hacer otra matanza como en Zugarramurdi, en Navarra, del mismo año, citada en el informe. Es clara con esta alusión que los comisarios conocían los trabajos del humanista inquisidor Salazar, contrario a estas acciones, y que el Santo Oficio no quiere procesos de brujas; de hecho serán pocos los que se lleven a cabo entre nosotros. Beatriz Fernández sale viva y sin condena, enterrándose en sagrado, pero muy dañada y al parecer morirá a los pocos meses.
Fotos color- Película A Paixón de María Soliña