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lunes, marzo 25, 2024

El encaje de Camariñas en el abismo de la memoria I

El encaje de Camariñas en el abismo de la memoria. Capítulo I. //RAFAEL LEMA//

Investigadores del encaje de Camariñas en el siglo pasado ya dejaron entrever la relación de esta artesanía con zonas de tradición textil, de producción de lienzos y plantaciones de lino, como fue la de Nemancos. Batanes había en Cereixo y Xaviña. En Bamiro (Soneira). Linares importantes, en Ponte do Porto, Camariñas, o en la calabanda, la otra orilla (Ozón, Moraime, Senande). Y el comercio del lino tenía en A Coruña un gran centro importador, pero también en los puertos galaico cántabros de la mitra mindoniense. 

Un aspecto nunca estudiado es la posible relación entre Camariñas y Mondoñedo en el nacimiento y crecimiento de la artesanía del encaje de bolillos. Camariñas pertenecía desde la Edad Media a este obispado. La iglesia y la nobleza fueron los primeros clientes de los labores nativos que fueron sustituyendo a los importados. El obispo de Mondoñedo, sus monasterios e hidalgos, cuentan con citas antiguas de uso de encajes. Y los Altamira, con sus primos los Lemos, poseían dominios en esta área oriental en donde adquirían lienzos de calidad y encajes por vía marina, que desde el siglo XVII tuvieron competencia local. El estudio de compras del cabildo mindoniense de encaje en Camariñas es un campo aun apenas esbozado.

Igual que en el caso de las ferrerías, los puertos mindonienses se significaron en la importación de lino y exportación de lienzos locales. También importando paños, holandillas, venecias, cambrais. En el siglo XVIII Mondoñedo vive una fuerte expansión de la producción de lienzos, siendo un área textil destacada a nivel nacional. Crecen los tratantes de lienzos, las importaciones de lino de Rusia, Holanda. En 1750 destaca la vía Ribadeo-Bilbao de comercio de lino en una época de espectacular crecimiento del comercio del puerto gallego, que en esta época se halla en la ruta del hierro (trueque de sardina por hierro) de los pataches de Camariñas hacia San Sebastián, que conocemos ya en 1608. Se desarrolla la lencería en lugares como Navia o Burón (tierras de Altamira como Camariñas). En 1787 en Viveiro se trabajan lienzos, estopa, picote. A la producción más rústica se unen los intentos de realizar paños de calidad y en este salto entrará también la moda de los picados de encaje gallegos. En 1738 se funda en la capital diocesana una fábrica de holandillas, lienzo fino teñido y prensado, por el indiano retornado de Perú Luis López Lombardía, pese a la oposición del gremio de mercería y Especiería de Madrid.

Nombres de comerciantes e hidalgos vinculados con Camariñas aparecen en este negocio. Ribadeo comercia en telas y paños con Inglaterra en 1754 con seis pataches, un paquebote y dos pinazas. No es comercio menor pues atrae ya a los piratas. En 1757 corsarios franceses apresan un bergantín de Ribadeo que vuelve de Londres. En 1797 el puerto importa lino de Flandes. En 1777 doña Juana Sanjurjo Montenegro de Viveiro trae lino de Castilla. Es un apellido integrado en la hidalguía local de la ría de Camariñas desde el siglo  XVI (Ponte do Porto, Carantoña, Camariñas). El obispo de Mondoñedo, que lo es también de Camariñas, en 1792 fomenta los telares de cintas y lienzos con lino fino. Su cabildo está formado por miembros de la hidalguía cuyos apellidos están presentes en Camariñas desde el siglo XVI.

La tierra de Miranda es abundante en hidalgos y capellanes, por ejemplo, clientes de hilanderas y encajeras. El canónigo Miranda, cuya parentela llevará varios siglos asentada en Camariñas y en el XIX nos dará varios secretarios municipales, en su testamento deja 14 tablas de manteles de alemanisco. Es un género de mantelería labrada al estilo alemán, de donde tiene su origen.

El arcediano de Melide, dignidad del cabildo, cuenta con la representación de la parroquia de Camariñas en 1754. En estas fechas la élite local mindoniense envía a sus hijos a estudiar fuera del obispado y una de las escuelas de mérito era precisamente la de Melide. El poderoso hidalgo mindoniense Nicolás de Luaces declaraba en su testamento de 1750 que para mejor crianza de sus hijos, «no obstante de aver estudios de gramática en esta ciudad, por tener experiencia de lo poco que en ellos se adelantaba» los había enviado a Melide, «en donde estubieron tres años en casa del preceptor, a toda costa» pasando luego a Santiago.

Mondoñedo suministra lienzos de sus talleres rurales a Castilla. El gremio de la «especiaría, mercería y droguería» de Madrid tenía agentes en Mondoñedo desde el silgo XVII para la compra de tejidos que la corporación empleaba en su fábrica de holandillas. En 1752 el factor de los cinco gremio mayores era el propio alcalde mayor de Mondoñedo, don Blas José Miranda, que cobraba 4.000 reales. La importancia de la exportación es tal que cuando López Lombardía funda su fábrica local de holandillas en 1738 el gremio matritense teme quedar sin abastos. Galicia abastece en el siglo XVII de lienzos y trabajos que aún no compiten con los picados extranjeros en la corte, por ejemplo con los lujosos y caros picados de hilo de oro o plata italianos. en las cuentas que se toman a Juan Santiago Lerín en 1672 en el retiro, para confeccionar los trajes que se usan en representaciones de comedias como fieras afemina amor se anota la compra de «olandillas, venezias, colonias». Es posible que no todo el género fuese importado y que en parte se produjera ya en el país al estilo francés o italiano siendo el veneciano el más preciado y costoso. Recordemos la leyenda que dice que el encaje de Camariñas lo trajo una dama italiana de alta alcurnia, para otros una noble náufraga. El listado nos da un apunte de precios y de lencería de moda de la época.

