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viernes, marzo 22, 2024

El olvidado camino a Muxía por Brandomil y Baiñas

En este reportaje, el escritor y colaborador de Adiante Galicia, Rafael Lema nos habla de esta vía:»El olvidado camino a Muxía por Brandomil y Baiñas.

En diciembre de 1994 la Xunta de Galicia anunciaba la creación de una comisión para localizar y señalizar la ruta posjacobea a Fisterra. Dos eran los santuarios marianos de la Costa da Morte vinculados con el Camino de Santiago desde la crónica legendaria del Códice Calixtino, Muxía y Fisterra. Tras no pocas controversias y debates en los que también se contó con la asociación Aeria, muy comprometida desde el inicio en la recuperación y promoción de la ancestral ruta, finalmente se decidió por dar crédito oficial al camino que actualmente conocemos, que entra por Ponte Maceira a Negreira, Olveiroa, Hospital, Marco do Couto, Cee, Corcubión y Fisterra, y de allí costeando a Muxía. En hospital queda la opción de seguir a Muxía.

En 1999 en el congreso internacional de asociaciones jacobeas celebrado en Cee constaba ya la consolidación de la ruta. No obstante en aquellos primeros años surgieron voces que criticaron que esta opción dejaba fuera una vía de comunicación directa entre Compostela y Muxía que pasaba por Brandomil y Baiñas y hoy de nuevo asociaciones de estas parroquias quieren reivindicar que Muxía tuvo siempre su propio camino diferenciado. Fisterra posee su ruta medieval documentada, pero Muxía también cuenta con la suya igualmente registrada y además más antigua, ya que ocupa parte de una vía romana con registros arqueológicos y el principal enclave romano de la Costa da Morte, el conglomerado suburbano de Brandomil. Es el principal y más antiguo camino de entrada en la comarca, ocho o nueve siglos antes del entronque del área con la ruta jacobea. El informe del equipo de Juan Naveiro López, responsable de los últimos trabajos en la zona Brandomil, indicaba que el enclave sería similar a los asentamientos de Brigantium e Iria Flavia, los tres principales a nivel provincial. En la vía romana que venía de Caldas de Reis y unía a ambos enclaves y de la que salían vías secundarias a la costa. Los investigadores definen este lugar como «el núcleo urbano más occidental del área lucense. Sin duda, desde aquí se conectaba con todos los asentamientos costeros del finisterre galaico». Pues bien, este nudo de comunicación queda fuera del camino jacobeo.

En la Edad Media, el puente de Brandomil confirma la importancia y reactivación de la vieja ruta romana al poniente. La mayor estudiosa de los caminos medievales gallegos Elisa Ferreira Priegue marca este paso, por supuesto. En su mapa de rutas medievales vemos como desde el camino que viene de Negreira a Fisterra, al llegar a Bon Xesús sale una ruta a Brandomil por Vilaferreiros, Xunqueira, Antes. De Brandomil va a Baiñas, Castrelo, Ozón, Moraime y Muxía. En Ozón y Baiñas se crearon monasterios benitos medievales, que por haber sido dúplices pueden remontarse a la época altomedieval. Baiñas pertenecía en el Antiguo Régimen al coto y jurisdicción del priorato de Ozón y el monasterio fue anexionado en 1417 a San Pedro extramuros de Santiago, luego a San Martiño Pinario, como el resto. En el viaje de Alfonso IX en el verano de 1228 el rey llega de Santiago a Treos y Cereixo cruzando el Xallas por Brandomil. Seguiría la ruta de Brandoñas, Baiñas y Serramo.

En el espléndido mapa geográfico de Galicia de 1784 trazado por Tomás López aparecen claramente diferenciados los dos caminos reales que van a Fisterra y Muxía, pese a que hay nuevas rutas que difieren de los caminos medievales. Al salir de Bon Xesús va un camino a Antes y Brandomil, sigue por las parroquias de Brandoñas y Baiñas directo a Muxía, y en parte yace bajo el embalse de A Fervenza. Los puentes de Olveira y Brandomil siguen siendo al final de la era los dos pasos para atravesar el Xallas. El puente de Brandomil como principal y más antiguo paso construido sobre el río Xallas aparece en numerosos mapas de la Edad Moderna. En el de A. Ortelius de 1570, el de Abraham Ortelii de 1598, en el francés Gallaecia Regnum de 1600, el Gallicia leucae hispanicae de 1632, el Reyno de Galicia y León de 1600; el Gallicia, Legio, et Asturias de Oviedo de 1606, el Galaecia: desciptio…de 1606, el Royaume de Galice de N. de Fer de 1705, el España Noroeste de Ribert de Vaugondy de 1749.

