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jueves, marzo 21, 2024

James Bond espiaba el wolfram y los submarinos en Galicia

Primera Parte// Pese a ser una ficción literaria, el personaje de James Bond fue creado por un verdadero espía inglés encargado desde el año 1941, en plena II Guerra Mundial, de menoscabar el apoyo de la España franquista a la flota nazi, especialmente en dos apartados: el apoyo a los submarinos en las rías gallegas y el tráfico del wolfram desde nuestra región.

Rafael Lema Mouzo

El autor se basó en su propia experiencia y en varios espías internacionales acreditados en su zona de acción, las costas gallegas y lusas. El verdadero 007 tiene mucho que ver con una etapa poco conocida del gran conflicto, la guerra submarina en Galicia. Y también con las conspiraciones monárquicas para acabar con Franco desde 1939 a 1948 en la corte de don Juan de Borbón en el exilio portugués. Ian Fleming, el autor de la serie, se instaló en Portugal en 1941 como funcionario de los Servicios de Inteligencia Naval Británica, de la mano de la comitiva de Sir John Godfrey.

Según varios artículos publicados en la prensa lusa, el 20 de mayo de este año se registró en el lujoso Hotel Palacio de Estoril, tal y como consta en el boletín de alojamiento conservado en el Archivo Histórico de Cascais. Allí se relacionó con lo más granado del espionaje internacional, aunque su vista estaba puesta en nuestras aguas. Ian Fleming frecuentaba el Casino de Estoril, donde entró en contacto con el famoso espía serbio Dusko Popov a las puerta de la invasión nazi de Rusia. Partidas de casino y colaboraciones con el exilio español marcaron la agenda del inglés que al parecer se basó en el mujeriego, juerguista y jugador Popov para su personaje. Un play boy amigo del lujo, los coches caros, los grandes hoteles. El Casino de Estoril y el de Mónaco inspiraron el nacimiento del héroe cinematográfico. También Suiza, la otra zona de acción de los espías de la época y asiento de los grandes amigos de nuestro hombre, de nuevo el clan del exilio español y la acción monárquica contra Franco, causa que tiene dos grandes protagonistas. Eugenio Vegas en Lausana y Pedro Sáinz en Lisboa.

Fleming trabajaba para los Servicios de Inteligencia Naval Británica, en Estoril. Y eso nos lleva como apuntamos a la guerra submarina en Galicia, principal labor de este cuerpo. Galicia interesaba a los espías ingleses por ser uno de los principales proveedores de wolfram a Alemania, en minas como Santa Comba, Lousame, Casaio, pero también como centro de contrabando de mineral portugués o de otras zonas de España (Salamanca, Cáceres) directamente vinculadas a los empresarios gallegos pronazis y al entramado societario de Johannes Bernhardt, el rey del oro negro. “la tía Bernarda” en el argot de los mineros coruñeses. Camiones, trenes, o mercantes con salida de Galicia eran objeto de las pesquisas del “padre” de Bond. Pero también efectivas compras en el mercado negro gallego por parte de los ingleses para especular con inusitadas alzas de precios. En este caso, con actuación directa del consulado inglés en A Coruña, en donde se almacenaba mineral.

Desde Estoril se espiaba los actos de la “araña”, el entramado nazi en en Galicia, con agentes de la Gestapo, la Kriegsmarine, o el servicio de espionaje Abwehr en Ferrol, Vigo, A Coruña, al mando de cargos de relieve como Albert Kindling, Mano von Eitzen, Alexander Brendel. La lista de colaboradores alemanes y nativos de la araña pasa del centenar. El plan de abastecimiento de submarinos en nuestra aguas era la Ettape Spanien. En nuestras rías se cobijaron submarinos, mercantes y petroleros como el Nord Atlantic, Antarktis, Max Albrecht o Bessel. En el Punkt Gustav (Corcubión) y en el Punkt Anton se abastecían uboots. Los faros de Fisterra, Bares, cabo Silleiro servían de comunicación a barcos y aviones nazis que usaban también aeródromos gallegos (Santiago, Lugo). Torres emisoras los apoyaban en A Limia o en A Coruña. Una flota menor de pesqueros y mercantes gallegos colaboraban en evitar la presión del espionaje inglés. El gran espía Kim Philby pone en evidencia ante Franco su apoyo secreto a Hitler.