Aparecen citas a compras de 3 pañuelos blancos de Cambrai guarnecidos de puntas blancas finas por 207 reales. Pero también un apunte de hilados cercanos: 6 libras de hilo blanco de león a 30 reales, dan 180 reales. Las labores italianas son de hilo de oro y plata. Cinco varas de encaje de Venecia de tres dedos grandes, pesaron 8 onzas y costaron 585 reales. 4 varas de encaje de plata y oro de Venecia de dos dedos y 10 varas de encaje de plata y oro de Venecia de 6 dedos cuestan 940 reales. 107 varas de encaje de plata de Venecia de 6 dedos para guarnición pesan 146 onzas a 66, con un coste de 9.636 reales. 1 onza y 7 adornos de encaje de plata y oro falsos a 2o, hacen 29 reales.

Siendo Madrid centro de expansión de la moda entre la clase pudiente e importadora de manufacturas, en este comercio textil debió entrar el encaje gallego por esta ruta abierta en el siglo XVII, aunque como vimos en este siglo las referencias en la corte son a labores importadas de Francia e Italia. Algo que mudará en el mercado nacional en general en el siglo XVIII, cuando la costa gallega se destaca por la producción de rendas, tanto de blondas de calidad como de vara, y sobre todo con la apertura del mercado americano al puerto coruñés, con escala en Cádiz. En 1754 en Camariñas y Ponte do Porto aparecen las primeras referencias a nombres de palilleiras y también tratantes de encaje como un sector ya importante. Entre los tratantes: Juan Díaz Porrúa, Roque Fernández, Francisco de Pazos, Domingo de Trava, Andrés Rodríguez. El primero, dueño del estanco, es el séptimo en la lista de vecinos con mayores ingresos en Camariñas.

También en Finisterre el gremio de tratantes de encaje era significativo, el segundo tras la pesca, con Antonio Blanco, Domingo Senlle, Matheo Porrúa, Phelipe de Castro, Pedro dos Santos. Algunos con parientes en ambas villas (Porrúa, Trava, Pazos). Pero otros grandes navegantes de Camariñas a finales del siglo XVIII comerciaban ya con América, desde Pontevedra o Cádiz, como Ambrosio Álvarez Pardiñas. Por supuesto, llevaba sobre todo rendas de Camariñas en una variada muestra que ya indican la importancia de esta artesanía en la comarca y de los exportadores locales. La lista de carga de uno de sus barcos en el comercio de América en 1795 es significativa. Además es el pionero en el gran comercio ultramarino del encaje de Camariñas. Sabemos que empezó su carrera desde 1779 en el centenario tráfico entre Cádiz y San Sebastián. Hablamos del maestre en el capítulo del corso.

El 16 de septiembre de 1795 se hizo a la vela del puerto de Cádiz para el de Veracruz la fragata Nuestra Señora de la Concepción alias La Empresa, su maestre don Ambrosio Álvarez Pardiñas, con entre otras, muchas piezas textiles nacionales y extranjeras. Entre los «géneros del Reyno» lleva sargas, encaje, blondas, punto de blonda, «65 piezas de paños surtidos, 12.374 idem de cintas y listones de seda, 839 idem de pintados sobre lienzo, 504 idem de paño de seda, 30 idem de sargas de seda, 175 idem de encaje de hilo, 80 idem de idem de seda, 11.295 camisas, 339 mantones de tafetán guarnecidos de blondas y gasas, 1035 libras de hilo, 473 docenas de medias de seda, 264 idem de hilo, 100 docenas de piezas de cintas de hilo, 1305 idem de pañuelos de seda, 105 cortes de sayas de seda, 154 docenas de pañuelos de gasa punto de blonda, 531 piezas de tafetanes de Asia, 581 idem de mahones de idem, 535 idem de muselina de idem, 120 idem de lienzo de algodón de idem, 4973 libras de seda, y otros muchos géneros, aunque de menos consideración, valorados todos en 5.529.851 reales de vellón».

El capitán Pardiñas tendrá tratos con importantes comerciantes asturianos, y así aprovechando sus viajes redondos entre Cádiz y San Sebastián en la villa de Gijón a veinte y cinco dias del mes de Enero de mil setecientos setenta y nueve  «Dn. Ambrosio Albarez Pardiñas, vezino del puerto de Camariñas y capitan del paquebot nombrado «San Francisco Javier y Animas», anclado en este puerto; y Dn. Juan Bonifaz, vezino de la ciudad de Oviedo. Y asi juntos de mancomún dijeron se hayan convenidos en que mediante el citado Dn. Ambrosio se haya con carga para la ciudad de San Sebastian…» y cuando la deje en puerto se compromete ante el escribano Joseph Suarez Llanos a cargar en Gijón la de Bonifaz, llevarla a Málaga y Cádiz y regresar con otro porte de estas ciudades, en un plazo de un mes «y la que en estos dos puertos tomase la ha de conducir a esta dha villa por la cantidad de catorze mil quinientos reales dándole para el efecto treinta dias de tiempo». Son testigos los empresarios gijoneses Dn. Manuel García Valdes, Dn. Pablo Pía y Gregorio Muñiz Busto. Lo vimos en el «apartado corsario».

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