Entre los miles de caminantes anónimos que siguieron la ruta al mar desde Santiago, son muchos los peregrinos que se acercaron en la Edad Moderna a Fisterra y Muxía, dejando sus relatos. A Muxía se acercaron el señor de Cumont en 1417, Peter Prieter en 1528, Jorge Einghel (s. XVI), Sebastián Ilsung en 1446, Nicolás Popielovo en 1484, Bartolomé Fontana en 1539, o Doménico Laffi en 1670. Jerónimo del Hoyo, el licenciado Molina o el padre Sarmiento visitaron Muxía y describieron los prodigios que se hacían en sus piedras santas. Algunos peregrinos extranjeros que caminaron de Compostela a Fisterra indicaron que habían ido primero a Muxía, y posteriormente a Fisterra documentando así esta ruta directa que la orografía, la pervivencia histórica y el sentido común acreditan por Brandomil. Para alcanzar el santuario de A Barca seguirían el camino más directo, seguro y común. En donde además tenían servicios.

En 1466 el noble León de Rosmithal, cuñado del rey de Bohemia, llega con su séquito a Compostela y decide ir a Fisterra, que según escribía «se halla a 14 millas». Pero nos relata que «casi a mitad del camino vimos en la costa una nave con sus remos, cables y demás aparejos, todo hecho en piedra que aseguran que transportó a dios y a su madre que desembarcaron allí mismo y en aquel lugar levantaron un templo a la virgen». El noble está describiendo las piedras santas de Muxía, dando a entender que se acercó primero a este punto a medio camino, y luego a Fisterra, sin rodeos innecesarios y absurdos. Erich Lassota de Steblovo, que desembarca en Muxía el 5 de octubre de 1580, señala: «A la entrada -del puerto de Muxía- y a la derecha hay una gran capilla o iglesia, en la que se venera con mucha devoción a Nuestra Señora, llamada de la Barca». El peregrino y prelado austriaco Chirstoph Guzinger (1654) va a Muxía atendiendo al consejo que le contó un sacerdote en Compostela.

El franciscano Giovanni Lorenzo Bonafede Vanti llegó a Muxía en 1717, copió y dio a conocer una Relación verdadera de los milagros de Nuestra Señora de La Barca, que sería editada en 1719 y es de la autoría de otro peregrino ilustre al servicio del conde de Maceda (benefactor y constructor del actual templo), Phelipe Diego Santa María y Salazar. A él le debemos una más amplia relación de milagros de la virgen y documenta en su relación el aluvión de visitantes de todas las naciones que siguen acudiendo al templo en los siglos XVII y XVIII, porque la santa «es una imagen sumamente venerada en toda España, Francia, Italia, Alemania y Grecia; pues de todas estas naciones concurren a este grande santuario peregrinos». El papa Clemente XI concede indulgencias plenarias a todos los romeros que acuden a Muxía según esta relación en donde se nos manifiesta otra originalidad, el de contar con una cruz que identifica a los peregrinos a Muxía, la «felibritge» auverna y occitana, la cruz de cuatro brazos coronados. Otro italiano, el carmelita Giácomo Antonio Naia, llega a Muxía en 1718, tras ser acogido en Ozón y Moraime. Y podíamos seguir. Desde esta fecha el impulso de romeros a Muxía se acrecienta con el nuevo templo y la protección de los condes de Maceda, señores de las torres de Cereixo.

No hay que olvidar que los grandes patrocinadores del camino fueron los benedictinos, sobre todo la orden de Cluny, y que en la ruta de Brandomil a Muxía están los tres principales monasterios de la comarca, los de Baiñas, Ozón y Moraime. Sus priores siguen teniendo casa en los tres puntos en el siglo XVIII, hasta las desamortizaciones. No hay ningún convento en la ruta a Fisterra. Otro cenobio antiguo y con importantes propiedades en la zona, el de Santa Tasia de Toxos Outos, se unía con la vereda que baja de Baiñas.

En esta feligresía y en la vecina de Brandoñas en el siglo XVIII estaban en plena actividad los hornos de tejas, vinculados de inicio con las obras en iglesias, en gran parte presentación de los «freires» de Ozón y Moraime, como acreditan sus libros de fábrica o las memorias de Jerónimo del Hoyo. La villa de Muxía era señorío del Arzobispo de Compostela pero estaba rodeada por tierras del vecino monasterio de Moraime, sus primeros dueños, en cuyos documentos desde el que desde el siglo XII aparece la mención de ser hospedaje de peregrinos. En 1753 en Muxía leemos en el Catastro de Ensenada que «en esta villa hay un hospital que sirve para recoger los pobres peregrinos que bienen (sic) al santuario de Nuestra Señora de la Barca». En Fisterra en el siglo XIV el párroco Alonso García había fundado uno, había otro «espital de Ulgoso» (Hospital de Logoso) de fundación medieval, y en 1753 en Corcubión hay «una casa de ospicio para aloxamiento de algún peregrino que tiene diputada para este fin el conde de Altamira». El necesario reconocimiento del camino de Brandomil no implica más que recuperar la verdadera historia de los romeros al occidente, promocionado y revitalizando nuevos lugares para sumarlos en la hermandad del fenómeno jacobeo.

Rafael Lema Mouzo

fotos Turgalicia

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