Así que en Estoril los ingleses debían contrarrestar este plan en dos líneas. La diplomática, trabajando a militares y políticos franquistas, sobre todo al bando monárquico, para que presionasen por la neutralidad y abandonar el apoyo al Eje. Y la acción directa contra el sistema: ataques aéreos, destrucción de petroleros y aviones en aguas gallegas y lusas. Protección de convoyes aliados. Portugal era un lugar estratégico, con las miras puestas en las posibilidades de la toma de Gibraltar por Franco, su apoyo a una invasión de Portugal o la posible injerencia española durante el desembarco aliado en el Norte de África, la operación Torch.

La posible entada de España en la guerra, la demanda de retirada de la División Azul de Rusia, fueron otros empeños del espionaje inglés en una ciudad llena de espías de ambos lados, y de portugueses que a cambio de dinero trabajaban para unos y otros. Aquí vivía otro de los grandes, el español Gabo, y un complejo entramado del M15 inglés. Pero otros muchos prestaron un singular servicio no reconocido a los aliados como las prostitutas del portuario barrio lisboeta de Cais de Sodré. Las atribuladas señoritas aportaban jugosa información de sus clientes alemanes o españoles (falangistas y monárquicos lenguaraces) sobre movimientos portuarios y acciones sobre los intereses británicos. Cliente habitual de las chicas era el cerebro gris de la Restauración borbónica, Pedro Sáinz, habitual de conocidas casas del Chiado lisboeta. Su preferida se llamaba María Agostinha, una de las pocas “espías populares” de la que tenemos nombre.

Según L. M. Ansón, Sáinz solía llevar la cartas que enviaba Franco a don Juan para leerlas en el burdel mientras esperaba turno o más relajado tras el servicio. Don Juan le habría recriminado en una ocasión que frecuentara burdeles baratos, y no hiciese como los ingleses cuando él estaba en la Royal Navy que si acudían a estos lugares buscaban buenas referencias. Sáinz siendo ministro de Educación con Franco solía ir con el coche del ministerio al burdel. Recriminado por esto en un consejo de ministro soltó al Generalísimo: “Coño, no voy a ir andando”. Su conocimiento de estos ambientes propició que durante el alzamiento militar de 1936 cambiara el apoyo de roma a la república, sobre todo el del nuncio tedeschini, según la doctrina vaticana del acatamiento al poder. Sáinz logró el testimonio de la rubia despampanante amante madrileña del nuncio que le contó al detalle las inflamadas cartas de amor que éste le enviaba. Con esta arma en su poder consiguió el relevo del prelado por uno mas afín a la causa, que no interfirió en el golpe para consuelo de carlistas y católicos exaltados afectos.

Los ingleses al inicio de la guerra tienen aliados en El Pardo, militares franquistas pero monárquicos: Beigbeder, Jordana, Carrero Blanco. Pero hasta el desastre en el frente ruso no será significativa su acción, y con todo Franco creerá hasta el fin en la victoria nazi. Y eso que el jefe del espionaje alemán, el almirante Canaris aclara al führer que “Franco no es héroe sino un pequeño mequetrefe”. El culto y africanista general Beigbeder podía calmar el ansia hitleriana de Franco pero se pierde entre las piernas de la fascinante y maciza mujer del embajador alemán, von Stohrer, que realiza así un gran servicio a la causa alemana. El general con todo no hace ascos a los encantos de su sobrina Dolores Velarde, o a la agente de la red de espionaje norteamericano Gertrudis Wittek. Los secretos de Estado del régimen se pierden en las alcobas, picaderos o burdeles de Madrid, Lausana, Lisboa.

FOTOS SUBMARINOS-TARINFA.NET

FOTOS- JAMES BOND- IAN FELINMG- GOOGLE IMAGES

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